SAN JOHN HENRY NEWMAN
1.- Estad preparados.
(09 jun 2013)
No es una paradoja afirmar que el tiempo de la iglesia ha durado cerca de dos mil años, que puede durar todavía mucho tiempo, y que, y que a pesar de todo, camina hacia su fin e incluso que puede acabar cualquier día. Y el Señor quiere que permanezcamos con todo nuestro ser con la mirada puesta en la inminencia de su retorno; se trata de vivir como si eso que puede llegar no sabemos cuándo debiera llegar en nuestros días.
Antes de la venida de Cristo, el pueblo de la Alianza no debía esperar el fin inmediatamente, sino después de su estancia en Canaán y la cautividad de Egipto, después del éxodo por el desierto, los jueces y los reyes. Se reconocían esos plazos fijados, y las revelaciones sucesivas llenaban ese tiempo de espera. Pero una vez que hubo venido Cristo, como Hijo en su propia casa, si no es la reunión de sus Cristos. No se puede revelar ninguna doctrina más perfecta. Ha aparecido la luz y la vida de los hombres; Cristo ha muerto y ha resucitado. Ya no queda nada por hacer; estamos, pues, al final de los tiempos. Cristo, pues, está siempre a nuestros alcance, tan cerca de la Iglesia hoy como hace dieciocho siglos, y no más cerca que entonces, e incluso no más cerca que cuando él venga.
2.- La dedicación de una catedral, fiesta de la Iglesia. (09 nov 2013)
Una catedral, ¿es fruto de un deseo pasajero o alguna cos que se pueda realizar por propia voluntad? Ciertamente, las Iglesias que hemos heredado no son fruto de un simple asunto de dinero, ni una pura creación de un genio: son fruto de martirios, de grandezas y sufrimientos; descansan sobre la predicación de los apóstoles, sobre la confesión de fe de los santos y sobre las primeras conquistas ganadas por el evangelio en nuestro país. Todo lo que hay de noble en su arquitectura, que cautiva los ojos y llega al corazón, no es un puro efecto de la imaginación de los hombres, sino que es un don de Dios, es una obra espiritual.
Los templos de Dios son también los monumentos de sus santos. Su simplicidad, su grandeza, su solidez, su gracia y su belleza no hacen más que recordarnos la paciencia y la pureza, la valentía y la suavidad, la caridad y la fe de los que sólo han adorado a Dios en los montes y en los desiertos; han trabajado, pero no en vano, porque otros han heredado el fruto de su trabajo. En efecto, con el tiempo su palabra ha dado fruto; ha sido hecha Iglesia esta catedral en la que la palabra vive desde hace mucho tiempo.
Dichosos los que entran a formar parte de este lazo de comunión con los santos del pasado y con la Iglesia universal. Dichosos los que, al entrar en esta Iglesia, penetran con el corazón en el cielo,
3.- El reino de dios está en medio de vosotros. (14 nov 2013)
¿Le es difícil a la fe admitir las palabras de la Escritura que se refieren a nuestras relaciones con un mundo superior a nosotros? Este mundo espiritual está presente aunque es invisible; es ya presente, no sólo futuro, y no está lejos de nosotros. No está por encima del cielo ni más allá del sepulcro; está presente aquí y ahora: El reino de Dios está dentro de nosotros.
El reino de Dios, de la misma manera que ahora está escondido, así será revelado en el momento oportuno. Los hombres creen que son los amos del mundo y que pueden hacer de él lo que quieran. Creen que son sus propietarios y que poseen un poder sobre su curso. Pero este mundo está habitado por los sencillos de Cristo a quienes desprecian y por sus ángeles en quienes no creen. Éstos son los que tomarán posesión de él cuando se manifiesten. Por ahora todas las cosas aparentemente continúan tal como eran desde el principio de la creación y los que se burlan del reino preguntan: ¿Dónde queda la promesa de su venida? Pero en el tiempo señalado habrá una manifestación de los hijos de Dios y los santos escondidos brillarán como el sol en el reino de su padre.
4.- Convertirse a las repetidas llamadas de Dios (13 dic 2013).
Amado Señor, muéstrame mi pecado, muéstrame mi indignidad, enséñame a arrepentirme sinceramente, perdóname según tu misericordia. Te pido, mi amado Salvador, que vuelvas a tomar posesión de mí. Sólo tu gracia puede hacerlo; no puedo salvarme a mí mismo; soy incapaz de recobrar lo que he perdido. Sin ti, no puedo volver de nuevo hacia ti ni complacerte.
Si cuento con mis propias fuerzas, iré de mal en peor, desfalleceré completamente, me afirmaré en mi indigencia. Haré que el centro de mi vida sea yo en lugar de ser tú. En lugar de adorarte a ti, adoraré a algún ídolo modelado por mi mismo si tú no lo evitas con tu gracia, tú, mi único y verdadero Dios y Creador. ¡Escúchame, mi querido Señor! He vivido ya bastante tiempo en ese estado fluctuante, indeciso y mediocre; quiero ser tu fiel servidor, no quiero pecar más. Sé misericordioso conmigo, haz que, por tu gracia, me sea posible llegar a ser el que debería ser.
5.-He visto al Señor y me ha dicho. (22 abr 2014).
No me toques, porque aún no he subido al Padre. ¿Por qué el Señor no puede ser tocado antes de su ascensión, y como podrá ser tocado después? "No me toques, porque he aquí que, para vuestro bien, subo de la tierra al cielo, de la carne y la sangre a la gloria, de un cuerpo humano a un cuerpo espiritual. Asciendo, en cuerpo y alma, a mi padre. Por lo tanto, yo estaré presente, aunque invisible: más presente que ahora. Entonces me podrás tocar y coger: sin un abrazo visible, pero más real, a través de la fe y devoción.
"Tú me has visto, María, pero no has podido retenerme. Te has acercado a mí lo suficiente como para besar mis pies y ser tocado por mi mano. Tú has dicho: "¡Oh, si yo supiera cómo conservarlo, retenerlo para siempre! ¡Si pudiera tenerlo y nunca perderlo!" Tu deseo se ha hecho realidad: cuando yo me haya ido al cielo, no verás nada, pero lo tendrás todo. A mi deseada sombra podrás sentar, y mi futuro será dulce a tu paladar. Me tendrás en plena y enteramente. Estaré cerca de ti, en ti; entraré en tu corazón, plenamente Salvador, enteramente Cristo, en toda mi plenitud, Dios y hombre, por la fuerza prodigiosa de mi cuerpo y mi sangre".
6.- Permaneced en mi amor. (14 may 2014).
Cristo se ha ido; los apóstoles poseían, ciertamente, en abundancia la paz y la alegría más aún que cuando Jesús estaba con ellos, pero no era un alegría como la da el mundo. Su alegría nacía del sufrimiento y la aflicción. Ésta fue la alegría que san Marías recibió cuando se hizo apóstol. San Matías entró de lleno en su heredad.
