VIDA DE JOSE KENTENICH

24.10.2021

1.-Nuestro sí debe ser lúcido y audaz. (01 agost 2013)

Nuestro sí debe ser, en primer lugar, lúcido y, luego, audaz. ¿Por que destaco el adjetivo "lúcido"? Porque nos marca la línea divisoria entre un sí católico y uno no católico. De casi todas las corrientes modernas de pensamiento que pretenden modelar la vida de hoy, nos llega un eco de ansiedad. Todas claman por decir sí. ¿Pero qué clase de sí es ése? Dividamos rápidamente las aguas.

Según Heidegger, el hombre ha sido simplemente arrojado a la vida, como si hubiera sido lanzado en el medio de un mar tempestuoso. ¿Qué tiene que hacer entonces? Decir sí con decisión. ¿Qué clase de sí? Un si ciego; el hombre no sabe de dónde vino ni adonde va. Un sí temerario y aventurero. Hemos sido simplemente lanzados al agua y luchamos intrépidamente con las olas. Ésta es la actitud de vida del decir sí irracional.

Frente a este tipo de decisión, ¿Cómo es nuestro sí? Es un sí claro; naturalmente habría que agregar que es también claroscuro. Siempre queda un margen de mucha sombra, aún en la fe. ¿Qué quiere Dios? El hombre común necesita coraje para desarrollarse en el plano puramente natural; imaginaos cuánto coraje necesitará entonces para adentrarse en la oscuridad de la fe.

2.-Vitalizar la fe. (11 sept 2013)

Si en el curso de nuestras vidas notamos que la fe en Dios se desvanece, ante nosotros están el peligro del materialismo y de la indiferencia. ¿Qué debemos hacer entonces? En primer lugar, deberíamos compenetrarnos más vigorosamente que antes, nosotros y todos aquellos que piensan como nosotros, del espíritu de la fe práctica en la divina Providencia y contribuir a formar personalidades creadoras, históricamente creadoras, que no sean activistas de la historia, ni sean tampoco pasivas ante ella. El activista de la historia quiere configurar el por orden del mundo según sus propios deseos y se desvincula de Dios y de la tradición. Los que se conducen de un modo pasivo ante la historia se cruzan de brazos y entregan en manos de los hombres sin Dios la dirección del mundo. El hombre creador de la historia se inserta en el Dios creador, desea participar en la actividad creadora de Dios, en el conocimiento que él tiene de las cosas, en sus deseos y en sus obras.

En segundo lugar, nosotros y las personas que nos han sido confiadas deberíamos penetrar, nuevamente y con más vigor aún, en el mundo sobrenatural y ascender dentro de él.

En tercer lugar, deberíamos configurar, más acentuadamente que hasta ahora y en nuestro carácter de seres humanos, la imagen de Dios en nosotros, para que engendremos una humanidad que tenga en el orden natural un sano sentimiento filial y sea capaz de abrirse vitalmente a la idea y a la vivencia de Dios.

3.- Desde la fe contemplar a Dios en todo. (30 jun 2015).

Tenemos que contemplar a Dios a la luz de la fe. ¿Cómo y dónde hacerlo? Hay que contemplarlo en sí mismo y allí donde él nos salga al encuentro. ¿Dónde está Dios? En el corazón del hombre en gracia; allí lo contemplaremos a la luz resplandeciente de la fe. Arribamos así a la ley del hacer transparente todo lo creado. En virtud de la luz de la fe, podemos mirar a través del hombre como a través de un cristal y vislumbrar en su corazón al Dios trino. A la luz de la fe, percibimos a Cristo en el tabernáculo y contemplamos su presencia. Sólo la luz de la fe da calor y claridad; con el puro pensar mecánico no se alcanza la meta. Preguntemos a nuestros padres y abuelos, o a otras personas sencillas que aspiren a la santidad, cómo realizan esta simple y frecuente contemplación de Dios.

¿Qué nos responderán? Que lo contemplan en sus acciones. He aquí la fe simple en la divina Providencia que tiene nuestro pueblo. Para el que cree con sencillez en la Providencia, todo lo que percibe es un regalo de amor y una petición de amor del Dios eterno, bondadoso e infinito. Quizás la formulación correcta sea: todo acontecimiento en y en torno a nosotros debe ser visto a la luz de la fe como un regalo y una petición de amor por parte del Padre del cielo. ¿No les parece que este pueblo nuestro, esta gente sencilla que nos rodea, vive de la fe?

4.- El invencible amor de Dios. (14 oct 2016).

Se dice que el amor de Dios hacia nosotros es invencible. Esto proviene ante todo de que ese amor arde tan fuertemente en todo u ser que no puede ser desplazado por ningún otro afecto. Se está haciendo referencia sobre todo a la tensión entre justicia divina y amor divino. El amor de Dios es tan grande, tan inconmensurablemente fuerte, hondo y entrañable, que es como si detuviese el brazo de su justicia. Por esa razón, Juan puede declarar rotundamente: Dios es amor.

La frase está ahí como esculpida en piedra. No hay poder de este mundo que pueda estremecerla. Y Dios mismo confiesa: Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti. ¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella llegase a olvidar, yo no te olvido. Míralo, en las palmas de mis manos te tengo tatuada. No nos resulta difícil agregar a esas palabras, ya que el Señor, en la cruz, dejó que su corazón fuese atravesado por una lanza: Míralo, te tengo tatuada en mi corazón.

5.- El Adviento, tiempo de renovar el anhelo de Dios. (01 Dic 2018).

En nuestra alma anida una tendencia, un impulso interior, un anhelo de infinito, un anhelo de Dios. Y todo lo demás que durante la vida puede despertar ese anhelo, en última instancia, no nos satisface: tarde o temprano nos decepciona. Si no es un camino, un medio para encontrar ya aquí en la tierra un contacto profundo con el Dios eterno, el corazón permanece inquieto, se sentirá cada día más inquieto y decepcionado. Pero ¿qué anhelos hemos alimentado en nuestro interior? Anhelo de belleza, de riqueza, de reconocimiento, de juventud eterna: sí, desde que estamos en la lucha existencial, sobre todo anhelo de riqueza. Y, a pesar de todo, ¿habrán hallado satisfacción esos anhelos? ¿Nos habrán dado alegría interior? Ante eso, la Iglesia de Dios piensa que debe remitirnos ahora de nuevo hacia el Bien eterno, hacia el Dios eterno e infinito. Que debe estimularnos a mirar a través de todos los acontecimientos de nuestra vida, a través de todos los bienes con los que tratamos, a pasar a través de los acontecimientos de nuestra vida para encontrar de nuevo, en última instancia, detrás de todo ello lo eterno: al Dios e infinito, y encontrar allí nuestro descanso.

Si vamos ahora por las calles, vemos por todas partes ya anticipada la Navidad. Por todas partes se hacen ya las compras de Navidad. También aquí el misterio de la Navidad ha sido interiormente vaciado de su alma. Se trata siempre de cosas exteriores, siempre de dinero y de bienes, de cosas terrenas, económicas, pasajeras. En una mentalidad cristiana, todos esos regalos deberían ser, en última instancia, símbolo del bien supremo.

6.- María Inmaculada, obra maestra del amor, de la sabiduría y de la omnipotencia de Dios. (08 Dic 2018).

María es, sin más, la obra maestra insuperable del amor divino, de la sabiduría divina y de la omnipotencia divina. Dice san Bernardo: "María es aquella obra de las manos divinas que supera infinitamente todas las demás obras del Dios infinito". ¡Cuántas cosas no ha creado Dios nuestro Señor! Pensemos en la magnificencia de las estrellas, pensemos en todo lo maravilloso que percibimos en el mundo vegetal, tomándolo desde el punto de vista puramente material: todas esas obras a las que ha dado vida la mano de Dios son infinitamente superadas por la figura de la Santísima Virgen.

Se dice que el hombre es un microcosmos, un mundo en pequeño: todo lo que Dios nuestro Señor ha creado lo ha reunido de alguna manera en nuestra naturaleza humana. Por eso, en la imagen de la Santísima Virgen podemos contemplar también nuestra propia magnificencia, nuestra propia grandeza, nuestra propia belleza. También nosotros aunque solo sea en cierta medida, participamos de la magnificencia de la Santísima Virgen.

7.- La dignidad del hombre como imagen de Dios uno y trino.  (05 feb 2019) 

 En Dios no tenemos una sola persona, sino tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En lenguaje erudito se suele decir: puesto que el ser humano, o sea, puesto que yo he sido creado a imagen del Dios trino, no estoy cerrado solamente en mí mismo. A semejanza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, el ser humano tiene una relación fundamental esencial con un tú personal. El Padre como Padre tiene una relación fundamental esencial con el Hijo. Ser un ser humano significa no solamente ser individuo: significa también tener una disposición social, una relación esencial con un tú. Y si esta relación con el tú no se ha hecho realidad en mí, me falta algo esencial. Nunca tendré alegría ni felicidad interior, nunca representaré el ideal de un ser humano si no me entrego -y si no me entrego por entero-.

Si no nos damos unos a otros desinteresadamente, no somos verdaderamente imagen del Dios eterno, del Dios trino. Podremos ganar sabe Dios cuánto dinero, millones; podremos superar a todos los demás, por ejemplo, en posesiones y bienes culturales, podremos tener tantas personas que nos siguen -o sea, que sacian nuestra hambre de poder- : pero el hombre que no se entrega totalmente, profundamente, interiormente, no llegará nunca a ser genuinamente hombre. O sea: el que quiera ganar su vida, encerrándose en sí mismo, se perderá, no llegará a ser gran cosa.

8.- Hemos sido creados por amor y para amar. (15 jun 2019)

¿Qué significa que el amor es la "ley fundamental del mundo"? Significa que el fundamento último de todas las obras de Dios es el amor; ¡no es la justicia, es el amor! Por amor nos creó Dios, por amor creó el mundo. Por amor él rige el mundo. Todo lo que ocurre, o bien Dios lo permite, o bien lo ha determinado por amor, para que aprendamos a amar, para que aprendamos a amarlo. Podremos contar con las circunstancias más favorables, tener éxito, tener poder: pero el que no aprenda a amar, a amar de verdad, a llevar a plenitud y llenar de sentido el afecto primordial de su ser, no llegará nunca a ser feliz ni a hacer felices a otros. Y puesto que Dios ha aplicado esa ley fundamental del mundo, puesto que ha creado todo a partir del afecto primordial del amor, puesto que por amor me ha creado y me conduce también a mí, aplica también de forma correspondiente las leyes del desarrollo del amor. Así es: ¿cuándo me enciendo yo interiormente para amar, para amar a los hombres, para amar a Dios? Los antiguos romanos conocían ya esta buena ley: Si vis amari, ama, si quieres ser amado, tienes que amar. Así lo ha hecho también Dios. Puesto que ha creado nuestro corazón para el amor, sabe darnos en incontables casos, una y otra vez, pruebas de su amor... El hombre tiene que amar si quiere llegar a ser feliz. Y para que pueda amar, sobre todo amar a Dios, Dios sabe obsequiarnos una y otra vez en nuestra vida con innumerables pruebas tangibles de su amor.

9.- Vernos a nosotros mismos en el espejo de la imagen de María. (14 ago 2019).

Desde la eternidad hemos sido planeados como producto del amor divino, de la sabiduría divina y de la omnipotencia divina. Esta es nuestra imagen del ser humano, la imagen que tenemos en el plan de Dios: producto de la sabiduría, producto de la omnipotencia, producto del amor de Dios. Y si ahora elevamos nuestra mirada por encima de nosotros a fin de contemplar la imagen de la Santísima Virgen como Inmaculada, tendremos que decir que todo lo que hemos visto sobre nuestro ser, nuestra vida y nuestro obrar se aplica también a la Santísima Virgen. Solo que en ella asume dimensiones ilimitadas. De modo que tenemos que decir, con justa razón, que ella es la obra maestra insuperable del amor divino, de la sabiduría divina y de la omnipotencia divina.

Si contemplamos de ese modo la imagen de la Santísima Virgen, deberíamos percibir con más frecuencia nuestra propia grandeza. Debo reiterarlo: hoy en día no podemos hacer prácticamente más que aprender a tenernos en alta estima: a nosotros mismos y cada uno a sí mismo tal cual es. En efecto: yo mismo, con mi modo de ser, con mi nombre, con mis cualidades, soy un producto original, no del azar, no: un producto original, del amor de Dios, de la sabiduría de Dios y de la omnipotencia de Dios. ¡Tenemos que tomarnos esto en serio!

10.- María, imagen solar de la dignidad y grandeza del ser humano. (24 dic 2019).

La imagen solar de la dignidad y nobleza a las que puede acceder el ser humano está ante nosotros en la imagen de la Santísima Virgen, de la Inmaculada. Sabemos que los dogmas no son meras explicaciones para el entendimiento, sino que indican también la dirección para nuestras aspiraciones y luchas personales, y que representan siempre, al mismo tiempo, una respuesta a los problemas de la época. La Santísima Virgen debe obrar de nuevo en nosotros el milagro mariano. ¿En qué sentido? En que crezcamos más profundamente en nuestra adecuación al ideal del ser humano, del hombre pleno tal como está representado en la Santísima Virgen: del cristiano pleno, del santo pleno del hombre plenamente redimido.

¡Hay que salvar la imagen del hombre, esa imagen del hombre que corre hoy tan grave riesgo! En esa situación, en 1854 el Papa presenta al mundo el ideal del hombre, la imagen plena del ser humano el hombre plenamente redimido: la Inmaculada. ¡Enorme coraje el de presentar ante la mirada de nuestro tiempo la imagen ideal del ser humano, estando tan desfigurada la imagen del hombre!¿Valdrá la pena detenemos un poco y contemplar, llenos de anhelo, la imagen de la Inmaculada? En ella resplandece ante nosotros la imagen solar de la dignidad y la grandeza humanas. 

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar