SAN PABLO VI
1.- La
lámpara sobre el candelero. (30
ene 2014).
El fervor de los grandes predicadores y evangelizadores cuya vida se entregó al apostolado inspira nuestra llamada a evangelizar hoy. Ellos supieron sobrepasar muchos obstáculos a la evangelización; también nuestra época conoce numerosos obstáculos entre los cuales nos limitamos a mencionar la falta de fervor. Tanto más grave porque viene de dentro, se manifiesta en el cansancio y desencanto, la rutina y el desinterés y sobre todo la falta de gozo y esperanza. Exhortamos, pues, a los que, por cualquier título o escalafón, tienen la tarea de evangelizar que alimenten en ellos el fervor de espíritu.
Conservemos el fervor de espíritu. Mantengamos el dulce y reconfortante gozo de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Que para nosotros sea un impulso interior que nunca nadie ni nada pueda apagar. Que sea el gran gozo de nuestras vidas entregadas. Y que el mundo de nuestro tiempo, que busca tan pronto en la angustia, tan pronto en la esperanza, pueda recibir la Buena Noticia, no de evangelizadores tristes y descorazonados, impacientes o ansiosos, sino de ministros del Evangelio cuya vida irradia fervor, que son ellos mismos los primeros en recibir el gozo de Cristo, y aceptan poner en juego su vida para que el reino sea anunciado y la Iglesia implantada en el corazón del mundo.
2.- San Cirilo y el alfabeto cirílico. (14 feb 2014).
Nos sentimos muy dichosos por el hecho de poder conmemorar al gran Cirilo, quien, con su hermano Metodio, es honorado como apóstol de los eslavos y fundador de la literatura eslava. Cirilo fue un gran apóstol que supo llevar a cabo, de forma destacada, el equilibrio entre las exigencias de la unidad y la legítima diversidad. Para ello, se apoyó sobre un principio tradicional e inmutable: la Iglesia respeta y asume todas las virtualidades, todos los recursos, todas las formas de vida de los pueblos, a los cuales anuncia el Evangelio del Señor, purificándolas, fortificándolas, elevándolas. Es así como los santos Cirilo y Metodio pudieron hacer que la revelación de Cristo, la vida litúrgica y la vida espiritual de los cristianos se encontraran "en su propia casa" dentro de la cultura y la vida de los grandes pueblos eslavos.
Pero ¡cuantos esfuerzos ha tenido que hacer Cirilo para ser capaz de llevar a cabo una obra de tal magnitud! Su penetración de la lengua y la cultura de los pueblos eslavos fueron el fruto de largos y perseverantes estudios, de una continua abnegación, llevados a cabo por un genio poco común que supo dar el primer alfabeto a esa lengua y a esa cultura. Que san Cirilo, el hombre de la tradición, permanezca siempre como ejemplo para los hombres de nuestros días en sus esfuerzos por adaptarse a los cambios que se producen, y nos inspire en nuestros esfuerzos para la concordia y la paz entre los pueblos de diversas culturas y tradiciones.
3.- La sal de la penitencia. (27 feb 2014).
Todo cristiano debe seguir al Maestro, renunciando a sí mismo, llevando su cruz y participando en los sufrimientos de Cristo. Así transfigurado a imagen de su muerte, se vuelve capaz de meditar la gloria de la resurrección. Igualmente seguirá a su Maestro no viviendo ya más para sí, sino por aquel que le amó y se entregó a sí mismo tanto por él como por sus hermanos, completando en su carne lo que falta a los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo, que es la Iglesia.
Además, estando la Iglesia íntimamente unida a Cristo, la penitencia de cada cristiano tiene igualmente una relación propia e íntima con toda la comunidad eclesial. En efecto, no es tan sólo a través del bautismo en el seno de la Iglesia como recibe el don fundamental de la metanoia, es decir, del cambio y renovación del hombre entero, sino que este don es restaurado y reafirmado por el sacramento de lo penitencia en los miembros del Cuerpo de Cristo que han caído en pecado. "Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen el perdón de la ofensa hecha a Dios por la misericordia de éste, y al mismo tiempo se reconcilian con la iglesia, a la que, pecando, ofendieron, la cual, con caridad, con ejemplos y con oraciones, les ayuda en su conversión" (Lumen Pentium 11). Es, en fin, en la Iglesia, donde la pequeña obra de penitencia que se impone a cada penitente en el sacramento participa, de manera especial, en la expiación infinita de Cristo.
4.- Se volvieron a galilea, a su ciudad de Nazaret. (30 dic 2014).
Nazaret es la escuela donde empieza a entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de su evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde, y encantadora manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso, quizá de una manera insensible, a imitar esta vida ¡Cómo quisiéramos ser otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret!
¡Cómo quisiéramos volver a empezar junto a María nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más alta sabiduría de la verdad divina!