Sí, san Matías bien puede repetirnos hoy las palabras del Señor: Cargad con mi yugo, y aprended de mí porque ese yugo lo había llevado él mismo desde el principio; desde su "juventud apostólica" él ha llevado el yugo del Señor. Embarcado sin duda en una gran Cuaresma, encontró la alegría.
Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga. Venir a Cristo es venir a casa; tomar su cruz es tomar su yugo. No quiero decir, ciertamente, que no haya alegría ni paz en la casa del Señor. Mi yugo es llevadero, dice Jesús, y mi carga ligera: esto significa que es la gracia la que hace que así sea, puesto que el camino sigue siendo austero, sigue siendo una cruz.
7.- Marta le dijo: "Sí, Señor, yo creo" (29 jul 2014).
Cristo vino para resucitar a Lázaro, pero el impacto de este milagro será la causa inmediata de su arresto y crucifixión. Sintió que Lázaro estaba despertando a la vida a precio de su propio sacrificio, sintió que descendía a la tumba, de donde había hecho salir a su amigo. Sentía que Lázaro debía vivir y él morir, la apariencia de las cosas se había invertido, la casa de Marta iba a ser escenario de la fiesta, pero para él iba a suponer la última pascua de dolor. Mientras contemplamos la magnitud de este acto de misericordia, Jesús le dijo a Marta: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente.
Hagamos nuestras estas palabras de consuelo, tanto en la contemplación de nuestra propia muerte como en la de nuestros amigos. Dondequiera que haya fe en Cristo, allí está el mismo Cristo. Él le dijo a Marta: ¿Crees esto? Donde hay un corazón para responder: Señor, yo creo, ahí Cristo está presente. Allí, nuestroSeñor se digna estar, aunque invisible, ya sea sobre la cama de la muerte o sobre la tumba. Nada puede privarnos de este consuelo: vamos a estar tan seguros, a través de su gracia, de que él está junto a nosotros en el amor como si lo viéramos. Nosotros, después de hacer nuestra experiencia de Lázaro, no dudamos un instante que él está pendiente de nosotros y permanece a nuestro lado.
8.- Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no la derrotará. (07 ago 2014).
Es motivo de asombro para los creyentes que los malvados prosperen, mientras que los siervos de Dios parecen fracasar. La Iglesia tiene un privilegio especial que no posee ninguna otra religión, a saber que habiendo sido fundada desde la primera venida de Cristo, no desaparecerá hasta que él vuelva otra vez. Mientras tanto, en cada generación, parece que sucumbe y que sus enemigos triunfan. El combate entre la Iglesia y el mundo es así: parece que cada día el mundo le gana terreno a la Iglesia, sin embargo, es la Iglesia la que en realidad se lo gana al mundo.
En este momento, muchas cosas ponen nuestra fe a prueba. No vemos el futuro; no vemos que lo que parece tener éxito ahora no durará mucho tiempo. Hoy vemos filosofías, sectas y clanes florecientes extenderse. La Iglesia aparece pobre e imponente. Rogamos a Dios para que nos instruya: necesitamos que nos enseñe, estamos muy ciegos. En una ocasión, cuando las palabras de Cristo les habían puesto a prueba, los apóstoles le dijeron: Aumenta nuestra fe. Vayamos sinceramente no nos conocemos; necesitamos su gracia. Cualquiera que sea la perplejidad que el mundo nos inspira, vayamos a él con un espíritu puro y sincero. Pidámosle humildemente que nos explique lo que no entendemos, que abajemos nuestro corazón cuando se obstina, y que seamos capaces de amarle y obedecerle lealmente cuando le buscamos.
9.- Estad preparados. (22 oct 2014).
Nuestro Señor nos advirtió que estuviésemos preparados en el momento en que estaba a punto de dejar este mundo visiblemente. Preveía los cientos de años que podían transcurrir antes de su retorno. Preveía el olvido en que caería el mundo, incluso sus discípulos. Preveía el estado del mundo y de la Iglesia tal como los vemos hoy. Donde su ausencia prolongada ha hecho creer que ya no volverá nunca más.
Hoy no nos susurra al oído con gran misericordia que no nos fiemos de aquello que vemos, que no participemos en la incredulidad general, que no nos dejemos arrastrar por el mundo, sino que nos anima a velar y orar en todo tiempo y a esperar su venida. Este aviso misericordioso tendría que estar siempre en nuestro corazón por ser tan necesario, solemne y urgente. Volverá de modo más imprevisto aún en su segunda venida. No debemos sólo creer, sino velar; no sólo amar, sino velar, no sólo obedecer, sino velar. ¿Por qué velaremos? Por el gran acontecimiento de la venida de Cristo.
10.- Para entrar en el reino de los cielos...
hay que hacer la voluntad de mi Padre. (04 dic 2014).
Año tras año, el tiempo pasa en silencio; la venida de Cristo está cada vez más cerca. Pedidle permanecer ardientes. Pedidle que os conceda un corazón bueno y honrado o un corazón perfecto, que comience de inmediato a obedecerle. Tenéis que buscar su rostro, la obediencia es la única manera de buscarlo. Todos vuestros deberes de estado son obediencia. Hacer lo que él pide es obedecerle, y obedecerle es acercarse a él. Todo acto de obediencia nos acerca a él que no está lejos, aunque lo parezca, sino muy cerquita de este marco material.
La tierra y el cielo no son más que un velo entre él y nosotros. Llegará el día en que se desgarrará el velo, yse nos mostrará. Y entonces, según como lo hayamos esperado, se nos recompensará. Si le hemos olvidado, no nos conocerá. Sin embargo, dichosos los siervos a quienes el Señor, cuando venga, los encuentre velando.¡Ésta es la parte de cada uno de nosotros! Es difícil lograrlo, pero es más lamentable no conseguirlo. La vida es corta, la muerte es segura, y el mundo venidero es eterno.
11.- Id al mundo entero.
Proclamad la Buena Noticia a toda la creación. (25 abr 2015).
Robusteced las manos débiles y fortaleced las rodillas vacilantes. Llevado por Bernabé y Pablo en su primer viaje apostólico, san Marcos los abandonó rápidamente para volver a Jerusalén. A continuación, fue ayudante de san Pedro en Roma. Es aquí donde compuso su evangelio, principalmente después de encontrarse con este apóstol. Después, fue enviado por Pedro a Alejandría en Egipto, donde fundó una Iglesia, una de las más estrictas y más poderosas de estos tiempos de los principios. El que abandonó la causa del evangelio frente a los primeros peligros se mostró más tarde a un servidor muy resuelto y fiel a Dios, y el instrumento de este cambio parece ser que fue san Pedro, que supo restablecer admirablemente a este discípulo tímido y cobarde.
