VIDA DE JUAN TAULERO

24.10.2021

1.- Mujer, qué grande es tu fe. (07 agst 2013)

¡Ten compasión de mí, Hijo de David! Es un grito de auxilio de una fuerza inmensa. Es un gemido que viene como de una profundidad sin fin. Sobrepasa en mucho la naturaleza, es el Espíritu Santo quien debe proferir este gemido en nosotros. Pero Jesús le dice: Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel. Pero ¿qué ha hecho ella al ser perseguida así? Ha penetrado de manera todavía más profunda en el abismo. Abajándose, humillándose, ha mantenido la confianza y ha dicho: Tienes razón, Señor, pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

¡Ojalá también vosotros llegarais a penetrar de manera tan veraz en el fondo de la verdad! Ninguna criatura podrá oprimiros si permanecéis en la verdad en confiada humildad. Os podrán hacer soportar afrentas, menosprecios, condenas, pero permaneceréis firmes en la perseverancia y, animados de entera confianza, veréis aumentar todavía más vuestro celo. El que llega a este punto sale vencedor. Estos y sólo estos caminos conducen, en verdad y sin desvíos, hasta Dios. Pero son pocos los que llegan a perseverar con constancia, con certeza total y verdadera, hasta ese alto grado de humildad al que llega esta mujer.

2.- Jesús también fue a la fiesta..., pero en secreto. (04 abr 2014).

Jesús dijo: Subid vosotros a la fiesta. Yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo no se ha cumplido todavía. La fiesta más excelente y más verdadera, la fiesta suprema, es la celebración de la vida eterna, es decir, la felicidad eterna donde estaremos realmente cara a cara con Dios. El tiempo que nuestra vida nos concede es para buscar a Dios y experimentar su presencia en todos nuestros trabajos, nuestra vida, nuestro querer y nuestro amor. Por lo tanto, debemos elevarnos por encima de nosotros mismos y todo lo que no es Dios, no queriendo y no amando más que a Dios.

Este verdadero tiempo de la fiesta de la vida eterna, todos lo desean, es un deseo natural, `puesto que todos los hombres, naturalmente, quieren ser felices. Pero el deseo no es suficiente. Debemos seguir y buscar a Dios por sí mismo. A mucha gente le encantaría experimentar un anticipo del verdadero y gran día de la fiesta, y se quejan de que no se les da. Les duele cuando en la oración no experimentan un día de fiesta y no sienten la presencia de Dios. Rezan menos y lo hacen de mal humor, diciendo que no sienten a Dios y que ésta es la razón por la que la acción y la oración se hacen esponjosas. Eso es lo que hombre nunca debe hacer. Nunca debemos afrontar cualquier trabajo con tibieza, porque Dios está siempre presente, incluso si no lo sentimos, porque él ha entrado secretamente en la fiesta.

3.- Dichosos vosotros por lo que ven vuestros ojos. (24 jul 2014).

Nuestro Señor dijo: Muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis y no lo vieron, y oír lo que vosotros oís y no lo oyeron. Éstos quisieron ver y no vieron porque se mantenían en su voluntad propia. La voluntad cubre los ojos interiores como una membrana y no nos deja ver. Mientras te mantienes en tu propia voluntad, estarás privado del gozo de ver por el ojo interior. Porque toda autentica felicidad procede del verdadero abandono, del desapego a la propia voluntad. Esto nace del fondo de la humildad. Cuanto más pequeño y humilde se es, tanto menos se está apegado a la voluntad.

Cuando todo está en paz, el alma ve su propia esencia y todas sus facultades; se reconoce como imagen de Aquel de donde ha salido. Los ojos que dirigen la mirada hasta este fondo se pueden llamar con propiedad ojos dichosos por lo que ven. Uno descubre entonces la maravilla de las maravillas, lo que hay de más puro, de más seguro. Esto no se nos puede quitar nunca. ¡Caminemos por este camino para llegar a tener ojos dichosos! ¡Que Dios nos ayude!

4.- Danos hoy nuestro pan de cada día. (09 oct 2014)

Debemos considerar para qué y cómo debemos rezar. Cuando el hombre quiere entregarse a la oración, debe ante todo, volver su corazón al interior, recordarle los desórdenes en que se extraviaba, y entonces caer con gran humildad a los pies de Dios y pedirle generosamente limosna; llamar a la puerta del corazón del Padre y mendigar su pan, es decir, la caridad. Luego debemos rogar a Dios que nos conceda y nos enseñe a pedir aquello que más le place de nuestra oración y lo que sea más útil para nosotros.

