Salmos del Magnificat

Salmo III

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos. Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. 

En las tiniebla brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. 

El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. 

 Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará.

 Gloria al Padre... 

Salmo 5

Señor, escucha mis palabras, atiende a mis gemidos, haz caso de mis gritos de socorro, Rey mío y Dios mío. A ti te suplico, Señor, por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa y me quedo aguardando 

Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped, ni el arrogante se mantiene en tu presencia. Detestas a los malhechores, destruyes a los mentirosos; al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor. Pero yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, me postraré ante el templo santo, con toda reverencia. Señor, guíame con tu justicia, porque tengo enemigos, alláname tu camino. 

En su boca no hay sinceridad, su corazón es perverso; su garganta es sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua. Que se alegren los que se acogen a ti, con júbilo eterno; protégelos, para que se llenen de gozo los que aman tu nombre. Porque tú, Señor, bendices al justo y como un escudo lo cubre tu favor 

Gloria al Padre... 

Salmo 8

Señor dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! Ensalzaste tu majestad sobre los cielos. De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde. Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, 

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos, rebaños, ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar. Señor, dueño nuestro, ¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra! 

Gloria al Padre... 

Salmo 10

Al Señor me acojo, ¿por qué me decís: "Escapa como un pájaro al monte, porque los malvados tensan el arco, ajustan la saeta a la cuerda, para disparar en la sombra contra los buenos" 

Cuando fallan los cimientos, ¿Qué podrá hacer el justo?" Pero el Señor está en su templo santo, el Señor tiene su trono en el cielo: sus ojos están observando, sus pupilas examinan a los hombres. 

 El Señor examina a inocentes y culpables, y al que ama la violencia él lo odia Hará llover sobre los malvados ascuas y azufre, les tocará en suerte un viento huracanado. Porque el Señor es justo y ama la justicia, y los buenos verán su rostro. 

Gloria al Padre...  

Salmo 13

Dice el necio para sí: "No hay Dios". Se han corrompido cometiendo execraciones, no hay quien obre bien. El Señor observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. 

Pero ¿no aprenderán los malhechores que devoran a mi pueblo como pan y no invocan al Señor? Pues temblarán de espanto, porque Dios está con los justos. Podéis burlaros de los panes del desvalido, pero el Señor es su refugio. ¡Ojalá venga desde Sión la salvación de Israel! Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo, se alegrará Jacob y gozará Israel. 

Gloria al Padre... 

Salmo 14

Señor, ¿Quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua, 

El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor,el que no retracta lo que juró aun en daño propio, el que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará.
Gloria al Padre.

Salmo 15

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti; yo digo al Señor: "Tú eres mi bien". Los dioses y señores de la tierra no me satisfacen. Multiplican las estatuas de dioses extraños; no derramaré sus libaciones con mis manos, ni tomaré sus nombres en mis labios. El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso me encanta mi heredad.

Bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente. Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena. Porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción.

Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha.

Gloria al Padre...

Salmo 18 

El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calo.

Gloria al Padre... 

Salmo 19

Que te escuche el Señor el día del peligro, que te sostenga el nombre del Dios de Jacob; que te envíe auxilio desde el santuario, que te apoye desde el monte Sion. Que se acuerde de todas tus ofrendas, que le agraden tus sacrificios; que cumpla el deseo de tu corazón, que dé éxito a todos tus planes. 

Que podamos celebrar tu victoria, y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes; que el Señor te conceda todo lo que pides. Ahora reconozco que el Señor da la victoria a su Ungido, que lo ha escuchado desde su santo cielo, con los Prodigios de su mano victoriosa. 

Unos confían en sus carros, otros en su caballería; nosotros invocamos el nombre del Señor, Dios nuestro. Ellos cayeron derribados, nosotros nos mantenemos en pie. Señor, da la victoria al rey y escuchamos cuando te invocamos. 

Gloria al Padre... 

Salmo 21 (I)

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? a pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza.

Dios mío, de día te grito, y no respondes; de noche, y no haces caso; aunque tú habitas en el santuario, 

esperanza de Israel. En ti confiaban nuestros padres, confiaban, y los ponías a salvo; a ti gritaban, y quedaban libres, en ti confiaban,  y no los defraudaste.

Pero yo soy un gusano, no un hombre, vergüenza de la gente, desprecio del pueblo; al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza: "Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto quiere".

Tú eres quien me sacó del vientre, me tenías confiado en los pechos de mi madre; desde el seno pasé a tus manos, desde el vientre materno tú eres mi Dios. No te quedes lejos, que l peligro está cerca y nadie me socorre.

Gloria al Padre... 

Salmo 22

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honore de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Gloria al Padre...

Salmo 23

Del Señor es la tierra y cuanto la lle-na, el orbe, y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos

-¿Quién puede subir al monte del Se-ñor?

-El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura contra el prójimo en falso. Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia del Dios de salvación.

-Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

-¿Quién ese Rey de la gloria?

- El Señor, héroe valeroso;

el Señor, héroe de la guerra.

¡Portones!, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas: va a entrar el Rey de la gloria.

- ¿Quién es ese Rey de la gloria?

- El Señor, Dios de los ejércitos.

Él es el Rey de la gloria.

Salmo 26 (I)

El Señor es mi luz y mi salvación ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?

Cuando me asaltan los malvados, para devorar mi carne, ellos, enemigos y adversarios, tropiezan y caen.

Si un ejército acampa contra mí, mi corazón no tiembla; si me declaran la guerra, me siento tranquilo.

Una coa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo.

Él me protegerá en su tienda el día del peligra; me esconderá en lo escondido de su morada, me alzará sobre la roca,

y así levantaré la cabeza sobre el enemigo que me cerca. En su tienda sacrificaré sacrificios de aclamación: cantaré y tocaré para el Señor.

Gloria al Padre...

Salmo 28

Hijos del Dios, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria y el nombre del Señor, postraos ante el Señor en el atrio sagrado. 

 La voz del Señor sobre las aguas, el Dios de la gloria ha tronado, el Señor sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es potente, la voz del Señor es magnífica, la voz del Señor descuaja los cedros, el Señor descuaja los cedros del Líbano. Hace brincar al Líbano como a un novillo, al Sarión como a una cría de búfalo.

