VIDA DE JULIANA DE NORWICH

24.10.2021

1.- Cuántas veces quise reunir a tus hijos. (30 oct 2014).

La sed de Cristo es su deseo intenso de amor hacia nosotros que durará hasta el juicio final. Su sed ardiente es poseernos a todos en él para su felicidad, Dios es la felicidad perfecta, la bienaventuranza infinita que no pede ser aumentada ni disminuida. Pero la fe nos enseña que, por su humanidad, quiso sufrir la pasión, sufrir todo tipo de dolores y morir por amor a nosotros y para nuestra felicidad eterna. En tanto que es nuestra Cabeza, Cristo está consagrado y no puede seguir sufriendo; pero, puesto que es también el cuerpo que une a todos sus miembros, no está todavía completamente glorioso e impasible. Por eso, siente siempre este deseo y esta sed que sentía de cruz y que, me parece, estaban en él desde toda la eternidad.

Si, tan cierto es que hay en Dios misericordia y piedad, como que hay en él esa sed y ese deseo. En virtud de este deseo, que está en Cristo, nosotros también lo deseamos: sin esto ningún alma llega al cielo. Este deseo y sed proceden, me parece, de la infinita bondad de Dios y su misericordia; y esta sed persistirá en él mientras estemos en la indigencia, atrayéndonos a su bienaventuranza.

2.- Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que muera y que al tercer día resucite. (25 sep 2015).

En esta simple palabra "pecado" nuestro Señor me mostró todo lo que es bueno: el desprecio innoble y las tribulaciones extremas que sufrió por nosotros, durante su vida y su muerte; todos los sufrimientos y los dolores corporales y espirituales de todas sus criaturas. Yo contemplaba todos los sufrimientos que existieron o existirán, y comprendí que la pasión de Cristo era el más grande, el más doloroso de todos y sobrepasa a todos. Pero no vi el pecado. Sé, en efecto, por la fe, que no tiene sustancia ni algún tipo de ser; lo podemos conocer sólo por el sufrimiento que causa. Comprendí también que este sufrimiento era sólo por un tiempo: nos purifica, nos hace conocernos a nosotros mismos y suplicar misericordia.

La pasión de nuestro Señor nos fortalece contra el pecado y el sufrimiento: tal es su santa voluntad. En su ternura hacia todos los que serán salvados, nuestro buen Señor los reconforta pronta y amablemente, como si les dijera: "Es verdad que el pecado es la causa de todos estos dolores, pero todo acabará bien: cualquier cosa, cualquiera que sea, acabará bien". Estas palabras me las dijo muy tiernamente sin el menor reproche. En estas palabras ví un misterio profundo y maravilloso escondido en Dios. Este misterio nos lo descubrirá plenamente en el cielo.

3.- Frente a la misericordia de Dios, reconocer plenamente nuestro pecado. (27 sep 2015).

Dios mismo es justicia por excelencia. Todas sus obras son justas, ordenadas desde toda la eternidad por su gran potencia, sabiduría y bondad. De la misma manera que lo ajustó todo lo mejor posible trabaja sin cesar y conduce cada cosa a su fin. La misericordia es la obra de la bondad de Dios; continuará actuando tanto tiempo como se le permita al pecado atormentar a las almas justas. Cuando este permiso sea retirado, todo se establecerá en la justicia, para quedar establecido allí eternamente. Dios permite que caigamos. Pero nos guarda con su poder y su sabiduría. Por su misericordia y su gracia, nos eleva a una alegría infinitamente más grande. Así quiere ser conocido y amado en la justicia y en la misericordia, ahora y para siempre.

Yo no haré nada más que pecar. Pero mi pecado no impedirá obrar a Dios. La contemplación de su obra es alegría celeste para el alma temerosa, que desea siempre cumplir amorosamente la voluntad de Dios con la ayuda de la gracia.

Esta obra comenzará aquí abajo. Será gloriosa para Dios y de gran ventaja para todos aquellos que le aman en la tierra. Cuando lleguemos al cielo, seremos testigos de una alegría maravillosa. Esta obra perdurará hasta el último día. La gloria y la santidad que emanarán de esto subsistirán en el cielo, delante de Dios y todos sus santos, para siempre... Ésta será la mayor alegría: ver que Dios mismo es el autor.

