SAN MAXIMILIANO  MARIA KOLBE

01.09.2021

1.- Tened encendidas las lámparas. (9 ene 2018)

¿Qué hay que hacer para vencer la debilidad del alma? Para ello hay dos medios: La oración y el desprendimiento de sí. El Señor Jesús nos recomienda velar. Es preciso velar si queremos que nuestro corazón sea puro, pero hay que hacerlo en paz para que nuestro corazón quede afectado. Porque puede estar afectado por cosas buenas o por cosas malas, interior o exteriormente. Así pues, es preciso velar.

Habitualmente, la inspiración de dios es una gracia discreta: no debemos rechazarla; sí, nuestro corazón no está atento, la gracia se retira. La inspiración divina es muy precisa; igual que el escritor dirige su pluma, así la gracia de Dios dirige al alma. Intentemos, pues llegar a un mayor recogimiento interior.

El Señor quiere que deseemos amarle. El alma que permanece en vela se da cuenta cuando cae y que, por sí sola, no puede evitar caer; por eso siente necesidad de la oración. La súplica está fundada sobre la certeza de que, por nosotros mismos, nada podemos hacer, pero que Dios lo puede todo. La oración es necesaria para obtener luz y fuerza.

2.- Mi madre y mis hermanos son los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (09 abr 2018).

Dios, en sus obras, se sirve de instrumentos. Dios, que nos ha dado una voluntad libre, quiere que le sirvamos libremente como instrumentos, poniendo nuestra voluntad a disposición de la suya, igual que la Madre Santísima cuando dijo: Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra. La palabra "hágase" tiene que estar siempre en nuestros labios porque entre la voluntad de la Inmaculada y la nuestra tiene que haber una armonía perfecta. Entonces ¿qué hay que hacer? ¡Dejémonos conducir sin temor por María!

3.- Ahí tienes a tu madre. (09 jun 2018).

Esforcémonos en amar al Señor con el corazón de la Inmaculada, en recibirlo con su corazón, en alabarle con las actitudes de ella. Es a través de su corazón y de sus actitudes que alabamos al Señor Jesús. Si verdaderamente es ella quien ama y glorifica a Jesús a través de nosotros, es que somos sus instrumentos.

Ella sola nos va a enseñar a amar al Señor Jesús mucho mejor, sin comparación, que todos los libros y todos los maestros. Ella nos enseña a amarle tal como ella le ama. Y todo nuestro esfuerzo debe tender a que sea ella sola, con nuestro corazón, la que ame al Señor Jesús. Solo el alma poseída por el amor de Dios saca de ella todo lo que le estorba. Todo se concentra en el amor de Dios. Y ahora ¡quién ama más a Jesús pobre y crucificado, en el pesebre, que la Madre santísima! Nadie en el mundo, ni entre los ángeles, ama ni ha amado tan ardientemente al Señor Jesús como la Madre de Dios. La Inmaculada es el perfeccionamiento total del amor divino en nuestras almas y el medio para acercarnos al corazón de Jesús.

4.- Su corazón está lejos de mí. (02 sep 2018).

La vida interior es primordial. La vida activa es la consecuencia de la vida interior y no tiene valor más que si depende de ella. Quisiéramos hacerlo todo lo mejor posible, con perfección, pero si la acción no está ligada a la vida interior, no sirve para nada. Todo el valor de nuestra vida y de nuestra actividad depende de la vida interior, la vida del amor de Dios y de la Virgen María, la Inmaculada; no se trata de teorías ni dulzuras, sino de la práctica de un amor que consiste en la unión de nuestra voluntad a la voluntad de la Inmaculada.

Ante todo y por encima de todo, debemos profundizar en la vida interior. Para que se dé verdaderamente la vida espiritual, necesitamos poner medios sobrenaturales. La oración, la oración y solamente la oración es necesaria para mantener la vida interior y su desarrollo; es necesario el recogimiento interior. No nos inquietemos por las cosas sin necesidad, sino, suavemente y con paz, procuremos guardar el recogimiento del espíritu y estar disponibles a la gracia de Dios. A eso nos ayuda el silencio.  

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