Su primera lección es el silencio. Cómo desearíamos que renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros, que estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas voces de nuestra ruidosa y agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones y la doctrina de los verdaderos maestros: enséñanos la necesidad y el valor de una conveniente formación, del estudio, de la meditación, de una vida interior intensa, de la oración personal que sólo Dios ve.

5.- Os digo esto para que mi alegría esté en vosotros. (10 may 2015).
Desde hace veinte siglos, la fuente de alegría no ha cesado de manar en la Iglesia y especialmente en el corazón de los santos. En la vida de los hijos de la Iglesia, esta participación en la alegría del Señor es inseparable de la celebración del misterio eucarístico, en donde comen y beben su Cuerpo y su Sangre. Así sustentados, como los caminantes, en el camino de la eternidad, reciben ya sacramentalmente las primicias de la alegría escatológica.
Puesta en esta perspectiva, la alegría amplía y profunda derramada ya en la tierra dentro del corazón de los verdaderos fieles no puede menos de revelarse como diffusivum sui, lo mismo que la vida y el amor de los que es un síntoma gozoso. La alegría es el resultado de una comunión-divina cada vez más universal. De ninguna manera podría incitar a quien la gusta a una actitud de repliegue sobre sí mismo. Procura al corazón una apertura católica hacia el mundo de los hombres, al mismo tiempo que los que los hiere con la nostalgia de los bienes eternos. Los hace encaminarse con premura hacia la consumación celestial de las Bodas del Cordero.
6.- La paz esté con vosotros. (31 mar 2016).
Fijémonos en el saludo inesperado, tres veces repetido por Jesús resucitado cuando se apareció a sus discípulos, reunidos en la sala ala por miedo a los judíos: Paz a vosotros. He aquí un saludo que resonaba en Navidad: Paz en la tierra, un saludo bíblico ya anunciado como promesa efectiva del reino mesiánico. Pero ahora es comunicado como una realidad que toma cuerpo en este primer núcleo de la Iglesia naciente: la paz de Cristo victorioso sobre la muerte y sobre las causas próximas y remotas que tienen como terrible efecto la muerte.
Jesús resucitado anuncia, pues, y funda la paz en el alma descarriada de sus discípulos. Es la paz del Señor, entendida en su sentido primero, personal, interior, aquella que Pablo enumera entre los frutos del Espíritu, después de la caridad y el gozo, y que se funde con ellos. ¿Qué hay de mejor para un hombre consciente y honrado? La paz de la conciencia ¿no es el mejor consuelo que podamos encontrar? La paz del corazón es la felicidad auténtica. Ayuda a ser fuerte en la adversidad, mantiene la nobleza y la libertad de la persona, incluso en las situaciones más graves, es la tabla de salvación, la esperanza en los momentos en que la desesperación parece vencernos. Es el primer don del resucitado, el sacramento de un perdón que resucita.
7.- La juventud perenne de la Iglesia. (14 may 2016).
Hoy fijamos nuestro pensamiento en un aspecto propio de Pentecostés: la animación sobrenatural producida por la efusión del Espíritu Santo en el cuerpo visible, social y humano de los discípulos de Cristo. Este efecto es la perenne juventud de la Iglesia está bajo los influjos del tiempo, está encerrada, sepultada en la muerte; pero esta realidad no suspende ni interrumpe el testimonio de la Iglesia en la historia a lo largo de los siglos. Jesús lo anunció y lo prometió: Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.
Uno puede objetar en seguida, como tanta gente de hoy día: Quizá sí, la Iglesia es permanente, ya que existe desde hace dos mil años, pero, justamente por ser tan antigua, está envejecida. Para los espíritus abiertos a la verdad, sin embargo, bastaría con decir que esta perennidad de la Iglesia es sinónimo de juventud. Es obra del Señor y es realmente admirable. La Iglesia es joven. El secreto de su juventud es su persistencia inalterable en el tiempo. El tiempo no hace envejecer a la Iglesia, la hace crecer, la estimula hacia la vida y la plenitud. Ciertamente, todos sus miembros mueren como todos los mortales, pero la Iglesia, como tal, no sólo tiene un principio invencible de inmortalidad más allá de la historia, sino que posee también una fuerza incalculable de renovación.
8.- Zaqueo quería ver Jesús. (30 oct 2016).
Hoy en día los hombres tienden a no buscar a Dios. Lo buscan todo, menos a Dios. Dios ha muerto, dicen. Pero Dios no murió; para tantos hombres de hoy, está perdido. ¿Entonces, no valdría la pena buscarlo? Lo buscamos todo: lo que es nuevo y lo que es antiguo; lo que es difícil y lo que es inútil; lo que es bueno y lo que es malo. Podríamos decir que esta búsqueda es lo que caracteriza la vida moderna. ¿Por qué no buscar a Dios? ¿No es un "valor" que merece nuestra búsqueda? ¿No es una realidad que requiere un conocimiento mejor que el puramente nominal de uso general?