Algunos hombres no pueden rezar en espíritu, entonces deben recurrir a la oración vocal. En este caso, te dirigirás a nuestro Señor con las palabras más amables, más amistosas y más afectuosas que puedas imaginar, y esto suscitará también tu caridad. Pide al Padre celeste que por su Hijo único, se te dé él mismo como objeto de tu oración. Y cuando hayas encontrado una forma de oración que te guste y encienda tu devoción, guárdala y dale preferencia. Hay que llamar a la puerta con una diligencia perseverante, porque el que persevere obtendrá la corona. ¡Si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más el Padre del cielo les dará el Espíritu Santo a los que le piden!

5.- Tú le perdonarás. (10 nov 2014).

Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos encontrarán misericordia. De la misericordia se dice que en Dios sobrepasa todas sus obras; y por ello un hombre misericordioso es un hombre realmente divino, ya que la misericordia nace de la caridad y de la bondad. Y por esta razón, los verdaderos amigos de Dios son misericordiosos y acogen más a los pecadores y a quienes sufren que otros que no tienen esta caridad. Y como la misericordia nace de la caridad que debemos tener los unos con los otros, si no la ejercemos, nuestro Señor nos la demandará de forma especial el día del juicio.

La misericordia no consiste solamente en hacer donativos, sino que se ejerce también considerando todos los sufrimientos que puedan recaer sobre tu prójimo. El que no profesa a sus hermanos una auténtica caridad y una verdadera solidaridad en todos sus sufrimientos y no cierra los ojos a los errores ajenos con un sentimiento de misericordia, ese hombre ha de temer que Dios le niegue su misericordia, ya que con la medida que tú midas, se te medirá a ti.

6.- Jesús se fue a un lugar desierto, y allí oraba. (08 feb 2015).

Cuando el Hijo de Dios levantó la mirada al cielo y dijo: Padre, glorifica a tu Hijo, nos enseñó que debemos elevar muy alto todos nuestros sentidos, nuestras manos, nuestras facultades, nuestra alma, y rezar en él, con él y por él.. He aquí la obra más amable y más santa que el Hijo de Dios ha hecho aquí abajo: adorar a su Padre muy amado. Pero esto sobrepasa en mucho todo raciocinio, y no podemos de ningún modo alcanzarlo y comprenderlo, si no es en el Espíritu Santo. San Agustín y san Anselmo nos dicen sobre la oración que es "una elevación del alma hacia Dios".

Levanta tu alma a Dios por encima de todas las criaturas, en el abismo profundo, Allí, sumerge tu espíritu en el Espíritu de Dios, en un verdadero abandono, en una unión verdadera con Dios. Si se te pide una oración, es bueno que la hagas de modo exterior como se te ha pedido y como prometiste. Pero, haciendo esto, conduce tu alma hacia las alturas y a tu desierto interior, empuja allí a todo tu rebaño, como Moisés. Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. En esta oración interior se unifican todas las prácticas, todas las fórmulas y todos los tipos de oración que desde Adán hasta hoy se han podrecido y que serán todavía ofrecidos hasta el último día. Llevamos todo esto a su perfección en un instante, a través de este recogimiento verdadero y esencial.

7.- ¿Deseas recobrar la salud? (08 mar 2016).

La piscina del evangelio de hoy representa a nuestro Señor Jesucristo, y el agua removida es la sangre bendita del Hijo de Dios, que nos lavó a todos con su sangre preciosa y que, por amor, quiere lavar a todos los que acuden a él. Los enfermos son los hombres entregados al orgullo, a la cólera, al odio, a la avaricia, a la lujuria, lo que nos da a entender que todos los enfermos de este género, si se lavan en esta agua, en la sangre de Cristo, serán completamente curados. Los cinco pórticos de esta piscina representan las cinco sagradas heridas de nuestro Señor, por las cuales y en las cuales todos nosotros hemos sido salvados. Bajo estos pórticos se albergaban un gran número de enfermos.