Se nos da una lección a través de esta historia: por la gracia de Dios, el más débil puede llegar a ser fuerte. Pues, no hay que poner la confianza en nosotros mismos, ni jamás despreciar a un hombre que da pruebas de debilidad, ni jamás desesperar de nadie, sino llevar su carga y ayudarle a salir adelante. La historia de Moisés nos muestra el ejemplo de un temperamento orgulloso e impetuoso, que el Espíritu amaestró hasta el punto de hacer de él el hombre más humilde que ha habido jamás en la tierra. Admiremos, en el caso de san Marcos, una transformación más asombrosa que la de Moisés: Gracias a la fe, de débil que era, se volvió vigoroso.
12.- Jesús, poniendo sobre él su mirada, le amó. (11 oct 2015).
Dios te mira, seas quien seas. Y te llama por tu nombre. Te ve y te comprende, él que te ha hecho. Todo lo que hay en ti, lo sabe: todos tus sentimientos, tus pensamientos, tus inclinaciones, tus gustos, tu fuerza y tu debilidad. No es solamente porque formas parte de su creación, él que se preocupa incluso de los gorriones, sino porque tú eres un hombre recatado y santificado, su hijo adoptivo, gozando en parte de esta gloria y de esta bendición que eternamente él derrama sobre el Hijo único.
Tú has sido escogido para ser su propiedad. Tú eres uno de aquellos por quienes Cristo ofreció al Padre su última plegaria y la selló con su sangre preciosa.¡Qué pensamiento tan sublime, un pensamiento casi demasiado grande para nuestra fe! Cuando nos detenemos a reflexionar en ello, ¿cómo no reaccionar como Sara, que se rio de asombro ante tan gran maravilla y, al mismo tiempo de confusión? ¿Qué es el hombre, quienes somos nosotros, quien soy yo, para que el Hijo de Dios se acuerde tanto de nosotros? ¿Quién soy yo para que me haya renovado totalmente y para que haga de mi corazón su morada?
13.- El día en que el Hijo del hombre se revelará. (13 nov 2015).
Nuestro Señor y Salvador aceptó vivir en un mundo que lo rechazó; vivió allí para morir por él en el momento fijado. Vino como el sacerdote designado para ofrecer el sacrificio por los que no participaban en ningún acto de adoración. Resucitó y está a la derecha de Dios, para pleitear, por sus sagradas heridas, a favor de nuestro perdón, para reinar y conducir a su pueblo rescatado, y para verter sobre él las mayores bendiciones de su costado traspasado. Subió para descender en el momento fijado y juzgar al mundo que rescató. Elevó consigo a la naturaleza humana, porque un hombre nos recató, un hombre fue exaltado por encima de toda criatura, haciéndose uno con nuestro Creador, y un hombre juzgará a los hombres el último día.
Esta tierra es tan privilegiada que nuestro juez no será un extranjero, sino el que es nuestro semejante, el que defenderá nuestros intereses. El que nos amó hasta morir por nosotros es designado misericordiosamente para fijar la medida y el valor final de su propia obra. El que aprendió de su propia debilidad a defender al débil, el que quiere cosechar todo el fruto de su pasión, separará el trigo de la paja, de suerte que no se pierda ni un grano. En este segundo advenimiento, que se acuerde de nosotros en su infinita piedad y misericordia, él, que es nuestra única esperanza, él, que es nuestra única salvación.
14.- La sabiduría de Dios. (11 dic 2015).
San Juan Bautista vivía separado de la gente, era nazir, consagrado a Dios. Dejó el mundo y se enfrentó a él, llamándolo al arrepentimiento. Todos los habitantes de Jerusalén acudían a él en el desierto. Pero, cuando predicaba, hablaba de alguien que tenía venir y enseñarles de manera muy diferente. Por fin, Jesús comienza a mostrarse y a manifestar su gloria por los milagros. ¿Pero dónde? En un banquete de bodas. ¿Y cómo? Multiplicando el vino. Comparad todo esto con lo que dice de sí mismo: Vino Juan, y no comía ni bebía. Vino el Hijo del hombre que como y bebe, y decís: "es un borracho". Pudimos rechazar a Juan, pero lo respetamos; Jesús fue despreciado.
Oh mi Señor, esto ocurre porque amas esta naturaleza humana que creaste. No nos amas simplemente como tus criaturas, obra de tus manos, sino como seres humanos. Lo amas todo, porque lo creaste todo, pero amas a los hombres por encima de todo. ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? No tomaste la naturaleza e los ángeles cuando te manifestaste para nuestra salvación, y no tomaste un papel por encima de una vida humana ordinaria: ni nazir, ni sacerdote o levita, ni monje, ni ermitaño. Viniste precisa y plenamente en esta naturaleza humana que tanto amas, en esta carne que fracasó Adán, con todas nuestras imperfecciones, con nuestros sentimientos y nuestras afinidades, excepto el pecado.
15.- Las parábolas del reino. (29 ene 2016).
Cuando los ángeles se aparecieron a los pastores, fue una aparición súbita. La noche parecía igual a cualquier otra noche, como la noche en que Jacob tuvo su visión que también parecía igual a otra noche. Los pastores velaban sobre sus rebaños, contemplaban cómo fluía la noche, las estrellas seguían su carrera, era medianoche; no pensaban lo mismo cuándo el ángel se les apareció. Tales son el poder y la virtud escondidos en lo visible; se manifiestan cuando Dios quiere.
¿Quién puede concebir, dos o tres meses antes de la primavera, que la cara de la naturaleza que parece muerta pueda volver a ser tan espléndida y tan variada? Lo mismo ocurre con esta primavera eterna que esperan todos los cristianos; vendrá, aunque tarde. Esperémoslo, porque ciertamente vendrá, no tardará en venir. Por, eso decimos cada día: Venga tu reino, lo cual quiere decir: Señor, muéstrate, manifiéstate, tú que estás sentado en medio de los querubines. Resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos. La tierra que vemos no nos satisface; es sólo un comienzo, es sólo una promesa de un más allá. Hasta en su máximo esplendor, cubierta por todas sus flores, cuando muestra de modo más sorprendente lo que esconde, no nos basta. Sabemos que hay en ella más cosas que no vemos. Lo que vemos es sólo la corteza exterior de un reino eterno. Sobre este reino es donde fijamos los ojos de nuestra fe.
16.- Te llama por tu nombre. (07 feb 2016).
A lo largo de toda nuestra vida Cristo nos llama. Estaría bien tener conciencia de ello, pero somos lentos en comprender esta gran verdad: que Cristo camina a nuestro lado y con su mano, sus ojos y su voz nos invita a seguirle. En cambio, nosotros ni siquiera alcanzamos a oír su llamada, que se sigue dando ahora. Pensamos que tuvo lugar en los tiempos de los apóstoles, pero no creemos que la llamada nos ataña a nosotros, no la esperamos. No tenemos ojos para ver al Señor, muy al contrario del apóstol a quien Jesús amaba, que distinguía a Cristo cuando los demás discípulos no lo reconocían.
