SAN VICENTE DE LERINS

09.09.2021

1.- ¿Y no acabáis de entender? (19 feb 2019).

La religión, que es cosa de las almas, tiene que imitar la estructura de los cuerpos: los cuales, si bien con el proceso de los años desarrollan y desenvuelven sus posibilidades orgánicas, siguen siendo los mismos que eran. Hay una gran diferencia entre la flor de la niñez y la madurez de la vejez; pero quienes alcanzan la senectud son los mismos que antes fueron adolescentes.

Del mismo modo, el dogma en la religión cristiana tiene que seguir estas leyes del desarrollo, a fin de que se consolide efectivamente con los años, se dilate en el tiempo y se vuelva más sublime con la transición de las edades. Nuestros padres sembraron desde antiguo en este campo de la Iglesia la semilla del trigo de la fe: sería una iniquidad y una incoherencia que nosotros sus descendientes sustituyéramos ahora la auténtica verdad de aquel trigo por el error de la cizaña. Por el contrario, es recto y consecuente que, puesto que lo primero y lo último no pueden contradecirse entre sí, recojamos del trigo que se sembró una cosecha dogmática de trigo. Y que siempre que se desarrolle con el tiempo algo de aquella simiente primordial, se celebre y se coseche. 

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