 La voz del Señor lanza llamas de fuego, la voz del Señor sacude el desierto, el Señor sacude el desierto de Cadés. La voz del Señor retuerce los robles, el Señor descorteza las selvas. En el templo un grito unánime: ¡Gloria! El Señor se sienta por encima del aguacero, el Señor da fuerza a su pueblo, el Señor bendice a su pueblo con la paz. 

Gloria al Padre... 

Salmo 29

Ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste. Señor, sacaste mi vida del abismo, me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre santo: su cólera dura un instante, su bondad, de por vida;

al atardecer nos visita el llanto, por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro: "No vacilaré jamás". Tu bondad, Señor, me aseguraba el honor y la fuerza; pero escondiste tu rostro,

y quedé desconcertado.

A ti, Señor llamé, supliqué a mi Dios: "¿Qué ganas con mi muerte, con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo, o va a proclamar tu lealtad? Escucha, Señor, y ten piedad de mí, Señor, socórreme".

Cambiaste mi luto en danzas, me desataste el sayal y me has vestido de fiesta; te cantará mi alma sin callarse,

Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Salmo 31

Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dicho- so el hombre a quien el Señor no le apun- ta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos, rugiendo todo el día, porque día y noche tu mano pesaba sobre mí; mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: "Confesaré al Señor mi culpa", y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique en el momento de la desgracia: la crecida de las aguas caudalosas no lo alcanzara.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro, me rodeas de cantos de liberación.

-Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir, fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mu-los, cuyo brío hay que domar con freno y brida; si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas; al que confía en el Señor, la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor, aclamadlo, los de corazón sincero. Gloria al Padre... 

Salmo 35

El malvado escucha en su interior un oráculo del pecado: "No tengo miedo a Dios, ni en su presencia". Porque se hace la ilusión de que su culpa no será descubierta ni aborrecida.

Las palabras de su boca son maldad y traición, renuncia a ser sensato y a obrar bien; acostado medita el crimen, se obstina en el mal camino, no rechaza la maldad.

Señor, tu misericordia llega al cielo, tu fidelidad hasta las nubes; tu justicia hasta las altas cordilleras, tus sentencias son como el océano inmenso. Tú socorres a hombres y animales, ¡qué inapreciable es tu misericordia, oh Dios! los humanos se acogen a las sombras de tus alas; se nutre de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias: porque en ti está la fuente viva y tu luz nos hace ver la luz.

Prolonga tu misericordia con los que te reconocen, tu justicia, con los rectos de corazón; que no me pisotee el pie del soberbio, que no me eche fuera la mano del malvado.

Han fracasado los malhechores, derribados no se pueden levantar.

Gloria al Padre...

Salmo 32

Aclamad, justos al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones: que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas marinas, mete en un depósito el océano.

Tema el Señor la tierra entera, tiemblen ante él los habitantes del orbe: porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. El Señor deshace los planes planes de las naciones, frusta los proyectos de los pueblos; pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres; desde su morada observa a todos los habitantes de la tierra: él modeló cada corazón, y comprende todas sus acciones.

No vence el rey por su gran ejército no escapa el soldado por su mucha fuerza, nada valen sus caballos para la victoria, ni por su gran ejército se salva. Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre. Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y nuestro escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros como lo esperamos de ti.

Gloria al Padre... 

Salmo 40

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido, en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. El Señor lo guarda y lo conserva en vida para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos. El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enferme

dad. Yo dije: Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti". Mis enemigos me desean lo peor: "A ver si se muere y se acaba su apellido". El que viene a verme hable con fingimiento, disimula su mala intención, y cuando sale afuera, la dice.

Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, hacen cálculos siniestros: "Padece un mal sin remedio, se acostó para no levantarse".

Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan, es el primero en traicionarme. Pero tú, Señor, apiádate de mí, haz que pueda levantarme, para yo les dé su merecido. En esto conozco que me amas: en que mi enemigo no triunfa de mí.

A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia.

Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, amén.

Gloria al Padre...

Salmo 41

Como busca la cierva corriente de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Las lágrimas son mi pan, noche y día, mientras todo el día me repiten: "¿Dónde está tu Dios?" Recuerdo otros tiempos, y desahogo mi alma conmigo: cómo marchaba a la cabeza del grupo hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta. ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverá a alabarlo: "Salud de mi rostro, Dios mío". Cuando mi alma se acongoja, te recuerdo desde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor. Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado. De día el Señor me hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida. Diré a Dios: "Roca mía, ¿por qué me olvidas? ¿Por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?" Se me rompen los huesos, por las burlas del adversario; todo el día me preguntan: "¿Dónde está tu Dios?" ¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: "Salud de mi rostro, Dios mío".

Gloria al Padre...

Salmo 42

Hazme justicia, oh Dios, defiende mi causa, contra gente sin piedad, sálvame del hombre traidor y malvado.

Tú eres mi Dios y protector: ¿por qué me rechazas? ¿por qué voy andando sombrío, hostigado por mi enemigo?

Envía tu luz y tu verdad: que ellas me guíen y me conduzcan hasta tu monte santo, hasta tu morada.

Que yo me acerque al altar de Dios, al Dios de mi alegría; que te dé gracias al son de la citara, Dios, Dios mío.

¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? Espera en Dios, que volverás a alabarlo: "Salud de mi rostro, Dios mío".

Gloria al Padre 

Salmo 44(I)

Me brota del corazón un poema bello, recito mis versos a un rey: mi lengua es ágil pluma de escribano. Eres el más bello de los hombres, en tus labios se derrama la gracia, el Señor te bendice eternamente. Cíñete al flanco la espada, valiente: es tu gala y orgullo; cabalga victorioso por la verdad y la justicia, tu diestra te enseñe a realizar proezas. Tus flechas son agudas, los pueblos se te rinden, se acobardan los enemigos del rey.

Tu trono oh Dios, permanece para siempre, cetro de rectitud es tu cetro real. Has amado la justicia y odiado la impiedad: por eso el Señor, tu Dios, te ha ungido con aceite de júbilo entre todos tus compañeros.

A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, desde los palacios de marfiles te deleitan las arpas. Hijas de reyes salen a tu encuentro, de pie a tu derecha está la reina enjoyada con oro de Ofir.

Gloria al Padre...

