SAN LEON MAGNO

31.08.2021

1.- María, Madre de Dios, Madre del Príncipe de la paz. (01 ene 2014).

Entre los tesoros de la generosidad divina, ¿podemos encontrar algo más acorde con la dignidad de la fiesta de Navidad, que la paz proclamada por el canto de los ángeles en el nacimiento del Señor? Es la paz la que engendra hijos de Dios, la que favorece el amor, la que hace nacer la amistad, la que es el descanso de los bienaventurados, la morada de la eternidad. Su obra característica, su particular beneficio es unir a Dios a los que ella separa del mundo. Los que no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino que nacen de Dios deben ofrecer al Padre la voluntad unánime de hijos constructores de la paz. Todos los que por adopción, han llegado a ser miembros de Cristo deben acudir presurosamente y encontrarse junto al Primogénito de la nueva creación, el que ha venido no a hacer su propia voluntad, sino la voluntad del que lo ha enviado. Aquellos a los que la gracia del Padre adopta como herederos no están divididos entre sí, sino que tienen los mismos sentimientos y el mismo amor. Los recreados según la Imagen única deben tener un alma que los asemeje. El nacimiento del Señor Jesús es el nacimiento de la paz, tal como dice san Pablo: Él es nuestra paz.

2.- Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo. (20 dic 2014).

Al retrasar la obre de salvación, Dios nos hizo más capaces de responder a su llamada. No es cierto que Dios haya realizado los acontecimientos de la encarnación cambiando de designio y empujando por una misericordia tardía: desde la creación del mundo, fue decretado para todos un único camino de salvación. Este misterio de amor, que ahora ha llenado el mundo, ya fue poderoso en sus señales de advertencia; quienes en el pasado creyeron en la promesa no se beneficiaron menos que los que han creído en él en el tiempo presente.

Las riquezas de la gracia de Dios han sido derramadas sobre nosotros. Llamados a la eternidad, no sólo contamos con los ejemplos del pasado, sino que hemos visto a la misma verdad de forma visible y corporal. Por lo tanto, debemos celebrar el día del nacimiento del Señor con una ferviente alegría. Gracias a la luz del Espíritu Santo, sabemos reconocer aquello que hemos recibido en él y hemos recibido en nosotros: pues del mismo modo que el Señor Jesús se ha convertido en nuestra carne, nosotros, renaciendo, nos hemos convertido en su cuerpo.

3.- El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz (07 ene 2015).

Abrahán vio este día y se alegró al conocer que sus hijos en la fe serían bendecidos en su descendencia, es decir, es decir, en Cristo, y de lejos contempló la paternidad que, por su fidelidad, se extendería sobre todas las naciones: Dio gloria a Dios totalmente convencido de que las promesas que Dios le había hecho se cumplirían. Es este día también el que David cantó en los salmos: Todos los pueblos vendrán a postrarse en tu presencia, Señor; bendecirán tu nombre. Y en otra parte: El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia.

Nosotros sabemos que todo eso se realizó cuando los magos, llamados de su lejano país, fueron conducidos por una estrella para que conocieran y adoraran el Rey de cielo y tierra. La docilidad de esa estrella nos invita a imitar su obediencia y a hacernos, en lo que nos sea posible, servidores de esa gracia que llama a todos los hombres a Cristo. Quien vive con devoción y castidad en la Iglesia, quien aprecia las realidades de arriba y no las de la tierra, se asemeja a esa luz celeste, en la medida en que mantiene en él el resplandor de una vida santa, como una estrella muestra a los demás el camino que lleva a Dios. Poned cuidado en ello, amados míos, y brillantes en el reino como hijos de la luz.

4.- Convertíos y creed en el evangelio. (25 ene 2015).

Demos gracias a Dios Padre por medio de su Hijo, en el Espíritu Santo, puesto que se apiadó de nosotros a causa de la inmensa misericordia con que nos amó; estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo, para que gracias a él fuésemos una nueva criatura, una nueva creación. Despojémonos, por tanto, del

hombre viejo con todas sus obras y, ya que hemos recibido la participación de la generación de Cristo, renunciemos a las obras de la carne.

