SAN IGNACIO DE ANTIOQUÍA

31.08.2021

1.- Escrito está: "Mi casa es casa de oración" (22 nov 2013)

Os exhorto a caminar según el pensamiento de Dios. Porque Jesucristo, principio indefectible de nuestra vida, es el pensamiento del Padre. Igualmente los obispos, establecidos hasta los confines de la tierra,forman parte del pensamiento de Jesucristo. Es conveniente, pues, seguir el pensamiento de vuestro obispo. Por otra parte, es lo que ya hacéis. El conjunto de vuestros presbíteros, verdaderamente dignos de Dios, está unido al obispo como las cuerdas lo están a la cítara. Así, templados todos vuestros sentimientos y vuestra caridad en armonía, cantáis a Jesucristo. Que cada uno de vosotros llegue a ser un miembro de vuestro coro para que, viviendo acordes y en armonía y con el tono de Dios, cantéis unidos con una sola voz las alabanzas del Padre, por Jesucristo.

Vosotros sois las piedras del templo del Padre, talladas para el edificio que construye Dios Padre, elevados hasta la cumbre por el instrumento de Jesucristo, que es su cruz, sirviéndoos del Espíritu Santo como cuerda. Vuestra fe os hace subir a lo alto, y la caridad es el camino que os eleva hasta Dios. Todos vosotros sois compañeros de camino, portadores de Dios y de su templo, portadores de Cristo, adornados totalmente con los preceptos de Jesucristo. Me alegro con vosotros de que, viviendo una vida nueva, no améis más que a Dios solo.

2.- Ved mis manos y mis pies... Tocadme. (24 abr 2014).

Nuestro Señor nació verdaderamente de la Virgen, fue bautizado por Juan para cumplir así todo lo que Dios quiere; finalmente, su cuerpo fue verdaderamente crucificado bajo el poder de Poncio Pilatos y del tetrarca Herodes (y de su divina y bienaventurada pasión somos fruto nosotros), para mediante su resurrección, elevar su estandarte Para siempre a favor de sus santos y fieles, tanto judíos como gentiles, reunidos todos en el único cuerpo de su gloria. Todo esto lo sufrió por nosotros, para que alcanzáramos la salvación, y sufrió verdaderamente, como también se resucitó a sí mismo verdaderamente.

Yo sé que después de su resurrección tuvo un cuerpo verdadero, como sigue aún teniéndolo. Por esto, cuando se apareció a Pedro y a sus compañeros, les dijo: "Tocadme y palpadme, y daos cuenta de que no soy un ser fantasma e incorpóreo". Y al punto, lo tocaron y creyeron, adhiriéndose a la realidad de su carne y de su espíritu. Esta fe los hizo capaces de despreciar y vencer la misma muerte. Después de su resurrección, el Señor comió y bebió con ellos como cualquier otro hombre de carne y hueso, aunque espiritualmente estaba unido al Padre.

3.- Como corderos en medio de lobos. (08 jul 2016).

Te animo por la gracia de la cual estás revestido que sigas adelante en tu camino y que exhortes a todos los hombres para que puedan ser salvos. Reivindica tu cargo con toda diligencia de carne y de espíritu. Procura que haya unión, pues no hay nada mejor. Soporta a todos, como el Señor te soporta. Toléralo todo con amor, tal como haces. Entrégate a oraciones incesantes. Pide mayor sabiduría de la que ya tienes. Sé vigilante, y evita que tu espíritu se adormile. Habla a cada hombre según la manera de Dios. Sobrelleva las dolencias de todos, como un atleta perfecto. Allí donde hay más labor, hay mucha ganancia.

Si amas a los sabios, esto no es nada que hay que agradecérsete. Más bien sométete a los más impertinentes por medio de la mansedumbre. No todas las heridas son sanadas por el mismo ungüento. Sé prudente como la serpiente en todas las cosas e inocente siempre como la paloma. Por esto estás hecho de carne y espíritu, para que puedas desempeñar bien las cosas que aparecen ante tus ojos; y en cuanto a las cosas invisibles, ruega que te sean reveladas, para que no carezcas de nada, sino que puedas abundar en todo don espiritual. A un gran atleta le corresponde recibir golpes y triunfar. Pero por amor de Dios hemos de soportar todas las cosas, para que él nos soporte a nosotros.

4.- Amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen. (24 feb 2018).

Orad sin cesar por los demás. Se puede esperar su arrepentimiento y que se vuelvan a Dios. Por lo menos, que vuestro ejemplo les enseñe el camino. A su cólera, oponed vuestra dulzura; a su arrogancia, vuestra humildad; a sus blasfemias, vuestra oración; a sus errores, la firmeza de vuestra fe; a su violencia, vuestra serenidad, procurando no hacer nada de lo que hacen ellos. Mostrémosles por nuestra bondad que somos sus hermanos. Intentemos imitar al Señor. ¿Quién ha sufrido la injusticia como él? ¿Quién fue despojado y rechazado como él? Que no se encuentre entre vosotros la hierba del diablo. ¡Permaneced en Cristo por una pureza y una templanza perfectas, de cuerpo y de espíritu!

