SAN ROBERTO BELARMINO

01.09.2021

1.- A partir de entonces, decidieron darle muerte. (12 Abr 2014).

Señor, todo esto que tú nos enseñas podría parecernos muy difícil si hubieras hablado desde una tribuna; pero desde que nos enseñas más por el ejemplo que por la palabra, tú que eres Señor y Maestro, ¿cómo nos atreveremos a decir lo contrario? Lo que dices es perfectamente cierto; lo que ordenas, perfectamente justo. Esta cruz desde donde hablas da testimonio. Esta sangre que fluye también da testimonio: grita con todas sus fuerzas. Y, finalmente, incluso la muerte: si ha podido rasgar el velo del templo a distancia y la separación de las piedras más consistentes, ¿qué no hará por sí misma y más aún por el corazón de los creyentes?

Señor, queremos devolverte amor por amor; y si el deseo de seguirte no procede todavía de nuestro amor por ti porque es muy débil, por lo menos que nuestro amor provenga de tu amor. Si nos atraes hacia ti, nosotros correremos tras el olor de tus perfumes: nosotros no deseamos solamente amarte, te seguimos, y estamos decididos a despreciar este mundo puesto que vemos que tú, nuestro Señor, no te has dejado cautivar por los placeres de esta vida. Te hemos visto enfrentar la muerte no en una cama, sino sobre el madero de ajusticiado; y, aunque eres rey, no quisiste tener otro trono que este patíbulo. Atraídos por tu ejemplo de Rey sabio, rechazamos la llamada de este mundo y sus lujos y, tomando tu cruz sobre nuestros hombros, nos proponemos seguirte sólo a ti. Danos la ayuda necesaria.

2.- ¿Cuál es el gran mandamiento? (26 oct 2014).

¿Qué es, el Señor, lo que mandas a tus siervos? Cargad con mi yugo. ¿Y cómo es este yugo tuyo? Mi yugo es llevadero y mi carga, ligera? ¿Quién no llevará de buena gana un yugo que no oprime, sino que anima; una carga que no pesa, sino que reconforta? Con razón añades: Y encontraréis vuestro descanso. ¿Y cuál es este yugo tuyo que no fatiga, sino que da reposo? Por supuesto aquel mandamiento, el primero y el más grande: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. ¿Qué hay más fácil, más agradable, más dulce que amar la bondad, la belleza y el amor, siendo todo esto tú, Señor Dios mío?

En verdad es muy grande el premio que proporciona la observancia de tus mandamientos. Y no sólo aquel mandamiento el primero y el más grande, es provechoso para el hombre que lo cumple: también los demás mandamientos de Dios perfeccionan al que los cumple, lo embellecen, lo instruyen, lo ilustran, lo hacen, en definitiva, bueno y feliz. Por eso, si juzgas rectamente, comprenderás que has sido creado para la gloria de Dios y para tu eterna salvación; comprenderás que éste es tu fin, que éste es el objeto de tu alma, el tesoro de tu corazón. Si llegas a ese fin, serás dichoso; si no lo alcanzas, serás desdichado. 

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