SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ
1.- ¡Que
llega el Esposo! Salid a su encuentro
(09 agst 2013)
La Iglesia toma la figura de Cuerpo místico de Cristo. Este Cuerpo es un cuerpo viviente y el espíritu que lo anima es el espíritu de Cristo, el cual, partiendo de la cabeza, se desliza hacia todos los miembros; El espíritu que emana de Cristo es el Espíritu Santo, y la Iglesia es, pues, el templo del Espíritu. Pero, a pesar de la real unión orgánica de la cabeza y del cuerpo, la Iglesia se mantiene al lado de Cristo como una persona independiente. Y como Hijo del Padre eterno, Cristo vivía ya antes del principio de los tiempos y antes de que existiera la humanidad. Por el acto de la creación la humanidad vivía ya antes de que Cristo tomara su naturaleza y fuera integrado en ella. Por su encarnación le trae su vida divina. Por su obra de redención, la ha hecho capaz de recibir la gracia.
La célula primitiva de esta humanidad rescatada es María: en ella, por primera vez, tiene lugar la purificación y la santificación a través de Cristo; ella es la primera que ha quedado llena del Espíritu Santo. Antes de que el Hijo de Dios naciera de la Virgen santa, creó a esta Virgen llena de gracia y, en ella y con ella, a la Iglesia. Y por eso, siendo una criatura distinta de él, se mantiene a su lado, aunque indisolublemente unida a él. Toda alma purificada por el bautismo y elevada al estado de gracia es, por esto mimo, creada por Cristo y nacida para Cristo. Pero es creada en la Iglesia y nace por la Iglesia. Por eso, la Iglesia es la madre de todos aquellos a quienes está destinada la redención. Lo es por su unión íntima con Cristo y porque se mantiene a su lado en calidad de Sponsa Christi, Esposa de Cristo, para colaborar en su obra de redención.
2.- Sabemos que tu testimonio es verdadero. (27 dic 2013).
El Redentor no quiere que falte en el pesebre quien en vida le fue particularmente querido: el discípulo que amaba. Él se nos presenta como la imagen de la pureza virginal. Porque era puro, agradó al Señor. Él se apoyó sobre el pecho de Jesús y allí fue iniciado en los misterios del Corazón divino. Nadie ha contemplado tan profundamente los abismos escondidos de la vida divina como él. Por eso Juan proclama solemne y secretamente el misterio del eterno nacimiento del Verbo divino. Él experimentó las luchas del Señor tan de cerca como sólo lo puede hacer un alma que ama esponsalmente. Cuidadosamente ha guardado y nos ha transmitido testimonios en los cuales el Redentor confesó su divinidad, frente a amigos y enemigos. Por él sabemos qué papel nos corresponde en la vida de Cristo y en la vida del Dios trinitario.
Juan junto al pesebre, nos dice: "Mirad lo que se concede a quien se entrega a Dios con corazón puro. Éstos participarán de la total e inagotable plenitud de la vida humano-divina de Cristo como recompensa real. Venid y bebed de las fuentes de agua viva que el Salvador abre a los sedientos y que continúan manando en la vida eterna. La Palabra se hizo carne y está con nosotros bajo la forma de un niño recién nacido".
3.- Se ha cumplido el plazo... Venid conmigo. (13 ene 2014).
Tomando un cuerpo, el Creador del género humano nos ofrece su divinidad. Dios se ha hecho hombre para que los hombres lleguemos a ser hijos de Dios. ¡Oh admirable intercambio! Es para esta obra para la que el Salvador ha venido al mundo. Uno de entre nosotros rompió el lazo de nuestra filiación de Dios; uno de entre nosotros debía atarlo de nuevo y expiar la falta. Ningún retoño del viejo tronco, enfermo y degenerado, habría podido hacerlo; era necesario que sobre este tronco se injertara una nueva planta, sana y noble. Y así como llegó a ser uno de nosotros y al mismo tiempo más que eso: uno con nosotros. Esto s lo que hay de más maravilloso en el género humano: que todos somos uno. Vino para formar con nosotros un cuerpo misterioso: él es el Jefe, la cabeza, y nosotros sus miembros.
Si aceptamos poner nuestras manos en las del Niño divino, si respondemos "sí" a su "sígueme", entonces somos suyos y el camino está libre para que pase a nosotros su vida divina. Éste es el comienzo de la vida eterna en nosotros. No estamos aún en la visión beatífica en la luz de la gloria, estamos todavía en la oscuridad de la fe; pero no es ya la oscuridad de este mundo: es estar ya en el reino de Dios.
4.- ¿Dónde quieres que preparemos tu cena pascual? (16 abr 014).
Conocemos por los relatos evangélicos que Cristo oraba como oraba un judío creyente y fiel a la ley. Rezó las antiguas oraciones de bendición, que todavía hoy se rezan sobre el pan, el vino y los frutos de la tierra, tal como lo atestigua el relato de su última cena con sus discípulos, que estuvo dedicada al cumplimiento de uno de los más sagrados deberes religiosos: a la solemne cena pascual, a la conmemoración de la liberación de la esclavitud de Egipto. Quizás precisamente esta cena nos ofrece la visión más profunda de la oración de Cristo y la clave para entender la oración de la Iglesia.