Reconoce, cristiano, tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas. Piensa de qué cabeza y de qué cuerpo eres miembro. No olvides que fuiste liberado del poder de las tinieblas y trasladado a la luz y al reino de Dios. Gracias al sacramento del bautismo, te has convertido en templo del Espíritu Santo; no se te ocurra ahuyentar con tus malas acciones a tan noble huésped, ni volver a someterte a la servidumbre del demonio: porque tu precio es la sangre de Cristo.

5.- Entonces sus ojos se abrieron. (8 abr 2015).

En estos días el Señor se junta y acompaña a dos discípulos que iban de camino; y para disipar en nosotros toda tiniebla de duda, reprende la tardanza en creer de estos hombres asustadizos y amedrentados. Sus corazones iluminados reciben la llama de la fe, estaban tibios, y al explicarles el Señor las Escrituras, se vuelven fervorosos. Asimismo se les abren los ojos al sentarse a la mesa y ver al Señor partir el pan.

En medio de estos y otros milagros, como los discípulos temblaban sobrecogidos de temor, el Señor se apareció en medio de ellos y les dijo: la paz sea con vosotros. Para alejar de sus pensamientos la duda, el Salvador demuestra la falsedad de tales cavilaciones mostrándoles las señales de la crucifixión sobre sus manos y pies, de modo que pudiéramos creer, no con fe dudosa, sino a ciencia cierta, que la misma naturaleza que estuvo en el sepulcro había de sentarse juntamente con Dios Padre en su trono. Durante todo este tiempo que transcurre entre la resurrección del Señor y su ascensión, esto es lo que procuró la providencia de Dios, lo que enseñó y metió en los ojos y corazones de los suyos, para que reconociesen al Señor Jesucristo verdaderamente resucitado, que era el mismo que había nacido, padecido y muerto.

6.- Y cuantos le tocaron quedaron salvados. (08 feb 2016).

La pequeñez humana fue asumida por la grandeza de Dios, nuestra debilidad por su fuerza, nuestra condición mortal por la inmortalidad.

Para pagar la deuda de nuestra condición humana, la naturaleza inmutable de Dios se unió a nuestra naturaleza expuesta al sufrimiento. Así para curarnos mejor, el único mediador entre Dios y los hombres, el hombre Jesús debía, por una parte, poder morir y por otra ser inmortal.

Todo esto pertenece a un orden superior. El que es invisible por sí mismo se hizo visible n la carne, haciéndose uno de nosotros. El que sobrepasa todo límite ha querido asumir nuestra limitación. El que existía antes de la creación ha comenzado a existir en el tiempo. Aquel que es el Señor del universo ha adoptado la condición de esclavo, escondiendo la grandeza infinita de su majestad. Dios impasible no desdeñó ser hombre sujeto al sufrimiento, y el inmortal se sometió a las leyes de la muerte. En efecto, el mismo Cristo que es Dios verdadero es también verdaderamente hombre.

7.- La gloria de la cruz. (21 feb 2016).

El Señor descubre su gloria en presencia de testigos escogidos, haciendo resplandecer aquel cuerpo suyo común a todos. En su transfiguración, se trataba, sobre todo, de alejar de los corazones de sus discípulos l escándalo de la cruz, y hacer que la ignominia voluntaria de su muerte no pudiera desconcertarlos. Pero con no menor vista se estaba fundamentando la esperanza de la santa iglesia, ya que el cuerpo de Cristo, en su totalidad, podría así comprender cuál habría de ser su transformación, y sus miembros podrían contar con la promesa de su participación en aquel honor que antes brilló en la Cabeza.

Éste es mi Hijo amado, escuchadle. Escuchadle a él, que abre el camino del cielo por el suplicio de la cruz. ¿Por qué teméis ser redimidos? ¿Qué más voluntad hace falta que el querer de Cristo? Arrojad el temor carnal y armaos de la constancia que inspira la fe. No conviene que dudéis en la pasión del Salvador pues, con su auxilio, vosotros no temeréis vuestra propia muerte. En estos tres apóstoles, la Iglesia entera ha aprendido todo lo que vieron sus ojos y oyeron sus oídos. La fe de todos ellos se vuelve más firme por la predicación del santo evangelio.

8.- Quería reunir así a los hijos de Dios dispersos. (15 mar 2016).