No obstante, estate seguro: Dios te mira, seas quien seas. Dios te llama por tu nombre. Te ve y te comprende, él, que te hizo. Todo lo que hay en ti le es conocido; todos tus sentimientos y tus pensamientos, tus indicaciones, tus gustos, tu fuerza y tu debilidad. Te ve en los días de alegría y en los tiempos de pena. Se interesa por todas tus angustias y tus recuerdos, todos tus ímpetus y los desánimos de tu espíritu. Dios te abraza y te sostiene; te levanta o te deja descansar en el suelo. Contempla tu rostro cuando lloras y cuando rís, en la salud y en la enfermedad. Mir tus manos y tus pies, escucha tu voz, el latido de tu corazón y hasta tu aliento. No te amas tú más de lo que te ama él.
17.- Éste es el día. (27 mar 2016).
Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo... Como cristianos nacimos para el reino de Dios desde nuestra más tierna infancia, pero, aun siendo conscientes de esta verdad y creyendo plenamente en ella, tenemos muchas dificultades para acoger este privilegio. Nadie, por supuesto, lo comprende plenamente... Y hasta en este gran día, este día entre los días, donde Cristo resucita de entre los muertos, nosotros estamos como recién nacidos a los que les faltan ojos para ver y corazón para comprender quiénes somos verdaderamente. Éste es el día de Pascua, repitámoslo una y otra vez, con un respeto profundo y una gran alegría; digamos: He aquí el día entre los días, el día real, el día del Señor. He aquí el día en el que Cristo ha resucitado de entre los muertos, el día que nos trae la salvación.
Este día nos conduce, en prefiguración, a través de la tumba y ñlas puertas de la muerte, al tiempo del descanso en el seno de Abrahán. Estamos bastante cansados de la oscuridad, de la tristeza y del remordimiento. Estamos bastante cansados de este mundo agotador. Estamos cansados de sus ruidos y su jaleo: su mejor música es sólo ruido. Pero ahora reina el silencio, y es un silencio que habla. Hoy es el comienzo de días tranquilos y serenos, en los que podemos escuchar a Cristo. Con su voz dulce y tranquila, porque el mundo deja de hablar. Despojémonos de este mundo, y revistámonos de Cristo.
18.- Él camina a la cabeza, y ellas lo siguen. (18 abr 2016).
Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos como ovejas que no tienen pastor: las ovejas estaban dispersas porque no tenían pastor. Así estaba el mundo entero cuando Cristo, en su infinita misericordia, llegó a él para reunir a los hijos dispersos de Dios. Y si, por un momento, de nuevo quedaron sin guía, cuando en su lucha contra el enemigo el buen pastor dio la vida por sus ovejas, en seguida resucitó de entre los muertos para vivir por siempre, según esta otra profecía: El que dispersó a Israel lo reunirá y lo guardará como el pastor a su rebaño.
Como él mismo dijo en la parábola que nos propuso, una a una llama a sus ovejas por su nombre, y camina delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Así, el día de su resurrección, como María lloraba, la llamó por su nombre, y ella se dio la vuelta y al oírlo reconoció a aquel al que no había reconocido al verlo. De igual modo, le dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Juan, ¿me amas?, y agregó: Soy yo. Así también él y su ángel dijeron a las mujeres: Id y avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. Desde aquel momento, el buen Pastor, que ocupó el sitio de sus ovejas y murió para que ellas pudieran vivir para siempre, las espera y ellas siguen al Cordero adonde quiera que vaya.
19.- Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (05 may 2016)
La vuelta de Cristo a su Padre es a la vez fuente de pena, porque implica su ausencia, y fuente de alegría, porque implica su presencia. Tal es, en efecto, nuestra condición presente: perdimos a Cristo y lo encontramos: no lo vemos y, sin embargo, lo percibimos. Estrechamos sus pies, pero él nos dice: no me retengas. Perdimos la percepción sensible y consciente de su persona; no podemos mirarlo, oírlo, hablar con él, seguirlo de lugar en lugar; pero espiritual, inmaterial, interior, mental y realmente gozamos de su vista y de su posesión: una posesión más efectiva y presente que aquella de la que los apóstoles gozaban en los días de su carne, justamente porque es espiritual, justamente porque es invisible.
Sabemos que, en este mundo, cuanto más cerca está un objeto menos podemos percibirlo y comprenderlo. Cristo está tan cerca de nosotros en la Iglesia cristiana de modo que no podemos fijar en él la mirada o distinguirlo. Entra en nosotros, y toma posesión de la herencia que adquirió. No se nos presenta, sino que nos toma con él. Nos hace sus miembros. No lo vemos; conocemos su presencia sólo por la fe, porque está por encima de nosotros y en nosotros. Así, estamos afligidos, porque no somos conscientes de su presencia, y nos regocijamos porque sabemos que lo poseemos: Sin haberlo visto, le amáis, y sin contemplarlo todavía, creéis en él, y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.
20.- Viendo a la muchedumbre, tuvo lástima de ella. (05 jul 2016).
Mirad a vuestro alrededor, hermanos: ¿por qué hay tantos cambios y luchas, tantos partidos y sectas, tantos credos? Porque los hombres están insatisfechos e inquietos. ¿Y por qué están inquietos, cada uno con su salmo, su doctrina, su lengua, su revelación, su interpretación? Están inquietos porque no han encontrado; todo esto todavía no los ha llevado a la presencia de Cristo, que es la plenitud de la alegría y la felicidad eterna. Si hubieran sido alimentados por el Pan de la vida y probado el panal de miel, sus ojos se habrían vuelto claros. Como los de Jonatán, y habrían reconocido al Salvador de los hombres. Pero no habiendo percibido estas cosas invisibles, todavía deben buscar, y están a, merced de rumores lejanos.
Triste espectáculo: el pueblo de Cristo errante sobre las colinas como ovejas sin pastor. En lugar de buscarlo en los lugares que siempre frecuentó y en la morada que estableció, se detienen en proyectos humanos, siguen a guías extranjeros y se dejan cautivar por opiniones nuevas, se convierten en el juguete del azar o del gozo del momento y víctimas de su propia voluntad. Están llenos de ansiedad, de perplejidad, de celos y de espanto, bamboleados y llevados por el viento de cualquier doctrina, por la astucia de los hombres y su propia astucia que se obstina en el error. Todo esto porque no buscan el Cuerpo único, el Espíritu único, la única esperanza de su llamada, el único Señor, la fe única, el bautismo único, el Dios único y Padre de todos para encontrar el descanso de sus almas.
21.- Los ángeles del cielo contemplan sin cesar el rostro de mi Padre. (28 sep 2016)
Los ángeles se ocupan activamente de nosotros en la Iglesia. No hay ningún cristiano que por muy humilde que sea no tenga un ángel para servirle, si vive por la fe y el amor. Aun que ellos sean tan excelsos, gloriosos, puros, tan maravillosos que su sola vista hace que nos postremos, como le sucedió al profeta Daniel, con todo, son nuestros servidores y nuestros compañeros de trabajo. Ellos velan sobre nosotros, nos defienden si nosotros estamos enraizados en Cristo. Ellos forman parte de nuestro mundo invisible, y en alguna ocasión se manifiestan, como al patriarca Jacob.