La bendición y la distribución del pan y del vino formaban parte del rito de la cena pascual. Pero ambas reciben aquí un sentido completamente nuevo. Con ellas comienza la vida de la Iglesia. Sin duda, será a partirde Pentecostés cuando aparezca abiertamente como comunidad llena de espíritu y visible. Pero es aquí, en la cena pascual, cuando tiene lugar el injerto de los sarmientos en la cepa que hace posible la efusión del Espíritu. Las antiguas oraciones de bendición se han convertido en boca de Cristo en palabra creadora de vida. Los frutos de la tierra, llenándose de vida, se han convertido en su carne y sangre. La comida pascual de la Antigua Alianza se ha convertido en la comida pascual de la Nueva Alianza.
5.- Jesús se fue a la montaña a orar. (09 sep 2014).
Toda alma humana es un templo de Dios: eso nos abre una perspectiva amplia y del todo nueva. La vida de oración de Jesús es la clave para comprender la oración de la Iglesia. Vemos cómo Cristo ha participado en el servicio divino, en la liturgia de su pueblo; ha hecho que la liturgia de la antigua alianza encontrara su plenitud en la de la nueva alianza.
Pero Jesús no sólo ha tomado parte en el servicio divino público prescrito por la ley. En los Evangelios encontramos numerosas referencias a su oración solitaria durante el silencio de la noche, en las cumbres salvajes de las montañas, en los lugares desiertos. La vida pública de Jesús ha sido precedida por cuarenta días y cuarenta noches de oración. Antes de escoger a sus doce apóstoles y enviarlos en misión, se retira a orar en la soledad de la montaña. El grito que él dirigió al Padre en el monte de los Olivos revela la hora más dolorosa de su vida: Padre, si tú quieres, aleja de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya. Estas palabras son como un rayo que, por un instante, nos ilumina la vida más íntima del alma de Jesús, el misterio insondable de su ser de hombre-Dios y de su diálogo con el Padre. Este diálogo ha permanecido, ciertamente, a lo largo de toda su vida, sin interrumpirse jamás.
6.- Obedientes al Padre, siguiendo al Hijo. (28 sep 2014).
¡Que se haga tu voluntad! En esto ha consistido toda la vida del Salvador. Vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre, no sólo con el fin de expiar el pecado de desobediencia, sino también para reconducir a los hombres hacia su vocación en el camino de la obediencia. No se da a la voluntad de los seres creador ser libre por ser dueño de sí mismo. Está llamada a ponerse de acuerdo con la voluntad de Dios. Si acepta por libre sumisión, entonces se le ofrece también participar libremente en la culminación de la creación. Si se niega, ls criatura libre pierde su libertad.
La voluntad del hombre todavía tiene libre albedrío, pero se deja seducir por las cosas de este mundo que la atraen y poseen en una dirección que la aleja de la plenitud de su naturaleza, como Dios manda, y que han abolido la meta que se ha fijado en su libertad original. Además de la libertad original, pierde la seguridad de su resolución. se mueve cambiante e indecisa, desgarrada por las dudas y los escrúpulos, o endurecida en su error. Frente a esto, no hay duda otro remedio que el camino de seguir a Cristo, el Hijo del hombre, que no sólo obedecía directamente al Padre del cielo, sino que se sometió también a los hombres que representaban la voluntad del Padre. La obediencia tal como Dios quería nos libera de la esclavitud que nos causan las cosas creadas y nos devuelve a la libertad. Así también el camino hacia la pureza de corazón.
7.- Para que todo el que crea obtenga por él la vida eterna.(14 abr 2015)
Señor mío y Dios mío,
me guiaste por un camino oscuro, pedregoso y duro.
Mis fuerzas a menudo parecían querer abandonarme,
no esperaba ver la luz un día más.
Mi corazón se petrificaba en un sufrimiento profundo
cuando la claridad de una estrella se levantó sobre mis ojos.
Fielmente ella me guió y yo la seguí,
primero con paso tímido, más seguro después.
Llegué por fin ante la puerta de la Iglesia. Se abrió. Pedí entrar.
Tu bendición me llega por boca de tu sacerdote.
En el interior las estrellas se suceden, estrellas de flores rojas
que me muestran el camino hasta ti...
Y tu bondad permite que me alumbren en mi camino hacia ti.
El misterio que debía guardar escondido en lo profundo de mi corazón a partir de ahora puedo anunciarlo en voz alta:
¡Creo, confieso mi fe!
8.- Soy yo, no temáis. (18 abr 2015).
Señor, ¡cuán altas son las olas, y qué oscura la noche!
¿No querrás iluminarla para mí, que velo solitaria?
Mantén firme el timón, ten confianza y quédate tranquila.
Tu barca es preciosa a mis ojos, quiero conducirla a buen puerto.
Aguanta sin desfallecer los ojos fijos en la brújula.
Ella ayuda a llegar al final a través de noches y tempestades.
La aguja de la brújula de a bordo se estremece pero se mantiene.
