SAN JUAN XXIII

24.10.2021

1.- ¿No es el hijo del carpintero? (2 agost 2013)

Cada vez que pienso en el gran misterio de la vida escondida y humilde de Jesús durante sus treinta primeros años, mi espíritu se siente cada vez más confundido y me faltan las palabras. No tan sólo los juicios y la manera de pensar del mundo, sino también de muchos eclesiásticos me parecen completamente falsos y se oponen del todo a esta elección.

Confieso que no he llegado todavía a hacerme una idea de ello. Sin embargo, y por lo que me conozco, me parece que sólo poseo una apariencia de humildad, pero no su verdadero espíritu; ese amor a lo "escondido" de Jesucristo en Nazaret no lo conozco más que de nombre. ¡Y decir que Jesús pasó treinta años de vida escondida, y que era Dios, y que era el reflejo de la sustancia del Padre, y que vino para salvar el mundo, y que todo esto lo hizo únicamente para enseñarnos lo necesaria que es la humildad y la falta que hace practicarla!.

Y yo, que soy un grande y miserable pecador, que sólo pienso en complacerme a mí mismo, en complacerme en los éxitos que me dan un poco de honor terrestre, que no puedo tener el más mínimo pensamiento santo sin que se deslice la preocupación de mi reputación..... A fin de cuentas no sé acostumbrarme, si no es con un gran esfuerzo, a esa idea de pasar realmente desapercibido, escondido, tal como Jesucristo lo practicó y tal como me lo enseña.

2.- Mi paz os doy. (20 may 2014).

Príncipe de la paz, Jesús resucitado, mira con benevolencia a la humanidad entera. Sólo de ti espera ayuda y socorro. Como en tiempos de tu vida terrena, siempre prefieres a los pequeños, los humildes, los que sufren. Siempre vas buscando a los pecadores. Haces que todos te invoquen y te encuentren, para que tengan en ti el camino, la verdad y la vida. Concédenos tu paz, Cordero inmolado por nuestra salvación: ¡Cordero de dios que quitas el pecado del mundo, danos la paz!

He aquí, Jesús, nuestra oración: aleja del corazón de los hombres todo aquello que pueda comprometer su paz, confírmalos en la verdad, la justicia y el amor fraterno. Ilumina a los dirigentes: que estén unidos en el esfuerzo para asegurar la paz y el bienestar de los pueblos. Enciende el deseo de todos para derribar las barreras que nos dividen, con el fin de fortalecer los vínculos de la caridad. Enciende la voluntad de todos para que estemos dispuestos a comprender, compartir y perdonar, con el fin de que todos estemos unidos en tu nombre y triunfe en los corazones, en las familias, en el mundo entero, la paz, tu paz.

3.- Regocijaos conmigo, porque he encontrado a la oveja que había perdido. (13 jun 2014).

Siento que Jesús está cada vez más cerca de mí. Ha permitido estos días que caiga en el mar, que me ahogue en la consideración de mi miseria y de mi orgullo, para hacerme comprender hasta qué punto tengo necesidad de él. En el momento en que estoy a punto de sumergirme, Jesús, caminando sobre las aguas, viene, sonriente a mi encuentro para salvarme. Quisiera decirle con Pedro: Apártate de mí, señor, que soy un pecador, pero la ternura de su corazón se me adelanta y con la dulzura de sus palabras me dice: No tengas miedo.

¡Oh, nada temo a vuestro lado! Descanso enteramente en vos; como la oveja perdida, siento los latidos de vuestro corazón; Jesús, una vez más os digo que soy todo vuestro, vuestro para siempre. Con vos soy verdaderamente grande; sin vos no soy más que una débil caña pero apoyado en vos soy una columna. No debo olvidar jamás mi miseria, no para temblar continuamente, sino para que, a pesar de mi humildad y mi confusión, me acerque cada vez con más confianza a vuestro corazón, porque mi miseria es el trono de vuestra misericordia y de vuestro amor.