¿qué significan, pues, esta agitación y este contacto, sino que el Espíritu Santo desciende desde lo alto sobre el hombre, y toca su interior, provocando allí una gran agitación que lo transforma por entero? Ya no disfruta de las cosas que le gustaban antes; y lo que le horrorizaba ahora es su gozo. El desprecio, la pobreza exterior e interior, la renuncia, la vida interior, la humildad, el despego de todas las cosas creadas: he aquí lo que constituye ahora su mayor felicidad. Cuando este contacto se da, el enfermo, es decir el hombre exterior, desciende por completo al fondo de la piscina, y se lava en Cristo, en su sangre preciosísima y, por la virtud de este contacto, queda curado.

8.- Mujer, ¡qué grande es tu fe! (03 ago 2016).

¡Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David! He aquí un grito, una llamada, de una fuerza inmensa. Es el Espíritu Santo mismo quien profiere en nosotros este gemido. Pero Jesús responde: Dios me ha enviado a las ovejas perdidas del pueblo de Israelí: No está bien tomar el pan de los hijos para echárselo a los perrillos. No podía poner a prueba a la mujer con más fuerza, ni ahuyentarla con más vehemencia. Ahora bien, ¿qué hizo la mujer así rechazada? Se dejó decir y se humilló a sí misma hasta lo más hondo. Llegó hasta el extremo de la humildad. Con todo mantuvo la confianza y dijo: Esto es cierto, Señor, pero también los perrillos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.

¡Ay si vosotros supierais penetrar realmente hasta el fondo de la verdad, no por comentarios muy sabios ni por palabras muy altisonantes, ni con los sentidos, sino yendo al fondo de vosotros mismos! Ni Dios, ni criatura alguna podría aniquilaros si permanecierais en la verdad, en la confianza humilde. Podríais padecer afrentas, menosprecios y burlas, resistiríais perseverando, os humillaríais aún más, animados por una confianza ilimitada, y aumentaría más y más vuestro celo. Todo depende de esta actitud y el que llega a ella ha vencido. Sólo estos caminos llevan de verdad, sin obstáculo alguno, hasta Dios. Pero no le es dado a muchos permanecer así en esta gran humildad con perseverancia, con una seguridad entera y verdadera.

9.- He aquí que deberás guardar silencio. (19 dic 2016).

Por Navidad celebramos un triple nacimiento... El primero y más sublime es el nacimiento del Hijo único engendrado por el Padre celestial en la esencia divina, en la distinción de las personas. El segundo nacimiento es el que tiene lugar a través de una madre, la cual, en su fecundidad ha conservado la pureza absoluta de su castidad virginal. El tercero es aquel a través del cual Dios, todos los días y a todas horas, nace en verdad, espiritualmente, por la gracia y el amor, en un alma buena.

Por este tercer nacimiento es por lo que no debe quedar en nosotros más que una búsqueda simple y pura de Dios, sin ningún otro deseo que el de no tener nada propio..., con la única voluntad de ser de él, de darle cabida en nosotros de la manera más elevada, la más íntima con él, para que él pueda llevar a cabo su obra y nacer en nosotros sin que interpongamos ningún obstáculo... Por eso san Agustín nos dice: "Vacíate para que puedas ser llenado; sal para poder entrar", y en otra parte: "Oh tú, alma noble, noble criatura, ¿por qué buscas fuera de ti al que está en ti, todo entero, de la manera más real y manifiesta? Y puesto que tú participas de la naturaleza divina, ¿qué te importan las cosas creadas y qué tienes que hacer con ellas?". Si el hombre preparara así el lugar en el fondo de sí mismo, Dios, sin duda alguna, estaría obligado a llenarlo y completamente; si no fuera así, el cielo se rompería para llenar el vacío. Dios no puede dejar las cosas vacías; eso sería contrario a su naturaleza, a su justicia.

Por eso debes callarte; entonces, la Palabra de este nacimiento, podrá ser pronunciada en ti y tú podrás escucharla. Pero debes estar seguro que, si quieres hablar, él debe callarse. No se puede servir mejor al Verbo que escuchándole y callándose. Si tú, pues, sales completamente de ti mismo, Dios entrará todo entero; tanto en cuanto tú sales, él entra, ni más ni menos.

10.- Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados. (29 ene 2017).