Ella te mostrará el cabo a donde quiero verte llegar.
Ten confianza y quédate tranquila: a través de noches y tempestades,
La voluntad de Dios, fiel, te guía si tu corazón está en vela.
9.- Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen. (10 oct 2015).
La red3ención del género humano es una decisión tomada en el silencio eterno de la vida interior de Dios. Y la encarnación del Salvador se realizó en la oscuridad de una casa silenciosa de Nazaret, cuando la fuerza del Espíritu Santo descendió sobre la Virgen silenciosa, solitaria y orante. Luego, reunida en torno a la Virgen silenciosa, la Iglesia naciente, en oración, esperaba la nueva efusión del Espíritu que le había sido prometido para darle vida, darle claridad interior, fecundidad y eficacia.
En este diálogo silencioso entre los seres benditos de Dios y su Señor se preparan los acontecimientos de la historia de la Iglesia, visibles de lejos, que renuevan la faz de la tierra. La Virgen, que guardaba todas las cosas dichas por el Señor en su corazón, prefigura a las almas atentas en las que sin cesar renace la oración sacerdotal de Jesús.
10.- ¡Alabad a Dios en su templo, que todo ser viviente alabe al Señor! (24 nov 2015).
En el lugar del templo de Salomón, Cristo ha construido un templo de piedras vivas: la comunión de los santos. Cristo está en su centro como Sumo Sacerdote eterno y sobre el altar está él mismo como sacrificio ofrecido eternamente. Toda la creación participa de esta liturgia solemne: los frutos de la tierra como ofrendas misteriosas, las flores y los candelabros, los tapices y la cortina del templo el sacerdote consagrado así como unción y bendición de la casa de Dios.
Los querubines tampoco están ausentes. Sus figuras esculpidas por los artistas montan guardia junto al Santísimo. Ahora, los monjes, imágenes vivientes de los ángeles, hacen guardia alrededor del altar para que la alabanza a Dios no cese nunca, ni en la tierra ni en el cielo. Sus cantos de alabanza matutina despiertan a la creación en la aurora para que se una toda ella a enaltecer al Señor: montañas y colinas, ríos y corrientes de agua, mares y vientos, así como todo lo que se mueve en ellos, lluvia y nieve, todos los pueblos de la tierra, todos los hombres de todas las condiciones y de todas las razas, y por fin, los habitantes del cielo, los ángeles y los santos. Nos debemos unir, en la liturgia, a esta alabanza eterna de Dios. "Nosotros", ¿quiénes somos nosotros? No se trata solamente de los monjes y monjas, sino de todo el pueblo cristiano.
11.- La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la han podido apagar. (26 dic 2015).
El Niño del pesebre extiende sus bracitos, y su sonrisa parece decir ya lo que más tarde pronunciarán los labios del hombre: Venid a mí, todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. ¡Sígueme! Así dicen las manos del Niño, como más tarde lo harán los labios del hombre. Así hablaron al discípulo que el Señor amaba y que ahora también pertenece al séquito del pesebre. Y san Juan, el joven de corazón limpio como un niño, lo siguió sin preguntar a dónde o para qué. Abandonó la barca de su padre y siguió al Señor por todos sus caminos hasta la cima del Gólgota. ¡Sígueme!: esto oyó también el joven Esteban. Siguió al Señor en la lucha contra el poder de las tinieblas, contra la ceguera de la obstinada incredulidad; dio testimonio de él son su palabra y con su sangre.
Éstas son las figuras luminosas que se arrodillan en torno al pesebre: los tiernos niños inocentes, los confiados pastores, los humildes reyes, Esteban, el discípulo entusiasta, y Juan, el discípulo predilecto. Todos ellos siguieron la llamada del Señor. Frente a ellos se alza la noche de la incomprensible dureza y de la ceguera: los escribas, que podían señalar el momento y el lugar donde el Salvador del mundo habría de nacer, pero que fueron incapaces de deducir de ahí el "Venid a Belén"; el rey Herodes, que quiso quitar la vida al Señor de la Vida. Ante el Niño en el pesebre se dividen los espíritus. Él pronuncia su ¡sígueme!, y el no está con él está contra él. Él nos habla también a nosotros y nos coloca frente a la decisión entre la luz y las tinieblas.
12.- Al instante, la barca tocó tierra en el lugar al que se dirigían.
(09 abr 2016).
Cuando la tempestad se desata
tú, Señor, eres nuestra fortaleza,
Te alabaremos, Dios fuerte,
Auxilio nuestro.
Nos amparamos en ti,
confiamos en ti,
aunque la tierra se resquebraje
y el mar embravecido nos amenace.
Braman las naciones,
el poder de los estados se hunde;
cuando él levanta su voz,
la tierra tiembla estremecida.
El Señor está con nosotros,
el Señor de los ejércitos.
Tú eres para nosotros luz y salvación:
no tememos.
Venid a ver, venid todos a contemplar
los prodigios de su poder.
Todas las guerras se extinguen,
la flecha del arquero se detiene.
Tirad al fuego los arcos,
las lanzas y las flechas.