Cuando sea elevado sobre la tierra, atraeré todo hacia mí. Todo lo has atraído hacia ti, Señor, y cuando extendías las manos hacia un

pueblo rebelde e infiel, el mundo entero recibió la inteligencia para confesar tu majestad. Tú has atraído todo hacia ti, Señor, porque todos los elementos de la naturaleza han pronunciado su sentencia: la creación entera ha rehusado servir a los impíos. Has atraído todo hacia ti, Señor, porque, cuando el velo del templo se rasgó en dos, el símbolo del Santo de los Santos se manifestó con su verdad y la ley antigua conduce al evangelio. Tú has atraído todo hacia ti. Señor, para que el culto de todas las naciones se celebre por un sacramento completo, manifestado por fin.

Porque tu cruz es la fuente de todas las bendiciones, la causa de todas las gracias. De la debilidad de la cruz reciben los creyentes la fortaleza; de su oprobio, la gloria; de tu muerte, la vida. Ahora, en efecto, la diversidad de sacrificios llega su fin; la ofrenda única de tu cuerpo y de tu sangre consuma a todas las diferentes víctimas ofrecidas por el mundo entero, porque tú eres el verdadero Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Tú llevas a la plenitud a todas las religiones de todos los hombres, para que todos los pueblos no formen más que un solo reino.

9.- Dejad que los niños se acerquen a mí. (21 may 2016).

Cristo ama la infancia que al principio él mismo asumió tanto en su alma como en su cuerpo. Cristo ama la infancia que enseña humildad, que es la norma de la inocencia, el modelo de la dulzura. Cristo ama la infancia, hacia la que orienta la conducta de los adultos, hacia la que conduce a los ancianos, y llama a imitar su propio ejemplo a aquellos que deseen alcanzar el reino eterno.

Pero para entender cómo es posible realizar tal conversión y con qué transformación él nos devuelve a una actitud de niños, dejemos que san pablo nos instruya y nos lo diga: No tenéis que ser niños en cuanto a vuestros pensamientos, sino en lo que respecta a la malicia. Por lo tanto, no debemos volver a nuestros días de infancia, ni a las torpezas del inicio, sino tomar algo propio de los años de madurez: apaciguar rápidamente las agitaciones interiores, encontrar la calma, olvidar totalmente las ofensas, ser completamente indiferente a los honores, amar y preservar el equilibrio de ánimo como un estado natural. Es un gran bien no saber cómo hacer daño a otros y no tener gusto por el mal; no devolver a nadie el mal por el mal corresponde a la paz interior de los

niños, la que conviene a los cristianos. Es esta forma de humildad la que nos enseña el Salvador al hacerse niño y ser adorado por los magos.

10.- La gloria que un día se nos revelará. (02 ago 2016).

Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a una montaña alta donde les mostró su gloria. Porque, aunque hubiesen comprendido que la majestad de Dios moraba en su persona, ignoraban, no obstante, que su cuerpo, que servía de velo a su divinidad, participaba del poder de Dios. Por esto, el Señor había prometido claramente, pocos días antes, que algunos de entre sus discípulos no verían la muerte antes de ver al Hijo del hombre venir en poder, es decir, en el esplendor de su gloria, que convenía especialmente a la naturaleza humana que él había asumido.

Esta transfiguración tenía por finalidad, en primer lugar, alejar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz, para que la humildad de la pasión voluntariamente aceptada no turbara la fe de aquellos que habrían visto la grandeza de la dignidad escondida. Pero, por la misma previsión, la transfiguración establecía en la Iglesia de Jesús la esperanza que la sostendría, de manera que los miembros de Cristo comprendieran el cambio que se habría de realizar un día en ellos, y que están llamados a gozar de la gloria que habían visto brillar en su cabeza, Cristo. Por esto, el Señor mismo había dicho, hablando de la majestad de su venida: Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.

11.- Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. (04 ago 2016).

Hermanos, cuando se trata de cumplir con mi deber de obispo, descubro que soy débil y cobarde, cargado con la fragilidad de mi propia condición, cuando, en realidad, deseo actuar con generosidad y valentía. Con todo, mi fuerza viene de la intercesión del Sacerdote supremo y eterno. Encuentro un gozo santo y justo en las disposiciones que él ha tomado. En efecto, si bien ha delegado en numerosos pastores el cuidado de su rebaño, no ha abandonado el pastoreo de sus amadas ovejas. Gracias a esta vigilancia fundamental y eterna, he recibido yo a mi vez la protección y el apoyo del apóstol Pedro, que tampoco abandona su función. Este fundamento sólido, sobre el que se construye todo el edificio de la Iglesia, no dejará que se derrumbe el edificio que descansa sobre él.