He aquí que hemos llegado al final de los tiempos. Únicamente gracias a Cristo entraremos en la vida verdadera. Fuera de Cristo no hay nada que valga la pena. Nada supera la paz; triunfa de todos los asaltos que sufrimos por parte de nuestros enemigos, sean del cielo o de la tierra... Hoy día ya no basta con confesar la fe, hay que manifestar hasta el final la fuerza que nos habita.

5.- Si algo se hace a escondidas, es para que salga a la luz. (31 ene 2019).

Procurad reuniros con más frecuencia para celebrar la acción de gracias y la alabanza divina. Cuando os reunís con frecuencia en un mismo lugar, se debilita el poder de Satanás, y la concordia de vuestra fe le impide causaos mal alguno. Nada de esto os será desconocido si mantenéis de un modo perfecto, en Jesucristo, la fe y la caridad, que son el principio y el fin de la vida: el principio es la fe, el fin es la caridad. Cuando ambas virtudes vana la par, se identifican con el mismo Dios, y todo lo demás que contribuye al bien obrar se deriva de ellas. El que profesa loa fe no peca, y el que posee la caridad no odia. Por el fruto se conoce el árbol; del mismo modo, los que hacen profesión de pertenecer a Cristo se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que hacer una profesión de fe, es mantenernos firmes en esa fe hasta el fin.

Es mejor callar y obrar que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña también obra. Uno solo es el maestro, que lo dijo y existió: pero también es digno del Padre lo que enseñó sin palabras. El que posee la palabra de Jesús es capaz de entender lo que él enseñó sin palabras y llegar así a la perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer por lo que hace sin hablar. Nada hay escondido para el Señor. Obremos, pues, siempre conscientes de que él habita en nosotros, para que seamos templos suyos y él sea Dios en nosotros.

6.- Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que ha enviado. (06 may 2019).

Vosotros, hijos de la verdadera luz, huid de las disputas y malas doctrinas. Igual que las ovejas, seguid a todas partes a vuestro pastor. Porque a menudo unos lobos aparentemente dignos de fe hacen extraviar a los que corren en los caminos de Dios, pero si permanecéis unidos, no encontrarán lugar entre vosotros. Tened cuidado de no participar más que a una sola Eucaristía; en efecto, no hay más que una sola carne de nuestro Señor, una sola copa para unirnos en su sangre, un solo altar, igual que no hay más que un solo obispo rodeado de presbíteros y diáconos. Entonces, todo lo que hagáis lo haréis según Dios. Mi refugio es el evangelio, que es para mí el mismo Jesús en carne, y los apóstoles son los que encarnan el presbiterio de la Iglesia. Amemos también a los profetas, porque también ellos han anunciado el evangelio.

Dios no habita donde reina la división y la cólera, sino que el Señor perdona a todos los que se arrepienten, si el arrepentimiento los conduce a la amistad de Dios, si el arrepentimiento los conduce a la unidad de Dios y a la comunión con el obispo. Creo en la gracia de Jesucristo, que nos librará de toda cadena. Os lo suplico, no actuéis jamás por espíritu de disputa, sino según la enseñanza de Cristo.

7.- Que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. (28 may 2020).

Es justo que glorifiquéis a Jesucristo, que os ha glorificado a vosotros, de modo que, unidos en una perfecta obediencia, sumisos a vuestro obispo y al colegio presbiteral, seáis en todo santificados. No os hablo con autoridad, como si fuera alguien, pues aunque estoy encarcelado por el nombre de Cristo, todavía no he llegado a la perfección en Jesucristo. Ahora, precisamente, es cuando empiezo a ser discípulo suyo y os hablo como a mis condiscípulos. Porque lo que necesito es ser fortalecido por vuestra fe, por vuestras exhortaciones, vuestra paciencia. Pero, como el amor que os tengo me obliga a hablaros también de vosotros, me adelanto a exhortaros a que viváis unidos en el sentir de Dios. En efecto, Jesucristo, vuestra vida inseparable, expresa el sentir del Padre, como también los obispos, esparcidos por el mundo entero, son la expresión del sentir de Jesucristo.

Por eso debéis estar acordes con el sentir de vuestro obispo como las cuerdas de una lira. Este vuestro acuerdo y concordia en el amor es como un himno a Jesucristo. Procurad formar parte de este coro, de modo que, por vuestra unión y concordia, seáis como una melodía que se eleva a una sola voz por Jesucristo al Padre, para que os escuche y os reconozca, por vuestras buenas obras, como miembros de su Hijo. Os conviene, pues, manteneros en una unidad perfecta, para que seáis siempre partícipes de Dios.   

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