El Señor está con nosotros,
el Señor nos salva del desastre
13.- Os enviré desde el Padre al Espíritu de la verdad. (02 may 2016).
¿Quién eres, dulce luz que me inundas
alumbrando las tinieblas de mi corazón?
Tu mano me guía como una madre.
Si me soltaras, ningún paso ya sabría dar.
Tú eres el espacio
que entraña en sí todo mi ser y me ampara.
Lejos de ti me hundiría en el abismo de la nada
de la que me salvaste y levantaste a la luz.
Tú, más cerca de mí que yo misma,
más interior que mi interior,
y al mismo tiempo inaccesible,
más allá de todo nombre:
Espíritu Santo, Amor eterno.
¿Eres el Espíritu de plenitud y de poder
con que el Cordero rompe los sellos
de los designios divinos?
Enviados por ti, los mensajeros del juicio
van por el mundo con la espada afilada
para separar el reino de la luz
del reino de las tinieblas.
Habrá un cielo nuevo y una tierra nueva,
y todo recobrará el lugar que le pertenece,
gracias a tu aliento:
¡Espíritu Santo, Poder victorioso!
14.- Si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito. (03 may 2016).
¿Quién eres, dulce luz que me inundas
alumbrando las tinieblas de mi corazón?...
¿Eres tú el Arquitecto
que construye la catedral eterna,
que se levanta de la tierra hasta el cielo?
Animadas por ti, se yerguen
las columnas a las alturas
cimentadas, firmes, inamovibles.
Marcadas con el nombre del Dios eterno,
buscan la luz, sostienen la cúpula
que corona y perfecciona el edificio,
tu obra, que abarca al mundo entero:
¡Espíritu Santo, mano creadora de Dios!
¿Eres tú el dulce cántico de amor,
del temor del santo
que resuena en el trono de la Trinidad,
en unión esponsal con todo lo que es?,
la melodía jubilosa, al unísono
que conduce cada miembro hacia la Cabeza,
donde cada ser recobra
el sentido misterioso de sí mismo
y jubiloso se derrama
en corriente libre, desligada:
¡Espíritu Santo, júbilo eterno!
15.- Que coja su cruz cada día y me siga. (19 jun 2016).
El peso de la cruz, que Cristo ha cargado, es la corrupción de la naturaleza humana con todas sus consecuencias de pecado y sufrimiento, con las cuales la castigada humanidad está abatida. Sustraer del mundo esa carga, ése es ell sentido del vía crucis. La expiación voluntaria es lo que nos une más profundamente y de un modo real y auténtico con el Señor. Y ésa nace de una unión ya existente con Cristo, pues la naturaleza humana huye del sufrimiento. Sólo puede aspirar a la expiación quien tiene abiertos los ojos del espíritu al sentido sobrenatural de los acontecimientos del mundo; esto resulta posible sólo en los hombres en los que habita el Espíritu de Cristo.
Ayudar a Cristo a llevar la cruz proporciona una alegría fuerte y pura. El sufrimiento humano recibe fuerza expiatoria sólo si está unido al sufrimiento de la cabeza divina. Sufrir y ser felices en el sufrimiento, estar en la tierra, y con todo reinar con Cristo a la derecha del padre; reír y llorar con los hijos de este mundo, y con los coros de los ángeles cantar ininterrumpidamente alabanzas a Dios: ésta es la vida del cristiano hasta el día en que rompa el alba de la eternidad.
16.- El cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (03 ene 2017).
En el Apocalipsis, el apóstol Juan escribe: Vi entonces en medio del trono... un Cordero en pie con señales de haber sido degollado. Cuando el vidente de Patmos contempló esta visión, aún estaba vivo en él el recuerdo inolvidable de ese día junto al Jordán, cuando Juan el Bautista le señaló al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Pero el Señor, ¿por qué había elegido el cordero como símbolo privilegiado? ¿Por qué se mostró incluso de ese modo en el trono de la eterna gloria? Porque él estaba libre de pecado y era humilde como un cordero; y porque él había venido para dejarse llevar como cordero al matadero. Todo eso también lo presenció Juan cuando el Señor se dejó atar en el Monte de los Olivos. Allí, en el Gólgota, fue llevado a cumplimiento el auténtico sacrificio de reconciliación. A partir de entonces, los antiguos sacrificios perdieron su eficacia; y pronto desaparecerían del todo, igual que el antiguo sacerdocio, cuando el templo fue destruido. Todo esto lo vivió Juan de cerca. Por eso no le asombraba ver al Cordero en el Trono.
Igual que el Cordero tuvo que ser matado para ser elevado sobre el trono de la gloria, así el camino hacia la gloria conduce a todos los elegidos para el banquete de bodas a través del sufrimiento y de la cruz. El que quiera desposar al Cordero tiene que dejarse clavar con él en la cruz. Para esto están llamados todos los que están marcados con la sangre del Cordero, y estos son todos los bautizados. Pero no todos entienden esta llamada y la siguen.
17.- Y me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. (11 jun 2017).
El eterno, que todo ser creó,
él, tres veces santo, que abarca todo ser,
tiene su propio reino silencioso.