No desfallecerá nunca la firmeza de la fe por la que el primer apóstol fue alabado por el Señor. Del mismo modo en que todo lo que Pedro confesó acerca de Cristo permanecerá, permanecerá también lo que Cristo prometió a pedro. San Pedro persevera en la firmeza que ha recibido; no ha abandonado el gobierno de la Iglesia a él confiada. Así, hermanos míos, lo que Pedro obtuvo por su profesión de fe, inspirado por Dios Padre, es la firmeza de una roca que ningún poder podrá jamás hacer perecer. En la Iglesia entera, Pedro dice cada día: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.

12.- ¡Felices los pobres! (07 sep 2016)

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Si el Señor hubiera dicho: Dichosos los pobres, habría parecido, que, para merecer el reino de los cielos bastaría sólo la indigencia de la que muchos padecen por el efecto de una penosa y dura necesidad. Pero diciendo: Dichosos los pobres en el espíritu, el Señor muestra que el reino de los cielos debe ser entregado a los que recomienda la humildad del alma más que la penuria de los recursos.

No puede dudarse de que los pobres consiguen con más facilidad que los ricos el don de la humildad, ya que los pobres, en su indigencia, se familiarizan fácilmente con la mansedumbre y, en cambio los ricos se habitúan a la soberbia. Sin embargo, no faltan tampoco ricos adornados de esta humildad y que de tal modo usan de sus riquezas que no se ensoberbecen con ellas, sino que se sirven más bien de ellas para obras de caridad, considerando que su mejor ganancia es emplear los bienes que poseen en aliviar la miseria del prójimo. El don de esta pobreza se da, pues en toda clase de hombres y en todas las condiciones en las que el hombre puede vivir, pues pueden ser iguales, por el deseo, aquellos que por la fortuna son desiguales, y poco importan las diferencias en los bienes terrenos si hay igualdad en las riquezas del espíritu.

13.- Si no os convertís. (22 oct 2016).

Esforcémonos por estar asociados a la resurrección de Cristo y pasar de la muerte a la vida mientras todavía estamos en este cuerpo. Porque,

para todo hombre, pasar por una conversión, de cualquiera naturaleza que sea, pasar de un estado a otro, significa el fin de algo -dejar de ser lo que era- y el comienzo de otra cosa -ser lo que no era-. Pero es importante saber por qué muere y para quien vive, porque hay una muerte que hace vivir y una vida que mata.

Y es justamente en este mundo efímero donde hay que buscar lo uno y lo otro; de la calidad de nuestras acciones terrenas dependerá la diferencia de las retribuciones eternas. Muramos, pues, al diablo y vivamos para Dios; muramos al pecado para resucitar a la justicia; que desaparezca el hombre viejo para que nazca el ser nuevo. Ya que, según la palabra de la Verdad, nadie puede servir a dos señores, tomemos como ejemplo no al que hace tropezar a los que están de pie para llevarlos a la ruina, sino al que ayuda a levantar a los que caen para conducirlos a la gloria.

14.- Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. (22 feb 2017).

El Señor pregunta a los apóstoles cuál es la opinión que los hombres tienen de él. Y todos, a lo largo del tiempo que exponen las dudas que provienen de la ignorancia humana, dicen lo mismo. Pero cuando el Señor quiere conocer los sentimientos de los mismos discípulos, el primero en confesar al Señor es aquel que es el primero en la dignidad de apóstol. Puesto que dijo: Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Es decir: dichoso tú porque es mi Padre quien te ha enseñado; la opinión de los hombres no te ha hecho extraviar, sino que te ha instruido una inspiración venida del cielo; no son ni la carne ni la sangre que han permitido que me descubrieras, sino aquel de quien yo soy el Hijo único.