Salmo 44 (II)

Escucha, hija mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna: prendado está el rey de tu belleza, póstrate ante él, que él es tu señor. La ciudad de Tiro viene con regalos, los pueblos más ricos buscan tu favor.

 Ya entra la princesa, bellísima, vestida de perlas y brocado; la llevan ante el rey, con séquito de vírgenes; la siguen sus compañeras. Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real. "A cambio de tus padres tendrás hijos, que nombrarás príncipes por toda la tierra". 

Quiero hacer memorable tu nombre por generaciones y generaciones, y los pueblos te alabarán, por los siglos de los siglos. Gloria al Padre 

Salmo 45

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos, aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar. Que hiervan y bramen sus olas, que sacudan a los montes con su furia.

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada. Teniendo a Dios en medio, no vacila, Dios la socorre al despuntar la aurora.

Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan, pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra. El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. Venid a ver las obras del Señor, las maravillas que hace en la tierra.

Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe, rompe los arcos, quiebra las lanzas, prende fuego a los escudos. "Rendíos, reconoced que yo soy Dios: más alto que los pueblos, más alto que la tierra".

El Señor de los ejércitos está con nosotros, nuestro alcázar es el Dios de Jacob. 

Gloria al Padre...

Salmo 46

Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo; porque el Se-ñor es sublime y terrible, emperador de toda la tierra. Él nos somete los pueblos y no juzga las naciones; él nos escogió por heredad suya: gloria de Jacob, su amado. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor al son de trompetas: tocad para Dios, tocad, tocad para nuestro rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo: tocad con maestría. Dios reina sobre las naciones, Dios se sienta en su trono sagrado.

Los príncipes de los gentiles se reúnen con el pueblo del Dios de Abrahán, porque de Dios son los grandes de la tierra, y él es excelso.

Gloria al Padre...  

Salmo 48 (I)

Oíd esto, todas las naciones, escuchadlo, habitantes del orbe: plebeyos y nobles, ricos y pobres. Mi boca hablará sabiamente, y serán muy sensatas mis reflexiones; prestaré oído al proverbio y propondré mi problema al son de la cítara. ¡Por qué habré de temer los días aciagos, cuando me cerquen y acechen los malvados que confían en su opulencia y se jactan de sus inmensas riquezas, si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate? 

Es tan caro el rescata de la vida, que nunca les bastará para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. Mirad; los sabios mueren, lo mismo que perecen los ignorantes y necios, y legan sus riquezas extrañas. El sepulcro es su morada perpetua y su casa de edad en edad, aunque hayan dado nombre a países. El hombre no perdura en la opulencia, sino que perece como los animales. Gloria al Padre...

Salmo 50

Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado. Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente. 

Mira en la culpa nací, pecador me concibió mi madre. Te gusta un corazón sincero y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve. Hazme oír el gozo y la alegría, que se alegren los huesos quebrantados. Aparta de mi pecado tu vista, borra en mí toda culpa. Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de la salvación, afiánzame con espíritu generoso. 

Enseñaré a los malvados tus caminos, los pecadores volverán a ti. ¡Líbrame de la sangre, oh Dios, Dios, Salvador mío! Y cantará mi lengua tu justicia. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Los sacrificios no te satisfacen; si te ofreciera un holocausto no lo querrías. Mi sacrificio es un espíritu quebrantado, un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias. Señor, por tu bondad, favorece a Sión, reconstruye las murallas de Jerusalén: entonces aceptarás los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos sobre tu altar se inmolarán novillos.

Gloria al Padre...

Salmo 56

Misericordia, Dios mío, misericordia, que mi alma se refugia en ti; me refugio a la sombra de tus alas mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo, al Dios que hace tanto por mí: desde el cielo me enviará la salvación, confundirá a los que ansían matarme, enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones devoradores de hombres: sus dientes son lanzas y flechas, su lengua es una espada afilada. Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos, para que sucumbiera; me han cavado delante una fosa, pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme. Voy a cantar y a tocar: despierta, gloria mía; despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para ti ante las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos; por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria. 

Gloria al Padre...

Salmo 61

Solo en Dios descansa mi alma. no vacilaré, porque de él viene mi salvación; solo él es mi roca y mi alcázar no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? Solo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. Descansa solo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; solo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar no vacilaré. De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas no les deis el corazón. Dios ha dicho una cosa, y dos cosas, que he escuchado: "Que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras".

Gloria al Padre...    

Salmo 62 

Oh Dios tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi alma está sedienta de ti; mi carne tiene ansia de ti, como tierra reseca, agostada, sin agua.

¡Cómo te contemplaba en el santuario viendo tu fuerza y tu gloria! Tu gracia vale más que la vida, te alabarán mis labios.

Toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote. Me saciaré como de enjundia y manteca, y mis labios te alabarán jubilosos.

En el lecho me acuerdo de ti y velando medito en ti, porque fuiste mi auxilio y a la sombre de tus alas canto con júbilo; mi alma está unida a ti y tu diestra me sostiene.

Gloria al Padre...

Salmo 64

Oh Dios, tú mereces un himno en Sion, y a ti se te cumplen los votos, porque tú escuchas las súplicas. A ti acude todo mortal a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas. Dichoso el que tú eliges y acercas, para que viva en tus atrios: que nos saciemos de los bienes de tu casa, de los dones de tu sagrados de tu templo. 

Con portentos de justicia nos respondes, Dios Salvador nuestro; tu, esperanza del confín de la tierra y del océano remoto; tú que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder; tú que reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos. Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, y a las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo. 

Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, prepara los trigales: riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes; coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría; las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan. 

Gloria al Padre... 

Salmo 66

El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros: conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud, y gobiernas las naciones de la tierra.

Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos tea alaben.

La tierra ha dado su fruto, nos bendice el Señor, nuestro Dios. Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe.

Gloria al Padre...

Salmo 70 (I)

A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído, y sálvame. Sé tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa del puño criminal y violento; por-que tú, Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno, tú me sostenías, siempre he confiado en ti. Muchos me miraban como a un milagro, porque tú eres mi fuerte refugio. Llena estaba mi boca de tu alabanza y de tu gloria, todo el día. No me rechaces ahora En la vejez, me van faltando las fuerzas, no me abandones; porque mis enemigos hablan de mí, los que acechan mi vida celebran consejo; dicen: "Dios lo ha abandonado; perseguidlo, agarradlo, que nadie lo defiende". .Dios mío, ven aprisa a socorrerme. Que fracasen y se pierdan los que atentan contra mi vida, queden cubiertos de oprobio y vergüenza los que buscan mi daño. Gloria al Padre...