4.- Buscad y encontraréis. (08 oct 2015).

Esta relación fue dada a mi entendimiento para enseñar a nuestras almas la forma de adherirse sabiamente a la bondad de Dios. Y en ese mismo momento vinieron a mi mente nuestros hábitos de oración, cómo en nuestra ignorancia acerca del amor acostumbramos a emplear muchos intermediarios. Entonces vi verdaderamente que se honra y satisface más a Dios cuando le rezamos por su bondad que cuando empleamos todos esos intermediarios en los que puede pensar el corazón. Pues recurriendo a tales mediadores, hacemos muy poco y no glorificamos plenamente a Dios. Su bondad es plena y completa, de nada necesita.

Por lo tanto, le agrada que le busquemos y honremos a través de sus mediaciones, con tal que comprendamos y sepamos de él es la bondad de todo. Pues la forma más elevada de oración es la que se dirige a la bondad de Dios, que desciende a nuestras más humildes necesidades. Da vida a nuestras almas y las hace vivir y crecer en gracia y virtud. Es la más cercana a nuestra naturaleza y la más pronta a la gracia, pues es la misma gracia que el alma busca y buscará siempre, hasta que conozcamos verdaderamente a nuestro Dios, que nos ha encerrado a todos en él. Es decir, no existe ser creado que pueda saber cuánto y qué dulcemente y cuán tiernamente el Creador nos ama.

5.- Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. (19 feb 2016).

He visto lo que es propio de la misericordia y he visto lo que es propio de la gracia: son dos maneras de actuar de un solo amor. La misericordia es un atributo de la compasión, y proviene de la ternura maternal, la gracia es un atributo de gloria, y proviene del poder real del Señor en el mismo amor. La misericordia actúa para protegernos, sostenernos, vivificarnos, y curarnos; es ternura de amor. la gracia obra para elevar y recompensar, infinitamente más allá de lo que merecen nuestro deseo y nuestro trabajo; difunde y manifiesta la generosidad que Dios, nuestro Señor, nos prodiga en su cortesía maravillosa. Todo esto viene de la abundancia de u amor. La gracia cambia nuestra flaqueza en consuelo abundante e infinito, la gracia convierte nuestra caída vergonzosa en un levantamiento sublime y glorioso, la gracia cambia nuestro triste morir en una vida santa y bienaventurada.

Cada vez que nuestra perversidad nos conduce, aquí abajo, al dolor, la vergüenza y la aflicción, la gracia nos conduce al consuelo, la gloria y la felicidad, y con tal sobreabundancia, que al llegar allá arriba para recibir la recompensa que la gracia nos tiene preparada, agradeceremos y bendeciremos a nuestro Señor, regocijándonos sin fin por haber sufrido tales adversidades. Y este amor bienaventurado será de tal naturaleza que veremos en Dios cosas que jamás habríamos podido conocer sin haber pasado por estas pruebas.

6.- Antes del amanecer... Jesús se retiró al desierto a orar. (11 ene 2017).

La oración une al alma con Dios, Aunque nuestra alma sea siempre semejante a Dios por su naturaleza, restaurada por la gracia, de hecho a menudo se distancia se su semejanza a consecuencia del pecado. La oración nos muestra que el alma debe querer lo que Dios quiere; reconforta la conciencia; la hace apta para recibir la gracia. Dios nos enseña así a rogar con una confianza fíeme de que recibiremos aquello por lo que rezamos; porque nos mira con amor y quiere asociarnos con su voluntad y con su acción benéficas. Nos incita pues a rezar por lo que le agrada; Parece decirnos: "¿Qué es lo que podría gustarme más que veros rezar con fervor, sabiduría e insistencia con el fin de cumplir mis deseos?". Por la oración pues, el alma se une con Dios.

Pero cuando por su gracia y su cortesía, nuestro Señor se revela a nuestra alma, entonces obtenemos lo que deseamos. En este momento, no vemos otra cosa que debamos pedir. Todo nuestro deseo, toda nuestra fuerza están totalmente fijos en él para contemplarlo. Es una oración elevada, imposible de sondear, me parece. Todo el objeto de nuestra oración es estar unido, por la visión y por la contemplación, a aquel al que rogamos, con una alegría maravillosa y un temor respetuoso, con una dulzura y deleite tal que no podemos rogar más, en estos momentos, que por donde él nos conduce.