Y yo te digo, es decir: igual que mi Padre te ha manifestado mi divinidad, yo te hago conocer tu superioridad. Tú eres Pedro, es decir: yo soy la roca inconmovible, la piedra angular que de dos pueblos hago uno solo, el fundamento fuera del cual nadie puede poner otro, pero tú también eres piedra, porque eres sólido por mi fuerza, y lo que yo tengo como propio por mi poder, tú lo tienes en común conmigo por el hecho de que tú participas de mi poder. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Sobre la solidez de este fundamento, dice, edificaré un templo eterno, y mi Iglesia, cuya cumbre debe ser introducida en el cielo, se edificará sobre la firmeza de esta fe.

15.- Hijo de David y Señor de los señores. (09 jun 2017).

Dios escogió a una virgen de la casa real de David para que llevara en su seno a un hijo santo, al mismo tiempo divino y humano, el Verbo, la Palabra de Dios, que es Dios mismo, el Hijo de Dios, que en el principio estaba junto a Dios y por medio de la Palabra se hizo todo y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho, se hizo hombre para librar al hombre de la muerte eterna. Se abajó hasta la humildad de nuestra condición sin que su majestad disminuyera. Siendo lo que era y asumiendo lo que no era, unió a una verdadera naturaleza de siervo la naturaleza según la cual era igual al Padre. Unió tan estrechamente estas dos naturalezas que su gloria no pudo hacer desaparecer la naturaleza inferior, ni la unión con esta envilecer la naturaleza superior.

Así, permanece íntegro lo que es propio de cada naturaleza uniéndose en una sola persona: la humildad es acogida por la majestad; la debilidad, por la fuerza; la mortalidad, por la eternidad. Para pagar la fuerza; la mortalidad, por la eternidad. Para pagar la deuda de nuestra condición, la naturaleza que está por encima de todo se une a la naturaleza capaz de sufrir, asociando en la unidad de un solo Señor Jesús al verdadero Dios y verdadero hombre. De esta manera, tal como era necesario para curarnos, el único mediador entre Dios y los hombres pudo morir por la acción de los hombres y resucitar por la acción de Dios.

16- Entonces ayunarán. (16 feb 2018).

La fiesta de Pascua tiene la particularidad de que toda la Iglesia se alegra a causa del perdón de los pecados. Este perdón se realiza no solamente en aquellos que renacen por el bautismo, sino también en aquellos que ya forman parte de la comunidad de los hijos adoptivos de Dios. Es verdad que, principalmente por el baño de un nuevo nacimiento, somos regenerados como hombres nuevos. Con todo, nos conviene a todos renovarnos diariamente para combatir el deterioro de nuestra condición mortal y, en las etapas de nuestro progreso, no hay nadie que no tenga que caminar siempre hacia una perfección mayor.

Todos debemos esforzarnos para que el día de la redención nadie permanezca en los vicios de otros tiempos.

Lo que cada cristiano tiene que hacer en todo momento, queridos míos, debe hacerlo ahora con un empeño mayor y generosidad más grande. Así cumpliremos el ayuno de cuarenta días instituido por los apóstoles, no tanto reduciendo nuestro alimento, sino, sobre todo, guardando abstinencia de nuestros pecados. No hay nada más provechoso que unir a los ayunos razonables de los santos la práctica de la limosna. Bajo el nombre de las obras de misericordia, la limosna engloba buenas acciones dignas de elogio, y así las almas de todos los fieles pueden unirse en un mismo mérito, sea cual sea la desigualdad de su condición y sus recursos.

17- Jesús les prohibió severamente contar nada. (16 feb 2018).

Jesús quería infundir en sus apóstoles una gran fortaleza de ánimo y una constancia que les permitiera coger su cruz sin temor, a pesar de su aspereza. También quería que no se avergonzaran de los suplicios que padecería, que no consideraran una vergüenza la paciencia con la que aceptaría una pasión tan cruel, sin perder nada de la gloria de su poder. Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta y se transfiguró delante de ellos. Aunque habían comprendido que la majestad divina estaba en él, ignoraban todavía el poder que quedaba velado por el cuerpo.