Llegado a lo alto de la montaña, Jesús comenzó a proclamar las ocho bienaventuranzas... Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Se trata, en primer lugar, de esa virtud que es la pobreza espiritual porque ella es el principio y la base de toda perfección. Si hacemos la pregunta fijándonos en cada una de sus facetas, siempre se verá lo necesario que es el hombre, en su ser profundo, sea despojado, desprendido, libre, pobre y alejado de toda propiedad si realmente Dios tiene que llevar a cabo su obra en él. Debe estar desvinculado de toda atadura propia; solamente entonces Dios podrá estar en él como en su propia casa.

Bienaventurados los sufridos, porque ellos heredarán la tierra por toda la eternidad. Aquí se da un paso hacia adelante porque, si por la verdadera pobreza nos liberamos de lo que nos estorba, con la paciencia vamos penetrando más profundamente, expulsado del interior toda amargura, irritabilidad y cualquiera imprudencia. Para el pacífico nada es amargo. Que para los que son buenos, todo sea también bueno, viene de su fondo bueno y puro. El que es pacífico posee la tierra y se mantiene en esa paz venga lo que viniere. Pero si tú no actúas así, perderás esa virtud y, al mismo tiempo, tu paz, y se podrá decir de ti que eres un gruñón, y compararte a un perro furioso.

Dichosos los que lloran... ¿Quiénes son esos que lloran? En un sentido son los que sufren; en otro sentido, son los que lloran sus pecados. Pero los nobles amigos de Dios, que bajo ese aspecto son los más dichosos de todos, han dejado de llorar sus pecados; y sin embargo, no dejan de llorar: lloran los pecados y las faltas de su prójimo. Así es que, los verdaderos amigos de Dios lloran por la ceguedad y miseria de los pecados del mundo.

11.- Una medida, generosa, colmada, remecida y rebosante. (17 sep 2017).Nuestro Señor menciona cuatro tipos de medidas que se le darán al hombre: una medida generosa una medida colmada, una medida remecida y una medida rebosante. La medida generosa consiste en que el hombre cumpla la voluntad de Dios, viva según sus mandamientos y los de la santa Iglesia, que practique los sacramentos y sienta el dolor de sus pecados; que ame a Dios y a su prójimo. Luego viene la medida colmada, a saber, un ejercicio interior e íntimo por el cual el hombre pone todo su celo en buscar a Dios en lo más profundo de su ser, porque es allí donde está el reino de Dios. Hijos míos, esta vida es muy diferente de la primera, como correr es diferente a estar sentado.

Viene luego la medida remecida: es el amor desbordado. Este amor lo da todo, todas las buenas obras, toda la vida, todo el sufrimiento. Lleva en su vaso todo el bien que se hace en el mundo; todo está en la caridad. Luego la medida desbordante. Esta medida es tan plena, tan abundante, tan generosa que se desborda por todas partes. Nuestro Señor toca con un dedo el vaso y enseguida se desborda de dones muy por encima de su capacidad. Todo se esparce, se pierde en Dios y se hace uno con él. Dios se ama a sí mismo en estos hombres, opera todas sus obras en ellos. Así es como la medida de los corazones desbordantes se difunde por toda la Iglesia.

12.- ¡Zaqueo, baja deprisa! (20 nov 2018).

Podemos leer en el evangelio que Zaqueo quería ver a nuestro Señor, pero que era pequeño de estatura. ¿Qué hizo? Se subió a una higuera seca. Esto es lo que el hombre sigue haciendo. Desea ver aquel que obra prodigios y causa tumulto en su interior, pero no tiene una talla adecuada para ello, es demasiado pequeño. ¿Qué hace entonces? Tiene que subirse a la higuera seca. La higuera muerta significa la muerte de los sentidos y de la naturaleza y la vida del hombre interior sobre el que Dios se inclina.

¿Qué dice nuestro Señor a Zaqueo? Baja deprisa. Debes descender, no debes retener ni una gota de consolación de todas las impresiones que tienes en la oración, sino descender a tu pura nada, a la pobreza, a tu impotencia. Si sigues atado a alguna cosa de la naturaleza cuando la verdad ya te ha iluminado, no posees todavía la luz, no es tu posesión: naturaleza y gracia siguen trabajando conjuntamente y todavía no has llegado al abonado perfecto, a la pureza consumada. Por esto, Dios invita al hombre a bajar, es decir, lo llama a una renuncia completa, a un desapego de la naturaleza: ¡Porque hoy me tengo que alojar en tu casa! ¡Que lleguemos a este hoy eterno!

