VIDA DE TOMÁS DE CELANO
1.-
Dejarlo todo para seguirle.(04 mar 2014).
Pasados cuarenta años, Clara, según la comparación empleada por san Pablo, ha corrido la carrera en el estadio de la suma pobreza. Cercana ya a la meta de su vocación celestial y de la recompensa prometida al vencedor, la divina providencia se apresura a llevar a cabo aquello que le tenia destinado a Clara: Cristo se dispone a introducir en su palacio real a la pobre por excelencia al final de su peregrinaje. En cuanto a ella, deseaba con todas sus fuerzas contemplar reinando en su gloria al Cristo cuya pobreza en la tierra había imitado.
Todas sus hijas estaban reunidas alrededor de la cama de la madre Clara, quien, dirigiéndose a sí misma, dice a su alma: "Ve segura, porque llevas a buena escolta para el viaje. "Ve, porque aquel que te creó también te santificó, y guardándote siempre, como una madre a su hijo, te ha amado con amor tierno. Tú, Señor, seas bendito porque me creaste" Preguntándole una de las hermanas con quién hablaba, Clara respondió: "Hablo a mi alma bendita". No estaba ya lejano su glorioso tránsito, pues, dirigiéndose luego a una de sus hijas, le dice: "¿Ves, ¡oh hija!, al Rey de la gloria a quien estoy viendo?" Bendito sea este éxodo del valle de la miseria que para ella fue la entrada en la vida bienaventurada. Ahora, a cambio de sus austerísimos ayunos, se alegra en la mesa de los ciudadanos del cielo; y desde ahora, a cambio de la vileza de las cenizas, es bienaventurada en el reino celeste, condecorada con la estola de la eterna gloria.
2.- San Francisco ante el primer pesebre de Navidad. (24 dic 2015).
Unos quince días antes de Navidad, Francisco dijo: "Quiero evocar el recuerdo del Niño nacido en Belén y de todas las penurias que tuvo que soportar desde su infancia. Lo quiero ver con mis propios ojos, tal como era, acostado en un pesebre y durmiendo sobre heno, entre el buey y la mula". Llegó el día de alegría. Convocaron a los hermanos de varios conventos de los alrededores. Con ánimo festivo, la gente del país, hombres y mujeres, prepararon, cada cual según sus posibilidades, antorchas y cirios para iluminar esta noche que vería levantarse la estrella fulgurante que ilumina a todos los tiempos.
En llegando, el santo vio que todo estaba preparado y se llenó de alegría. Se había dispuesto un pesebre con heno; había un buey y una mula. La simplicidad dominaba todo, la pobreza triunfaba en el ambiente, toda una lección de humildad. Greccio se había convertido en un Belén. La gente acudía y se llenaba de gozo al ver renovarse el misterio. Los hermanos cantaban las alabanzas al Señor y toda la noche transcurrió en una gran alegría. El santo pasó la noche de pie ante el pesebre, sobrecogido de compasión, transido de un gozo inefable. Al final, se celebró la Misa con el pesebre como altar y el sacerdote quedó embargado de una devoción jamás experimentada. Francisco se revistió de la dalmática, ya que era diácono, y cantó el evangelio con voz sonora. Luego predicó al pueblo y encontró palabras dulces como la miel para hablar del nacimiento del Rey pobre y de la pequeña villa de Belén.
3.- Ni un pájaro cae en tierra sin que lo sepa vuestro Padre (15 jul 2017).
Llegado a una gran bandada de pájaros, el bienaventurado Francisco se dio cuenta de que le esperaban. Les dirigió su saludo habitual, se admiraba de que no escaparan como de costumbre, les dijo que debían de escuchar la Palabra de Dios y les rogó humildemente que estuvieran atentos. Les dijo entre otras cosas. "Pajaritos, hermanos míos, tenéis motivo de alabar a vuestro creador. Él os ha dado las plumas de vestido, las alas para volar, y todo lo que necesitáis para vivir... "A estas palabras, según el mismo santo y sus compañeros, los pájaros expresaron a su manera una inmensa alegría: alargaban sus cuellos, desplegando sus alas, abriendo el pico y mirando con toda atención. El Santo se paseaba entre ellos, rozando con su túnica sus cabezas y sus cuerpos. Finalmente, los bendijo trazando sobre ellos la señal de la cruz y permitiéndoles que se fueran volando. Él siguió el camino con sus compañeros y, exultante de alegría, dio gracias a Dios por ser reconocido y venerado por todas las criaturas.