El Señor manifiesta su gloria delante de los testigos que había escogido, y sobre su cuerpo, parecido al nuestro, se extiende un resplandor tal que su rostro parecía brillante como el sol y sus vestidos blancos como la luz. Sin duda, esta transfiguración tenía por meta quitar del corazón de sus discípulos el escándalo de la cruz, no hacer tambalear su fe por la humildad de la pasión voluntariamente aceptada. Pero esta revelación también infundía en su Iglesia la esperanza que tendría que sostener a lo largo del tiempo. Todos los miembros de la Iglesia, su Cuerpo, comprenderían así la transformación que un día se realizaría en ellos, ya que los miembros participarían de la gloria de su Cabeza. El mismo Señor había dicho, hablando de la majestad de su venida: Entonces, los justos brillarán como el sol en el reino de mi padre.

18.- Cuando seas viejo... te llevará a donde no quieras. (29 jun 2018).

Oh, apóstol san Pedro, no temes ir a Roma, dueña del mundo, tú que en casa de Caifás te acobardaste ante una sirvienta del sumo sacerdote. El poder de los emperadores Claudio y Nerón ¿acaso era menor que el juicio de Pilato o el furor de los dirigentes judíos? Sencillamente la fuerza del amor triunfaba en ti sobre las razones del temor; no creías deber tuyo temer a aquellos hacia quienes habías recibido la misión de amar. Esta caridad intrépida la recibiste cuando el amor que profesaste al Señor se vio fortificado por su triple pregunta. Así pues, sin dudar de la fecundidad de la empresa ni ignorar el tiempo que te quedaba de vida, llevaste el trofeo de la cruz de Cristo a Roma.

A esta misma ciudad llegaba san pablo, apóstol como tú, instrumento escogido y maestro de los paganos, para estar contigo en este tiempo en el cual todo lo que era inocencia, todo lo que era libertad, todo lo que era pudor estaban oprimidos bajo el poder de Nerón. Fue él quien, en su locura, fue el primero en decretar una persecución general y atroz contra el nombre cristiano, como si la gracia de Dios pudiera ser constreñida por la matanza de los santos... Pero preciosa es a los ojos de Dios la muerte de sus santos. Ninguna crueldad ha podido destruir la religión fundada por el misterio de la cruz de Cristo ¡Qué gran descendencia han dado esas dos semillas! ¡Millares de santos mártires, imitando el triunfo de estos dos apóstoles, han coronado esta ciudad con una diadema de piedras preciosas!

19.- Cuando el Hijo del hombre sea levantado sobre la tierra, comprenderéis que yo soy. (09 abr 2019).

El verdadero venerador de la pasión del Señor tiene que contemplar de tal manera, con la mirada del corazón, a Jesús crucificado, que reconozca en él su propia carne. A ningún pecador se le niega su parte en la cruz, ni existe nadie a quien no auxilie la oración de Cristo. Si ayudo incluso a sus verdugos, ¿cómo no va a beneficiar a los que se convierten a él?

En primer lugar, el hecho de que Dios acogiera nuestra condición humana, cuando la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, ¿quién no tiene una naturaleza común con Cristo, con tal de que acoja al que a su vez lo ha sumido a él, puesto que fue regenerado por el mismo Espíritu por el que él fue concebido? Y además, ¿quién no reconocerá en

él sus propias debilidades? ¿Quién dejará de advertir que el hecho de tomar alimento, buscar el descanso y el sueño, experimentar la solicitud de la tristeza y las lágrimas de la compasión es fruto de la condición humana del Señor? Nuestro es lo que, durante tres días, resucitó; lo que ascendió sobre todas las alturas de los cielos hasta la diestra de, la majestad paterna. Habrá de cumplirse lo que manifiestamente proclamó: Si uno se pone de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del cielo.

20.- Id al mundo entero y predicad el evangelio a toda la creación. (27 abr 2019).

Que no nos veamos apresados por el espectáculo de las cosas de este mundo; que los bienes de la tierra no aparten del cielo nuestras miradas. Sepamos superar lo que ya no es nada; que nuestro espíritu, ligado a lo que debe permanecer, fije su deseo en las promesas de eternidad. Aunque ahora no estemos salvados más que en esperanza, aunque nuestra carne esté todavía sujeta a la corrupción de la muerte, bien podemos afirmar que vivimos fuera de la carne si escapamos a la influencia de sus pasiones. No, no merecemos llevar más tiempo el nombre de esta carne, de la cual hemos hecho acallar sus apetitos.