4.- Jesús se da hasta el extremo. (24 ene 2015).

Oh Jesús, alimento de las almas que sobrepasa toda realidad natural, este pueblo inmenso se dirige a ti clamando. Se esfuerza por dar a su vocación humana y cristiana un nuevo impulso, por embellecerla con virtudes interiores, siempre dispuesto al sacrificio del que tú eres la misma imagen por la palabra y por el ejemplo. Tú eres el primero de nuestros hermanos; tú has andado primero el camino de cada uno de nosotros; tú has perdonado las faltas de todos. Y tú llamas a todos a dar un testimonio de vida más noble, más activo, más comprensivo.

Jesús, Pan de vida, el solo y único alimento esencial del alma, acoge a todos los pueblos a tu mesa. Ella hace presente la realidad divina sobre la tierra, la prenda de las bondades celestiales, la certeza de un entendimiento dichoso entre los pueblos y una lucha pacífica de cara al verdadero progreso y a la civilización. Alimentados por ti y de ti, los hombres serán fuertes en la fe, gozosos en la esperanza, activos en la caridad. Las buenas voluntades triunfarán de las trampas tendidas por el mal; triunfarán del egoísmo, de la pereza. Y los hombres rectos y temerosos de Dios escucharán levantarse de la tierra, de la cual la Iglesia quiere ser la imagen aquí abajo, los primeros ecos misteriosos y suaves de la ciudad de Dios. Tú nos conduces a los buenos pastos; tú nos proteges. Muéstranos, Jesús, los bienes de la tierra de los vivos.

5.- Que tome su cruz cada día. (19 feb 2015).

Una nota característica de este retiro ha sido una gran paz y una gran alegría interior, que me dan el coraje de ofrecerme al Señor para todos los sacrificios que quiera pedir a mi sensibilidad. De esta cala y de esta alegría, quiero que todo mi ser y toda mi vida estén siempre penetradas, por dentro y por fuera. Cuidaré de guardar esta alegría interior y exterior.

La comparación de san Francisco de Sales que me gusta repetir: "Estoy como un pájaro que canta sobre un matorral de espinas", debe ser una invitación continua para mí. Por tanto, pocas confidencias sobre lo que puede hacer sufrir; mucha discreción e indulgencia juzgando a los hombres y las situaciones; me esforzaré por rezar especialmente por los que me hacen sufrir; y luego en toda cosa una gran bondad, una paciencia sin límites, acordándome de que otro sentimiento no está conforme con el espíritu del evangelio y de la perfección evangélica. Desde el momento que hago triunfar la caridad cueste lo que cueste, quiero pasar por un hombre cualquiera. Me dejaré atropellar, pero quiero ser paciente y bueno hasta el heroísmo.

6.- Danos hoy nuestro pan de cada día. (18 jun 2015).

Queremos insistir en el triple privilegio de este "pan diario" que los hijos de la Iglesia le deben pedir al Padre celeste, y esperar, en la confianza, su providencia divina. Debe ser ante todo "nuestro pan", es decir, el pan pedido en nombre de todos. El Señor, nos dice san Juan Crisóstomo, nos invita en el Padre nuestro a enviarle a Dios una oración en nombre de todos nuestros hermanos.

Debe ser un pan sustancial, indispensable para nuestra subsistencia, para nuestro alimento. Si bien el hombre está compuesto por un cuerpo lo está también de un espíritu inmortal, y el pan que conviene pedirle al Señor no será sólo un pan material. Será, como nos ha hecho observar con tanta ocurrencia este doctor de la Eucaristía que es santo Tomás de Aquino, un pan espiritual ante todo. Este pan es Dios mismo, la verdad y la bondad que hay que contemplar y amar; un pan sacramental: el Cuerpo del Salvador, testimonio y viático de la vida eterna.