Jacob no conocía más que el mundo visible; no conocía el mundo invisible y, sin embargo, el mundo invisible estaba allí, aunque Jacob no hizo nada para provocar su presencia, la cual solo se revela sobrenaturalmente.
Tuvo la revelación en un sueño: Una escalinata apoyada en la tierra, y lo alto tocaba el cielo; los ángeles de Dios subían y bajaban por la escalinata. La gente habla como si no existiera nada más después de la muerte. No, existe ya ahora, aunque nosotros no lo veamos: está entre nosotros, en torno nuestro. Así se le mostró a Jacob; los ángeles estaban a su alrededor, Allí mismo. Estos espíritus bienaventurados alaban a Dios día y noche, y nosotros, desde nuestro estado, también los podemos imitar.
22.- Mirad la higuera. (25 nov 2016).
La tierra que contemplamos no nos satisface. No es más que un comienzo; no es más que una promesa del más allá; incluso en su mayor alegría, cuando la tierra se abre a todas las flores y muestra todos sus tesoros escondidos de la forma más atractiva, incluso entonces, no nos es suficiente. Sabemos que la tierra encierra en sí muchas más cosas de las que podemos ver. Un mundo de santos y de ángeles, un mundo glorioso, palacio para Dios, la montaña del Señor de los Ejércitos, la Jerusalén celestial, el trono de Dios y de su Cristo, todas las maravillas eternas, preciosas, misteriosas e incomprensibles se esconden detrás de lo que vemos nosotros. Lo que vemos no es más que la corteza de un reino eterno; y sobre ese reino fijamos la mirada de nuestra fe.
Muéstrate, Señor, como en el tiempo de Navidad, cuando te visitaron los pastores; que tu gloria se extienda como las flores y las ramas de los árboles. Todo el esplendor del sol, todo el cielo, las nubes, todo el verdor de los campos, la dulzura del canto de los pájaros no pueden contener el todo. No podremos nunca apropiarnos del todo. Todas estas cosas proceden de un centro de amor y de bondad que es Dios mismo; pero todas estas cosas no son su plenitud, hablan del cielo, pero no son el cielo; no son más que algunos rayos perdidos de su gloria, una débil réplica de su imagen; no son más que las migajas que caen de la mesa.
23.- Era necesario que guardara este perfume para el día de mi sepultura. (10 abr 2017).
Cuando Jesús llegó, Lázaro ya llevaba enterrado cuatro días... Sus discípulos habían intentado disuadirlo de volver a Judea por temor a que lo mataran; y su temor se hizo realidad. Fue allí para resucitar a Lázaro, y la fama de este milagro fue la causa inmediata de su detención y de su crucifixión. Él sabía todo esto de antemano: vio la resurrección de Lázaro, la comida en casa de Marta, Lázaro en la mesa, la alegría por todas partes, María que lo honraba durante esta comida de fiesta derramando un perfume muy valioso sobre sus pies, numerosos judíos que venían no solo para verlo a él, sino también para ver a Lázaro, su entrada triunfal en Jerusalén, la muchedumbre que gritaba Hosanna, la gente que testimoniaba la resurrección de Lázaro, griegos venidos a adorar a Dios durante la Pascua que querían verlo a toda costa, los niños que participaban en la alegría general, y luego los fariseos que conspiraban contra él, Judas que le traicionaba, sus amigos que le abandonaban, y la cruz que le recibía...
Presentía que Lázaro volvía a la vida a cambio de su propio sacrificio, que él descendía a la tumba que Lázaro dejaba vacía, que Lázaro iba a vivir y él iba a morir. Y sabía que aceptaba esta muerte voluntariamente; había descendido del seno de su Padre para expiar con su sangre los pecados de todos los hombres y resucitar de la tumba a todos los creyentes.
24.- Uno de vosotros me va a entregar. (12 abr 2017).
Cuando se separó de su madre, Jesús escogió amigos humanos -los doce apóstoles- no para ser siervos, sino amigos. Hizo de ellos sus confidentes; les confió cosas que no dijo a otros. Les llamó sus hijitos; para concederles sus dones, los prefirió a los sabios y a los entendidos de este mundo. Manifestó su alegría y les permitió que se quedaran con él en sus pruebas, y como signo de reconocimiento, les anunció que se sentarían en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Encontró consuelo en su amistad a las puertas de su prueba suprema. Se reunió con ellos en la última Cena, como para ser sostenido por ellos en esta hora solemne. He deseado enormemente comer esta pascua con vosotros antes de padecer. Había entre el Maestro y sus discípulos un intercambio de afecto, una amistad profunda. Pero su voluntad era que sus amigos lo abandonaran y lo dejaran solo, una voluntad verdaderamente digna de adoración. Uno le traicionó; el otro renegó de él; el resto huyó, dejándolo en manos de sus enemigos... Estuvo solo cuando pisó el lagar.
Sí, Jesús todopoderoso y bienaventurado, invadido en su alma por la gloria de su naturaleza divina, quiso someter su alma a todas las imperfecciones de nuestra naturaleza. Así como había disfrutado de la amistad de los suyos, aceptó la desolación de su abandono. Y cuando lo quiso, escogió privarse de la luz de la presencia de Dios.
25.- Os enviaré al Paráclito, al Defensor. (23 may 2017).
Cristo está verdaderamente con nosotros ahora: Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Podéis dar esta explicación "Cristo volvió, pero en espíritu; es su Espíritu quien vino en su lugar, y cuando Cristo dijo que está con nosotros, significa que su Espíritu está con nosotros". Nadie, por cierto, puede negar que el Espíritu Santo vino, ¿pero por qué vino? ¿Para suplir la ausencia de Cristo o para cumplir su presencia? Ciertamente, para hacerlo presente. No imaginemos ni un momento que Dios Espíritu Santo pueda venir de tal modo que Dios Hijo se quede lejos. Por el Santo Espíritu entramos en comunión con el Padre y el Hijo...
El Espíritu Santo suscita la presencia de Cristo en el corazón y la fe la acoge. Así pues, el Espíritu no ocupa el lugar de Cristo en el corazón, sino que le asegura este sitio a Cristo... El Espíritu Santo, pues, se digna a venir a nosotros con el fin de que, por su venida, Cristo pueda venir a nosotros, material o visiblemente, pero entrando en nosotros. Y así es como está a la vez presente y ausente: ausente en cuanto que dejó la tierra, presente en cuanto a que no abandonó al alma fiel. Como él mismo dice: El mundo ya no me verá, pero vosotros me veréis.
26.- El espíritu de infancia. (02 jul 2017).
A medida que el tiempo pasa, corremos el peligro de volvernos frío de corazón. En el alma del niño hay, en los primeros fríos de corazón. En el alma del niño hay, en los primeros años después del bautismo, un discernimiento del mundo invisible en las cosas visibles, una captación de lo Soberano y Adorable, y una incredulidad e ignorancia acerca de los perecedero y cambiante, que deja marcado en el alma un emblema propio del cristiano maduro, que se ha emancipado de las cosas del mundo y vive en la convicción íntima de la Presencia de Dios...