Que el pueblo de Dios, pues, tome conciencia de que es una nueva criatura en Cristo. Que comprenda bien que ha sido escogido, y que es él mismo quien lo ha escogido. Que el nuevo ser no vuelva a la inconstancia de su antiguo estado. Que el que ha puesto la mano en el arado no cese de trabajar, que vele sobre el grano que él mismo ha sembrado, que no regrese a lo que ha abandonado. Que nadie caiga de nuevo en la degradación de la cual se ha levantado. Y si, puesto que la carne es débil, alguno yace todavía en alguna de sus enfermedades, que tome la firme resolución de curar y levantarse de ella. Este es el camino de la salvación; esta es la manera de imitar la resurrección comenzada en Cristo.

21.- El que echa mano al arado y sigue mirando atrás no vale para el reino de Dios. (30 jun 2019).

Amados míos, Pablo, el apóstol de los paganos, no contradice en nada nuestra fe cuando dice: Aunque alguna vez hayamos conocido a

Cristo según la carne, ahora ya no es así. La resurrección del Señor no ha puesto fin a su carne, sino que la ha transformado. El aumento de su poder no ha destruido su sustancia; la naturaleza no ha sido anonadada. Clavaron su cuerpo en la cruz: se volvió inaccesible al sufrimiento. Fue condenado a muerte: se volvió eterno. Lo mataron: se volvió incorruptible. Y se puede muy bien decir que la carne de Cristo ya no es la misma que conocimos, porque ya no queda en ella ningún rastro de sufrimiento o debilidad.

¿Por qué sorprenderse de que san Pablo se exprese así a propósito del cuerpo de Jesucristo cuando, hablando a todos los cristianos que viven según el espíritu, les dice: Desde ahora ya no conocemos a nadie según la carne? Con ello quiere decir que nuestra resurrección ha comenzado en Jesucristo. En él, que murió por todos, nuestra esperanza ha adquirido consistencia. Ninguna duda ni reticencia en nosotros, ninguna decepción en la espera: las promesas se han comenzado a cumplir ya, y con los ojos de la fe, vemos las gracias de las que mañana seremos saciados. Nuestra naturaleza ha sido elevada; entonces, con gozo, poseemos ya el objeto de nuestra fe.

22.- Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. (31 dic 2019).

Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro Salvador: alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida, la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida. Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, todos tenemos razón para el júbilo: porque nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, ha venido para liberarnos a todos. Que se alegre el santo, puesto que se le invita al perdón. Aní mese el gentil, ya que se le llama a la vida. Pues, al cumplirse la plenitud de los tiempos, establecidos por los inescrutables y supremos designios divinos, asumió la naturaleza del género humano para reconciliarla con su Creador.

El Verbo, la Palabra de Dios, que es Dios, Hijo de Dios, se hizo hombre para liberar al hombre de una muerte eterna. Se abajó hasta tomar nuestra pobre condición sin que disminuyera su majestad. Permaneciendo el que era y asumiendo lo que no era, unió nuestra condición de esclavos a su condición de ser igual a Dios Padre. La majestad se revistió de humildad, la fuerza de debilidad, la eternidad de

mortalidad: verdadero Dios y verdadero hombre, en la unidad de un solo Señor, el único mediador entre Dios y los hombres.

23.- Soportó nuestros sufrimientos. (07 abr 2020).

El Señor se revistió de nuestra debilidad para recubrir nuestra inconstancia con la firmeza de su fuerza. Vino del cielo a este mundo como un mercader rico y bienhechor y, por un admirable intercambio, concluyó un negocio: tomando lo que era nuestro, nos concedió lo que era suyo; por lo que era nuestra vergüenza, nos dio su honor; por los dolores, la curación; por la muerte, la vida.

Pedro fue el primero en experimentar cuán provechosa ha sido los creyentes la humildad. Sacudido por la violenta tempestad de su turbación, volvió en sí por este brusco cambio, y recuperó su fuerza. Encontró el remedio en el ejemplo del Señor. En efecto, el siervo no podía ser mayor que su señor, ni el discípulo que su maestro, y no habría podido vencer el estremecimiento de la fragilidad humana si el vencedor de la muerte no se hubiera estremecido primero. La Verdad lo penetró con su mirada, justo allí donde su corazón tenía necesidad de curación. Fue como si la voz del Señor se hubiera hecho oír para decirle: "¿Dónde vas, Pedro? ¿Por qué te encierras en ti mismo? Vuelve a mí, confía en mí y sígueme. Ahora es el tiempo de mi pasión, la hora de tu suplicio no ha llegado todavía. ¿Por qué temer ahora? También tú superarás la prueba, no tengas miedo".