Salmo 76

Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga. En mi angustia te busco, Señor mío, de noche extiendo las manos sin descanso, y mi alma rehúsa el consuelo. Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer. Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar. Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos; de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto: "¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos? ¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? ¿es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?" Y me digo: "¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!"

Recuerdo las proezas del Señor, sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito todas tus obras y considero tus hazañas. Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios? Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostrarte tu poder a los pueblos; con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. Te vio el mar, oh Dios, te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron. Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones, tus saetas zigzagueaban. Rodaba el estruendo de tu trueno, los relámpagos deslumbraban el orbe la tierra retembló estremecida. Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas, y no quedaba rastro de tus huellas: mientras guiabas a tu pueblo como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón.

Gloria al Padre...

Salmo 79

Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño; tú que te sientas sobre querubines, resplandece ante Efraín, Benjamín y Manasés. Despierta tu poder y ven a salvarnos. Oh Dios, restáuranos que brilla tu rostro y nos salve. Señor, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuando estarás airado mientras tu pueblo te suplica?

Les diste a comer llanto, a beber lágrimas a tragos; nos entregaste a las contiendas de nuestros vecinos, nuestros enemigos se burlan de nosotros. Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve. Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste; le preparaste el terreno, y echó raíces hasta llenar el país; su sombra cubría las montañas, y sus pámpanos, los cedros altísimos; extendió sus sarmientos hasta el mar y sus brotes hasta el Gran Río.

¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes, la pisoteen los jabalíes y se la coman las alimañas? Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa. La han talado y le han prendido fuego; con un bramido hazlos perecer. Que tu mano proteja a tu escogido. Al hombre que tu fortaleciste. No nos alejaremos de ti: danos vida para que invoquemos tu nombre. Señor, Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve.

Gloria al Padre...

Salmo 80

Aclamad a Dios, nuestra fuerza, dad vítores al Dios de Jacob:

acompañad, tocad, los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta.

Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de la tierra de Egipto.

Oigo un lenguaje desconocido: "Retiré sus hombros de la carga, y sus manos dejaron la espuerta.

Clamaste en la aflicción, y te libré, te respondí oculto entre los truenos, te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.

Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti, ¡ojalá me escuchases, Israel!

No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero, yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto. Abre la boca que te la llene".

Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer: los entregué a su corazón obstinado, par que anduviesen según sus antojos.

¡Ojalá me escuchase mi pueblo, y caminase Israel por mi camino!: en un momento humillaría a sus enemigos y volvería mi mano contra sus adversarios;

los que aborrecen al Señor te adularían, y su suerte quedaría fijada; te alimentaría con flor de harina, te saciaría con miel silvestre. Gloria al Padre...

Salmo 81

Dios se levanta en la asamblea divina; rodeado de ángeles juzga:"¿ Hasta cuándo daréis sentencia injusta poniéndoos de parte del culpable?

Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolo de las manos del culpable".

Ellos ignorantes e insensatos, caminan a oscuras, mientras vacilan los cimientos del orbe.

Yo declaro: "Aunque seáis dioses e hijos del Altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis, príncipes, como uno de tantos". Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos.

Gloria al Padre...

Salmo 83

¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne, retozan por el Dios vivo. Hasta el gorrión ha encontrado una casa, y la golondrina, un nodo donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación: cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones; caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sion.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob. Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido. Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo, él d la gracia y la gloria. El Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti! Gloria al Padre...

Salmo 84

Señor has sido bueno con tu tierra, has restaurado la suerte de Jacob, has perdonado la culpa de tu pueblo, has sepultado todos tus pecados, has reprimido tu cólera, has frenado el incendio de tu ira. Restáuranos, Dios salvador nuestro; cesa en tu rencor contra nosotros. ¿Vas a estar siempre enojado, o a prolongar tu ira de edad en edad? ¿No vas a devolvernos la vida, paraque tu pueblo se alegre contigo?

Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación.

Voy a escuchar lo que dice el Señor: "Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten

de corazón". La salvación está ya cerca de sus fieles y la gloria habitará en nuestra tierra; la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan;

La fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo, y nuestra tierra dará su fruto.

La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

Gloria al Padre...

Salmo 85

Inclina tu oído, Señor, escúchame, que soy un pobre desamparado; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; protege mi vida, que soy un fiel tuyo; salva a tu siervo, que confía en ti.

Tú eres mi Dios, piedad de mí, Señor, que a ti te estoy llamando todo el día; alegra el alma de tu siervo, pues levanto mi alma hacia ti; porque tú, Señor, eres bueno y clemente, rico en misericordia con los que te invocan. Señor, escucha mi oración, atiende a la voz de mi súplica. En el día del peligro te llamo, y tú me escuchas. No tienes igual entre los dioses, Señor, ni hay obras como las tuyas. Todos los pueblos vendrán, a postrarse en tu presencia Señor, bendecirán tu nombre: "Grande eres tú, y haces maravillas; tú eres el único Dios". Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad; mantén mi corazón entero en el temor de tu nombre.

Te alabaré de todo corazón, Dios mío, daré gloria a tu nombre por siempre, por tu gran piedad para conmigo, porque me salvaste del abismo profundo. Dios mío, unos soberbios se levantan contra mí, una banda de insolentes atenta contra mi vida, sin tenerte en cuenta a ti. Pero tú, Señor, Dios clemente y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad y leal, mírame, ten compasión de mí.

Da fuerza a tu siervo, salva al hijo de tu esclava; dame una señal propicia, que la vean mis adversarios y se avergüencen, porque tú, Señor, me ayudas y consuelas. Gloria al Padre...

Salmo 86

Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sion a todas las moradas de Jacob.

¡Qué pregón tan hermoso para ti, ciudad de Dios! "Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí".

Se dirá de Sion: "Uno por uno todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado".

El Señor escribirá en el registro de los pueblos; "Este ha nacido allí". Y cantarán mientras danzan: "Todas mis fuentes están en ti".

Gloria al Padre...  