La tercera cualidad pedida a este pan, y no menos importante que las precedentes, es que sea uno, símbolo y causa de unidad. Y san Juan Crisóstomo añade: "Lo mismo que este cuerpo está unido a Cristo, del mismo modo nosotros estamos unidos por medio de este pan".

7.- El Hijo de Dios, carpintero en el taller de José. (05 jul 2015).

¡Oh san José, custodio de Jesús, esposo castísimo de María, que consumiste tu vida en el cumplimiento perfecto del deber, sustentando con el trabajo de tus manos a la Sagrada Familia de Nazaret! Protege los propósitos de quienes confiadamente se dirigen a ti. Tú conoces sus aspiraciones, sus angustias, sus esperanzas, y a ti recurren porque saben que encontrarán en ti quien los comprenda y proteja. También tú experimentaste la prueba, la fatiga, el agotamiento, pero también, tu ánimo, lleno de la más profunda paz, exultó de alegría inenarrable por la intimidad con el Hijo de Dios a ti confiado y con María, su dulcísima Madre.

Haz también que tus protegidos comprendan que no están solos en su trabajo, sino que vean a Jesús junto a ellos; acógelos con tu gracia, protégelos fielmente como tú hiciste. Y obtén que en cada familia, en cada oficina en cada laboratorio, dondequiera que trabaje un cristiano, sea todo santificado en la caridad, en la paciencia, en la justicia, en la prosecución del bien obrar para que desciendan abundantes los dones de la celestial predilección.

8.- Lo seguían multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Jerusalén, Judea y Transjordania. (21 ene 2015).

Señor, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza. Cuando uno advierte que estas palabras son proclamadas cada día a la hora de la alabanza matutina en nombre de la Iglesia que ora por ella misma y por el mundo entero, por miles y cientos de miles de bocas implorando esta gracia, nuestra visión se ensancha y se completa. Es la Iglesia qiue se anuncia, no como un monumento histórico del pasado, sino como una institución viva. La santa Iglesia no es como un palacio que se construye en un año. Es una ciudad grande que contiene el universo entero. La montaña de Sión está fundada sobre la alegría de toda la tierra; la ciudad del gran Rey se extiende hacia el norte.

La fundación de la Iglesia comenzó hace veinte siglos y sigue realizándose. Se extiende a toda la tierra hasta que el nombre de Cristo sea adorado en todas partes. A medida que prosigue su construcción, los nuevos pueblos a quienes es anunciado el nombre de Cristo exultan de gozo: Los pueblos se alegran por el gozoso anuncio.Es bello pensar en esto, edificante para todo presbítero que recita su breviario: cada uno tiene que comprometerse a fondo en la construcción de esta Iglesia santa. El que se dedica a la predicación, en calidad de mensajero del evangelio, diga al Señor: Señor, ábreme los labios y mi boca proclamará tu alabanza.

9.- Te seguiré adondequiera que vayas. (26 jun 2016).

"En el atardecer, danos tu luz, Señor". Estamos en el atardecer. Me quiero preparar a poder responder: "Aquí estoy", a la llamada, tal vez inesperada. La vejez -que es otro gran don del Señor- tiene que ser para mí motivo de callada alegría interior y de abandono diario al Señor mismo, al que me dispongo como un niño que se lanza hacia los brazos abiertos de su Padre. Mi ya larga y humilde vida se ha ido devanando como una madeja bajo el signo de la simplicidad y de la pureza. Es verdad que la voluntad de Dios es mi paz. Y mi esperanza está puesta totalmente en la misericordia de Jesús.

Pienso que el Señor me tiene reservado, para mi completa mortificación y purificación, para admitirme en su gozo eterno, alguna gran aflicción o pena del cuerpo y del espíritu antes de que me muera. Bien, pues lo acepto de todo corazón, que sirva todo para su mayor gloria y el bien de mi alma y de mis queridos hijos espirituales. Temo la debilidad de mi resistencia y le pido que me ayude, ya que no tengo casi ninguna confianza en mí mismo, pero una total confianza en el Señor Jesús. Hay dos puertas que dan al paraíso: la inocencia y la penitencia. ¿Quién puede pretender, oh hombre frágil, encontrar la primera abierta de par en par? Pero la segunda es acceso seguro. Jesús pasó por ella cargado con su cruz, expiando nuestros pecados. Él nos invita a seguirlo.