24.- La pobreza que enriquece. (09 ene 2021).

Después del Señor, los apóstoles fueron los primeros que nos dieron ejemplo de esta magnánima pobreza, pues al oír la voz del divino Maestro, dejándolo absolutamente todo, en un momento pasaron de ser pescadores de peces a ser pescadores de hombres. Y lograron, además que muchos otros, imitando su fe, siguieran esta misma senda.

Por eso el apóstol Pedro, cuando, al subir al templo, se encontró con aquel cojo que le pedía limosna, le dijo: No tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo echa a andar. La palabra de Pedro lo sana; y el que no pudo dar la imagen del César grabada en una moneda a aquel hombre que le pedía limosna le dio, en cambio, la imagen de Cristo al devolverle la salud. Y este tesoro enriqueció no solo

al que recobró la facultad de andar, sino también a aquellos cinco mil hombres que, ante esta curación milagrosa, creyeron en la predicación de Pedro. Este pobre que no tenía nada que dar al que le pedía limosna distribuyó tan abundantemente la gracia de Dios que dio no solo vigor a las piernas del cojo, sino también la salud del alma y su fe a aquella ingente multitud de creyentes.

25.- Desgarrad el corazón y no las vestiduras, y volved al Señor, vuestro Dios. (17 feb 2021).

El Señor ha dicho: No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. Así pues, no está permitido a ningún cristiano odiar nadie, porque nadie se salva de ninguna otra manera sino por el perdón de los pecados. Que el pueblo de Dios sea santo, y que sea bueno: santo, para alejarse de lo que está prohibido; bueno, para cumplir lo que está mandado. Ciertamente es una gran cosa tener una fe recta y una doctrina santa; es muy digno de alabanza reprimir la glotonería, tener una dulzura y una castidad irreprochables, pero todas estas virtudes, sin la caridad, no son nada.

Todos los tiempos son buenos para realizar esta caridad, pero la Cuaresma nos invita a ello de manera especial. Los que desean acoger la Pascua del Señor con santidad de espíritu y de cuerpo, ante todo, deben esforzarse para adquirir ese don que contiene lo esencial de todas las virtudes y que cubre la multitud de los pecados. Por eso, en el momento de celebrar el misterio que sobrepasa a todos los demás, el misterio por el cual la sangre de Jesucristo ha borrado todas nuestras faltas, preparamos en primer lugar los sacrificios de la misericordia. Lo que la bondad de Dios nos ha concedido, concedámoslo a los que han pecado contra nosotros. Que sean olvidadas las injusticias, que las faltas no se castiguen, y que todos los que nos han ofendido no teman ya ser pagados con la misma moneda.

26.- La pobreza que enriquece. (28 jun 2021).

Después del Señor, los apóstoles fueron los primeros que nos dieron ejemplo de esta magnánima pobreza, pues el oír la vo del divino Maestro, dejando absolutamente todas las cosas, en un momento pasaron de pescadores de peces a pescadores de hombres. Y lograron, además

que muchos otros, imitando su fe, siguieran esta misma senda. En efecto, muchos de los primeros hijos de a Iglesia, al convertirse a la fe, no teniendo más que un solo corazón y una sola alma, dejaron sus bienes y posesiones y, abrazando la pobreza, se enriquecieron con bienes eternos y encontraron su alegría en seguir las enseñanzas de los apóstoles, no poseyendo nada en este mundo y teniéndolo todo en Cristo.

Por eso el apóstol Pedro, cuando, al subir al templo, se encontró con aquel cojo que le pedía limosna, le dijo no tengo plata ni oro, te doy lo que tengo: en nombre de Jesucristo echa a andar. La palabra de Pedro lo sana y el que no pudo dar la imagen del Cesar grabada en una moneda a aquel hombre que le pedía limosna le dio, en cambio, la imagen de Cristo al devolverle la salud. Y este tesoro enriqueció no solo al que recobró la facultad de andar, sino también a aquellos cinco mil hombres que ante esta curación milagrosa creyeron en la predicación de Pedro.

¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar