VIDA DE WALTER J CISZEK
1.- También Javier vivió frustrado y quizá
desalentado. (04 oct 2019)
Era fácil sentirse abatido y sin esperanza, inútil en medio de la monótona vida que llevábamos y las condiciones en que intentábamos ejercer nuestra labor. Pero ¿quién tiene la vida fácil? La visión del reino, la llamada de Cristo a trabajar y sufrir con él posee matices de una magnífica y noble cruzada; nosotros, sin embargo, debíamos traducir esa visión y conservar su espíritu e los hechos rutinarios y tediosos de cada día, de esos días que transcurrían en un campo de prisioneros. Sería fácil -nos decíamos a nosotros mismos- vivir constantemente encendidos con esa idea si fuéramos un Francisco Javier.
Olvidamos que también Javier vivió frustrado y quizá desalentado el día a día, cada una de esas veinticuatro horas cargadas de tantas derrotas y fallos como triunfos, cada sesenta minutos de cada hora llenos de rutina y tratando a gente insignificante ocupada y preocupada por otras muchas cosas. Mientras intentaba predicar el evangelio, ¿con cuánta frecuencia debió de preguntarse Javier si alguna vez sería posible llegar a los millones de personas que tenía a su alrededor? ¿Cuántas veces debieron de descorazonarlo aquellos a quienes trataba cada día sin responder a su predicación? ¿Cuántas veces perdería la esperanza o se sentiría desamparado ante el mal del mundo que lo rodeaba?
2.- El reino se extiende cumpliendo la voluntad de Dios.(I )(16 oct 2019)
El reino de Dios está en medio de vosotros, dice el Señor. ¡Qué evidentes y que profundas me resultaban esas palabras en Norilsk! La Iglesia visible, reflejo del reino de Dios en este mundo, casi no existía en la inmensidad de Siberia. Allí los cristianos, y también yo debíamos intentar servir a Dios envueltos en una atmósfera de descreimiento e impiedad, una atmósfera de propaganda atea casi asfixiante. Pero mi mayor consuelo era la fe palpable de los valientes cristianos a los que servía, testimonio vivo en medio de aquella tierra desolada del poder de la gracia de Dios y de la existencia de su reino. Su fe, su coraje me animaban cada día a ofrecer todas mis actividades, mis obras y sufrimientos por la obra de extender el reino de Dios en la tierra.
¿Qué era yo al lado de los millones de ateos de la Unión Soviética? ¿Qué era yo al lado del poder y la fuerza del gobierno soviético? Qué éramos cada uno de nosotros frente al sistema que nos rodeaba, con todos sus órganos de propaganda y sus medios de persecución? Sin embargo, por providencia divina, allí estábamos. Ese era el lugar que Él había elegido para nosotros, la situación y las circunstancias en las que nos había colocado. Una cosa podíamos hacer y hacerla a diario: buscar primero el reino de Dios y su justicia, antes en nuestras propias vidas y después en las de quienes nos rodeaban.
3.- El reino se extiende cumpliendo la voluntad de Dios.(II) (19 oct 2019)
Esos sacerdotes presos debían convencerse de la necesidad de renovar su fe en que la victoria de Cristo era la garantía de la suya. Había que hacer realidad el reino de Dios en el mundo, porque ese era el sentido de la encarnación. Y tenían que hacerlo realidad los hombres, otros cristos: tenían que hacerlo realidad hoy, cada día, con un esfuerzo constante y con las personas y circunstancias que Dios les ponía delante en cada momento.
Transcurridos veinte siglos, el reino de Dios seguía siendo un grano de mostaza y los sacerdotes como ellos continuaban imposible tarea de hacer que hombres que nunca habían creído, o que habían abandonado sus creencias bajo la presión de la vida diaria o la avalancha de propaganda, volvieran a escuchar la buena nueva de la salvación y del amor de Dios, y creyeran en él. Esa buena nueva, por la gracia de Dios y según los planes de su providencia, llegaba a los hombres de uno en uno no gracias a una cruzada extraordinaria y visionaria, ni de la noche a la mañana a raíz de algún hecho milagroso. Cada día, todos los días de nuestra vida, Dios nos pone delante personas y ocasiones con las que espera que actuemos. No espera más de nosotros, pero no aceptará menos; y faltamos a nuestra promesa y a nuestro compromiso si no descubrimos su divina voluntad en cada momento de cada día.
4.- El reino se extiende cumpliendo la voluntad de Dios.(III) (22 oct 2019)
Así es como se ha extendido el reino de Dios desde los tiempos de la venida de Cristo hasta nuestros días. Depende de la fe y del compromiso de cada hombre, y especialmente del sacerdote, cada día de su vida. Cualquier momento de la vida de los hombres es precioso a los ojos de Dios y ninguno se debe malgastar por culpa de las dudas o el desaliento. La obra del reino, la obra de trabajar y sufrir con Cristo, no suele ser más espectacular que la rutina de la vida diaria. Quizá el sacerdote no viva éxitos clamorosos -al menos, no lo que los hombres consideran éxitos-, ni conversiones milagrosas, ni demostraciones entusiastas de fervor, ni nada dramático. Pero debe creer y estar firmemente convencido de que Cristo es la garantía de su éxito.
Cristo ha dispuesto que esté ahí, en ese momento y entre esa gente, para que el reino de Dios pueda progresar en ese lugar y en medio de esas personas. Como sacerdote, tiene que ofrecer un testimonio especial del poder del reino para transformar todo lo humano, incluso lo torcido y lo distorsionado, lo monótono y lo que parece insignificante. De hecho, las cosas intrascendentes y las aparentemente imposibles son su verdadero desafío. Porque también eso debe ser transformado y redimido para que Cristo alcance su victoria.