El habitáculo más íntimo del alma humana
es el más querido lugar de la Trinidad,
su trono celestial en la tierra.
Para redimir este reino celestial
De las manos del enemigo
ha venido el Hijo de Dios como hijo de hombre,
y ha dado su sangre en rescate.
En el corazón de Jesús, que fue atravesado,
el reino celestial y la tierra están unidos,
aquí está para nosotros la fuente de la vida.
Este corazón es el corazón de las Trinidad divina
y centro de todo corazón humano,
que nos dá la vida de la divinidad.
Nos trae con poder misterioso,
nos encierra en sí en el seno del Padre
y nos da el Espíritu Santo.
18.- El que como de este pan vivirá eternamente. (18 jun 2017).
Tú clavas tu mirada llena de amor en la mía,
e inclinas tu oído a mis suaves palabras
y llenas mi corazón con profunda paz.
Pero tu amor no encuentra satisfacción
en este intercambio que todavía permite separación.
tu corazón exige más y más.
Tú vienes a mí cada mañana como alimento,
tu carne y sangre son para mí bebida y comida
y se obra algo maravilloso.
Tu cuerpo cala misteriosamente en el mío,
y tu alma se une a la mía.
ya no soy la que era antes.
Tú vienes y vas, pero permanece la semilla
que has sembrado para la gloria futura,
escondida en un cuerpo de polvo.
Permanece un resplandor del cielo en el alma,
permanece una profunda luz en los ojos,
una pausa en el tono de voz.
Permanece el vínculo, que une corazón con corazón,
la corriente de vida que brota del tuyo
y da vida a cada miembro.
Qué admirables son las maravillas de tu amor,
Solo nos asombramos, balbuceamos y enmudecemos,
porque el espíritu y la palabra no pueden expresarlo.
19.- Para que el mundo se salve por él. (14 sep 2017).
Hecho hombre por amor a los hombres,
regaló la plenitud de su vida humana
a las almas que escogió.
Se unió a cada uno de los elegidos
de una manera misteriosa y única.
Sacando fuerzas de la plenitud de su vida humana,
nos regaló la cruz.
¿Qué es la cruz?
El signo del mayor oprobio.
El que entra en contacto con ella
es rechazado por los hombres.
Los que un día lo aclamaron
se vuelven contra él con pavor
y no le conocen de nada.
Les es entregado sin defensa a sus enemigos.
Sobre la tierra no le queda nada más
que los sufrimientos, los tormentos y la muerte.
Venid todos, vosotros que penáis bajo
el peso de la carga
y también los que gritéis sobre la cruz con él.
Ella es la imagen del Dios que, crucificado,
se quedó lívido.
Ella se eleva de la tierra hasta el cielo,
como él, que subió al cielo
y quiso llevarnos allí a todos con él.
Abrazando solamente la cruz, lo posees a él,
el camino, la verdad, la vida.
Si llevas tu cruz, es ella quien te llevará,
será tu gloria.
20.- No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos. (06 dic 2018).
Objetivamente hablando nunca tendremos la seguridad total de permanecer hasta el fin en los caminos de Dios. Así como los primeros hombres pasaron de la filiación divina a apartarse de Dios, de la misma manera cada uno de nosotros se encuentra en el filo de la espada entre la nada y la plenitud de la vida divina; y tarde o temprano lo percibimos también subjetivamente.
En la infancia de la vida espiritual, cuando comenzamos a abandonarnos a la mano guiadora de Dios, lo percibimos con fuerza e intimidad; con toda claridad vemos qué es lo que tenemos que hacer u omitir. Sin embargo, esta situación no permanece siempre así. Quien pertenece a Cristo debe vivir la vida de Cristo en su totalidad, ha de alcanzar la madurez del Salvador y andar por el camino de la cruz, hasta el Getsemaní y el Gólgota. Y todos los sufrimientos que pueden venir de fuera son nada en comparación con la noche del alma, cuando la luz divina ha desaparecido y ya no oímos la voz del Señor. Los que están realmente unidos a Cristo permanecen inquebrantables, aun cuando en la oscuridad de la noche experimentan personalmente la lejanía y el abandono de Dios. Digamos, pues, hágase tu voluntad también y precisamente en la noche más oscura.
21.- Heme aquí, vengo a hacer tu voluntad. (26 dic 2018).
Nos arrodillamos una vez más ante el pesebre. Muy cerca del Salvador recién nacido, encontramos a san Esteban. ¿Quién es lo que le ha valido este lugar de honor a aquel que ha sido el primero en dar testimonio del Crucificado con su sangre?
Con su ardor juvenil ha llevado a cabo eso que el Señor ha declarado al entrar en el mundo: Me has dado un cuerpo. Heme aquí, vengo a hacer tu voluntad. Ha practicado la perfecta obediencia que hunde sus raíces en el amor y se exterioriza en el amor. Ha seguido los pasos del Señor en lo que, según la naturaleza, es posiblemente lo más difícil para el corazón humano, tanto que llega a parecer imposible: igual que el Salvador, ha observado el mandamiento del amor a los enemigos. El Niño en el pesebre, que ha venido para hacer la voluntad del Padre hasta la muerte en cruz, en espíritu ve ante sí a todos los que le seguirán por este camino. Ama a este joven al que esperará para colocarlo un día muy cerca de su Padre, con una palma en la mano. Su manita nos lo señala ya como modelo, como si nos dijera: "Mirad el oro que espero de vosotros".
