SAN FRANCISCO DE SALES

23.08.2021

1.- Marta lo recibió en su casa. (08 oct 2013).

Amad a todo el mundo con un amor grande de caridad, pero no tengáis trato de amistad más que con los que podéis intercambiar cosas buenas. Si intercambiáis en el terreno del conocimiento, ciertamente que vuestra amistad es laudable; más aún si compartís con ellos en el terreno de la prudencia, de la discreción, de la fuerza y de la justicia. Pero si vuestra relación está fundada sobre la caridad, la devoción y la perfección cristiana, ¡Dios mío, que preciosa será vuestra amistad! Será excelente porque viene de Dios, excelente porque Dios es su lazo de unión, porque durará eternamente en Dios. ¡Que bueno es amar sobre la tierra como se ama en el cielo, aprender a amarse en este mundo tal como lo haremos eternamente en el otro!.

Yo no hablo aquí del simple amor de caridad, porque éste se debe a todos los hombres; hablo de la amistad espiritual mediante la cual dos o tres, o muchos, comulgan en la vida espiritual y se hacen un solo espíritu entre ellos. Con todo derecho, estas almas dichosas pueden cantar: ¡Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos! Me parece que todas las demás amistades no son otra cosa que la sombra de ésta. Para los cristianos que viven en el mundo es necesario que se ayuden unos a otros con santas amistades; mediante ellas, se ayudan, se sostienen, se acompañan mutuamente hacia el bien. Nadia podrá negar que nuestro Señor haya amado con una amistad del todo dulce y del todo especial a san Juan, a Lázaro, a Marta y a Magdalena, porque la Escritura da testimonio de ello.

2.- El árbol se reconoce por sus frutos. (13 sep 2014).

Es menester acomodar la práctica de la devoción a las fuerzas, a los quehaceres y las obligaciones de cada persona en particular; ¿sería razonable que el obispo quisiera vivir en la soledad como los cartujos? Y si los casados quisieran vivir en castidad como los capuchinos, y el artesano estuviese todo el día en la iglesia como los religiosos, y el religioso tratase continuamente con toda clase de personas por el bien del prójimo como lo hace el obispo, ¿no sería esta devoción ridícula, desordenada e insufrible? Sin embargo, este desorden es demasiado frecuente.

No, la devoción nada echa a perder cuando es verdadera; al contrario, todo lo perfecciona, y cuando es contraria a la vocación de alguno es, sin la menor duda, falsa. La abeja, dice Aristóteles, saca su miel de las flores sin dañarlas y las deja frescas y enteras, según las encontró; pero la verdadera devoción todavía hace más, porque no sólo no causa perjuicio a vocación ni negocio alguno, sino que los adorna y embellece. Cada uno de nosotros se hace más agradable a Dios en su vocación cuando la acomoda a la devoción: el gobierno de la familia se hace más amoroso: el amor del marido y de la mujer, más sincero; el servicio del príncipe, más fiel; y todas las ocupaciones se vuelven más suaves y amables.

3.- Perdonar al hermano de todo corazón. (10 mar 2015).

La primera palabra que nuestro Señor pronunció sobre la cruz fue una oración por aquellos que le crucificaban; hizo lo que escribe san Pablo: Cristo, en los días de su vida mortal, presentó oraciones y súplicas. Los que crucificaban a nuestro divino Salvador no lo conocían, porque si lo hubieran conocido no lo habrían crucificado. Nuestro Señor, pues, viendo la ignorancia y la debilidad de los que le atormentaban, comenzó a excusarles y a ofrecer por ellos este sacrificio a su Padre celeste, porque la oración es un sacrificio: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Qué grande era la llama de amor que ardía en el corazón de nuestro dulce Salvador, que en el culmen de sus dolores, al tiempo que la vehemencia de sus tormentos parecía quitarle el poder de rezar por sí mismo, pudo por la fuerza de su caridad olvidarse de sí mismo, pero no de sus criaturas. Quería así darnos a entender el amor que nos tenía, que no podía disminuir por ningún tipo de sufrimiento, y enseñarnos a nosotros cómo debe ser nuestro corazón con respecto a nuestro prójimo. Entonces, este divino Señor que se ha entregado para pedir perdón por los hombres, está seguro de que su petición le fue concedida, porque su divino Padre lo amaba demasiado para negarle cualquier cosa que le pidiera.

4.- El ciento por uno en esta vida. (26 may 2015).

Los bienes que tenemos no son nuestros. Dios nos los ha dado y quiere que los hagamos útiles y fructuosos. Despréndete siempre de alguna parte de tus haberes, dándolos de corazón a los pobres. Es cierto que Dios te lo devolverá, no sólo en el otro mundo, sino también en éste, porque nada ayuda tanto a prosperar como la limosna; siempre serás pobre de ello. ¡Oh santa y rica pobreza la que nace de la limosna!

Ama a los pobres y a la pobreza, porque, mediante este amor, llegarás a ser verdaderamente pobre, porque, como dice la Escritura, nosotros nos volvemos como las cosas que amamos. El amor hace iguales a los amantes. Si, pues, amas a los pobres, serás verdaderamente amante de su pobreza y pobre como ellos. Si amas a los pobres, has de andar con frecuencia entre ellos; complácete en hablarles; no impidas que se acerquen a ti en las iglesias, en las calles y en todas partes. Sé con ellos pobre de palabra, hablándoles como una amiga, pero sé rica en generosidad, dándoles de tus bienes, ya que posees riquezas. ¿Quieres hacer más? No te contentes con ser pobre con los pobres, sino procura ser más pobre que los pobres. El siervo es menos que su señor. Hazte, pues, sierva de los pobres. Sírveles con tus propias manos. Este servicio es más glorioso que la realeza.

