SAN DOROTEO DE GAZA

21.08.2021

1.- Dios nos llama incesantemente a la conversión. (25 Ago 2014).

¡Qué no ha hecho el orgullo y qué poder posee la humildad! Si desde el principio el hombre hubiese sido humilde y hubiera obedecido a los mandamientos, no habría caído. Y después de su falta, Dios le volvió a dar una ocasión para arrepentirse y así alcanzar misericordia. Pero el hombre mantuvo la cabeza erguida. En efecto Dios se acercó para decirle: ¿Dónde estás, Adán?, es decir: "¿De qué gloria has caído?" Y después le preguntó: "¿Por qué has pecado? ¿Por qué has desobedecido?", buscando con ello que el hombre le pidiera perdón. Pero no hubo ni humillación ni arrepentimiento, sino todo lo contrario. El hombre le respondió: La mujer que tú me has dado me engañó. No dijo: "mi mujer", sino: La mujer que tú me has dado, como si dijera: "la carga que tú has puesto sobre mis hombros".

Cuando el hombre no acostumbra a echarse la culpa a sí mismo, no teme ni siquiera acusar al mismo Dios. Entonces Dios se dirigió a la mujer y le dijo: "¿Por qué no has guardado lo que te había mandado?", como queriendo decirle: "al menos tú pide perdón y así tu alma alcanzará misericordia". Pero tampoco lo hizo, sino que respondió: La serpiente me ha engañado, como queriendo decir: "Si él ha pecado, ¿por qué voy a ser yo la culpable?" ¡Qué hacéis, desdichados! ¡Al menos pedid disculpas! Reconoced vuestro pecado. Pero ninguno de los dos se quiso acusar, y ni uno ni otro mostró el menor signo de humildad.

2.- Yo os digo: "No hagáis frente al que os agravia". (13 jun 2016).

La Ley dice: Ojo por ojo, diente por diente. A través de los santos mandamientos, Cristo nos enseña a purificar nuestras pasiones a fin de que éstas no nos hagan caer de nuevo en los mismos pecados. Nos muestra la causa que nos hace llegar al desprecio y a la trasgresión de los preceptos de Dios, y nos proporciona el remedio para que podamos obedecer y ser salvados.¿Cuál es el remedio y la causa de este desprecio? Escuchad lo que nos dice el mismo Señor: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis el descanso para vuestras almas. De manera breve, con una sola palabra, nos muestra la raíz y la causa de todos los males junto con su remedio, fuente de todos los bienes. Nos enseña que lo que nos hace caer es la soberbia, y que no es posible alcanzar misericordia sino por la humildad, que es la disposición contraria. De hecho, la soberbia engendra el desprecio y la desobediencia que conduce a la muerte, mientras que la humildad engendra obediencia y la salvación de las almas. Yo entiendo la verdadera humildad no como rebajarse de palabra y en actitudes, sino como una disposición verdaderamente humilde en lo más íntimo del corazón y del espíritu. Por esto dice el Señor: Yo soy manso y humilde de corazón. El que quiera encontrar el verdadero descanso para su alma que aprenda a ser humilde.

3.- La nueva Ley. (17 jun 2017).

La antigua ley decía: Ojo por ojo, diente por diente. Pero el Señor exhorta no solo a recibir con paciencia el golpe de quien nos abofetea, sino, más aun, a presentarle humildemente la otra mejilla. Pues el objeto de la ley era enseñarnos a no hacer lo que no queríamos sufrir. Nos impedía pues hacer el mal, por miedo de sufrir. Pero lo que ahora se nos pide es expulsar el odio, diferenciar el amor del placer y de las demás pasiones.

En una palabra, el designio de Cristo nuestro Señor es precisamente enseñarnos cómo hemos venido a cometer todos esos pecados y como hemos sucumbido en todos estos perversos días. Por eso, primero nos ha liberado por el santo bautismo concediéndonos la remisión de los pecados; después nos ha dado el poder de hacer el bien, si queremos, y de no ser arrastrados de manera forzada al mal.

4.- Entonces verás claro. (25 jun 2018).

Ciertas personas convierten en mal humor todo lo que ingieren, aunque el alimento sea sano. La falta no está en el alimento, sino en su temperamento, que hace alterar los alimentos. De la misma manera, si nuestra alma tiene una mala disposición, todo le hace mal; incluso las cosas útiles las transforma en nocivas para ella. Si alguien pone unas pocas hierbas amargas en un bote de miel, ¿no alterarán el bote entero haciendo que la miel se vuelva toda ella amarga? Eso es lo que nosotros hacemos: difundimos algo de nuestra amargura y destruimos el bien del prójimo cuando lo miramos según nuestra mala disposición.

Hay otras personas que tienen un temperamento que todo lo transforma en buenos humores, incluso los malos alimentos. Los cerdos tienen una fuerte constitución: comen ajos, el hueso de los dátiles y los desperdicios de las comidas. Y, sin embargo, transforman estos alimentos en carnes suculentas. Nosotros igualmente, si tenemos buenas costumbres y nuestra alma está en buen estado, podemos sacar provecho de todo, incluso de aquello que no es aprovechable. El libro de los Proverbios lo dice muy bien: Aquel que mira con dulzura obtendrá misericordia. Pero en otra parte dice: Al hombre insensato todas las cosas le contradicen.

SAN DOROTEO DE GAZA
SAN DOROTEO DE GAZA

5.- Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. (24 feb 2019).

Si tuviéramos caridad acompañada de compasión y de pena, o tendríamos en cuenta los defectos del prójimo, según dice la Escritura: La caridad cubre una multitud de pecados. Sí, pues, tuviéramos caridad, ella misma ocultaría toda falta, y seríamos como los santos cuando veían los defectos de los hombres. Los santos no odian al pecador, no lo juzgan, no huyen de él. Al contrario, lo compadecen, lo exhortan, lo consuelan, lo cuidan como se hace con un miembro enfermo; lo hacen todo para salvarle. Cuando una madre tiene un hijo minusválido, no le gira la cara con horror, sino que goza arreglándolo y hace todo lo que puede para que aparezca hermoso. Es así como los santos protegen siempre al pecador, se ocupan de él para corregirlo en el momento oportuno, para evitar que perjudique a otro y también para que ellos mismos progresen más y más en la caridad de Cristo.

Adquiramos, pues, también nosotros la caridad; adquiramos la misericordia para con el prójimo, para guardarnos de la terrible maledicencia, del juicio y del menosprecio. Ayudémonos unos a otros, porque somos miembros unos de otros, dice el apóstol Pablo. En una palabra, procuremos estar unidos entre nosotros, porque cuanto, más unidos estás al prójimo, más unido estás a Dios.

6.-Amar a Dios y al prójimo. (24 may 2019).

Cuanto más se está unido al prójimo, más unido se está a Dios. Para que comprendáis el sentido de esta frase, os voy a proponer una imagen sacada de los Padre: imaginad un círculo trazado sobre la tierra, es decir, una línea redonda dibujada con un compás, y un centro. Precisamente se llama centro el punto más interior del círculo. Imaginaos que el círculo es el mundo; el centro, Dios; y los radios, los diferentes caminos o maneras de vivir que tienen los hombres. Cuando los santos, deseando acercarse a Dios, caminan hacia el centro del círculo, tanto más se acercan los unos a los otros al mismo tiempo que a Dios. Cuanto más se acercan a Dios, tanto más se acercan unos a otros; y cuanto más se acercan los unos a los otros, más se acercan a Dios.

Igual ocurre en sentido inverso: cuanto uno más se aleja de Dios para salir al exterior, más se aleja de los demás; y cuanto más se aleja de los demás, más se aleja también de Dios. Así es la naturaleza de la caridad. En la medida en que estamos en lo exterior y no amamos a Dios, en esa misma medida nos alejamos del prójimo. Pero si amamos a Dios y nos acercamos a Dios a través de la caridad para con él, así estamos en comunión de caridad con el prójimo; y de modo que estamos unidos al prójimo cuanto lo estamos de Dios.

7.- Venid a mí. (18 jul 2019).

¡El que quiera encontrar el verdadero descanso para su alma que aprenda la humildad! Que pueda encontrar cómo en ella se encuentra todo gozo, toda gloria y todo descanso, así como en el orgullo se encuentra todo lo contrario. En efecto ¿cómo hemos llegado a tantas tribulaciones? ¿Por qué hemos caído en tanta miseria? ¿Acaso no es a causa de nuestro orgullo, de nuestra locura? Se le prescribió: NO hagas esto, y lo hizo. ¿Veis el orgullo, la arrogancia y la insumisión? El hombre está ñoco, dice Dios al ver esta insolencia: no sabe ser feliz. Si no sabe atravesar días malos se perderá totalmente. Si no aprende qué es la aflicción, no sabrá lo que es el descanso. Entonces Dios le dio lo que merecía echándolo fuera del paraíso.

Sin embargo, la bondad de Dios no dejó abandonada a su criatura, sino que se volvió de nuevo hacia ella y la volvió a llamar: Venid a mí, todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Es decir: Os encontráis cansados, os tenéis por desgraciados, habéis experimentado el mal de vuestra desobediencia. Vamos, convertíos por fin; vamos, reconoced vuestra impotencia y vuestra vergüenza, para poder regresar a vuestro descanso y vuestra gloria. Vamos, vivid por la humildad, vosotros que estabais muertos por el orgullo. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.

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