22.- Caminaba con ellos. (24 abr 2019).
El mismo Salvador, a quién la Palabra de la Escritura nos pone ante nuestros ojos en su humanidad, mostrándonos que recorrió todos los caminos sobre la tierra, habita entre nosotros escondido bajo la apariencia del Pan eucarístico, viene a nosotros todos los días como Pan de vida.
En estos dos aspectos se hace próximo a nosotros, y bajo estos dos aspectos desea ser buscado y encontrado por nosotros. El uno llama al otro. Cuando con los ojos de la fe vemos al Salvador delante de nosotros, tal como nos lo describe la Escritura, entonces crece nuestro deseo de acogerle en el Pan de vida. El Pan eucarístico, a su vez, aviva nuestro deseo de conocer cada vez más profundamente al Señor a partir de la palabra de la Escritura, y da fuerzas a nuestro espíritu para que le comprendamos mejor.
23.- El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. (10 may 2019).
El camino que conduce a la vida interior y a los coros de los espíritus bienaventurados cantando el eterno Sanctus es Cristo. Su sangre es la cortina del Templo a través de la cual penetramos en el Santo de los santos de la vida divina. Por el bautismo y el sacramento de la penitencia nos purifica del pecado, abre nuestros ojos a la luz eterna, abre nuestros oídos para percibir la palabra divina, abre nuestros labios para entonar el canto de alabanza, para orar la plegaria de reconciliación de petición, de acción de gracias; y todas estas plegarias no son otra cosa que formas diversas de la única y misma adoración.
Mas, por encima de todo, la persona de Cristo es el sacramento que hace de todos nosotros los miembros de su cuerpo. Participando en el sacrificio y la comida sagrada, siendo alimentados con el cuerpo y la comida sagrada, siendo alimentados con el cuerpo y la sangre de Jesús nosotros mismos llegamos a ser su cuerpo y su sangre. Y es solamente cuando llegamos a ser miembros de su cuerpo, y en la medida en que lo somos de verdad, que su Espíritu puede vivificarnos y reinar en nosotros. En tanto que miembros de su cuerpo, animados por su mismo Espíritu, nos ofrecemos nosotros mismos en sacrificio "por él, con él y en él" y unimos nuestras voces a la acción de gracias eterna.
24.-Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos (22 may 2019).
La concepción sobre la Iglesia más accesible al espíritu humano es la de una comunidad de creyentes. Cualquiera que cree en Jesucristo, en su evangelio y espera el cumplimiento de sus promesas, cualquiera que está unido a él por un sentimiento de amor y obedece sus mandamientos debe estar unido a todos los que comparten el mismo espíritu por una profunda comunión espiritual y por un verdadero afecto. Los que siguieron al Señor durante su estancia en la tierra fueron los primeros brotes de la comunidad cristiana; son ellos los que la difundieron y transmitieron las riquezas de la fe que les dio cohesión, como herencia a los tiempos que les siguieron hasta nuestros días.
Incluso una comunidad humana natural puede llegar a ser mucho más que una simple asociación de individuos distintos, puesto que puede haber una unión estrecha que llegue a crear una unidad orgánica; y esto es todavía más fuerte y más verdadero tratándose de la comunidad sobrenatural de la Iglesia. Este acto de unión con Cristo comporta un acercamiento, miembro a miembro, entre todos los cristianos. Es así que la Iglesia toma la figura del cuerpo místico de Cristo. Este cuerpo es un cuerpo vivo y el espíritu que lo anima es el Espíritu de Cristo que, partiendo la cabeza, fluye hacia todos los miembros.
25.-Dichoso el hombre que pone su gozo en la ley del Señor, meditándola día y noche. (23 ago 2019).
¿Qué es lo que se entiende por la ley del Señor? El salmo 119 está impregnado del deseo de conocer la ley y de dejarse conducir por ella a lo largo de la vida. El salmista pensaba entonces en la ley de la Antigua Alianza. Su conocimiento exigía, efectivamente, una larga vida de estudio; y su cumplimiento, toda una vida de esfuerzo de la voluntad. Pero del yugo de esta ley Cristo nos ha liberado. Como ley de la Nueva Alianza podemos contemplar el gran mandamiento del amor, sobre el cual Cristo dice que en él se encierra toda la ley y los profetas: el amor perfecto a Dios y al prójimo es un objeto digno de meditación para toda la vida.