¿No es mejor que la de ciertas expresiones religiosas supersticiosas y extravagantes que debemos o bien rechazar porque son falsas o bien purificar porque son imperfectas? ¿Dios no es acaso, como se dice, un "problema" que nos interesa personalmente, que pone en juego nuestro pensamiento, nuestra conciencia, nuestro destino, e inevitablemente un día tendremos un encuentro personal con él? ¿Y no será que Dios se ha escondido para que tengamos que buscarlo por un camino apasionante que para nosotros es decisivo? ¿Y si es el mismo Dios el que nos busca?

9.- Desdichadamente, esto está escondido a tus ojos. (17 nov 2016).
Es del todo evidente que ninguna ciudad de aquí abajo constituye el término de nuestro peregrinar en el tiempo. Dicho término está escondido en el más allá, en el corazón del misterio de Dios que todavía es invisible para nosotros; porque nuestro caminar es todavía en fe, no en la clara visión, y no se nos ha manifestado todavía lo que seremos. La nueva Jerusalén, de la cual somos ya ciudadanos e hijos, desciende de arriba, de junto a Dios. Todavía no hemos podido contemplar el esplendor de esta única ciudad definitiva, más que como en un espejo, de manera confusa, manteniendo firme la palabra de los profetas. Pero ya desde ahora somos ciudadanos de ella, o estamos invitados a serlo; todo el peregrinar espiritual recibe su sentido interior de este último destino.
Esta es la Jerusalén que han celebrado los salmistas. El mismo Jesús, y María, su madre, han cantado en esta tierra los cánticos de Sión al subir a Jerusalén: Belleza perfecta, alegría de toda la tierra. Pero desde ahora la Jerusalén de arriba recibe todo su atractivo solo de Cristo, es hacia él que hacemos un camino interior.
10.- Vosotros lo conocéis (21 may 2017). porque permanece en vosotros.
Para los que quieren captar las ondas sobrenaturales del Espíritu Santo, hay una regla, una exigencia que se impone de modo ordinario: la vida interior. Dentro del alma es donde uno se encuentra con este huésped indecible: "dulce huésped del alma", dice el maravilloso himno litúrgico de Pentecostés. El hombre se hace templo del Espíritu Santo, nos repite san Pablo. El hombre de hoy, y también el cristiano muy a menudo, incluso los que están consagrados a Dios, tienden a secularizarse. Pero no podrá, jamás deberá olvidar esta exigencia fundamental de la vida interior si quiere que su vida sea cristiana y esté animada por el Espíritu Santo. El silencio interior es necesario para oír la palabra de Dios, para sentir su presencia, para oír la llamada de Dios.
Hoy nuestro espíritu está demasiado volcado hacia el exterior; no sabemos meditar, no sabemos orar; no sabemos acallar todo el ruido que hacen en nosotros los intereses exteriores, las imágines, los humores. No hay en el corazón un espacio tranquilo y consagrado para recibir el fuego de Pentecostés... La conclusión es clara: hay que darle a la vida interior un sitio en el programa de nuestra ajetreada vida; un sitio privilegiado, silencioso y puro; debemos encontrarnos a nosotros mismos para que pueda vivir en nosotros el Espíritu vivificante y santificante.
11.- Dios creó al hombre a su imagen... hombre y mujer los creó. (16 jun 2017).
La dualidad de sexos ha sido querida por Dios, para que juntos el hombre y la mujer sean imagen de Dios, y como él, fuente de vida: Creced y multiplicaos, llenad la tierra y dominadla. Una lectura atenta de los Profetas, de los libros sapienciales, del Nuevo Testamento, nos muestra la significación de esta realidad fundamental, y nos enseña a no reducirla al deseo físico, sino a descubrir en ella el carácter complementario de los valores del hombre y de la mujer, la grandeza y las debilidades del amor conyugal, su fecundidad y su apertura al misterio del designio de amor de Dios. Esta enseñanza conserva hoy día todo su valor y nos defiende contra las tentaciones de un erotismo destructor...
Muchas parejas han encontrado realmente en su vida conyugal el camino de la santidad, en esta comunidad de vida que es la única que puede fundarse sobre un sacramento. La regeneración bautismal obra del Espíritu Santo nos convierte en criaturas nuevas, llamadas a vivir una vida nueva. Esta gran empresa de renovación de todas las cosas en Cristo, el matrimonio, también él, purificado y renovado, es una realidad nueva, un sacramento de la nueva alianza. Pero, mientras que el de Adán y Eva fue la fuente del mal que se ha desencadenado en el mundo, el de José y María es la cima de donde desciende la santidad por toda la tierra.