SAN JUAN DE AVILA
1.- Le pediré al Padre, y él os dará otro Defensor que estará siempre con vosotros. (25 may 2014).
Igual que Jesucristo predicaba, así ahora el Espíritu Santo predica; igual que enseñaba, así el Espíritu Santo enseña; igual que Cristo consolaba, el Espíritu Santo consuela y alegra. ¿Que pides? ¿Qué buscas? ¿Qué más quieres? ¡Tener dentro de ti un consejero, un administrador, una que te guíe, que te aconseje, que te esfuerce, que te encamine, que te acompañe en todo y por todo! Finalmente, si no pierdes la gracia, andará tan a tu lado, que nada puedas hacer, ni decir, ni pensar que no pase por su mano y santo consejo. Será tu amigo fiel y verdadero; jamás te dejará si tú no le dejas.
Igual que Cristo, estando en esta vida mortal, obraba grandes sanidades y misericordias en los cuerpos de los que lo habían menester y lo llamaban, así este Maestro y Consolador obra estas obras espirituales en las ánimas donde él mora. Sana los cojos, hace oír a los sordos, da vista a los ciegos, encamina a los errados, enseña a los ignorantes, consuela a los tristes, da esfuerzo a los flacos. Como Cristo andaba entre los hombres haciendo estas tu santas obras, y así como estas obras no las pudiera hacer si no fuera Dios, y las hizo en aquel hombre y las llamamos obras que hizo Dios y hombre, así estas otras que hace acá el Espíritu Santo en el corazón donde mora, las llamamos obras del Espíritu Santo con el hombre como menos principal.
2.- Toda blanca, purísima. (21 nov 2014).
Es hermosa como la luna: es toda blanca, purísima. Y así como su Hijo es blancura de la eterna luz, así ella participa de esta blancura más que hombres y ángeles; porque, como dice san Anselmo, "fue cosa conveniente que esta benditísima Virgen resplandeciese con tan gran puridad, que después de Dios no podía ser pensada otra mayor". Es la luna blanca, y la Virgen es purísima; es la luna la más veloz de todos los siete planetas, y la Virgen la más diligente y presta en el servicio de nuestro Señor que ninguna criatura; la luna es la más baja de todos los planetas, y la Virgen la más humilde que hay en el cielo y en la tierra.
Y así como la luna, aunque unas veces parece con poca lumbre, y otras no parece, y otras parece llena, y en la verdad nunca tiene menos lumbre una vez que otra, sino siempre está llena, sino que, porque no parece a los ojos de los hombres aquella parte la cual es alumbrada del sol, por eso juzgamos que tiene algunas veces poca y ella siempre está llena, así la Virgen sagrada todo el bien y lumbre que tiene, de Jesucristo nuestro Señor, que es sol de justicia, le viene; y aunque muchas veces estuviese haciendo ejercicios corporales que al parecer son de poca luz, así como comer, beber, trabajar y otras cosas, más ella siempre tenía su ánima convertida y atenta a Dios, el lucidísimo sol, y con grandísimo fervor y amor y elevación de entendimiento y voluntad hacía todas sus obras, chicas y grandes, corporales y espirituales.