13.- Venga a nosotros tu reino. (12 mar 2018).

Si alguien pudiera mirarlo de cerca, quedaría asustado al ver de qué manera el hombre busca, en toda cosa, su bien personal aun en detrimento de otros hombres, en las palabras, las obras, los dones, los servicios. Tiene siempre la vista puesta en su bien personal: gozo, utilidad, gloria, siempre ventajas para sí mismo. He aquí lo que buscamos y queremos conseguir de las criaturas, e incluso en el servicio de Dios. El hombre no ve más que las cosas terrestres, de la misma manera que la mujer encorvada de la que nos habla el evangelio estaba totalmente inclinada hacia el suelo y no podía mirar hacia lo alto. Nuestro Señor dice que no se puede servir a dos señores, a Dios y a las riquezas, y continúa buscad primero, es decir, ante todo y por encima de todo, el reino de Dios y su justicia.

Vigilad, pues, vuestras profundidades, y no busquéis más que el reino de Dios y su justicia, es decir, no busquéis más que a Dios, que es el verdadero reino. Es este el reino que deseamos y pedimos todos los días en el Padre nuestro. El Padre nuestro es una oración muy subida y poderosa; no sabéis lo que pedís. Dios está en su `propio reino, el reino de todas las criaturas dotadas de razón, y es el fin de sus movimientos e inspiraciones. El reino que pedimos es Dios, él mismo en toda su riqueza.

14.-Jesús también fue a la fiesta... pero en secreto. (05 abr 2019).

La fiesta más excelente y más verdadera, la fiesta suprema, es la celebración de la vida eterna, es decir, la felicidad eterna donde estaremos realmente cara a cara con Dios. No podemos ver es un anticipo de aquella, una experiencia de la presencia de Dios en el espíritu por la alegría interna que nos da un sentimiento tan íntimo. El tiempo en la tierra es para buscar a Dios en todos nuestros trabajos, nuestra vida, nuestro querer y nuestro amor. Por lo tanto, debemos elevarnos por encima de nosotros mismos y todo lo que no es Dios, no queriendo y no amando más que a solo Dios, con toda pureza y a nada más.

Todos desean el tiempo de la fiesta de la vida eterna; es un deseo natural, puesto que todos los hombres, naturalmente, quieren ser felices. Pero el deseo no es suficiente. Debemos seguir y buscar a Dios por sí mismo. Muchos querrían aquí anticipo del verdadero y gran día de fiesta y se quejan de que no se les da. Cuando en la oración no experimentan un día de fiesta y no sienten la presencia de Dios, les duele. Rezan menos y lo hacen de mala gana, diciendo que no sienten a Dios y que esta es la razón por la que la acción y la oración les contrarían. Eso es lo que el hombre nunca debe hacer, porque Dios está siempre presente, incluso si no lo sentimos, porque él ha entrado secretamente en la fiesta.

15.-Levántate... porque han muerto los que querían quitar la vida al niño. (29 dic 2019).

Cuando José estaba en el exilio con el niño y la madre, supo por medio del ángel, durante el sueño, que Herodes había muerto; pero, habiendo oído decir que Arquelao, su hijo, reinaba en el país, siguió teniendo miedo de que mataran al niño. Herodes, que persiguió al niño y lo quería matar, simboliza al mundo que mata al niño, el mundo del que hay que huir necesariamente si se quiere salvar al niño. Pero una vez que hemos huido del mundo exteriormente, Arquelao se levanta y reina: hay todavía todo un mundo del cual no triunfarás si no es con mucho empeño y la ayuda de Dios.

Porque hay tres enemigos fuertes y encarnizados que debes vencer en ti, y de los cuales difícilmente se triunfa. Serás atacado por el orgullo de espíritu: quieres ser visto, considerado, escuchado. El segundo enemigo es tu propia carne, que te acosa por la impureza corporal y espiritual. El tercer enemigo es el que te ataca inspirándote la maldad, los pensamientos amargos, las sospechas, los malos juicios, el odio y los deseos de venganza; ¿quieres estar cada vez más cerca de Dios? Debes renunciar completamente a todo esto, porque todo esto es Arquelao, el malo. Teme y vigila, pues realmente quiere matar al niño.

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