La sencillez con que el niño actúa y piensa, su pronta aceptación de lo que se le dice, su cariño ingenuo, su confianza franca, su desvalimiento evidente, su ignorancia del mal, su incapacidad para ocultar sus pensamientos, su conformidad, su rápido olvido de los problemas, su capacidad para admirar sin codiciar y, sobre todo, su espíritu de reverencia que mira todas las cosas a su alrededor como maravillas, prendas figuras del Único Invisible, son todo pruebas de que, por así decir, hasta hace poco se encontraba en un estado de cosas más elevado. Bastaría con observar lo libre que está de ese espíritu de orgullosa independencia que se instala en el alma a medida que pasa el tiempo.
27.- Dejadlos crecer juntos hasta la cosecha (01 agos 2017).
Hay escándalos en la Iglesia, cosas censurables y vergonzosas; ningún católico podrá negarlo. Tiene siempre que asumir el reproche y la vergüenza de ser la madre de hijos indignos; tiene hijos que son buenos, u otros que son malos... Dios habría podido instituir una Iglesia que fuera pura; pero predijo que la cizaña sembrada por el enemigo crecería con el trigo hasta la cosecha, en el fin del mundo. Afirmó que su Iglesia sería semejante a una red de pescador que recoge peces de todas clases y que no se escogen hasta el atardecer.
Yendo más lejos todavía, declaró que los malos y los imperfectos le importaban más que los buenos. Muchos son los llamados, dijo, pero pocos los escogidos, y su apóstol dice que subsiste un resto, elegido por gracia. Existe, pues, sin cesar en la historia y en la vida de los católicos, la alternancia de hechos ampliamente contradictorios. Pero no nos avergonzarnos, ni escondernos el rostro entre las manos; al contrario: levantamos nuestras manos y nuestro rostro hacia nuestro Redentor.
28.- Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. (27 ago 2017)
El ministerio de Pedro permanece siempre en la Iglesia en la persona de aquellos que le suceden. Hay, pues,que admitirque la bendición del Señor, pronunciada primero sobre Pedro, desciende también sobre sus siervos, por pequeños que sean, si guardan lo que les ha sido confiado. San Pedro es el símbolo y el representante de todos ellos. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del abismo no la hará perecer. ¡Una promesa sagrada y gloriosa! ¿Sería posible que esta promesa se agotara enteramente en la persona de Pedro? ¿Está contenida en el evangelio únicamente para dar testimonio a favor de alguien que ya ha desaparecido hace mucho tiempo?
Es característico de la Palabra inspirada ensalzar a las personas? De este modo ¿no se quedaría la riqueza de esta promesa y de la bendición de Cristo en una interpretación minimalista? ¿No desborda esta promesa cualquier interpretación minimalista, hasta que nuestra falta de fe sea vencida por la bondad de Aquel que se comprometió en ella? En resumen, ¿no es un conjunto de prejuicios lo que impide a tanta gente acoger esta promesa de Cristo, hecha a Pedro, según la plenitud de la gracia que la acompaña? Si las promesas de Cristo a los apóstoles no se cumplieran en la Iglesia a lo largo de los siglos, ¿cómo podríamos entender la eficacia de los sacramentos más allá de los tiempos del comienzo de la Iglesia?
29.- San Lucas, "servidor de la Palabra" (18 oct 2017).
Todas las palabras sagradas de Cristo, aunque revestidas de forma temporal y ordenadas aun fin inmediato, conservan toda su fuerza en cada época. Permaneciendo en la Iglesia, están destinadas a seguir siendo válidas en el cielo y se prolongan hasta la eternidad. Son nuestra regla santa, justa y buena, la lámpara para nuestros pasos, y la luz en nuestros senderos, tan plena e íntimamente válidas para nuestro tiempo como cuando fueron pronunciadas.
Esto hubiera sido igualmente verdad si, con una sencilla atención humana, alguien hubiera recogido las migajas de la mesa de Cristo. Pero
nosotros tenemos una seguridad mucho mayor porque recibimos la palabra no de los hombres, sino de Dios. El Espíritu Santo, que glorificó a Cristo y dio a los evangelistas la inspiración de escribir, no trazó para nosotros un evangelio estéril. Alabado sea por haber escogido y salvaguardado para nosotros las palabras que debían ser particularmente útiles para el porvenir; palabras que servirían de ley a la Iglesia para la fe, la moral y la disciplina. No nos dio una ley escrita sobre tablas de piedra, sino una ley de fe y de amor, de espíritu y no de letra, una ley para los corazones generosos que aceptan vivir de toda palabra, por humilde y modesta que sea, que sale de la boca de Dios.
30.- Mártires incapaces de confesar el nombre de tu Hijo son glorificados por el nacimiento de Cristo. (28 dic 2017).
Es justo que celebremos la muerte de estos inocentes pues es una muerte santa. Cuando los acontecimientos nos acercan a Cristo, cuando sufrimos por Cristo, lo hemos de considerar un inmerecido privilegio, sea el sufrimiento que fuere, aun cuando seamos conscientes de sufrir por él. Los niños que Jesús cogió en sus brazos tampoco podían comprender la admirable condescendencia de la que eran objeto. No obstante, la bendición del Señor ¿no era un verdadero privilegio? Del mismo modo, la masacre de los niños de Belén es para ellos un sacramento. Era la prenda del amor del Hijo de Dios para los que sufrieron por él. Todos los que se acercan a Jesús sufren por el mismo el hecho del contacto, como si emanara de él una fuerza secreta que purifica y santifica las almas por medio de las penas de este mundo. Este fue el caso de los Santos Inocentes.
Verdaderamente, la presencia misma de Jesús es un sacramento. Todos sus actos, todas sus miradas, todas sus palabras comunican la gracia a los que aceptan este don, ¡cuánto más a los que quieren ser sus discípulos! Desde los orígenes de la Iglesia, esta clase de martirio fue considerado como una especie de bautismo, un auténtico bautismo de sangre que tiene la misma eficacia sacramental que el agua que regenera. Estamos, pues, invitados a considerar estos niños como mártires y a aprovecharnos del testimonio de su inocencia.
31.- Mi Padre trabaja siempre, y yo también trabajo. (14 mar 2018).
Si observamos el comportamiento del Señor durante su vida mortal, veremos que se empeñó manifiestamente en esconder de alguna manera su identidad aunque la daba a conocer plenamente. Parece que quería que pudiéramos gozar de él, pero no inmediatamente, Es como si sus palabras pudieran ya haber sido pronunciadas al mundo, mientras que todavía hubiera que esperar mucho tiempo su verdadera interpretación. Cristo las reservaba para la llegada de aquel que iluminaría tanto al mismo Cristo como a sus palabras. Cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, comprendieron por fin quién había estado con ellos; reconocieron la Verdad cuando todo quedó cumplido. No inmediatamente.
