SAN TEOFILO DE ANTIOQUÍA

09.09.2021

1.- Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios.(19 feb 2020)

El alma del hombre tiene que ser pura, como un espejo brillante. Cuando en el espejo se produce el orín, no se puede ver el rostro de una persona. De la misma manera, cuando el pecado está en el hombre, el hombre ya no puede contemplar a Dios. Pero puede sanar si quieres. Ponte en manos del médico, y él punzará los ojos de tu alma y de tu corazón. ¿Qué médico es este? Dios que sana y vivifica mediante su palabra y su sabiduría. Pues por medio de la palabra y de la sabiduría se hizo todo. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos. Su sabiduría está por encima de todo. Dios, con su sabiduría puso el fundamento de la tierra; con su inteligencia, preparó los cielos.

Si entiendes todo esto y vives pura, santa y justamente, podrás ver a Dios; pero la fe y el temor a Dios han de tener absoluta preferencia en tu corazón, y entonces entenderás todo esto. Cuando te despojes de lo mortal y te revistas de inmortalidad, entonces verás a Dios de manera digna. Dios hará que tu carne sea inmortal, veras al que es inmortal, con tal de que ahora creas en él.

2.- Por causa de él, se produjo una división entre la gente.(28 mar 2020)

Con los ojos del cuerpo observamos lo que sucede a nuestro alrededor, en la vida y en la tierra. Del mismo modo sucede con lo que percibe el oído: sonidos graves, agradables. Pero, también tenemos los oídos del corazón y los ojos del alma con los que podemos percibir a Dios. En efecto Dios se da a conocer a los que pueden ver, una vez abiertos los ojos de sus almas.

Todos tenemos ojos físicos, pero algunos los tienen como velados y no ven la luz del sol. Si los ciegos no ven, no es porque la luz del sol no brille. Del mismo modo te ocurre a ti: los ojos de tu alma están velados por tus faltas y malas acciones. Pero, si quieres, puedes quedar sano. Confíate al Médico, que te operará los ojos de tu alma y de tu corazón, a Dios, quien cura y vivifica por su Palabra y su sabiduría. Si tú entiendes esto y si tu vida es pura, piadosa y justa, podrás ver a Dios. Que la fe y el temor de Dios entren primero en tu corazón y entonces comprenderás esto. Cuando te hayas despojado de la condición mortal y revestido de l inmortalidad, entonces verás a Dios. Este Dios resucitará tu carne al mismo tiempo que tu alma. Y entonces, llegado a la inmortalidad, verás a Dios inmortal, a condición de que hayas creído en él en este mundo.  

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