10.- La paz os dejo, mi paz os doy. (16 may 2017).

La paz no reinará entre los hombres si no reina primero en cada uno de ellos, si cada uno no guarda en sí mismo el orden querido por Dios... En efecto, se trata de una empresa demasiado sublime y demasiado elevada para que su realización dependa del poder del hombre a sus solas fuerzas, aunque, por otra parte, tenga la más laudable buena voluntad. Para que la sociedad humana pueda llegar a ser la imagen más perfecta del reino de Dios, es absolutamente necesario el auxilio de lo alto.

Cristo nos ha traído la paz, nos ha dejado la paz: La paz os dejo, mi paz os doy. No la doy como la da el mundo. Pidamos, pues, con insistentes suplicas al Redentor, esta paz que él mismo nos trajo. Que él borre de los hombres todo lo que pueda poner en peligro esta paz y transforme a todos en testigos de la verdad, de la justicia y del amor fraterno. Que ilumine con su luz la mente de los que gobiernan las naciones. Que Cristo encienda las voluntades de todos para echar por tierra las barretas que dividen a unos de otros, para estrechar los vínculos de la mutua caridad, para fomentar la mutua compresión, en fin, para perdonar los agravios. Así, bajo su acción y amparo, todos los pueblos se aúnen como hermanos y florezca entre ellos y reine siempre la anhelada paz.

11.- María, Estrella de la mañana. (01 ene 2019).

La Virgen Inmaculada anuncia la aurora del día eterno y nos asiste como guía a lo largo del camino que todavía nos separa de él. Por esta razón, el himno, el himno litúrgico "Estrella de la mañana" es una preciosa invocación: "Concédenos, por la fe en Jesús, llegar a gozar de su presencia contigo". Los anhelos de nuestro corazón y todos nuestros esfuerzos como cristianos tienden a este fin como coronamiento de una vida de fe y de gracia. Ánimo, pues, hijos, no siempre andaremos en tribulación y trabajos. María, "tú eres nuestra fortaleza".

Oh María, espejo radiante de gracia y de pureza que has disipado las tinieblas de la noche y nos has elevado a los esplendores del cielo, sé propicia a tus hijos. Dispón nuestros pensamientos para la venida del sol de justicia nacido de tus entrañas. Puerta del cielo, haz que nuestros corazones anhelen el paraíso. Espejo de justicia, conserva en nosotros el amor de la gracia divina, para que en la humildad y la alegría realicemos nuestra vocación de cristianos; que podamos gozar de la amistad del Señor en todo momento y recibir tus maternales consuelos.

12.- Discernir los signos de los tiempos. (23 oct 2020).

En el cotidiano ejercicio de nuestro ministerio pastoral llegan, a veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas instituciones de algunas personas que, aún en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida. Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina; van diciendo que nuestra época, comparada con las pasadas, ha ido empeorando; y se comportan como si nada hubieran aprendido de la historia, que sigue siendo maestra de la vida, y como si en tiempo de los precedentes Concilios ecuménicos todo hubiese procedido con un triunfo absoluto de la doctrina y de la vida cristiana, y de la libertad de la Iglesia.

Nos parece justo discernir de tales profetas de calamidades, avezados en anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos fuera inminente. En el presente momento histórico, la Providencia nos está llevando a un nuevo orden de relaciones humanas que, por obra misma de los hombres pero más aún por encima de sus mismas intenciones, se encaminan al cumplimiento de planes superiores e inesperados; pues todo, aun las humanas adversidades, la Providencia lo dispone `para mayor bien de la Iglesia.


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