Salmo 87 (I)

Señor, Dios mío, de día te pido auxilio, de noche grito en tu presencia; llegue hasta ti mi súplica, inclina tu oído a mi clamor.

Porque mi alma está colmada de desdichas, y mi vida está al borde del abismo; ya me cuentan con los que bajan a la fosa, soy como un inválido.

Tengo mi cama entre los muertos, como los caídos que yacen en el sepulcro, de los cuales ya no guardas memoria, porque fueron arrancados de tu mano.

Me has colocado en lo hondo de la fosa, en las tinieblas del fondo; tu cólera pesa sobre mí, me echas encima todas tus olas.

Gloria al Padre...

Salmo 89

Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.

Antes que naciesen los montes, o fuera engendrado el orbe de la tierra, desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Tú reduces el hombre a polvo, diciendo: "Retornad, hijos de adán". Mil años en tu presencia son un ayer que pasó, una vela nocturna.

Las siembras año por año, como hierba que se renueva: que florece y se renueva por la mañana, y por la tarde la siegan u se seca.

¡Cómo nos ha consumido tu cólera, y nos ha trastornado tu indignación! Pusiste nuestras culpas ante ti, nuestros secretos, ante la luz de tu mirada: y todos nuestros días pasaron bajo tu cólera, y nuestros años se acabaron como un suspiro.

Aunque uno viva setenta años, y el más robusto hasta ochenta, la mayor parte son fatiga inútil, porque pasan aprisa y vuelan.

¿Quién conoce la vehemencia de tu ira, quién ha sentido el peso de tu cólera? Enséñanos a calcular nuestros años, para qué adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo? Ten compasión de tus siervos; por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Danos alegría, por los días en que nos afligiste, por los años en que sufrimos desdichas. Que tus siervos vean tu acción, y sus hijos tu gloria. Baje a nosotros la bondad del Señor y haga prósperas las obras de nuestras manos. Gloria al Padre... 

Salmo 91

Es bueno dar gracias al Señor y tocar para tu nombre, oh, Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordia y de noche tu fidelidad, con arpas de diez cuerdas y laúdes sobre arpegios de cítaras.

Tus acciones, Señor, son mi alegría y mi júbilo, la obra de tus manos ¡Qué magníficas son tus obras, Señor, ¡que profundos tus designios! El ignorante no los entiende ni el necio se da cuenta.

Aunque germine como hierba los malvados y florezcan los malhechores, serán destruidos para siempre. Tú, en cambio, Señor, eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo. Mis ojos despreciarán a mis enemigos mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera, se alzará como cedro del Líbano: plantado en los atrios de nuestro Dios;

en la vejez seguirá dando fruto y estará lozano y frondoso, para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad.

Gloria al Padre...

Salmo 92

El Señor reina, vestido de majestad, el Señor, vestido y ceñido de poder: así está firme el orbe y no vacila.

Tu trono está firme desde siempre, y tú eres eterno.

Levantan los ríos, Señor, levantan los ríos su voz, levantan los ríos su fragor;

pero más que la voz de aguas caudalosas, más potente que el oleaje del mar, más potente en el cielo es el Señor.

Tus mandatos son fieles y seguros, la santidad es el adorno de tu casa, Señor, por días sin término.

Gloria al Padre... 

Salmo 93 (I)

Dios de la venganza, Señor, Dios de la venganza, resplandece. Levántate, juzga la tierra, paga su merecido a los soberbios.

¿Hasta cuándo, Señor, los culpables, ¿Hasta cuando triunfarán los culpables? Discursean profiriendo insolencias, se jactan los malhechores;

trituran, Señor, a tu pueblo, oprimen a tu heredad; asesinan a viudas y forasteros, degüellan a los huérfanos, y comentan: "Dios no lo ve, el Dios de Jacob no se entera".

Enteraos, los más necios del pueblo, ignorantes, ¿cuándo discurriréis? El que plantó el oído ¿no va a oír? el que formó el ojo ¿no va a ver?; 

el que educa los pueblos ¿no va a castigar?; el que instruye al hombre ¿no va a saber? Sabe el Señor que los pensamientos del hombre son insustanciales. Gloria al Padre...

Salmo 95

Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor, toda la tierra; cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria. Contad a los pueblos su gloria, sus maravillas a todas las naciones: porque es grande el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses. Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden, fuerza y esplendor están en su templo. Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole las ofrendas. Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: "El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; la gobierna a los pueblos rectamente" Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad. Gloria al Padre...

Salmo 96

El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Tiniebla y nube lo rodean, justicia y derecho sostienen su trono.

Delante de él avanza fuego, abrasando en torno a los enemigos; sus relámpagos deslumbran el orbe, y, viéndolos, la tierra se estremece. Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia y todos los pueblos contemplan su gloria.

Los que adoran estatuas se sonrojan, y los que ponen su orgullo en los ídolos; ante él se postran todos los dioses. Lo oye Sion, y se alegra, se regocijan las ciudades de Judá por tus sentencias, Señor;

porque tú eres, Señor, altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los dioses. El Señor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados.

Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.

Gloria al Padre...

Salmo 97

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

El Señor da a conocer su victoria revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado l victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad: tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas , aclamad al Rey y Señor.

Retumbe el mar y cuanto contiene, la tierra y cuantos la habitan; aplaudan los ríos, aclamen los montes al Señor, que llega para regir la tierra.

Regirá el orbe con justicia y los pueblos con rectitud.

Gloria al Padre...

Salmo 98 

El Señor reina, tiemblen las naciones, sentado sobre querubines, vacile la tierra. El Señor es grande en Sion, encumbrado sobre todos los pueblos. Reconozcan tu nombre, grande y terrible: él es santo.

Reinas con poder y amas la justicia, tú has establecido la rectitud; tú administras la justicia y el derecho, tú actúas en Jacob.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante el estrado de sus pies: él es santo. Moisés y Aarón con sus sacerdotes, Samuel con los que invocan su nombre, invocaban al Señor, y él respondía.

Dios les hablaba desde la columna de nube; oyeron sus mandatos y la ley que les dio. Señor, Dios nuestro, tú les respondías, tú eras para ellos un Dios de perdón, y un Dios vengador de sus maldades.

Ensalzad al Señor, Dios nuestro, postraos ante su monte santo: santo es el Señor, nuestro Dios.