Aquí nos hallamos con el principio general que actúa constantemente en las Escrituras y en la marcha del mundo. Cuando Dios viene a nosotros, cuando interviene en el mundo, no nos percatamos al instante de su presencia, sino después, cuando miramos hacia atrás. Prodigiosa
Providencia que se hace silenciosa siendo al mismo tiempo eficaz,. Constante y, sobre todo, infalible. Dios vela siempre por los suyos. Él nos conduce y nos alienta a avanzar por un camino que ignoramos. Todo lo que tenemos que hacer es creer, dejarnos conducir aun sin ver plenamente el camino. Por la fe, colaboramos con Dios.
32.- Rabí, ¿cuándo has llegado aquí? (16 abr 2018).
Cristo no da testimonio de sí mismo, ni dice quién es ni de dónde viene. Él está entre sus contemporáneos como el que sirve. Solo después de la resurrección, y sobre todo después de su ascensión, cuando el Espíritu ya había venido, los apóstoles comprendieron quién era aquel que había estado con ellos. Aquí vemos la manifestación de un principio general que se presenta ante nosotros a menudo, tanto en la Escritura como en la vida del mundo: no reconocemos la presencia de Dios mientras está con nosotros, sino después, cuando volvemos la mirada sobre los acontecimientos pasados.
Acontecimientos agradables o dolorosos: no sabemos en el momento significado. No vemos en ellos la mano de Dios. Si tenemos fe, confesamos lo que no vemos y acogemos todo lo que nos acontece como venido de su mano. Con todo, tanto si lo aceptamos con espíritu de fe como si no, no hay otro medio de aceptarlo que la fe. No vemos nada. No comprendemos cómo puede suceder tal cosa o a qué tal otra. Mirad a José, vendido por sus hermanos: una vez pasada la calamidad, comprendió lo que en su momento resultaba incomprensible y dijo a sus hermanos: Dios me envió delante de vosotros para salvar vuestras vidas. No fuisteis vosotros quienes me enviasteis a este lugar, sino Dios.
33.- El Espíritu de la verdad. (09 may 2018).
El Paráclito, el Consolador que es una sola cosa con el Hijo, siendo el Espíritu que procede del Hijo...revela que aquel que se tenía por hijo del hombre es el Hijo único de Dios. Nuestro Señor había declarado todo lo que nos hacía falta, pero sus apóstoles no lo comprendieron. Incluso confesando su fe con convicción bajo la acción secreta de la gracia, no comprendieron todo lo que ellos afirmaban.
¿No tuvo a bien el Salvador ocultar su secreto? ¿No es cierto que parece que quiso que conociéramos su secreto no desde el principio sino después, como si sus palabras tuvieran que esperar todavía mucho tiempo para adquirir su interpretación divina? Esto es lo que el Señor reservó para el momento de la venida de aquel que él enviaría. El Espíritu revelará a plena luz sus palabras. Solo después de la resurrección de Cristo, e incluso después de la ascensión, el Espíritu desciende sobre ellos. Entonces los apóstoles comprenden, por fin, quien había estado con ellos.
34.- Mártires incapaces de confesar el nombre de tu Hijo.(28 dic 2018).
Es justo que celebremos la muerte de estos inocentes pues es una muerte santa. Hemos de considerar un inmerecido privilegio el sufrimiento, sea el que fuere, incluso cuando en un principio no seamos conscientes de que sufrimos. Los niños que Jesús acogió en sus brazos no pudieron tampoco comprender entonces la admirable condescendencia de la que eran objeto. No obstante esta, esta bendición del Señor ¿no era un verdadero privilegio? Del mismo modo, esta masacre de los niños de Belén fue para ellos un sacramento. Todos los que se han acercado a Jesús han sufrido, más o menos, por el mismo hecho del contacto, como si emanara de él una fuerza secreta que purifica y santifica las almas por medio de las penas de este mundo. Este fue el caso de los Santos Inocentes.
Verdaderamente, la presencia misma de Jesús es un sacramento. Todos sus actos, todas sus miradas, todas sus palabras comunican la gracia a los que aceptan este don, ¡y cuánto más a los que quieren ser sus discípulos! Desde los orígenes de la Iglesia, esta clase de martirio fue considerada como una especie de bautismo, un auténtico bautismo de sangre que tiene la misma eficacia sacramental que el agua que regenera. Estamos, pues, invitados a considerar a estos niños como mártires y a aprovecharnos del testimonio de su inocencia.
35.- Mis ojos han visto tu salvación. (02 feb 2019).
En la escena de hoy no hay nada extraordinario ni impresionante. En el mundo, la gente como los padres de Jesús, pobres, y estos dos viejos, Simeón y Ana, no llaman la atención de nadie y todo el mundo pasa de largo. Sin embargo, se da aquí la realización solemne de una profecía antigua y prodigiosa. El niño es el Salvador del mundo, el heredero auténtico que viene bajo los signos de un desconocido a visitar la propia casa. Además, el viejo Simeón se llena de los dones del Espíritu. Ana también profetiza. La gloria que llenará este templo es mayor que la antigua, había anunciado otro profeta. Aquí está esta gloria: un niño pequeño con sus padres, dos ancianos y una asamblea sin nombre ni relieve. La llegada del reino no se deja ver.
Esta es la manera en que Dios visita: el silencio, la irrupción, la sorpresa según el mundo, a pesar de las predicciones conocidas por todos, las profecías de las que la Iglesia comprende el sentido y espera su cumplimiento. No puede ser de otro modo. Los avisos de Dios son claros, pero el mundo continúa su curso. Comprometidos en sus actividades, los hombres no saben discernir el sentido de la historia. Confunden grandes acontecimientos con hechos sin importancia y valoran las realidades según una perspectiva del todo humana. El mundo permanece ciego, pero la providencia oculta de Dios se realiza día tras día.
36.- Y el Verbo se hizo carne. (25 mar 2019).
La Palabra era desde los orígenes el Hijo único de Dios. Antes de que los mundos fueran creados, incluso antes del tiempo, ella ya era, en el seno del Padre eterno, Dios de Dios y Luz de Luz, supremamente bendita en el conocimiento que tenía del Padre y el conocimiento que el Padre tenía de ella, recibiendo del Padre toda perfección divina, pero siempre una con aquel que la había engendrado. Como se dice en el principio del evangelio: En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
Cuando el hombre cayó, la Palabra hubiera podido, en verdad, permanecer en la gloria que tenía con el Padre. Pero el amor insondable que nos había mostrado en el origen de la creación, insatisfecho al ver su obra estropeada, le hizo descender desde el seno del Padre para llevar a cabo la voluntad de este y reparar el mal que el pecado había causado. Con una indulgencia admirable, vino, pero no ya revestido de poder, sino de debilidad, bajo la gorma de siervo, bajo la apariencia de hombre caído al cual tenía el designio de levantar. Así, se humilló, sufriendo todas las debilidades de nuestra naturaleza, semejante en todo a nuestra carne pecadora, semejante al pecador con excepción del pecado, limpio de toda falta, pero sometido a cualquier tentación y, por fin, obediente hasta la muerte y muerte de cruz.