Pero aún mejor interpretamos a Cristo mismo como la ley de la Nueva Alianza, ya que él nos ha dado ejemplo con su vida de cómo debemos vivir nosotros. Así cumplimos nuestra regla cuando tenemos constantemente frente a nosotros la imagen del Señor, para asemejarnos a él. El evangelio es un libro que nunca podemos estudiar lo suficientemente a fondo. Pero no solo encontramos al Salvador en los relatos testimoniales de su vida. Está presente entre nosotros en el Santísimo Sacramento, y las horas de adoración frente a la Bondad suprema, estar a la escucha de la voz del Dios eucarístico, es meditar la ley del Señor y velar en oración.
26.-Señor, que vea. (18 nov 2019).
A menudo parecía que mis fuerzas me querían abandonar. Más todavía, desesperaba de no ver la luz.
Pero entonces, cuando mi corazón estaba sumido en el dolor, una estrella brillante se levantó en mi interior.
Me conducía, yo la seguía, en un primer momento dudando, luego con toda seguridad...
Tenía que disimular lo que vivía en el más profundo hondón de mi alma; ahora lo puedo proclamar en voz alta: "creo, confieso"...
Señor, ¿es posible que se pueda renacer a una vida nueva después de haber pasado ya la mitad de mis años? Tú lo dices, y en mí se ha verificado tu palabra.
El peso de una larga vida de faltas y sufrimientos ha caído de mis hombros.
Ningún corazón es capaz de comprender lo que tú reservas para los que te aman.
Ahora que te he alcanzado, ya no te dejaré. Sea cual fuere el camino que tome mi vida, tú estás conmigo. Nada me podrá ya separar de tu amor.
27.-Dejando a su padre en la barca, se marcharon con él. (13 ene 2020)
Quien se deja conducir como un niño por el camino de la obediencia, alcanzará el reino de los cielos prometido a los que se hacen como ellos. La obediencia condujo a la mujer de estirpe real, desde la casa de David a la humilde casita del pobre carpintero de Nazaret. Él mismo condujo a las dos personas más santas fuera del seguro cercado de este modesto hogar, para llevarles por caminos campestres, y en el establo de Belén colocó al Hijo de Dios en un pesebre.
En pobreza elegida libremente, el Salvador y su Madre recorrieron los caminos de Judea y Galilea, viviendo de las limosnas de los creyentes. Desnudo y sin nada colgaba el Señor en la cruz, y dejó el cuidado de su Madre en manos del discípulo amado. Por eso él exige la pobreza a los que quieren seguirlo. El corazón del hombre tiene que estar libre de toda atadura a los bienes terrenales, de la preocupación por ellos, de su dependencia y de las ansias de poseerlos si quiere pertenecer totalmente al divino Esposo.
28.-Tu Padre ve lo que haces en secreto. (17 jun 2020)
No se trata de concebir la oración interior como libre de todas las formas tradicionales, como si fuera una piedad simplemente subjetiva y en oposición a la liturgia, que sería la oración objetiva de la Iglesia. Toda verdadera oración es oración de la Iglesia; a través de toda verdadera oración pasa algo en la Iglesia y es la misma Iglesia la que ora porque es el Espíritu Santo quien, viviendo en ella y en cada alma de manera única, intercede por nosotros con gemidos inefables. Y esa es, precisamente, la verdadera oración, porque, sin el Espíritu Santo, nadie es capaz de decir "Jesús es Señor". ¿Qué sería la oración de la Iglesia si no fuera la ofrenda de aquellos que, ardiendo en amor, se dan a Dios que es amor?
El don de sí a Dios, por amor y sin límites, y el don divino que se nos da a cambio, la unión plena y constante, es la más alta elevación del corazón a la que podemos llegar, el grado más alto de oración. Las almas que han llegado a ella son, en verdad, el corazón de la Iglesia; vive en ellas el amor de Jesús, gran sacerdote. Escondidas con Cristo en Dios, hacen llegar a otros corazones el amor divino del cual están llenas y colaboran, así, en Jesús, a la unidad perfecta de todos en Dios, que fue y es el deseo más grande de Jesús.
29.-Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz y me siga. (28 jun 2020)
El Salvador no está solo en el camino de la cruz y no solo hay enemigos que le acosan, sino también hay hombres que le apoyan: como modelo de los seguidores de la cruz de todos los tiempos, tenemos a la Madre de Dios; como tipo de aquellos que asumen el peso del sufrimiento impuesto y, soportándolo, reciben su bendición, tenemos a Simón de Cirene; como representante de aquellos que aman y se sienten impulsados a servir al Señor, está Verónica.
Cualquiera que a lo largo del tiempo haya aceptado un duro destino en memoria del Salvador sufriente, o haya asumido libremente sobre sí la expiación del pecado, ha expiado algo del inmenso peso de la culpa de la humanidad y ha ayudado con ello al Señor a llevar esta carga; o mejor dicho, es Cristo-Cabeza quien expía el pecado en estos miembros de su cuerpo místico que se ponen a disposición de su obra de redención en cuerpo y alma. Podemos suponer que ver a estos fieles que le seguirían en el camino del dolor fortaleció al Salvador en la noche del monte de los Olivos. Y la dureza de estos portadores de la cruz viene en su ayuda después de cada caída. Los amantes de la cruz que él suscitó y que suscitará en la historia cambiante de la Iglesia militante son sus aliados en el tiempo final. A ello hemos sido llamados también nosotros.