Gloria al Padre...

Salmo 99

Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.

Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

Entrad en sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre:

"El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades".

Gloria al Padre...

Salmo 100

Voy a cantar la bondad y la justicia, para ti es mi música, Señor; voy a explicar el camino perfecto: ¿Cuándo vendrás a mí?

Andaré con rectitud de corazón dentro de mi casa; no pondré mis ojos en intenciones viles. Aborrezco al que obra mal, no se juntará conmigo; lejos de mí el corazón torcido, no aprobaré al malvado.

Al que en secreto difama a su prójimo; lo haré callar; ojos engreídos, corazones arrogantes, no los soportaré.

Pongo mis ojos en los que son leales, ellos vivirán conmigo; el que sigue un camino perfecto, ese me servirá. No habitará en mi casa quien comete fraudes; el que dice mentiras no durará en mi presencia.

Cada mañana haré callar a los hombres malvados, para excluir de la ciudad del Señor a todos los malhechores.

Gloria al Padre...

Salmo 102 (I)

Bendice alma mía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas, y cura todas tus enfermedades; él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y de ternura; él sacia de bienes tus anhelos, y como un águila se renueva tu juventud.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.

Gloria al Padre...

Salmo 107

Dios mío, mi corazón está firme, Para ti cantaré y tocaré, gloria mía. Despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor, tocaré para ti ente las naciones: por tu bondad, que es más grande que los cielos, por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria; para que se salven tus predilectos, que tu mano salvadora nos responda.

Dios habló en su santuario: "Triunfante ocuparé Siquén, parcelaré el valle de Sucot;

mío es Galaad, mío Manasés, Efrain es yelmo de mi cabeza, Judá es mi cetro; Moab, una jofaina para lavar-me, sobre Edom echo mi sandalia, sobre Filistea canto victoria".

Pero ¿quién me conducirá a Edom, si tú, oh Dios, nos has rechazado y no sales ya con nuestras tropas?

Auxílianos contra el enemigo, que la ayuda del hombre es inútil; con Dios haremos proezas, él pisoteará a nuestros enemigos.

Gloria al Padre...  

Salmo 109

Oráculo del Señor a mi Señor: "Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies" Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos.

"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora".

El Señor lo ha jurado y no se arrepiente: "Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec".

El Señor a tu derecha, el día de su ira, quebrantará a los reyes. En su camino beberá del torrente, por eso levantará la cabeza.

Gloria al Padre... 

Salmo 110

Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea. Grandes son las obras del Señor, dignas de estudio para los que las aman.

Esplendor y belleza son su obra, su generosidad dura por siempre; ha hecho maravillas memorables, el Señor es piadoso y clemente: él da alimento a sus fieles, recordando siempre su alianza, mostró a su pueblo la fuerza de su obrar, dándoles la heredad de los gentiles.

Justicia y verdad son las obras de sus manos, todos sus preceptos merecen confianza: son estables para siempre jamás, se han de cumplir con verdad y rectitud. Envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza su nombre es sagrado y temible.

Primicia de la sabiduría es el temor del Señor, tienen buen juicio los que lo practican; la alabanza del Señor dura por siempre. Gloria al Padre...

Salmo 111 

Dichoso quien teme al Señor y ama de corazón sus mandatos Su linaje será poderoso en la tierra, la descendencia del justo será bendita. En su casa habrá riquezas y abundancia, su caridad es constante, sin falta. En las tinieblas brilla como una luz el que es justo, clemente y compasivo. Dichoso el que se apiada y presta, y administra rectamente sus asuntos. El justo jamás vacilará, su recuerdo será perpetuo. No temerá las malas noticias, su corazón está firme en el Señor. Su corazón está seguro, sin temor, hasta que vea derrotados a sus enemigos. Reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad. El malvado, al verlo, se irritará, rechinará los dientes hasta consumirse. La ambición del malvado fracasará.

Gloria al Padre...  

Salmo 112

Alabad, siervos del Señor, alabad el nombre del Señor. Bendito sea el nombre del Señor, ahora y por siempre:: de la salida del sol hasta el ocaso, alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos, su gloria sobre los cielos. ¿Quién como el Señor, Dios nuestro, que se eleva en su trono, y se abaja para mirar al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo; a la estéril le da un puesto en la casa como madre feliz de hijos.

Gloria al Padre...

Salmo 113

 Cuando Israel salió de Egipto, los hijos de Jacob de un pueblo balbuciente. Judá fue su santuario, Israel fue su dominio.

El mar, al verlos, huyó, el Jordán se echó atrás; los montes saltaron como carneros, las colinas, como corderos.

¿Qué te pasa, mar, que huyes, y a ti Jordán, que te echas atrás? ¿Y a vosotros, montes, qué saltáis como carneros; colinas, que saltáis como corderos?

En presencia del Señor se estremece la tierra, en presencia del Dios de Jacob: que transforma las peñas en estanques, el pedernal en manantiales de agua.

Gloria al Padre...

Salmo 114

Amo al Señor, porque escucha mi voz suplicante; porque inclina su oído hacia mí, el día que lo invoco.

Me envolvían redes de muerte, me alcanzaron los lazos del Abismo, caí en, tristeza y angustia. Invoqué el nombre del Señor: "Señor, salva mi vida".

El Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo; el Señor guarda a los sencillos: estando yo sin fuerzas, me salvó.

Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo: arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída.

Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida.

Gloria al Padre... 

Salmo 115

Tenía fe, aun cuando dije:"¡Qué desgraciado soy!" Yo decía en mi apuro: "Los hombres son unos mentirosos".

¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre. Cumpliré al Seños mis votos, en presencia de todo el pueblo.

Mucho le cuesta al Señor la muerte de sus fieles. Señor, yo soy tu siervo, siervo tuyo, hijo de tu esclava : rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre, Señor. Cumpliré al Señor mis votos, en presencia de todo el pueblo; en el atrio de la casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén.

Gloria al Padre...

Salmo 116

Alabad al Señor, todas las naciones, aclamadlo, todos los pueblos.

Firme es su misericordia con nosotros, su fidelidad dura por siempre.

Gloria al Padre...

Salmo 117 (I)

Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Israel, eterna es su misericordia.

Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia.

Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia.

En el peligro grité al Señor, y me escuchó poniéndome a salvo.

El Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? El Señor está conmigo y me auxilia, veré la derrota de mis adversarios.

Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres, mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los jefes.

Gloria al Padre...

Salmo 118 (XII)

Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo; tu fidelidad, de generación en generación, igual que fundaste la tierra y permanece; por tu mandamiento subsisten hasta hoy, porque todo está a tu servicio. Si tu voluntad no fuera mi delicia, ya habría perecido en mi desgracia; jamás olvidaré tus decretos, pues con ellos me diste vida; soy tuyo, sálvame, que yo consulto tus leyes. Los malvados me esperaban para perderme, pero yo meditaba tus preceptos; he visto el límite de todo lo perfecto: tu mandato se dilata sin término. Gloria al Padre... 

Salmo 118 (XIV)

Lampara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero; lo juro y cumpliré: guardaré tus justos mandamientos. ¡Estoy tan afligido! Señor, dame vida según tu promesa. Acepta. Señor, los votos que pronuncio, enséñame tus mandatos; mi vida está siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad; los malvados me tendieron un lazo, pero no me desvié de tus decretos. Tus preceptos son mi herencia perpetua, la alegría de mi corazón; inclino mi corazón a cumplir tus leyes, siempre y cabalmente. Gloria al Padre... 

Salmo 118 (XIX)

Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, y guardaré tus leyes; a ti grito: sálvame, y cumpliré tus decretos; me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras.

Mis ojos se adelantan a las vigilias, meditando tu promesa; escucha mi voz, por tu misericordia, con tus mandamientos dame vida; ya se acercan mis inicuos perseguidores, están lejos de tu voluntad.

Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre.

Gloria al Padre...

Salmo 120

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde, me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra. No permitirá que resbale tu pie, tu guardián no duerme; no duerme ni reposa el guardián de Israel.

El Señor te guarda a su sombra, está a tu derecha; de día el sol no te hará daño, ni la luna de noche. El Señor te guarda de todo mal, él guarda tu alma; el Señor guarda tus entradas y salidas, ahora y por siempre.

Gloria al Padre...

Salmo 121 

¡Que alegría cuando me dijeron: "Vamos a la casa del Señor"! Ya están pisando nuestros pies tus umbrales, Jerusalén.

Jerusalén está fundada como ciudad bien compacta. Allá suben las tribus, las tribus del Señor;

según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor; en ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David.

Desead la paz a Jerusalén: "Vivan seguros los que te aman, haya paz dentro de tus muros, seguridad en tus palacios".

Por mis hermanos y compañeros, voy a decir: "La paz contigo". Por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien.

Gloria al Padre...

Salmo 122

A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus seño res, como están los ojos de la esclava, fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro esperando su misericordia.

Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.

Gloria al Padre...

Salmo 123

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte -que lo diga Israel-, si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hombres, nos habrían tragado vivos: tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.

Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador: la trampa se rompió, y escapamos.

Nuestro auxilio es el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra.

Gloria al Padre...

Salmo 125

Cuando el Señor cambió la suerte

de Sion, nos parecía soñar; la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían:

"El Señor ha estado grande con ellos". El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb.

Los que sembraban con lágrimas, cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando llevando la semilla; al volver vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

Gloria al Padre... 

Salmo 126

Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas.

Es inútil que madruguéis, que veléis hasta más tarde, que comáis el pan de vuestros sudores:¡Dios lo da a sus amigos mientras duermen!

La herencia que da el Señor son los hijos; su salario, el fruto del vientre: son saetas en mano de un guerrero los hijos de la juventud.

Dichoso el hombre que llena con ellas su aljaba: no quedará derrotado cuando litigue con su adversario en la plaza.

Gloria al Padre... 

Salmo 129

Desde lo hondo a ti grito, Señor: Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor; ¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón, y así infundes respeto.

Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor, como el centinela la aurora;

porque del Señor viene la misericordia, la redención copiosa;

y él redimirá a Israel de todos sus delitos.

Gloria al Padre... 

Salmo 130

Señor, mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros; no pretendo grandezas que superan mi capacidad; sino que acallo y modero mis deseos, como un niño en brazos de su madre.

Espera Israel en el Señor ahora y por siempre.

Gloria al Padre...

Salmo 134 (I)

Alabad el nombre del Señor, alabadlo, siervos del Señor,

que estáis en la casa del Señor, en los atrios de la casa de nuestro Dios.

Alabad al Señor, porque es bueno: tañed para su nombre, que es amable. Porque él se escogió a Jacob, a Israel en posesión suya.

Yo sé que el Señor es grande, nuestro dueño más que todos los dioses. El Señor todo lo que quiere lo hace: en el cielo y en la tierra, en los mares y en los océanos.

Hace subir las nubes desde el horizonte, con los relámpagos desata la lluvia, suelta a los vientos de sus silos. Él hirió a los primogénitos de Egipto, desde los hombres hasta los animales.

Envió prodigios y signos -en medio de ti, Egipto- contra el Faraón y sus ministros. Hirió de muerte a pueblos numerosos, mató a reyes poderosos: a Sijón, rey de los amorreos; a Hog, rey de Basán, y a todos los reyes de Canaán.

Y dio su tierra en heredad,

En heredad a Israel, su pueblo.

Gloria al Padre...

Salmo 135 (I) tarde

Dad gracias al Señor, porque es bue- no porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Dios de los dioses: porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Señor de los señores: pue es eterna su misericordia.

Solo él hizo grandes maravillas: porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos: porque es eterna su misericordia.

Él afianzó sobre las aguas la tierra: porque es eterna su misericordia. Él hizo lumbreras gigantes: porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día: porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche. porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre...

Salmo 136

Junto a los canales de Babilonia nos sentamos a llorar con nostalgia de Sion; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar, nuestros opresores, a divertirlos: "Cantadnos un cantar de Sion".

¡Cómo cantar un cantar del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha;

que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, sino pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías.

Gloria al Padre...

Salmo 137

Te doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, creciste el valor de mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde, y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros me, conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo, y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre...

Salmo 138 (I)

Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa; es sublime, y no lo abarco.

¿A dónde iré lejos de tu aliento, a dónde escaparé de tu mirada? Si escalo al cielo, allí estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;

si vuelo hasta el margen de la aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda, me agarrará tu derecha.

