SAN CIRILO DE ALEJANDRIA

21.08.2021

1.- Liberados de las ataduras del pecado por la cruz de Cristo.

San Pablo dijo: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo. Fue una cosa asombrosa que el ciego de nacimiento recobrara la vista en Siloé; pero esto, ¿Qué beneficio reportaba a todos los ciegos del mundo? La resurrección de Lázaro fue algo muy grande y por encima de la naturaleza, muerto hacía ya cuatro días; pero de esta gracia solo se beneficiaba él, no socorría en nada a todos los que, en el mundo, estaban muertos por sus pecados. Fue extraordinario sacar, de cinco panes, comida para cinco mil hombres; pero eso no servía para nada a los que, en toda la tierra, sufrían hambre por su ignorancia. Fue asombroso liberar a una mujer encadenada por Satán desde hacía dieciocho años; pero ¿qué supone esa para todos nosotros, que vivimos atados por las cadenas de nuestros pecados?

Ahora bien, la victoria de la cruz ha llevado la luz a todos a los que la ignorancia los hacía estar ciegos, desató a todos los que estaban cautivos del pecado y recató a toda la humanidad. No te sorprenda, pues, que el mundo entero haya sido rescatado. El que murió por esta causa no era tan sólo un hombre, sino el Hijo único de Dios. La falta de Adán trajo la muerte al mundo entero, si la caída de uno solo hizo reinar la muerte sobre todos, ¿con cuánta más razón, la justicia de uno solo no hará que reine la vida? Si antiguamente, por el árbol de cuyo fruto comieron, nuestros padres fueron echados del paraíso, ¿no entrarán los creyentes ahora con mucha más facilidad en el paraíso por el árbol de la cruz de Jesús? Si el primer ser modelado de barro trajo la muerte para todos, ¿no va a traerle la vida eterna el que lo modeló de barro, puesto que él es la vida misma?

2.- Moisés y Elías hablaban e su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. (06 agst 2013).

Jesús sube al monte con los tres discípulos que ha escogido. Moisés y Elías, rodeando a Jesús, hablaban de la muerte que iba a consumar en Jerusalén, es decir, del misterio de su pasión salvadora que se iba a realizar sobre la cruz. Porque, si es verdad que la Ley de Moisés y la predicación de los profetas habían mostrado ya por adelantado el misterio de Cristo, esta presencia de Moisés y Elías y su conversión tenía por finalidad mostrar que la Ley y los profetas formaban la escolta de nuestro Señor Jesucristo, el Señor que ellos habían mostrado. Después de su aparición, no se callaron, sino que hablaban de la gloria de la que el mismo Señor iba a quedar lleno en Jerusalén por su pasión y su cruz y, sobre todo, por su resurrección.

Es posible que el bienaventurado Pedro, creyendo que había llegado el acontecimiento del reino de Dios, deseara permanecer en el monte cuando dijo que era necesario hacer tres chozas. No sabía lo que decía, porque no había llegado el tiempo del fin del mundo. Puesto que el plan de salvación no estaba todavía acabado, sino tan solo en su comienzo, no era posible que Cristo venido al mundo por amor, renunciara a querer sufrir por él. Porque tomó la naturaleza humana para sufrir la muerte en su carne y destruirla por su resurrección de entre los muertos.

3.- Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. (19 ene 2014).

¡Gritad, cielos, de júbilo, porque el Señor ha tenido misericordia con Israel, porque el Señor ha rescatado a Jacob! De este pasaje de Isaías, se puede fácilmente concluir que el perdón de los pecados, la conversión y redención de todos los hombres anunciadas por los profetas, por Cristo se cumplirán en los últimos días. Efectivamente cuando Dios, el Señor, se nos apareció, ¡qué gozo para los poderes de lo alto y para los espíritus celestiales, para todos los órdenes de los santos ángeles!

Si es verdad que hay alegría en el cielo por un solo pecador que se convierte, ¿cómo dudar de que haya gozo y alborozo en los espíritus del cielo cuando Cristo lleva a toda la tierra el conocimiento de la verdad, llama a la conversión, justifica por la fe y hace brillar de luz por la santificación? Los fundamentos de la tierra, es decir, los sagrados ministros de la predicación del Evangelio hacen sonar la trompeta. Su voz espléndida ha llegado a todo el orbe; como trompetas sagradas han resonado por todas partes. Han anunciado la gloria del Salvador a todos los lugares, han llamado al conocimiento de Cristo tanto a los judíos como a los paganos.

4.- No he venido a abolir la ley, sino a cumplirla. (26 mar 2014).

Hemos visto a Cristo obedecer las Leyes de Moisés, es decir, que Dios, el Legislador, se sometía como un hombre a sus propias leyes. Es lo que nos enseña san Pablo: Cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo; nacido de una mujer, estuvo sujeto a la ley judía, para rescatar a los que estaban sujetos a la ley. Cristo rescató de la maldición de la ley a los que, aunque sin observarla, estaban sujetos a ella. ¿De qué manera los rescató? Cumpliendo la ley: con el fin de borrar la transgresión por la que Adán se hizo culpable, se mostró obediente y dócil hacia Dios Padre. Porque está escrito: Así como todos han llegado a ser pecadores porque un solo hombre desobedeció, de la misma forma todos llegarán a ser justos porque un solo hombre obedeció. Con nosotros inclinó la cabeza ante la ley, y lo hizo según el plan divino de la encarnación. En efecto, debía cumplir perfectamente lo que es justo.

Después de haber asumido perfectamente la condición de servidor, precisamente porque su condición humana lo colocaba entre los que cargan el yugo, pagó impuestos a los recaudadores como todo el mundo, mientras que como Hijo estaba dispensado. Así, cuando le veas observar la ley, no te extrañes, no pongas en la hilera de los servidores al que es libre, sino mide con el pensamiento la profundidad de tal designio.

5.- He aquí el Cordero de Dios. (18 ene 2015).

Juan ve a Jesús hacia él y dice: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Ya no es el tiempo de decir: Preparad el camino del Señor, ya que donde su llegada ha sido preparada, se deja ver: se presenta desarmado ante la mirada de todos. La naturaleza del acontecimiento pide otro discurso: hay que dar a conocer al que está aquí, explicar por qué descendió del cielo y vino hasta nosotros. Por eso Juan afirma: He aquí el Cordero de Dios. El profeta Isaías nos lo anunció diciendo que él fue llevado al matadero como una oveja, como un cordero mudo delante del esquilador. La Ley de Moisés lo prefiguró, pero la Ley proporcionaba una salvación incompleta. Hoy, el Cordero verdadero, representado antaño por medio de símbolos, la víctima sin mancha, es llevado al matadero.

Viene para desterrar el pecado del mundo, derribar al Exterminador de la tierra, destruir a la muerte muriendo por todos, quebrantar la maldición que nos golpeaba y poner fin a esta palabra: Eres polvo y al polvo regresarás. Llega a ser así el segundo Adán, de origen celeste y no terrestre, la fuente de todo bien para la humanidad, el camino que lleva al reino de los cielos. Porque un solo Cordero murió por todos ellos, recobrando para Dios Padre todo el rebaño de los que habitan la tierra. Uno solo murió por todos con el fin de someterlos a Dios.

6.- Si creísteis en Moisés, creeréis también en mí, porque es de mí de quien habló. (16 mar 2015).

Moisés dijo: El Señor nuestro Dios suscitará, de en medio de su pueblo, un profeta como yo. Moisés afirma con fuerza que le ha sido asignado un papel de mediador, ya que la asamblea de los judíos era incapaz de contemplar realidades que la sobrepasaban. El pueblo tenía, pues, la prudencia de renunciar a lo que excedía a sus fuerzas, y la mediación de Moisés remediaba la imperfección de los hombres de su generación: fue encargado de transmitir al pueblo los mandatos divinos. Pero si tratas de descubrir bajo este símbolo la realidad prefigurada, comprenderás que se refería a Cristo, Mediador entre Dios y los hombres: es él quien con su voz humana, voz recibida cuando nació para nosotros de una mujer, transmite a los corazones dóciles la voluntad inefable de Dios Padre.

No podíamos alcanzar con nuestros ojos de carne la gloria inexplicable, pura y desnuda del que está más allá de todo: El hombre no podrá ver mi rostro y quedar con vida. Entonces el Verbo, el Hijo único de Dios, debía conformarse a nuestra debilidad revistiéndose de un cuerpo humano, según el designio redentor, para revelarnos la voluntad de Dios Padre, como él mismo decía: Todo lo que he aprendido de mi Padre, os lo he dado a conocer, y: El Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar.

7.- El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto. (06 may 2015).

El Señor, para convencernos de que es necesario que nos adhiramos a él por el amor, ponderó cuán grandes bienes se derivan de nuestra unión con él, comparándose a sí mismo con la vid, y afirmando que los que están unidos a él e injertados en su persona vienen a ser como sus sarmientos y, al participar del Espíritu Santo, comparten su misma naturaleza, pues el espíritu de Cristo nos une con él.

En él y por él hemos sido regenerados en el Espíritu para producir frutos de vida, no de aquella vida caduca y antigua, sino de la vida nueva que se funda en su amor. Y esta vida la conservaremos si perseveramos unidos a él e injertados en su persona, si seguimos fielmente los mandamientos que nos dio y procuramos conservar los grandes bienes que nos confió, esforzándonos por no contristar ni lo más mínimo al Espíritu que habita en nosotros, pues, por medio de él. Dios mismo tiene su morada en nuestro interior.

8.- Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. (01 ene 2016).

Te saludamos, maría, Madre de Dios, tesoro digno de ser venerado por todo el orbe, lámpara inextinguible, corona de la virginidad, trono de la recta doctrina, templo indestructible, lugar propio de aquel que no puede ser contenido en lugar alguno, madre y virgen, por quien es llamado bendito, en los santos evangelios, el que viene en nombre del Señor.

Te saludamos a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable; a ti, por quien la cruz preciosa es celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada al cielo; por quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por quien han sido fundamentadas las iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los hombres son llamados a la conversión. Mirad: hoy todo el mundo se alegra... que rindamos un culto impregnado de santo temor a la Trinidad indivisa, al celebrar, con nuestras alabanzas, a María siempre Virgen, el templo santo de Dios, y a su Hijo y Esposo inmaculado.

9.- ¡Hosanna! ¡Bendito sea el reino que viene! (20 mar 2016).

Celebramos hoy la entrada de nuestro Rey, vayamos delante de él, porque él es también nuestro Dios. Hoy mismo entra en Jerusalén, de nuevo se prepara para la cruz, se rompe la acusación de Adán; de nuevo el paraíso se abre, y el ladrón en él; de nuevo la Iglesia está de fiesta. No viene acompañado por poderes invisibles del cielo ni de legiones de ángeles; no se sienta en un trono sublime y elevado, no está protegido por las alas de los serafines. Viene escondido en la naturaleza humana. Es un advenimiento de bondad, no de justicia; de perdón no de venganza.

Él no aparece en la gloria de su padre, sino en la humildad de su madre. El profeta Zacarías nos había anunciado este advenimiento en otro tiempo, llamando a toda la creación a la alegría: ¡Regocíjate con todas tus fuerzas, hija de Sión! Es la misma palabra que el ángel Gabriel le había anunciado a la Virgen: Regocíjate, el mismo mensaje que el Salvador les anunció a las mujeres santas después de su resurrección: ¡Alegraos! ¡Salta de júbilo, hija de Jerusalén! He aquí a tu rey quien viene sentado sobre un asno, en un pollino de borrica: no viene con esplendor, como todos los demás reyes. Viene en condición de servidor el Esposo lleno de ternura, el Cordero inocente entregado al sacrificio.

10.- El que está bien formado será como su maestro. (09 sep 2016).

El discípulo no es más que el maestro. ¿Por qué juzgas si el Maestro todavía no juzga?. No ha venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Entendiendo esta palabra en ese sentido, viene a decir: "Si yo no juzgo, no juzgues tú tampoco, ya que tú eres mi discípulo. A lo mejor tú te has hecho culpable de faltas más grandes que aquel a quien juzgas. ¡Qué grande será tu vergüenza al darte cuenta de ello!"

El Señor nos enseña lo mismo cuando dice: ¿Cómo es que ves la mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo? Nos disuade con argumentos irrefutables de juzgar a los demás y nos anima, al contrario, a examinar nuestros corazones. Luego, nos exhorta a liberarnos de las pasiones instaladas en nuestro corazón. Dios cura a los de corazón contrito y quebrantado, y nos sana de nuestras enfermedades espirituales. Porque, cuando tus pecados son más numerosos y más graves que los de los demás, ¿cómo les reprochas los suyos a los hermanos? Todos los que quieren vivir piadosamente y, sobre todo, los que tienen que instruir a otros, sacarán mucho provecho de este precepto. Si tienen virtud y equilibrio, dando ejemplo con su comportamiento evangélico, reprenderán con dulzura a los que todavía no han llegado a ese nivel.

11.- He aquí el cordero de Dios. (15 ene 2017).

Y en verdad, un solo cordero murió por todos, preservando así toda la grey de los hombres para Dios Padre: uno por todos, para someternos en todos a Dios; uno por todos para ganarlos a todos; en fin, para que todos no vivan ya para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos.

Estando efectivamente implicados en multitud de pecados y siendo, en consecuencia, esclavos de la muerte y de la corrupción, el Padre entregó a su Hijo en rescate por nosotros, uno por todos, porque todos subsisten en él y él es mejor que todos. Uno ha muerto por todos, para que todos vivamos en él. La muerte que absorbió al Cordero degollado por nosotros, también en él y con él se vio precisada a devolvernos a todos la vida. Todos nosotros estábamos en Cristo, que por nosotros y para nosotros murió y resucitó.

Abolido, en efecto, el pecado, ¿quién podía impedir que fuera asimismo abolida por él la muerte, consecuencia del pecado? Muerta la raíz, ¿cómo puede salvarse el tallo? Muerto el pecado, ¿qué justificación le queda a la muerte? Por tanto, exultantes de legítima alegría por la muerte del Cordero de Dios, lancemos el reto: ¿Dónde está, muerte, tu victoria?¿Donde está, infierno tu aguijón?

Como en cierto lugar cantó el salmista: A la maldad se le tapa la boca, y en adelante no podrá ya seguir acusando a los que pecan por fragilidad, porque Dios es el que justifica. Cristo nos rescató de la maldición de la ley, haciéndose por nosotros un maldito, para que nosotros nos veamos libres de la maldición del pecado.

12.- Él dará la vida eterna a todos aquellos que tú les diste. (30 may 2017).

Si cristo no se hubiera entregado por nosotros a la muerte, él solo por la redención de todos, nunca habría podido ser destituido el que tenía el dominio de la muerte, ni hubiera sido posible destruir la muerte, pues él es el único que está por encima de todos.

Por ello se aplica a Cristo aquello que se dice en un lugar del libro de los salmos, donde Cristo aparece ofreciéndose por nosotros a Dios Padre: Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y en cambio me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio, entonces yo dije: Aquí estoy.

Que Cristo ofreciese su carne por la vida del mundo es algo que deducimos de sus mismas palabras: Padre santo, dijo, guárdalos. Y luego añade: Por ellos me consagro. Cuando dice "me consagro" debe entenderse en el sentido de "me dedico a Dios" y "me ofrezco como hostia inmaculada en olor de suavidad". Pues, según la ley, se consagraba o llamaba sagrado lo que se ofrecía sobre el altar. Así Cristo entregó su cuerpo por la vida de todos, y a todos nos devolvió la vida. Una vez que la palabra vivificante hubo tomado carne, restituyó a la carne su propio bien, es decir, la devolvió la vida.

SAN CIRILO DE ALEJANDRIA
SAN CIRILO DE ALEJANDRIA

13.- La revelación del misterio escondido desde antes de la creación del mundo. (07 oct 2017).

Tú has escondido todas estas cosas a los prudentes y a los sabios, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre así lo has querido. Dios Padre nos ha revelado el misterio escondido desde antes de la creación del mundo en el silencio de Dios, el misterio de su Hijo único hecho hombre, el misterio conocido desde antes de la creación del mundo y revelado a los hombres al final de los tiempos. San Pablo, en efecto, escribe: A mí el más insignificante de entre los santos, se me ha concedido la gracia de anunciar a las naciones la insondable riqueza de Cristo, y de mostrar a todos cómo se cumple este misterioso plan escondido desde el principio de los siglos en Dios.

Este grande y adorable misterio de nuestro Salvador estaba escondido en el conocimiento del Padre desde antes de la creación del mundo. También nosotros somos conocidos y predestinados, adoptados como hijos. Así lo enseña san Pablo cuando dice: Él nos eligió antes de la creación del mundo para que fuéramos santos e inmaculados en su presencia. A vosotros, dice Jesús, se os ha concedido comprender los misterios del reino de los cielos, a vosotros que habéis creído, que habéis conocido la revelación del Cristo, que entendéis la ley en su sentido espiritual, que estáis atentos a entender las profecías, que confesáis que Cristo es Dios e Hijo de Dios, a vosotros a quien el Padre ha querido revelar a su hijo.

14.- Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. (05 abr 2018).

Para conformarse plenamente al plan divino, el Señor Jesús apareció en el Cenáculo bajo el aspecto que tenía antes de transfigurarse, y no según la gloria que le era connatural y que correspondía al templo de su cuerpo transfigurado. No quería que la fe en la resurrección condujera hacia otro aspecto y hacia un cuerpo diferente del cuerpo asumido en la encarnación en la Virgen y que murió en la cruz. En efecto, la muerte no tenía poder más que sobre la carne de la que iba a ser expulsada. Porque, si su cuerpo muerto no resucitará, ¿cómo iba a ser vencida la muerte?

Por lo demás, el hecho de que el Señor entrara estando las puertas cerradas es una prueba de su resurrección. Saluda a sus discípulos con estas palabras: Paz a vosotros, mostrando así que él mismo es la paz. Ellos reciben, por su presencia, un espíritu pacificado y tranquilo. Esto es, sin duda, lo que san Pablo desea a sus fieles cuando dice: La paz de Dios, que supera cualquier razonamiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos por medio de Cristo Jesús.

15.- Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. (24 abr 2018).

El distintivo de la oveja de Cristo es su capacidad de escuchar, de obedecer, mientras que las ovejas extrañas se distinguen por su indocilidad. Entendemos el verbo "escuchar" en el sentido de consentir a lo que se le ha dicho. Y a las que lo escuchan las reconoce Dios, porque "ser conocido" significa estar unido a él. Nadie es totalmente ignorado por Dios. Porque, cuando Cristo dice: Yo conozco a mis ovejas, quiere decir: Yo las acogeré y las uniré a mí de una forma mística y permanente. Se puede decir que al hacerse hombre, Cristo se ha emparentado con todos los hombres, tomando su misma naturaleza. Todos estamos unidos a Cristo a causa de su encarnación. Pero aquellos que no guardan su parecido con la santidad de Cristo se han hecho extraños para él.

Mis ovejas me siguen, dice Cristo. En efecto, por la gracia divina, los creyentes siguen los pasos de Cristo. No obedecen a los preceptos de la Ley antigua que no era más que figura, sino que siguen por la gracia los preceptos de Cristo. Llegarán a la cumbre, conforme a su vocación de hijos de Dios. Cuando Cristo sube al cielo, ellos le seguirán.

16.- Dichosos los que creen sin haber visto. (03 jul 2018).

El Señor se preocupa grandemente de nuestra alma, porque es bueno, porque quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad. Esto nos puede sorprender, porque tuvo que soportar pacientemente a Tomás, así como a los demás discípulos que lo tenían por un fantasma o por un espíritu. El Señor, para convencer al mundo entero, tuvo que mostrar las señales de los clavos y la herida de su costado. En fin, de manera sorprendente y sin estar obligado a ello por necesidad, tomó alimento para no dejar ningún motivo de duda a los que tenían necesidad de signos...

Aquel que no ha visto pero acoge y tiene por verdadero lo que le enseñan da testimonio de una fe ejemplar en lo que su maestro le ha dicho. Por tanto, se llaman dichosos todos aquellos que han creído gracias a las palabras de los apóstoles, quienes fueron testigos oculares de los grandes prodigios de Cristo y servidores de la Palabra, como dice Lucas. Porque, si estamos llenos de un amor apasionado por la vida eterna y si nos interesa el premio de encontrar en el cielo nuestra morada, necesitamos escuchar la Palabra.

SAN CIRILO DE ALEJANDRIA
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17.- El discípulo aventajado será como su maestro. (03 mar 2019).

El discípulo no es más que su maestro, si bien cuando termine su aprendizaje, será como su maestro. Los bienaventurados discípulos estaban destinados a ser guías y maestros espirituales de toda la tierra. Debían, pues, dar prueba, más que los demás, de un fervor sobresaliente, estar familiarizados con la manera de vivir según el evangelio y acostumbrados a practicar toda obra buena. Debían transmitir a los que instruirían la doctrina exacta, saludable y estrictamente según la verdad, después de haberla contemplado ellos mismos y haber dejado que la luz divina iluminara su inteligencia. Sin todo esto, serían ciegos conduciendo a otros ciegos. Porque los que están sumergidos en las tinieblas de la ignorancia no pueden conducir al conocimiento de la verdad a los hombres que son víctimas de la misma ignorancia.

Por eso, el Señor ha querido frenar la pendiente que conduce a la jactancia que se encuentra en tanta gente, y disuadirlos de querer rivalizar con sus maestros para llegar a tener más reputación que estos. Les dijo: El discípulo no es más que su maestro. Aunque algunos llegaran a un grado de virtud igual a sus predecesores, deberían, sobre todo, imitar su modestia. Pablo nos da la prueba de ello cuando dice: Sed imitadores míos cuando yo lo soy de Cristo. Siendo así, ¿por qué juzgas si el Maestro todavía no ha juzgado? Porque él no vino al mundo para juzgarlo, sino para salvarlo.

18.- No he venido a abolir la ley, sino a cumplirla. (27 mar 2019).

Cuando los tiempos fueron cumplidos, Dios envió a su Hijo; nacido de una mujer, estuvo sujeto a la Ley judía, para rescatar a los que estaban sujetos a la ley. Cristo rescató de la maldición de la Ley a los que estaban sujetos a ella, pero no la observaban. ¿De qué manera los rescató? Cumpliendo la Ley; con el fin de borrar la transgresión de la que Adán se hizo culpable, se mostró obediente y dócil, en nuestro lugar, con Dios Padre. Porque está escrito: Así como todos han llegado a ser pecadores porque un solo hombre desobedeció, de la misma forma todos llegarán a ser justos porque un solo hombre obedeció. Con nosotros inclinó la cabeza delante de la Ley, y lo hizo según el plan divino de la encarnación. En efecto, debía cumplir perfectamente lo que es justo.

Después de haber tomado perfectamente la condición de siervo, precisamente porque su condición humana le colocaba con el número de los que llevan el yugo, pagó a los recaudadores, como todo el mundo, el impuesto, mientras que por naturaleza, y como Hijo, estaba dispensado. Así, cuando le veas observar la Ley, no te extrañes, no pongas en la hilera de los siervos al que es libre, y pondera con el pensamiento la profundidad de un tal designio.

19.- También vosotros daréis testimonio. (27 may 2019).

Cuando llegó la hora de regresar al Padre celestial, Cristo continuó presente entre sus fieles mediante su Espíritu, y habitando por la fe en nuestros corazones. Este mismo Espíritu transforma y traslada a una nueva condición de vida a los fieles en que habita y tiene su morada. Esto puede ponerse fácilmente de manifiesto con testimonios tanto del antiguo como del nuevo Testamento. Así el piadoso Samuel dice a Saúl: Te invitará el Espíritu del Señor, y te convertirás en otro hombre. Y san Pablo: Nosotros todos, que llevamos la cara descubierta, reflejamos la gloria del Señor y nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente.

No es difícil percibir cómo transforma el Espíritu la imagen de aquellos en los que habita; del amor a las cosas terrenas, el Espíritu nos conduce a la esperanza de las cosas del cielo; y de la cobardía y la timidez, a la valentía y generosa intrepidez de espíritu. Sin duda, es así como encontrarnos a los discípulos, animados y fortalecidos por el Espíritu, de tal modo que no se dejaron vencer en absoluto por los ataques de los perseguidores, sino que se adhirieron con todas sus fuerzas al amor de Cristo. Se trata exactamente de lo que había dicho el Salvador: Os conviene que yo me vaya al cielo. En ese momento, en efecto, descendería el Espíritu.

20.- Cristo nos abre el camino. (02 jun 2019).

En la casa de mi Padre hay lugar para todos; de no ser así. Ya os lo habría dicho; ahora voy a prepararos ese lugar. El Señor sabía que muchas de sus moradas ya estaban preparadas y esperaban la llegada de los amigos de Dios. Por esto, da otro motivo a su partida: preparar el camino para nuestra ascensión hacia estos lugares del cielo, abriendo el camino que antes era intransitable para nosotros. Porque el cielo estaba cerrado a los hombres y nunca ningún ser creado había penetrado en este dominio santísimo de los ángeles.

Es Cristo quien inaugura para nosotros este sendero hacia las alturas. Ofreciéndose él mismo a Dios Padre como primicia de los que duermen el sueño de la muerte, permite a la carne mortal subir al cielo. Él fue el primer hombre en penetrar en las moradas celestiales. Los ángeles no conocían este misterio grandioso de la entronización celeste de una criatura. Veían con estupor y admiración esta ascensión de Cristo. Casi turbados por este espectáculo desconocido, exclamaron: ¿Quién es ese que viene de Edom?, es decir, de la tierra. Pero el Espíritu no permitió que se quedaran en la ignorancia. Mandó que se abrieran las puertas ante el Rey y Señor del universo: ¡Puertas, alzad los dinteles, para que haga su entrada el rey de la gloria!

SAN CIRILO DE ALEJANDRIA
SAN CIRILO DE ALEJANDRIA

21.- La multitud... glorificaba a Dios por haber dado semejante poder a los hombres. (04 jul 2019).

El paralítico incurable yacía en su camilla. Tras haber agotado el arte de los médicos, llegó, traído por sus familiares, al verdadero y único Médico, el que viene del cielo. Pero una vez delante de aquel que le podía curar, el Seños se fijó en su fe. Para demostrar que esta fe borra los pecados, Jesús dijo al instante: Tus pecados quedan perdonados. Alguien dirá quizá: Este hombre quería ser curado de su enfermedad, ¿por qué ¿por qué Cristo le anuncia el perdón de sus pecados? Lo hizo para que aprendas que Dios ve el corazón del hombre en el silencio y sin ruido, que contempla los caminos de todos los vivientes. La Escritura, en efecto, dice: El Señor ve los caminos del hombre, vigila todas sus veredas.

No obstante, cuando Cristo dijo: Tus pecados quedan perdonados deja el campo libre para la incredulidad. El perdón de los pecados no se ve con los ojos del cuerpo, mientras que cuando el paralítico se levanta y echa a andar da prueba de que Cristo posee el poder de Dios. ¿Quién posee este poder? ¿Solo él? También nosotros, junto con él. Hemos recibido de él esta gracia admirable: Os aseguro que todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Y también: A quienes les perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá.

22.- Entró y cogió la mano de la niña. (08 jul 2019).

Desde que Cristo entró en nosotros por su propia carne, resucitaremos enteramente; es imposible que la vida no dé vida en los que ella entra. De la misma manera que se recubre un tizón encendido con un montón de paja para que conserve intacto el fuego del interior, así también nuestro Señor Jesucristo, a través de su propia carne, esconde su vida en nosotros y pone en ella una semilla de inmortalidad que aleja toda clase de corrupción que llevamos con nosotros.

No es, pues, tan solo con su palabra que lleva a cabo la resurrección de los muertos, sino que, para demostrar que su cuerpo da vida, toca los cadáveres, y por el contacto con su cuerpo, devuelve la vida a esos cuerpos que están en vías de descomposición. Si el solo contacto con su carne sagrada devuelve la vida a esos cuerpos mortales, ¡qué provecho no vamos a encontrar en su Eucaristía vivificante cuando la recibamos! No era suficiente que tan solo nuestra alma fuera regenerada por el Espíritu para una vida nueva; nuestro cuerpo pesado y terrestre debía también ser santificado y ser así también llamado a la incorruptibilidad.

23.- Los ciegos ven, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva. (15 dic 2019).

Aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo... él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Hablando de un hombre de un hombre que todavía no se presentado, Juan declara que Jesús bautiza en Espíritu y fuego: no como lo haría un siervo cualquiera, insuflando a los bautizados un Espíritu que no es el suyo, sino como alguien que es Dios por naturaleza, que da con su poder soberano lo que es suyo le pertenece por naturaleza. Gracias a esta verdad se imprime en nosotros el sello divino.

En efecto, en Cristo Jesús somos transformados en imagen de Dios; no en el sentido de que nuestro cuerpo tenga que ser remodelado, sino que recibimos el Espíritu santo, incorporándonos a Cristo mismo, hasta tal punto que podemos exclamar llenos de alegría: Mi alma se alegra en el Señor, porque me ha vestido un traje de gala. El apóstol Pablo dice: Todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. ¿Hemos sido, pues, bautizados por la fuerza de un hombre? Hemos sido bautizados por Dios hecho hombre. Él libera de las penas y de las faltas a todos lo que creen en él. Convertíos, que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo... y recibiréis el don del Espíritu Santo. Él libera a los que se acogen a él, hace emerger en nosotros su propia naturaleza.

24.- Tomó a la niña de la mano y le dijo: ¡Levántate! (04 feb 2020).

Incluso para resucitar a los muertos, el Señor no se contenta con actuar con su palabra, que contiene el poder de Dios. Como cooperadora, por decirlo de alguna manera, toma de su propia carne para demostrar que tiene el poder de dar la vida y para manifestar la divinidad en la carne. Esto sucedió cuando curó a la hija del jefe de la sinagoga. Diciéndole: ¡Niña levántate!, la tomó de la mano. Como Dios, le dio la vida por una orden todopoderosa, y también le dio la vida por el contacto con su propia carne, testimoniando así que en su cuerpo y en su palabra reside un mismo poder divino que obra en el mundo. También, cuando llegó a una ciudad que se llamaba Naín donde se llevaba a enterrar a un joven, hijo único de una viuda, tocó el ataúd diciendo: Joven, a ti te digo: ¡levántate!

Así que no solo confiere a su palabra el poder de resucitar a los muertos sino que, para mostrar que su cuerpo es fuente de vida, toca a los muertos y por su carne les infunde nueva vida a los cadáveres. Si el solo contacto con su carne sagrada devuelve la vida a los cuerpos en descomposición, ¡cuánto provecho no encontraremos en la Eucaristía, fuente de vida, cuando nos alimentamos de ella! Él transformará en ella, en su inmortalidad, a los que participan en ella.

25.- A fin de reunir a los hijos de Dios dispersos. (04 abr 2020).

Está escrito: Nosotros, siendo mucho, formamos un solo cuerpo y somos miembros unos de otros y es Cristo quien nos une mediante los vínculos de la caridad. Conviene, pues, que tengamos un mismo sentir: que si un miembro sufre, los demás miembros sufran con él y que, si un miembro es honrado, se alegran todos los demás miembros. Por eso, dice san Pablo: Acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios. Nos acogemos unos a otros si nos esforzamos en tener un mismo sentir llevando los unos las cargas de los otros; conservando la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Así nos acogió Dios en Cristo; pues no engaña el que dice: Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo por nosotros. En efecto, fue entregado como rescate para la vida de todos nosotros, y así fuimos arrancados de la muerte, redimidos de la muerte del pecado.

San Pablo explica el objetivo de esta realización de los designios de Dios cuando dice que Cristo consagró su ministerio al servicio de los judíos, por exigirlo la fidelidad de Dios. Pues, como Dios había prometido a los patriarcas que los bendeciría en su descendencia futura y que los multiplicaría como las estrellas del cielo, por eso apareció en la carne y se hizo hombre el que era Dios y la Palabra en persona, el que conserva toda cosa creada y da a todos la incolumidad, por su condición de Dios.  

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