Lo sé, cuanto más Dios se revela al alma, más tiene sed de él, por su gracia. Pero cuando no lo vemos, entonces sentimos la necesidad y la urgencia de rogar a Jesús, a causa de nuestra debilidad y de nuestra incapacidad.

7.- Todos los que padecían algún mal, se le acercaban para tocarlo. (19 ene 2017).

Mientras vivimos, cuando locamente nos inclinamos hacia lo que no está permitido, Dios nuestro Señor nos toca con ternura y nos llama con gran alegría, diciéndole a nuestra alma: "Deja allí lo que te gusta, hijo querido, vuélvete hacia mí; yo soy todo lo que tú deseas. Regocíjate en tu Salvador y en tu salvación". Estoy segura de que el alma iluminada por la gracia verá y sentirá que nuestro Señor obra así en nosotros. Porque si esta obra concierne a la humanidad en general, todo hombre en particular no queda excluido de esto.

Más aún, Dios iluminó especialmente mi inteligencia y me enseñó el modo en que hace los milagros: "Sabéis que hice ya aquí abajo muchos milagros, brillantes y maravillosos, gloriosos y grandes. Lo que hice entonces, lo hago todavía ahora, y lo haré en los tiempos venideros". Sabemos que todo milagro va precedido de sufrimientos, angustias, tribulaciones. Es para que nos demos cuenta de nuestra debilidad y las tonterías que cometemos a causa de nuestro pecado y, para que volvamos humildes y gritemos a Dios, implorando su socorro y su gracia. Los milagros surgen luego; provienen del gran poder, sabiduría y bondad de Dios y revelan su fuerza y las alegrías del cielo, tanto como esto es posible es esta vida pasajera. Así nuestra fe se fortifica y nuestra esperanza crece en el amor. He aquí por qué le gusta a Dios ser conocido y glorificado por los milagros. Quiere que no nos agobiemos por la tristeza y las tempestades que nos amenazan. ¡Él está allí siempre, aún antes de los milagros!

8.- ¿Ves algo? (15 feb 2017).

Vi que Dios se regocija de ser nuestro padre, Dio se regocija de ser nuestra madre, Dios se regocija de ser nuestro verdadero esposo y de tener nuestra alma por su esposa muy amada. Cristo se regocija de nuestro hermano, Jesús se regocija de ser nuestro salvador...Durante nuestra existencia, nosotros que vamos a ser salvados, conocemos una mezcla asombrosa del bien y el dolor. Tenemos en nosotros a nuestro señor Jesucristo resucitado, y también la miseria y la malicia de la caída y de la muerte de Adán... Por la caída de Adán quedamos tan quebrantados que, por el pecado y por sufrimientos diversos, tenemos el sentimiento de estar en las tinieblas; ciegos, apenas podemos probar el menor consuelo.

Pero por nuestra voluntad, nuestro deseo, permanecemos en Dios y creemos con confianza en su misericordia y en su gracia; así es como actúa en nosotros. Por su bondad abre los ojos de nuestro entendimiento, que nos muestra a veces más, a veces menos, según la capacidad que nos concede. Unas veces nos eleva, y otras permite que caigamos. Esta mezcla es tan desconcertante que nos es difícil de saber, en cuanto a mí mismo o en cuanto a nuestros semejantes en Cristo, en qué camino estamos, tan cambiante es lo que sentimos.

Pero lo que cuenta es decirle un "sí" a Dios a pesar de lo que sentimos, queriendo estar verdaderamente con él, con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con todas nuestras fuerzas; entonces adiamos y despreciamos nuestro impulso al mal... Permanezcamos en esta disposición cada día de nuestra vida.

9.- Ayuda mi falta de fe. (20 feb 2017).

Lo vi de verdad: Dios hace todas las cosas, por muy pequeñas que sean. Nada llega por suerte o azar, sino que todo es ordenado por la sabiduría previsora de Dios. Si el hombre ve en lo que ocurre la casualidad o el azar, es a causa de nuestra ceguera o vista corta. Estas cosas que Dios, en su sabiduría, previó de toda eternidad y que conduce sin cesar perfectamente y gloriosamente hasta su mejor fin, nos sobrevienen de improviso, y decimos en nuestra ceguera o con nuestra corta vista que es cosa del azar o accidente.