Si digo: "Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en torno a mí", ni la tiniebla es oscura para ti, la noche es clara como el día.

Gloria al Padre... 

Salmo 140

Señor, te estoy llamando ven de prisa, escucha mi voz cuando te llamo. Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios; no dejes, inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos; ni que con los hombres malvados participe en banquetes.

Que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza; yo seguiré rezando en sus desgracias.

Sus jefes cayeron despeñados, aunque escucharon mis palabras amables; como una piedra de molino, rota por tierra, están esparcidos nuestros huesos a la boca de la tumba.

Señor, mis ojos están vueltos a ti, en ti me refugio, no me dejes indefenso; guárdame del lazo que me han tendido, de la trampa de los malhechores.

Gloria al Padre...

Salmo 141 

A voz en grito clamo al Señor, a voz en grito suplico al Señor; desahogo ante él mis afanes, expongo ante él mi angustia, mientras me va faltando el aliento.

Pero tú conoces mis senderos, y que en el camino por donde avanzo me han escondido una trampa.

Mira a la derecha, fíjate: nadie me hace caso; no tengo a donde huir; nadie mira por mi vida.

A ti grito, señor, te digo: "Tú eres mi refugio y mi lote en el país de la vida".

Atiende a mis clamores, que estoy agotado; líbrame de mis perseguidores, que son más fuertes que yo.

Sácame de la prisión, y daré gracias a tu nombre: me rodearán los justos cuando me devuelvas tu favor.

Gloria al Padre... 

Salmo 143 (I)

Bendito el Señor, mi roca que adiestra mis manos para el combate, mis dedos para la pelea;

mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo, mi escudo y mi refugio, que me somete los pueblos.

Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él?, ¿qué los hijos de Adán para que pienses, en ellos? El hombre es igual que un soplo; sus días una sombra que pasa.

Señor, inclina tu cielo y desciende, toca los montes, y echarán humo, fulmina el rayo y dispérsalos, dispara tus saetas y desbarátalos.

Extiende la mano desde arriba: defiéndeme, líbrame de las aguas caudalosas, de la mano de los extranjeros, cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso.

Gloria al Padre...    

Salmo 144 (I)

Te ensalzaré, Dios mío, mi rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza; una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas; encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias. El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles, que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen tus hazañas; explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. Gloria al Padre... 

Salmo 144 (II)

El Señor es fiel a sus palabras, bondadoso en todas sus acciones. El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan. Los ojos de todos te están aguardando tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. El Señor es justo en todos los caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. Satisface los deseos de sus fieles, escucha sus gritos, y los salva. El Señor guarda a los que lo aman, pero destruye a los malvados. Pronuncie mi boca la alabanza del Señor, todo viviente bendiga su santo nombre por siempre jamás.

Gloria al Padre...

Salmo 145 

Alaba, alma mía al Señor: alabaré al Señor mientras viva, tañeré para mi Dios mientras exista. No confiéis en los príncipes, seres de polvo que no pueden salvar exhalan el espíritu y vuelven al polvo, ese día perecen sus planes.

Dichoso quien auxilia el Dios de Jacob, el que espera en el Señor, su Dios, que hizo el cielo y la tierra, el mar y cuanto hay en él; que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos, el Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos. El Señor guarda a los peregrinos, sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad.

Gloria al Padre...

Salmo 146

Alabad al Señor, que la música es buena; nuestro Dios merece una alabanza armoniosa. El Señor reconstruye Jerusalén, reúne a los deportados de Israel, él sana los corazones destrozados, venda sus heridas.

Cuenta el número de las estrellas, a cada una la llama por su nombre. Nuestro Señor es grande y poderoso, su sabiduría no tiene medida. El Señor sostiene a los humildes, humilla hasta el polvo a los malvados.

Entonad la acción de gracias al Señor, tocad la cítara para nuestro Dios, que cubre el cielo de nubes, preparando la lluvia para la tierra; que hace brotar hierba en los montes, para los que sirven al hombre; que da su alimento al ganado, y a las crías de cuervo que graznan.

No aprecia el vigor de los caballos, no estima los jarretes del hombre: el Señor aprecia a sus fieles, que confían en su misericordia.

Gloria al Padre...

Salmo 147

Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti; ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina.

Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz; manda la nieve como lana, esparce la escarcha como ceniza;

hace caer el hielo como migajas y con el frío congela las aguas; envía una orden, y se derriten, sopla su aliento, y corren.

Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así ni le dio a conocer sus mandatos.

Gloria al Padre...

Salmo 148

Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.

Alabadlo, todos sus ángeles, alabadlo, todos sus ejércitos.

Alabadlo, sol y luna, alabadlo, estrellas lucientes. Alabadlo, espacios celestes, y aguas que cuelgan en el cielo. Alaben el nombre del Señor, porque él lo mandó, y existieron.

Les dio consistencia perpetua, y una ley que no pasará. Alabad al Señor en la tierra, cetáceos y abismos del mar, rayos y granizo, nieve y bruma, viento huracanado que cumple sus órdenes, montes y todas las sierras, árboles frutales y cedros, fieras y animales domésticos, reptiles y pájaros que vuelan. Reyes y pueblos del orbe, príncipes y jefes del mundo, los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor, el único nombre sublime. Su majestad sobre el cielo y la tierra; él acrece el vigor de su pueblo. Alabanza de todos los fieles, de Israel, su pueblo escogido.

Gloria al Padre...

Salmo 149

Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su alabanza en la asamblea de los fieles; que se alegre Israel por su Creador, los hijos de Sion por su Rey.

Alabad su nombre con danzas, cantadle con tambores y cítaras; porque el Señor ama a su pueblo, y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas: con vítores a Dios en la boca, y espadas de dos filos en las manos:

Para tomar venganza de los pueblos y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre... 


Salmo 150

Alabad al Señor en su templo,

alabadlo en su fuerte firmamento.

Alabadlo por sus obras magníficas,

alabadlo por su inmensa grandeza.

Alabadlo tocando trompetas,

alabadlo con arpas y cítaras.

alabadlo con tambores y danzas,

alabadlo con trompas y flautas,

alabadlo con platillos sonoros,

alabadlo con platillos vibrantes.

Todo ser que alienta alabe al Señor.

Gloria al Padre...  

SALMOS DEL MAGNIFICAT

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