30.- Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra. (05 jul 2020)
Cuando Jesús tomó el cáliz, dio gracias; aquí podemos pensar en las palabras de bendición que están contenidas en una acción de gracias al Creador. También sabemos que Cristo acostumbraba a dar gracias cuando, frente a un milagro, elevaba los ojos al cielo. Daba gracias al Padre porque sabía que le escuchaba. Cristo da gracias por la fuerza divina que lleva en sí mismo y a través de la cual puede presentar a los ojos de los hombres el poder infinito del Creador. Da gracias por la obra de salvación que ha venido a realizar, y también a través de ella, que en sí misma es glorificación de la divinidad trinitaria, porque por esa obra de salvación se renueva y embellece la imagen y semejanza divina de la creación que había sido deformada por el pecado.
De esta manera, podemos interpretar la ofrenda perpetua de Cristo -en la cruz, en la Eucaristía y en la gloria eterna del cielo- como una única acción de gracias al Creador, como una acción de gracias por la creación, la salvación y el desenlace final. Cristo se ofrece a sí mismo en nombre del mundo creado, cuyo modelo es él mismo y al cual ha descendido para transformarlo desde dentro y para conducirlo a la perfección. Él invita también a toda la creación a unírsele en el ofrecimiento de acción de gracias debido al Creador.
31.- Mi madre y mis hermanos. (22 sep 2020)
A pesar de la unidad real existente entre la cabeza y el cuerpo, la Iglesia está al lado de Cristo como una persona independiente. Cristo, en tanto que Hijo del Padre eterno, vivía ya antes del comienzo del tiempo y es anterior a toda existencia humana. Después, por el acto de la creación, la humanidad vivía antes de que Cristo tomara su naturaleza y se integrara a ella. Pero por su encarnación, le trajo su vida divina; por su obra de redención la hizo capaz de recibir la gracia de tal manera que la recreó una segunda vez... La Iglesia es la humanidad rescatada, creada nuevamente de la misma sustancia de Cristo.
La célula primitiva de esta humanidad rescatada es María; es en ella donde se llevó a cabo por primera vez la purificación y la santificación por Cristo, ella es la primera que quedó llena del Espíritu Santo. Antes de que el Hijo de Dios naciera de la Virgen santa, creó a esta Virgen llena de gracia y, en ella y con ella, a la Iglesia. Toda alma purificada por el bautismo y elevada al estado de gracia es, por esta misma razón, creada por Cristo y nacida para Cristo. Pero es creada en la Iglesia y nace por la Iglesia. Así la Iglesia es la madre de todos aquellos a quienes está dirigida la redención. Y lo es por su unión íntima con Cristo, y porque permanece a su lado en calidad de Esposa de Cristo para colaborar en su obra de redención.
32.- Obedientes al Padre, siguiendo al Hijo. (27 sep 2020)
¡Que se haga tu voluntad! En esto ha consistido toda la vida del Salvador. Vino al mundo para cumplir la voluntad del Padre, no solo con el fin de expiar el pecado de desobediencia por su obediencia, sino también para reconducir a los hombres hacia su vocación en el camino de la obediencia. Si el hombre acepta la voluntad participar libremente en la culminación de la creación. Si se niega, la criatura libre pierde su libertad. La voluntad del hombre sigue teniendo libre albedrío, pero se deja seducir por las cosas de este mundo que le atraen en una dirección que la aleja fe la plenitud de su naturaleza. Además de la libertad original, pierde la seguridad de su resolución. Se vuelve cambiante e indecisa, desgarrada por las dudas y los escrúpulos, o endurecida en su error.
Frente a esto, no hay otro remedio que el camino de seguir a Cristo, el Hijo del hombre, que no solo obedecía directamente al Padre del cielo, sino que se sometió también a los hombres que representaban la voluntad del Padre. La obediencia tal como Dios quería nos libera de la esclavitud que nos causan las cosas creadas y nos devuelve a la libertad. Así obra también el camino hacia la pureza de corazón.
33.- Los Santos Inocentes, pobres como Cristo pobre (28 dic 2020).
No muy lejos del primer mártir [Esteban] se encuentran las flores martyrum, las tiernas flores que fueron arrancadas antes de que pudieran ofrecerse como víctimas. La piedad popular ha creído siempre que la gracia se adelantó al proceso natural y concedió a los niños inocentes la comprensión de lo que sucedería con ellos para hacerles capaces de entregarse libremente y asegurarse así el premio de los mártires. Sin embargo, ni aun así pueden equipararse al confesor consciente que con heroísmo se compromete en la causa de Cristo. Ellos se asemejan más bien a los corderos que, en su indefensa inocencia, son llevados al matadero.
De este modo, son la imagen de la pobreza más extrema. No poseen más riqueza que su vida. Y esta también se les quita, sin que ellos opongan resistencia. Ellos rodean el pesebre para indicarnos cuál es la mirra que hemos de ofrecer al Niño Dios: quien quiera pertenecerle totalmente tiene que entregarse a él sin reservas y abandonarse a la voluntad divina como esos niños.