Pero no es así a los ojos de Dios. Debemos pues reconocer que todo lo que fue hecho está bien hecho, ya que es Dios quien lo hace todo... Más tarde, Dios me mostró el pecado en su desnudez, así como el modo en el que reparte su misericordia y su gracia...

Perfectamente vi que Dios jamás cambia sus intenciones sean las que sean y que jamás las cambiará en toda la eternidad. No falta nada en esta disposición perfecta, porque lo creó todo en la plenitud de su bondad. Por eso la santa Trinidad está siempre plenamente satisfecha de sus obras. Dios me lo mostró para mi felicidad: "¡Mira soy Dios, mira! Estoy en todas las cosas. ¡Mira! ¡Lo he hecho todo! ¡Mira! Jamás retiro mi mano de mis obras, y jamás la retiraré por los siglos de los siglos. ¡Mira! Conduzco todas las cosas al fin que les asigné desde toda eternidad, con la misma fuerza, la misma sabiduría, el mismo amor que cuando te creé. ¿Qué podría convertirse en mal?

10.- He venido a llamar a los pecadores para que se conviertan. (04 mar 2017).

Dios me mostró a un hombre sentado solemnemente en la paz y el descanso; con dulzura envió a su servicio a cumplir su voluntad. El servidor lo hizo rápidamente, por amor; pero cayó en un barranco y se hirió gravemente... En este servidor, Dios me mostró el dolor y la ceguera provocados por la caída de Adán; y en el mismo servidor, la sabiduría y la bondad del Hijo de Dios. En el hombre, Dios me mostró su compasión y su piedad por la desgracia de Adán, y en el mismo hombre la alta nobleza y la gloria infinita la cual la humanidad es elevada por la pasión y la muerte del Hijo de Dios.

Por eso nuestro Señor se regocija mucho en su propia caída (en este mundo y en su pasión); a causa de la exaltación y a causa de la plenitud de felicidad, las cuales alcanzan al género humano, sobrepasando ciertamente la que habríamos tenido si Adán no hubiera caído... Así tenemos una razón para afligirnos, porque nuestro pecado es la causa de los sufrimientos de Cristo, y tenemos constantemente una razón para regocijarnos, porque es su amor infinito lo que le hizo sufrir... Si ocurre que por ceguera y debilidad caímos, entonces levantémonos prontamente, bajo el dulce toque de la gracia. Con toda nuestra voluntad corrijámonos siguiendo la enseñanza de la Iglesia santa, según la gravedad del pecado. Reconozcamos francamente nuestra debilidad, sabiendo que, a menos que la gracia no nos guarde, el tiempo es breve.

11.- Era necesario que un hombre muriera por el pueblo (08 abr 2017)

En una ocasión, nuestro buen Señor me dijo: "Todas las cosas acabarán bien"; en otra ocasión: "Y tú misma verás que todo acabará bien". Y de esto el alma obtuvo dos enseñanzas diferentes. Una era esta: que él quiere que nosotros sepamos que presta atención no solo a las cosas grandes y nobles, sino también a todas aquellas que son pequeñas y humildes, a los hombres simples y humildes. Otro sentido es que hay muchas acciones que están mal hechas a nuestros ojos y llevan a males tan grandes que nos parece imposible que alguna vez pueda salir algo bueno de ellas. La razón que ahora utilizamos es tan ciega, tan abyecta y estúpida, que no puede reconocer la elevada y maravillosa sabiduría de Dios, ni el poder y la bondad de la Santísima Trinidad. Afirma: "Y tú misma verás que toda cosa acabará bien", como diciendo: "Acéptalo ahora en fe y confianza, y al final lo verás realmente en la plenitud de la alegría".

Hay una obra que la Santísima Trinidad realizará el último día, según yo vi. Pero qué será esta obra y cómo será realizada es algo desconocido para toda criatura inferior a Cristo, y así será hasta que la obra se lleve a cabo... Y quiere que lo que sepamos porque quiere que nuestras almas estén sosegadas y en paz en el amor, sin hacer caso de ninguna preocupación que pudiera impedir nuestra verdadera alegría en él.  

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