37.- La paz esté con nosotros. (25 abr 2019).
El corazón de cada cristiano deberá representar, en miniatura, a la Iglesia católica, puesto que el mismo Espíritu hace tanto de la Iglesia entera como de cada uno de sus miembros, el templo de Dios. De la misma manera que se debe a él la unidad de la Iglesia, pues si la dejara a su propio arbitrio se dividiría en numerosas partes, asimismo es él quien hace que el alma sea una, a pesar de sus diversos gustos y facultades, de sus tendencias contradictorias. De igual manera que da la paz a todas las naciones que, por su misma naturaleza, disienten unas de otras, pone al alma en un sometimiento ordenado, estableciendo que la razón y la conciencia sean soberanas y tengan sometidos los aspectos inferiores de nuestra naturaleza.
Estas dos operaciones de nuestro divino Consolador dependen la una de la otra. Mientras los cristianos no busquen la unidad y la paz en su propio corazón, la misma Iglesia jamás estará en paz y unidad en el seno de este mundo que la envuelve. Y de igual manera, mientras la Iglesia en todo el mundo esté en este lamentable estado de desorden que constatamos, no habrá particularmente ningún país, simple porción de esta Iglesia, que no se encuentre en un estado de gran confusión religiosa. En esto debemos poner toda nuestra consideración, porque ello va a enfriar nuestras esperanzas y a disipar nuestras ilusiones; no podemos esperar la paz dentro de nuestra casa si estamos en guerra con los de fuera.
38.- Marta le dijo: "Sí, Señor, yo creo. (29 jul 2019).
Cristo vino para resucitar a Lázaro, pero el impacto de este milagro será la causa inmediata de su arresto y crucifixión. Sentía que Lázaro debía vivir y él debía morir: la apariencia de las cosas se había invertido; se; iba a hacer fiesta en casa de Marta, pero para él era la última pascua de dolor. Había venido desde el seno de su Padre para expiar con su sangre todos los pecados de los hombres, y así hacer salir de su tumba a todos los creyentes, como a su amigo Lázaro; los devuelve a la vida, no por un tiempo, sino para toda la eternidad.
Jesús le dijo a Marta: Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá, y todo aquel que vive y cree en mí no morirá eternamente. Hagamos nuestras estas palabras de consuelo, tanto en la contemplación de nuestra propia muerte, como en la de nuestros amigos. Donde quiera que haya fe en Cristo, allí está el mismo Cristo. Él le dijo a Marta: ¿Crees esto? Donde hay un corazón para responder: Señor, yo creo, ahí Cristo está presente. Allí, nuestro Señor se digna estar, aunque invisible, ya sea sobre el lecho de muerte o sobre la tumba, si nos estamos hundiendo, o en aquellos seres que nos son queridos. Nada puede privarnos de este consuelo: vamos a estar tan seguros, mediante su gracia, de que él está junto a nosotros en el amor, como si lo viéramos. Después de la historia de Lázaro, no dudamos un instante de que él está pendiente de nosotros y permanece a nuestro lado.
39.- Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis. (03 dic 2019).
Durante siglos, antes que Jesús viniera a la tierra, todos los profetas estaban en guardia en lo alto de la torre; todos esperaban atentamente su venida en la oscuridad de la noche. Velaban sin cesar para sorprender el primer albor de la aurora: Oh Dios, tú eres mi Dios, desde la aurora te busco. Sin embargo, si alguna vez ha habido hombres con derecho a atarse a este mundo y a no desinteresarse de él, fueron esos servidores de Dios; se les había dado participar de la tierra, y según las mismas promesas del Altísimo, esa debía ser su recompensa. Pero nuestra recompensa es la del mundo venidero.
También ellos, esos grandes servidores de Dios, a pesar de su valor, sobrepasaron el don terrestre de Dios para atarse a unas promesas más bellas todavía; por esta esperanza sacrificaron lo que tenían en posesión. No se contentaron con menos, sino con la plenitud de su Creador; buscaban ver el rostro de su Libertador. Y si para alcanzar esto era preciso que la tierra se quebrara, que los cielos se abriesen, ¡mucho mejor que seguir viviendo sin él! Tal era la intensidad de su deseo. Los apóstoles, una vez que su Maestro se marchó, no fueron inferiores a los profetas en la agudeza de su percepción ni en el ardor de sus aspiraciones. Continuó el milagro de perseverar en la espera.
40.- Rabí, ¿cuándo has llegado aquí? (27 abr 2020).
Aparentemente, solo después de la resurrección, y sobre todo, después de su ascensión, cuando el Espíritu ya había venido, los apóstoles comprendieron quién era aquel que había estado con ellos. Cuando todo lo demás había acabado, no antes, ellos lo supieron. De manera que aquí vemos, creo yo, la manifestación de un principio general que se presenta ante nosotros a menudo, tanto en la Escritura como en la vida del mundo: no está con nosotros, sino después, cuando volvemos la mirada sobre los acontecimientos pasados.
Acontecimientos agradables o dolorosos: no sabemos en el momento su significado. No vemos en ellos la mano de Dios. Si tenemos fe, confesamos lo que no vemos y acogemos todo lo que nos acontece como venido de su mano. Con todo, tanto si lo aceptamos con espíritu de fe como si no, no hay otro medio de aceptarlo que la fe. No vemos nada. No comprendemos cómo puede suceder tal cosa o a qué sirve tal otra. Un día, Jacob exclama: Todo se vuelve contra mí. Realmente parece que es así... Y no obstante, todas sus desventuras se habrían de trocar en bienes. ¡Prodigiosa providencia, silenciosa y no obstante tan eficaz, constante infalible! Ella destruye las maquinaciones del diablo. Satanás no puede conocer la mano de Dios que obra en el curso de los acontecimientos.
41.- Nuestra vida desde ahora escondida con Cristo en Dios.(24 may 2020).
Cuando san Pablo dice que nuestra vida está escondida con Cristo en Dios, se podría entender con ello que nuestro principio de existencia ya no es un principio mortal y terrestre, tal como el de Adán después de la caída, sino que somos bautizados y escondidos de nuevo en la gloria de Dios, en esta pura luz de su presencia que perdimos con la caída de Adán. Somos creados de nuevo, transformados espiritualizados, glorificados en la naturaleza divina. Por Cristo, recibimos, como por un canal, la verdadera presencia de Dios, tanto dentro de nosotros como fuera de nosotros; estamos impregnados de santidad y de inmortalidad.
Y esta es nuestra justificación: nuestra subida por Cristo hasta Dios o el descenso de Dios, por Cristo, hasta nosotros; lo podemos decir de una u otra manera... Estamos en él y él en nosotros; Cristo es el único, mediador, el camino, la verdad y la vida que une la tierra con el cielo. Esta es nuestra verdadera justificación, no tan solo el perdón o el favor, no solamente una santificación interior, sino el hecho de estar nosotros habitados por nuestro Señor glorificado. Este es el gran don de Dios.