5.- Antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces. (22 mar 2016)

San Pedro, uno de los apóstoles, se hizo culpable ante el Señor porque negaba conocerle, y no sólo esto, lo maldecía, blasfemaba, asegurando que no sabía de quién le hablaban. ¡Qué golpe para el corazón de nuestro Señor! ¡Pobre Pedro, qué dices y qué haces! ¿No sabes quién es aquel que te llamó en persona para que fueras su apóstol, tú que habías confesado que él era el Hijo de Dios vivo? ¿No es aquel que hace poco estaba delante de ti para lavarte los pies, el que te alimentó con su cuerpo y con su sangre? Que nadie presuma de sus buenas obras ni piense que no tiene nada que temer, ya que san Pedro, que había recibido tantas gracias y había prometido acompañado a la prisión y a la muerte, lo negaba ante la simple insinuación de una camarera.

San Pedro, oyendo cantar el gallo, se acordó de lo que había hecho y lo que había dicho su buen Maestro. Y reconociendo su falta, salió y lloró amargamente y recibió el perdón de todos sus pecados. Oh, bienaventurado Pedro, por esta contrición recibiste el perdón general de tu gran deslealtad frente al Señor. Sé que la mirada sagrada de nuestro Señor penetró en tu corazón y te abrió los ojos para reconocer tu pecado. Desde entonces, pedro no dejó de llorar, principalmente cuando oía cantar el gallo por la noche y en la madrugada. Por este medio, de gran pecador se convirtió en un gran santo.

6- Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor. (20 mar 2017).

¡Oh, cuánto este gran santo, de quien hablamos, fue en esto fiel! No hay palabras para explicar su perfección; porque a más de ser esta tan grande, ¿en qué pobreza, en qué abajamiento no vivió todos los días de su vida? Pobreza y abajamiento, bajo los cuales tuvo escondidas y cubiertas sus grandes virtudes y dignidades... ¡Oh! Verdaderamente yo no dudo de que los ángeles, absortos de admiración, no viniesen en hermosas tropas a considerar y admirar su humildad cuando tenía al divino Niño en su pobre tienda, donde ejercía su oficio para sustentar al Hijo y a la Madre que le estaban encomendados.

No hay duda alguna, queridas hermanas de que san José fue más valiente que David y que tuvo más sabiduría que Salomón; no obstante, viéndole reducido al ejercicio de carpintero, ¿quién hubiera juzgado esto, si no fuera alumbrado con la luz celestial? Tan encubierto tenía los dones singulares de que Dios le había hecho merced. Pero ¿qué sabiduría no tuvo, pues Dios le dio el cargo de su Hijo gloriosísimo... Príncipe universal de cielo y tierra?... Y no obstante, por otra parte, veréis cuánto estuvo abajado y humillado, más de lo que se puede decir ni imaginar...: fue a su patria, a la ciudad de Belén, y ninguno de cuantos a ella fueron de otras partes fue desechado...Mirad cómo el ´ángel le dice que conviene que vaya a Egipto y va: le manda que vuelva y vuelve.

7.- Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. (10 dic 2017)

Cuando el pueblo de Israel fue llevado a la esclavitud por los paganos y enviado cautivo entre los persas y medos, después de una larga cautividad, el buen rey Ciro decidió darles la libertad y conducirlos a la tierra prometida. El profeta Isaías entona este canto: Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios...hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su condena y que está perdonada su culpa. ¿Por qué dice Dios que perdonará a su pueblo de Israel sus iniquidades? Los Padres antiguos enseñaron que estas palabras hay que entenderlas como si Dios dijera: "Cuando estén en el colmo de sus aflicciones y cuando sientan fuertemente el peso de sus iniquidades en esta esclavitud y servidumbre, después de haber castigado sus maldades, los miraré con compasión, les perdonaré sus maldades".

Cuando la providencia de Dios ha querido mostrar a los hombres su bondad como algo admirable -porque no existía motivo alguno que forzara a Dios a la compasión-, únicamente su bondad fue el motivo de comunicarse a su pueblo de una manera prodigiosa. Cuando Dios entró en este mundo, los hombres habían llegado al colmo de su iniquidad. Cuando las leyes estaban en manos de Anás y Caifás, cuando Herodes reinaba y Poncio Pilato presidía Judea: en este momento vino Dios al mundo para rescatarnos y librarnos de la tiranía del pecado y de la servidumbre de nuestro enemigo.

8.- Preparad el camino del Señor. (06 dic 2020)

Cuando, después de una larga cautividad, el buen rey Ciro decidió dar al pueblo de Israel la libertad y conducirlo a la tierra prometida, el profeta Isaías entona este canto: consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios... hablad al corazón de Jerusalén, gritadle que se ha cumplido su condena y que está perdonada su culpa. Por esto decía esta gran profeta al pueblo de Israel: Preparad en el desierto un camino al Señor. ¿Por qué dice Dios que perdonará a su pueblo Israel de sus iniquidades? ¿Por qué han llegado al colmo de sus maldades?

Los Padres enseñaron que estas palabras hay que entenderlas como si Dios dijera: "Cuando estén en el colmo de sus aflicciones y cuando sientan fuertemente el peso de sus iniquidades en esta esclavitud y servidumbre, después de haber castigado sus maldades... yo los miraré con compasión. Llegados al colmo de sus sufrimientos, yo me compadeceré de ellos. Cuando, llegados al colmo de su ingratitud, parezca que ya no tienen memoria de Dios ni de su misericordia, les perdonaré su iniquidad". Cuando la providencia de Dios ha querido mostrar a los hombres su bondad como algo admirable -porque no existía motivo alguno que forzara a Dios a la compasión-, únicamente su bondad fue el motivo de comunicarse a su pueblo de una manera prodigiosa, 

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