SAN COLUMBANO
1.- Os he dicho todo esto para que
encontréis en mí la paz. (02
jun 2014).
Mi paz os dejo, mi paz os doy. Pero, ¿de qué nos sirve saber que esta paz es buena, si nosotros no velamos por ella? Aquello que es muy bueno suele ser muysuele ser muy frágil; y los bienes preciosos reclaman mayor atención y vigilancia.Muy frágil es la paz que se puede perder por una palabra ligera o la mínima ofensa a un hermano.
Sin embargo, nada complace más a los hombres que hablar fuera de contexto y ocuparse de lo que no les compete, proferir discursos estériles y criticar a los ausentes. Por consiguiente, que aquellos que no pueden decir: Mi Señor me dio el lenguaje de un hombre que se deja instruir, para que yo sepa a mi vez consolar al débil, que así se manifiesten o, si dicen una palabra, que sea una palabra de paz. El cumplimiento perfecto de la ley es el amor: que se digne inspirárnoslo el buen Señor y Salvador, Jesucristo, el autor de la paz yel Dios del amor.
2.- Velar. (21 0ct 2014).
¡Cuán dichosos son los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentra en vela! Feliz aquella vigilia en la cual se espera al mismo Dios y Creador del universo, que todo lo llena y todo lo supera. ¡Ojalá se dignara el Señor despertarme del sueño de mi desidia, a mi, que, aun siendo vil, soy su siervo! Ojalá me inflamara en el deseo de su amor inconmensurable y me encendiera con el fuego de su divina caridad!; resplandeciente con ella, brillaría más que los astros, y todo mi interior ardería continuamente con este divino fuego.
Ojalá mis méritos fueran tan abundantes que mi lámpara ardiera sin cesar, durante la noche, en el templo de mi Señor e iluminara a cuantos penetran en la casa de mi Señor e iluminara a cuantos penetran en la casa de mi Dios! Concédeme, Señor, te lo suplico en nombre de Jesucristo, tu Hijo y mi Dios, un amor que nunca mengüe, para que con él brille siempre mi lámpara y no se apague nunca, y sus llamas sean para mí fuego ardiente y para los demás luz brillante. Señor Jesucristo, dulcísimo Salvador nuestro, dígnate encender tú mismo nuestras lámparas, para que brillen sin cesar en tu templo y de ti, que eres la luz perenne, reciban ellas la luz indeficiente con la cual se ilumine nuestra oscuridad, y se alejen de nosotros las tinieblas del mundo.
3.- Uno de los soldados le atravesó el costado y al instante brotó sangre y agua. (12 jun 2015).
Hermanos seamos fieles a nuestra vocación. A través de ella nos llama a la fuente de la vida aquel que es la vida misma, que es fuente de agua viva, y fuente de vida eterna, fuente de luz y fuente de resplandor, ya que de él procede todo esto: sabiduría, vida y luz eterna. Cristo Señor, danos siempre de esa agua, para que haya también en nosotros un surtidor de agua viva que salta hasta la vida eterna. Es verdad que pido grandes cosas, pero tú eres el Rey de la gloria y sabes dar cosas excelentes, y tus promesas son magníficas. No hay ser que te aventaje. Y te diste a nosotros. Y te diste por nosotros. Por eso, te pedimos que vayamos ahondando en el conocimiento de lo que tiene que constituir nuestro amor. No pedimos que nos des cosa distinta de ti, porque tú eres todo lo nuestro: nuestra vida, nuestra luz, nuestra salvación, nuestro alimento, nuestra bebida, nuestro Dios.
Infunde en nuestros corazones, Jesús querido, el soplo de tu Espíritu e inflama nuestras almas en tu amor, de modo que cada uno de nosotros pueda decir con verdad: Muéstrame al amado de mi alma, porque estoy herido de amor. Que no falten en mí esas heridas, Señor. Dichosa el alma que está así herida de amor.
4.- Vosotros sois la luz del mundo. (27 ago 2015).
¡Cuán dichosos son los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentra en vela! Feliz aquella vigilia en la cual se espera al mismo Dios y Creador del universo, que todo lo llena y todo lo supera.
¡Ojala se dignara el Señor despertarme del sueño de mi desidia, a mí, que aun siendo vil, soy su siervo! ¡Ojala me inflamara en el deseo de su amor inconmensurable y me encendiera con el fuego de su divina caridad!; resplandeciente con ella, brillaría más que los astros, y todo mi interior ardería continuamente con este divino fuego. ¡Ojala mis méritos fueran tan abundantes que mi lámpara ardiera sin cesar, durante la noche, en el templo de mi Señor e iluminara a cuantos penetran e la casa de mi Dios! Concédeme, Señor, te lo suplico en nombre de Jesucristo, tu Hijo y mi Dios, un amor que nunca mengüe, para que con él brille siempre mi lámpara y no se apague nunca, y sus llamas sean para mí fuego ardiente y para los demás luz brillante.
5.- Apareció una gran luz aquellos que habitaban en tinieblas y en sombras de muerte. (22 ene 2017).
Te ruego, Jesús mío, que enciendas tan intensamente mi lámpara con tu resplandor que, a la luz de una claridad tan intensa, pueda contemplar el santo de los santos que está en el interior de aquel gran templo, en el cual tú, Pontífice eterno de los bienes eternos, has penetrado; que allí, Señor, te contemple continuamente y pueda así desearte, amarte y quererte solamente a ti, para que mi lámpara, en tu presencia, esté siempre luciente y ardiente.
Te pido, Salvador amantísimo, que te manifiestes a nosotros, que llamamos a tu puerta, para que, conociéndote, te amemos solo a ti y únicamente a ti; que seas tú nuestro único deseo, que día y noche meditemos solo en ti, y en ti únicamente pensemos. Alumbra en nosotros un amor inmenso hacia ti, cual corresponde a la caridad con la que Dios debe ser amado y querido... y hasta tal punto inunde todos nuestros sentimientos que nada podamos ya amar fuera de ti, el único eterno. Así, por muchas que sean las aguas de la tierra y del firmamento, nunca llegarán a extinguir en nosotros la caridad, según aquello que dice la Escritura: Las aguas torrenciales no podrán apagar el amor. Que esto llegue a realizarse, al menos parcialmente, por don tuyo, Señor Jesucristo.
6.- Señor, danos siempre de este pan. (07 may 2019).
El profeta dice: Sedientos todos, acudid por agua: habla de los que tienen sed, no de los que beben. Llama a los que tienen hambre y sed, aquellos que en otra parte llama bienaventurados, aquellos cuya sed jamás se apaga, y cuya sed aumenta cuanto más van a la fuente a beber. Debemos pues, hermanos, desear la fuente de la sabiduría, el Verbo de Dios en las alturas, debemos buscarla, debemos amarla. En ella están escondidos, tal como lo dice el apóstol Pablo, todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.
Si tienes sed, ve a beber a la fuente de vida. Si tienes hambre, come el pan de vida. Dichosos los que tienen hambre de este pan y sed de esta fuente. Bebiendo y comiendo sin fin, desean cada vez más beber y comer; dulce es este alimento y dulce esta bebida. Comemos y bebemos, pero seguimos teniendo hambre y sed; nuestro deseo está colmado y seguimos deseando. Por eso, David, el rey profeta, clama: Gustad y ved qué bueno es el Señor. Por eso, hermanos, sigamos nuestra llamada. La Vida, la fuente de la luz y manantial de claridad, ella misma nos invita a beber. En ella encontramos la sabiduría y la vida, la luz eterna. Allí bebemos del agua viva que mana hasta la vida eterna.
7.- Os dejo la paz, os doy mi propia paz. (21 may 2019).
Moisés escribió en la Ley: Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Pues, nos toca a nosotros reflejar a nuestro Dios, nuestro Padre, la imagen de su santidad. No seamos pintores de una imagen extraña. Y para que no introduzcamos en nosotros la imagen del orgullo, ¡dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen! Lo hizo cuando dijo: os dejo la paz, os doy mi propia paz.
Pero ¿a qué sirve saber que esta paz es buena para nosotros si no la guardamos con cuidado? Lo bueno es a menudo muy frágil, y los bienes preciosos necesitan un cuidado esmerado y una gran vigilancia. La paz es muy frágil y se puede perder por una palabra dicha con ligereza o por una pequeña herida causada al hermano. Ahora bien, no hay nada que guste tanto a los humanos como hacer discursos y criticar a los ausentes. De ahí se desprende que los que no puedan decir con el profeta: El Señor me ha dado una lengua de discípulo para que sepa sostener con mi palabra al abatido, que se callen, o bien, si dicen alguna palabra, que sea una palabra de paz. La plenitud de la Ley consiste en el amor. Que Nuestro Señor y Salvador Jesucristo se digne inspirar nuestras palabras, él que es el autor de la paz y el Dios del amor.
8.- Os dejo la paz, os doy mi propia paz. (12 may 2020).
Moisés escribió en la Ley: Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza. Nos toca a nosotros reflejar a nuestro Dios, nuestro Padre, la imagen de su santidad. No seamos pintores de una imagen extraña. Y para que no introduzcamos en nosotros la imagen del orgullo, ¡dejemos que Cristo pinte en nosotros su imagen! Lo hizo cuando dijo: Os dejo la paz, os doy mi propia paz.
Pero ¿para qué sirve saber que esta paz es buena para nosotros si no la guardamos con cuidado? Lo bueno es a menudo muy frágil, y los bienes preciosos necesitan un cuidado esmerado y una gran vigilancia. La paz es muy frágil y se puede perder por una palabra dicha con ligereza o por una pequeña herida causada al hermano. Ahora bien, no hay nada que guste tanto a los humanos como hablar palabras ociosas y ocuparse de cosas insustanciales, hacer discursos vanos y criticar a los ausentes. De ahí se desprende que los que no puedan decir con el profeta: El Señor me ha dado una lengua de discípulo para sostener con mi palabra al abatido, deben callarse, o bien, si dicen alguna palabra, que sea una palabra de paz. La plenitud de la Ley consiste en el amor. ¡Que nuestro Señor y Salvador Jesucristo se digne inspirar nuestras palabras, él que es el autor de la paz y el Dios del amor!
9.- Te abriste un camino por el mar. (04 ago 2020).
Dios está en todas partes, todo entero, inmenso: Yo soy un Dios cercano y no un Dios lejano. El Dios que buscamos está en medio de nosotros si somos dignos de él. Habita en nosotros como el alma en el cuerpo si somos para él miembros sanos no contaminados por el pecado. Así él habita verdaderamente en nosotros, tal como él mismo ha dicho: Yo pondré mi morada en medio de vosotros y nunca os rechazaré. Viviré en medio de vosotros; seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo. Queriendo habitar en nosotros, por la gracia, nos vivifica verdaderamente, haciendo de nosotros sus miembros vivos. En él vivimos, nos movemos y existimos. Como dice san pablo.
Pero ¿quién puede seguir al Altísimo hasta su ser inefable e incomprensible? ¿Quién se gloriará de conocer a Dios infinito que penetra todo, que envuelve todo, que sobrepasa todo, que abraza todo y se sustrae a todo? A Dios nadie lo vio jamás tal cual es. Que nadie tenga la presunción de querer sondear las impenetrables profundidades de Dios, el qué, el cómo, el porqué de su ser. No puede ser expresado ni escrutado ni penetrado. Simplemente, cree con fuerza que Dios es y que Dios siempre será tal cual es, ya que en Dios no cabe cambio alguno.