Francisco no era un simple pero tenía la gracia de la simplicidad. Se acusaba entonces de no haber predicado antes a los pájaros ya que escuchaban con tanta atención y respeto la Palabra de Dios. A partir de ese día no dejaba de exhortar a todos los pájaros, a todos los animales, a los mismos reptiles y hasta a las criaturas insensibles, a alabar y amar al Creador.
4.- Y comenzó a enviarlos de dos en dos. (01 feb 2018).
Un nuevo aspirante entró en la Orden y así creció el número hasta ocho miembros. Entonces, el bienaventurado Francisco los reunió a todos y les habló largamente sobre el reino de Dios, sobre el menosprecio del mundo, sobre la renuncia a la propia voluntad y sobre la docilidad. Luego, los dividió en cuatro grupos de dos en dos y les dijo: "Id, hermanos míos queridos, recorred las diversas regiones del mundo, anunciad la paz a los hombres y predicad la penitencia que obtiene el perdón de los pecados. Sed pacientes en las pruebas, seguros de que Dios cumplirá sus designios y será fiel a sus promesas. Responded humildemente a los que os pidan cuenta, bendecid a los que os persigan, dad gracias a los que os insulten y os calumnien: el reino de los cielos será para vosotros".
Ellos recibieron con gozo la misión que les fue confiada por la santa obediencia y se postraron a los pies de san Francisco, que abrazó a cada uno tiernamente y les decía: "Confiad a Dios todas vuestras preocupaciones, él cuidará de vosotros". Esta era su frase habitual cuando enviaba a un hermano a la misión.
5.- Darlo todo porque Cristo lo ha dado todo. (11 nov 2018).
Francisco, pobre y padre de los pobres, quería vivir totalmente como un pobre; sufría si encontraba a alguien más pobre que él, y no por vanidad, sino a causa de la tierna compasión que le producían. No quería para él otro vestido que una túnica áspera y corriente, y a menudo ocurría que la compartía con algún menesteroso. Pero él era un pobre muy rico, porque, movido por su gran caridad a socorrer a los pobres como podía, en los tiempos de mayores fríos se iba a las casas de los ricos de este mundo y les pedía le prestaran una capa o un abrigo. "Los acepto, decía entonces Francisco, con la condición de que no esperéis volverlos a ver" Al primer pobre que encontraba, Francisco, con el corazón festivo, le ofrecía lo que acababa de escribir.
Nada le causaba más pena que ver insultar a un pobre o maldecir a cualquier criatura. Un día, un hermano dejó escapar palabras hirientes contra un pobre que pedía limosna: "¿Acaso no será que tú, pareciendo pobre, eres rico?" Estas palabras le sentaron muy mal a Francisco, el padre de los pobres, y dio una terrible reprimenda al hermano, y después, en presencia del pobre, le ordenó despojarse de sus vestidos, besarle a este los pies y pedirle perdón. "El que habla mal a un pobre -decía- injuria a Cristo, de quien el pobre es un noble símbolo, puesto que Cristo, por nosotros, en este mundo se hizo pobre".
6.- Os he dicho todo esto para que participéis en mi gozo y vuestro gozo sea completo. (14 may 2020).
San Francisco afirmaba: "Mi mejor defensa contra los ataques y las maquinaciones del enemigo sigue siendo el espíritu de alegría" El diablo nunca está más contento que cuando ha logrado quitar la alegría del alma de un servidor de Dios. El enemigo siempre tiene una reserva de polvo para insuflar en la conciencia por algún resquicio, para convertir lo puro en opaco. En cambio, intenta en vano introducir su veneno mortal en un corazón rebosante de gozo. Los demonios no pueden nada con el servidor de Cristo que rebosa de santa alegría, mientras que un alma pesarosa y deprimida se deja fácilmente inundar por la tristeza y por los falsos placeres.
Por esto, san Francisco se esforzaba por mantener siempre un corazón alegre, conservar el óleo de la alegría con el que su alma había sido ungida. Tenía sumo cuidado en desechar la tristeza, la peor de las enfermedades, y cuando se daba cuenta de que empezaba a infiltrarse en su alma, recurría de inmediato a la oración. "En la primera turbación", decía él, "el servidor de Dios se levante, se ponga en oración y permanezca ante el Padre hasta que este le haya devuelto la alegría de saberse salvado". Yo he visto con mis propios ojos cómo a veces recogía algún trozo de leña del suelo, lo ponía sobre su brazo izquierdo y lo rasgaba con una varilla como si tuviera entre manos el arco de una viola. Imitaba así el acompañamiento de las alabanzas que cantaba al Señor en francés.