SAN BERNARDO DE CLARAVAL
Meditaciones.
1.-Te llevarán en sus palmas (02 oct 2013).
A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. ¡Cuanto respeto hacia la presencia de tu ángel bueno debe infundirte esta palabra! Cuánta confianza debe inspirarte puesto que Dios se preocupa de que seas custodiado. Pon particular atención a todo lo que haces, puesto que los ángeles están presentes en todas tus decisiones tal como Dios se lo ha mandado. En cualquier lugar que te halles, en cualquier rincón en que estés, ten siempre una gran devoción a tu buen ángel. ¿Dudarás de su presencia en todo lo que haces aunque no lo veas? ¡Cuánto respeto te infundiría si lo escucharas, si lo tocaras, si lo sintieras cerca de ti!.
Sé consciente de que no es sólo la vista la que te da la certeza de la presencia de las cosas: no todo lo que es presente y corporal puede ser captado por la vista. ¡Cuánto más, pues, los seres espirituales están lejos de ser captados por nuestros sentidos y solo pueden ser buscados y encontrados a través de medios espirituales! Si preguntas a la fe, ¿no te da la certeza de que tu ángel está siempre presente? Sí, la fe te da prueba de ello porque, según el apóstol, la fe es prueba y convicción de las realidades que no se ven. Ten por cierto que los buenos ángeles están siempre contigo. Están cerca de nosotros para protegernos y para servirnos.
2.-El esposo está con ellos
He buscado, dice la esposa del Cantar de los Cantares, a aquel que ama mi corazón. Sí, es cierto, es la ternura solícita de aquel que te ha buscado y te ha amado primero la que te invita a esa búsqueda. Tú no lo buscarías si primero él no te hubiera buscado; Tú no le amarías si primero él no te hubiera amado. Que el alma recuerde que es el Esposo quien la ha buscado primero y quien la ha amado primero; ésta es la fuente de su propia búsqueda y de su propio amor.
El Esposo te ha avisado no con una sola bendición, sino con dos: te ha amado y te ha buscado. La causa de la búsqueda es el amor; su búsqueda es el fruto de su amor y es también la prenda segura de ese amor. Eres amada por él de una manera tal que no puedes ni sospechar cómo eres buscada. Eres buscada por él para que no puedas lamentarte de no ser realmente amada. Esta doble experiencia de su ternura te ha llenado de audacia: ha alejado toda vergüenza, te ha persuadido de volver a él, ha suscitado tu arrebato. De ahí proviene este fervor, de ahí este ardor en buscar a aquel que ama tu corazón, porque, evidentemente, tú no lo hubieras podido buscar si él no te hubiera buscado primero; y ahora que te busca, no puedes dejar de buscarle.
3.- Por Cristo todos volverán a la vida, cada uno en su puesto (15 agt 2013)
Hoy, la Virgen María sube gloriosa al cielo. Colma completamente el gozo de los ángeles y de los santos. En efecto, es ella quien, con la simple palabra de salutación, hizo exultar al niño todavía encerrado en el seno materno. ¡Cuál ha debido de ser la exultación de los ángeles y de los santos cuando han podido escuchar su voz, ver su rostro y gozar de su bendita presencia!¡Y para nosotros, qué fiesta es su gloriosa Asunción, qué causa de alegría y qué fuente de gozo el día de hoy! La presencia de María ilumina el mundo entero tal como el cielo resplandece por la irradiación esplendorosa de la santísima Virgen. Con todo derecho, en los cielos resuena la acción de gracias y la alabanza.
En la misma medida que el cielo exulta de goza por la presencia de María, ¿no es razonable que nuestro mundo de aquí abajo llore su ausencia? No nos lamentamos, porque no tenemos aquí abajo la ciudad permanente, sino que buscamos aquella a donde la Virgen María ha llegado hoy. Si estamos ya inscritos en el número de los habitantes de esta ciudad, es conveniente que hoy nos acordemos de ella, compartamos su gozo, participemos de la misma alegría que goza hoy la ciudad de Dios y que hoy cae como rocío sobre nuestra tierra. Viajeros todavía en la tierra, hemos enviado por delante a nuestra abogada, Madre de misericordia, para defender eficazmente nuestra salvación.
4.- Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños. (10 dic 2013).
El nombre del Señor viene de lejos, dice el profeta. ¿Quién lo podría dudar? Era necesario en los orígenes un hecho extraordinario para que la majestad de Dios se dignara descender de tan lejos a un lugar tan indigno de ella. Sí, efectivamente, se ha dado un hecho extraordinario: su misericordia, su inmensa compasión, su abundante caridad. En efecto, ¿con qué finalidad creemos que vino Cristo? Vino apresuradamente desde los montes a buscar a la oveja extraviada.
Vino para que tanto las misericordias del Señor como sus maravillas aparezcan con más clara evidencia a la vista de los hijos de los hombres.¡Admirable condescendencia la del Dios que nos busca, y gran dignidad la del hombre así buscado! Si éste quiere gloriarse de ello, puede hacerlo sin parecer un loco, no porque por sí mismo pueda alguna cosa, sino porque quien lo ha creado es quien lo ha hecho tan grande. En efecto, todas las riquezas, toda la gloria de este mundo y todo lo que de él se pueda desear, todo es muy poca cosa e incluso nada de comparación con esta gloria de la que tratamos. ¿Qué es el hombre para que te ocupes tanto de él, para que pongas en él tu atención?.
5.- Hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. (30 dic 2013).
Oh tronco de Jesé, tú que eres una señal para todos los pueblos: cuantos reyes y profetas han deseado verte y no te han visto. ¡Dichoso el que como Simeón, ha sido colmado en su vejez con el don divino de verte! El anciano Simeón tembló en deseos de ver la señal. Habiendo recibido el beso de paz, dejó este mundo con paz en el corazón, pero no sin antes haber proclamado que Jesús había nacido para ser signo de contradicción. Y así fue: en cuanto nació, fue contradicha la señal de paz por aquellos que odian la paz. Porque él es la paz para los hombres que ama el Señor, pero para los malintencionados es piedra de tropiezo. El mismo Herodes se turbó y toda Jerusalén con él.
Ya en aquel tiempo, la Verdad se escondía a los pretendidos sabios y prudentes, pero se revelaba a los humildes. El ángel dijo a los pastores: He aquí una señal para vosotros. Es para vosotros, los humildes y obedientes, para vosotros que no alardeáis de orgullosa ciencia, sino que veláis día y noche meditando la ley del Señor. ¡Ésta es vuestra señal! Es señal de perdón, de gracia, de paz, de una paz que no tendrá fin. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Pero Dios está en él reconciliando al mundo consigo. Es el beso de Dios, el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, viviendo y reinando por los siglos.
6.- Yo soy el menor de los apóstoles;
No es mérito mío llevar este nombre. (29 jun 2014).
La Iglesia aplica a los apóstoles san Pedro y san Pablo estas palabras:"Son hombres de misericordia, cuyos beneficios no caen en el olvido; los bienes que dejaron a la posteridad siguen existiendo". Podemos llamarlos hombres de misericordia porque han obtenido misericordia para ellos mismos, porque están llenos de misericordia y porque es en su misericordia que Dios nos los ha dado.
Ved, en efecto, que misericordia han obtenido. Si interrogáis a san Pablo sobre este punto, él os dirá de sí mismo: Yo empecé siendo un blasfemo, un perseguidor; pero he obtenido misericordia de Dios. Pero si Pablo ha pecado, lo ha hecho sin saberlo, ya que no tenía fe; Pedro, por el contrario, tenía los ojos bien abiertos en el momento de su caída, Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Si san Pedro ha podido ascender a un grado tal de santidad después de haber sufrido una caída tan fuerte, ¿quién podrá ahora desesperarse, por poco que quiera salir también de sus pecados? ¿Quién no será absuelto de sus faltas pasadas como lo fueron antes Pedro y Pablo? Si has pecado, ¿Pablo no ha pecado antes? Si has caído, ¿Pedro no lo hizo más que tú? Uno y otro, haciendo penitencia, no sólo obtuvieron la salvación, sino que han llegado a ser grandes santos, e incluso se han convertido en los ministros de la salvación, los maestros de la santidad. Haz tú lo mismo, hermano, ya que por ti la Escritura los llama "los hombres de misericordia".
7.- Vamos a otra parte para predicar también allí, pues para esto he venido. (03 sep 2014).
Que toda alma que busca a Dios sepa que Dios la ha buscado antes. En mi lecho, por la noche, busqué al amor de mi alma. El alma busca al Verbo pero el Verbo la buscó antes. Abandonada a sí misma, nuestra alma no sería más que un soplo que se va y no vuelve. Escuchad las quejas y lamentos de aquella que yerra después de haber perdido el mundo: Si me extravío como oveja perdida, ven en busca de tu siervo, porque no he olvidado tus mandatos. Quieres volver; si dependiera de tu voluntad únicamente, ¿por qué pedirías auxilio? Es evidente que nuestra alma quiere volver pero no puede. No es más que un soplo errante que, por sí solo, nunca volvería. ¿De dónde le viene esta voluntad? Le viene porque el Verbo la ha visitado y la ha buscado. Esta búsqueda no ha sido en vano, ya que ha suscitado la voluntad sin la cual no hay retorno posible.
No es suficiente que el alma sea buscada una vez. La voluntad la tengo, dice san Pablo, pero no acabo de hacer el bien. ¿Qué es lo que pide el alma en el salmo citado? Nada más que ser buscada, porque no buscaría si no fuera buscada, no insistiría en la búsqueda si no hubiera sido hallada.
8.- Bendecid al Señor, todos sus ángeles, servidores que cumplís sus deseos. (29 sep 2014).
Celebremos hoy la fiesta de los santos ángeles. Pero ¿qué podemos decir acerca de estos espíritus angélicos? Ésta es nuestra fe: creemos que gozan de la presencia y de la división de Dios, que tienen una felicidad sin fin son propiedad del Señor que ni el ojo vio, ni el oído oyó, incomprensible para el corazón el hombre. ¿Qué puede decir un simple mortal de ellos si es incapaz de entender tales cosas? Si no es posible hablar de la gloria de los santos ángeles de Dios, por lo menos podemos hablar de la gracia y el amor que nos muestran, ya que no sólo tienen una dignidad incomparable, sino también una servicialidad llena de bondad. Si no podemos entender su gloria, centrémonos en la misericordia de la que están repletos estos amigos de Dios, estos ciudadanos del cielo, los príncipes del cielo.
El mismo apóstol Pablo, que ha contemplado con sus ojos la corte celestial y que ha conocido sus secretos, certifica que todos los ángeles son espíritus encargados de un ministerio, enviados al servicio de los que van a heredar la salvación. No te puede sorprender que los ángeles estén a nuestro servicio si el Creador, el mismo Rey de los ángeles, vino no para ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate de todos.
9.- Jesús cura a muchos. (03 dic 2014).
Hermanos, vosotros ya conocéis al que viene. Viene del corazón de Dios Padre al seno de una Virgen Madre. Viene de las alturas del cielo a las regiones inferiores de la tierra. Era preciso que estuviera en juego un interés grande para que una tan alta majestad que estuviera en juego un interés grande para que una tan alta majestad se dignara descender desde tan lejos a una estancia tan indigna de ella. Estaba en juego un interés grande puesto que allí se manifestaron, tan amplia y abundantemente, la misericordia, la bondad, la caridad. En efecto, ¿por qué vino Cristo? Vino con presura desde los montes a buscar la oveja número cien, la que se había extraviado, para hacer estallar su misericordia a favor de los hijos de los hombres.
Vino por vosotros. En comparación con esta gloria, las riquezas y la gloria del mundo y todo lo que se puede ambicionar de él no son nada. ¿Qué es el hombre, Señor, para que lo levantes tan alto y ligues a él tu corazón? Éramos nosotros los que debíamos ir hacia Jesucristo. Pero un doble obstáculo nos impedía avanzar: nuestros ojos estaban muy enfermos y Dios habita en la luz inaccesible. Yaciendo en nuestro lecho éramos incapaces de alcanzar la elevada morada de Dios. Por eso el buenísimo Salvador y dulce Médico de las almas bajó de lo alto donde habita. Así suavizó para nuestros ojos enfermos el resplandor de su luz.
10.- Viendo a la muchedumbre sintió compasión porque estaban fatigados y abatidos. (06 dic 2014).
Al celebrar devotamente el Adviento del Señor, no hacemos más que lo que debemos hacer, puesto que no viene sólo a nosotros, sino también por nosotros; aquel soberano Rey, que no tiene necesidad de nuestros bienes, manifiesta lo grande de nuestra necesidad. No sólo se conoce el peligro de la enfermedad por el precio de la medicina, sino que también se conoce la multitud de achaques por la abundancia de los remedios.
Por eso, es necesario el advenimiento del Señor, la presencia de Cristo, a los hombres así oprimidos, y ojalá de tal modo venga que, habitando en nosotros por la fe, ilumine nuestra ceguera; permaneciendo con nosotros, ayude nuestra debilidad, y estando por nosotros, proteja y defienda nuestra fragilidad. Porque, si él está en nosotros, ¿quién nos engañará?, si está con nosotros, ¿qué no podremos en el Señor, que nos conforta? Es la sabiduría de Dios, la fuerza misma de Dios. A este tan gran Maestro, hermanos míos, recurramos en toda deliberación, esta poderosa ayuda invoquemos en toda decisión, a este protector tan fiel encomendemos nuestras almas en todos los combates.
11.- No temas, María. (18 dic 2014).
Oíste, Virgen, que concebirás y darás a luz a un hijo; oíste, que no era por obra de varón, sino por obra del Espíritu Santo. Mira que el ángel aguarda tu respuesta, porque ya es tiempo que se vuelva al Señor que lo envió. También nosotros, los condenados infelizmente a muerte por la divina sentencia, esperamos, Señora, esta palabra de misericordia. Se pone entre tus manos el precio de nuestra salvación; en seguida seremos librados si consientes. Por la Palabra eterna de Dios, todos fuimos creados, y a pesar de eso morimos; más por tu breve respuesta seremos ahora restablecidos para ser llamados de nuevo a la vida.
No tardes, Virgen maría, da tu respuesta. Señora nuestra, pronuncia esta palabra que la tierra, los abismos y los cielos esperan. Mira: el Rey y Señor del universo desea tu belleza, y desea no con menos ardor tu respuesta. Ha querido supeditar a tu respuesta la salvación del mundo. Has encontrado gracia ante él con tu silencio; ahora él prefiere tu palabra. Él mismo, desde las alturas te llama: Levántate, amada mía, preciosa mía, ven, déjame oír tu voz. Responde presto al ángel, o, por mejor decir, al Señor por medio del ángel; responde una palabra y recibe al que es la palabra; pronuncia tu palabra y concibe la divina; emite una palabra fugaz y acoge en tu seno a la Palabra eterna.
12.- Cayendo de rodillas, se postraron delante de él. (06 ene 2015).
La intención de Dios no fue solamente la de bajar a la tierra, sino la de ser conocida en ella; no sólo nacer, sino darse a conocer. De hecho, por este conocimiento nosotros celebramos la Epifanía, este gran día de su manifestación. Hoy, en efecto, los magos vinieron de Oriente buscando al Sol de justicia en su aurora, este Sol de quien leemos: Aquí tenéis a un hombre que se llama Oriente. Leemos esta palabra del apóstol Pablo: Ha aparecido la Bondad de Dios y su Amor al hombre.
¿Qué hacéis, magos, qué hacéis? ¿Adoráis a un bebé, en un vulgar pesebre, envuelto en mantillas miserables? ¿Un establo es su palacio?; un pesebre, su trono; María y José, miembros de su corte? ¿Cómo es posible que estos hombres sabios se hayan vuelto locos hasta el punto de adorar a un bebé, despreciable tanto por su edad como por la pobreza de los suyos? Sí, se han vuelto locos para llegar a ser sabios; el Espíritu Santo les ha enseñado por anticipado lo que más tarde proclamó el apóstol Pablo: Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces... quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes. Se prosternaron, pues, ante este pobre niño, rindiéndole homenaje como a un rey, adorándole como a un Dios. El que por fuera los guió a través de una estrella derramó su luz en lo secreto de sus corazones.
13.- Vino en la oscuridad de la noche. (09 ene 2015).
Ha aparecido la bondad de Dios, nuestro Salvador y su amor al hombre. Antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, su bondad se hallaba oculta, aunque ésta ya existía, pues la misericordia del Señor es eterna. Pero ¿cómo, a pesar de ser tan inmensa, iba a poder ser reconocida? Estaba prometida, pero no alcanzábamos a verla, por lo que muchos no creían en ella.
Pero ahora los hombres tendrán que creer a sus propios ojos, ya que los testimonios de Dios se han vuelto absolutamente creíbles. Es como si Dios hubiera vaciado sobre la tierra un saco lleno de misericordia; un saco que habría de desfondarse en la pasión, para que se derramara nuestro precio, oculto en él. Cuando llegó la plenitud del tiempo, hizo también su aparición la plenitud de divinidad. Vino en carne mortal para que, al presentarse así ante quienes eran carnales, en la aparición de su humanidad se reconociese su bondad. ¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber acepado nuestra miseria? ¿Qué hay más lleno de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa por nosotros? Señor, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él; el ser humano, para darle poder?
14.- Los que padecían alguna dolencia se precipitaban sobre él para tocarlo. (22 ene 2015).
Seguid el ejemplo de nuestro Salvador, que quiso sufrir su pasión con el fin de aprender compasión; sujetarse a la miseria, con el fin de comprender a los miserables. Lo mismo que aprendió a obedecer, quiso aprender también a la misericordia. Posiblemente encontrarás extraño lo que acabo de decir sobre Cristo: él, que es la sabiduría de Dios, ¿qué pudo aprender?
Reconocéis que es Dios y hombre en una sola persona. Como Dios eterno, siempre tuvo conocimiento de todo; como hombre nacido en el tiempo, aprendió muchas cosas en el tiempo. Cuando empezó a estar en nuestra carne, también comenzó a enterarse, por experiencia, de las miserias de la carne. Habría sido más feliz y más sabio con nuestros primeros padres, no haber tenido esta experiencia, pero su creador vino a buscar lo que estuvo perdido. Tuvo lástima de su obra y vino a rescatarla, descendiendo misericordiosamente allí donde ésta había perecido miserablemente. No era simplemente para compartir nuestra desgracia por lo que vino, sino para compadecerse de nuestra miseria y liberarnos: para llegar a ser misericordioso, no como un Dios en su bondad eterna, sino como un hombre que comparte la situación de los hombres.
¡Maravillosa lógica del amor! ¿Cómo habríamos podido conocer esta admirable misericordia si no conociera la miseria existente? ¿Cómo habríamos podido entender la compasión de Dios si no conociera el sufrimiento? A la misericordia de Dios, Cristo unió la de un hombre, no cambiándola, como está escrito: Salvarás a hombres y animales, Señor. ¡Mi Dios, cómo hiciste sobreabundar tu misericordia!
15.- Os conviene que me vaya. (12 may 2015).
Él cubrió con su sombra a la Virgen y, el día de Pentecostés, confortó a los apóstoles; preparó un acceso a la divinidad en un cuerpo virginal, y revistió a los apóstoles con una fuerza venida de lo alto, es decir, con su ferviente caridad. El coro de los apóstoles se vistió esa coraza como un gigante. Como se trataba de meterse en casa de un hombre fuerte y deshacer todo su ajuar, era necesario ser más fuerte que él.
Triunfar de la muerte y no sucumbir ante el poder del infierno les era totalmente imposible: únicamente vencerían llenos de un amor fuerte como la muerte y de una pasión tan cruel como el abismo. Éste es el celo que los devoraba cuando la gente los creía borrachos. Es cierto que estaban bebidos, pero no de un vino ordinario. Estaban ebrios, pero del vino nuevo que los odres viejos no merecen ni pueden contener. Este vino es fruto de la "vid celestial", un vino que alegra el corazón y no trastorna la mente; un vino que hace crecer a los jóvenes y no extravía a los hombres inteligentes. Un vino desconocido para los habitantes de la tierra. En el cielo siempre había sido abundante. ^Por todas las calles y plazas de la ciudad corría ese vino que llena de alegría el corazón.
16.- Dos poseídos salieron del cementerio a su encuentro. (01 jul 2015)
Con él estaré en la tribulación, dice el Señor, lo defenderé, lo glorificaré. Le pondrán por nombre Enmanuel, que significa Dios con nosotros. Descendió para ser acogido por aquellos desamparados, para estar con nosotros en nuestra tribulación. Pero vendrá un día en que seremos llevados entre nubes al encuentro del Señor, para estar con el Señor para siempre. Si nos esforzamos por tenerle siempre con nosotros como compañero de camino, él nos dará a cambio la patria. Y aún mejor: entonces él mismo será nuestra patria. Con tal de que ahora sea nuestro camino.
Es bueno para mí, Señor, estar atribulado, con tal de que tú estés conmigo; esto me vale más que reinar sin ti, que regocijarme sin ti, que estar sin ti en la gloria. Prefiero estrecharme junto a ti en el desamparo, tenerte conmigo en el crisol, que estar sin ti hasta en el mismo cielo. Tú estás en medio de los que se reúnen en tu nombre, como en otro tiempo estuviste con los tres jóvenes en el horno de Babilonia. ¿Por qué, pues, tememos? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Si Dios nos libera de las manos de nuestros enemigos, ¿quién podrá apartarnos de su lado?
17.- ¿No es acaso el hijo del carpintero? (31 jul 2015).
No hay duda de que José, que ha sido desposado con la madre del Salvador, fuera un hombre bueno y fiel, o más bien un servidor seguro y solícito al que el Señor estableció al cuidado de su familia para ser el consuelo de su madre, el padre nutricio de su humanidad, el cooperador fiel en su designio sobre el mundo. De la casa de David, descendiente de estirpe real y noble por su nacimiento, pero más noble todavía por su corazón. Sí, él fue verdaderamente hijo de David, no sólo por la sangre, sino por su fe, por su santidad, por su fidelidad al servicio de Dios.
En José, el Señor encontró, como en David, un hombre según su corazón, a quien pudo confiar con toda seguridad el secreto más grande de su corazón. Le reveló los secretos más profundos de su Sabiduría, le reveló maravillas que ningún príncipe de este mundo ha conocido; por fin, le otorgó ver lo que tantos reyes y profetas desearon ver y no vieron, y oír lo que muchos desearon oír y no oyeron. Y no sólo verlo y oírlo, sino llevarlo en sus brazos, conducirlo de la mano, estrecharlo contra su pecho, abrazarlo, alimentarlo y protegerlo.
18.- María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. (08 sep 2015).
El nombre de la Virgen era María. Este nombre significa" Estrella del mar", y le encaja admirablemente a la Virgen María. Nada es más justo que compararla con una estrella que da sus rayos sin alterarse, como ella da a luz a su hijo sin detrimento de su cuerpo virgen. Es ciertamente esta noble estrella nacida de Jacob, cuyo esplendor ilumina el mundo entero, quien brilla en los cielos y penetra hasta los infiernos. Verdaderamente esta bella y admirable estrella se levanta por encima del mar inmenso, resplandeciendo de méritos, alumbrando por su ejemplo. Todos vosotros, cuando estéis hoy en alta mar, sacudidos por la tormenta y la tempestad, lejos de tierra firme, poned los ojos en la luz de esta estrella para evitar el naufragio. ¡Si los vientos de la tentación se levantan, si ves acercarse el escollo de la prueba, mira a la estrella, invoca a María!
Si eres sacudido por los vacíos del orgullo, de la ambición, de la maledicencia o de los celos, levanta la mirada hacia la estrella, invoca a Maria. Si te abruma la grandeza de tus pecados, si te la avergüenza tu conciencia, te espanta el temor del juicio, si estás a punto de zozobrar en el precipicio de la tristeza y la desesperación, piensa en María. ¡En el peligro, la angustia, la duda, piensa en María, invoca a María! Que su nombre jamás abandone tus labios ni tu corazón. Siguiéndola, no te extraviarás; rogándole, no desesperarás. Y comprenderás por tu propia experiencia cuán justas son estas palabras: El nombre de la Virgen era María.
19.- Velar en el Espíritu Santo.(20 oct 2015).
En otro tiempo, cuando el profeta Eliseo supo que su maestro Elías iba a morir, le pidió la gracia de obtener dos partes de su espíritu; pero esto sólo era posible si alcanzaba a ver el momento en que Elías era arrebatado. Esta historia ha sido escrita también para nosotros. Debemos estar vigilantes y atentos a la obra de la salvación que se cumple, en nosotros, porque el Espíritu Santo realiza continuamente su obra en lo más hondo de nosotros con una sutileza admirable y sublime delicadeza.
Si no queremos perder esta doble parte de espíritu que solicitaba Eliseo debemos tener la mirada siempre al acecho y un gran corazón abierto para recibir esta generosa bendición del Señor. ¿En qué disposición nos quiere encontrar el Espíritu? Seamos semejantes a aquellos empleados que esperaban a su señor al regreso a aquellos empleados que esperaban a su señor al regreso de las bodas. Debemos, pues, velar, y velar a todas horas, porque nunca sabemos a qué hora el Espíritu va a venir, ni a qué hora se irá de nuevo. El Espíritu va y viene; si gracias a él permanecemos en pie, cuando se retira, inevitablemente caemos, pero sin estrellamos, porque el Señor nos sostiene de la mano.
20.- Señor, ¿Qué quieres que haga? (25 ene 2016).
Esta fiesta es una gran fuente de bienes para los que la celebran. ¿Cómo desesperar, aunque tengamos muchas faltas, cuando oímos que Pablo, respirando todavía amenazas de muerte contra los discípulos del Señor se convirtió repentinamente en un instrumento de elección? ¿Quién podrá decir, bajo el peso de su pecado: "No puedo levantarme para llevar una vida mejor", cuando el perseguidor encarnizado se convirtió súbitamente en un predicador fiel en el mismo camino al que le conducía un corazón sediento de odio? Esta sola conversión nos muestra la grandeza de la misericordia de Dios y el poder de su gracia.
He aquí, hermanos, un modelo perfecto de conversión: Mi corazón está listo, Señor mi corazón está listo. ¿Qué quieres que haga? Palabra breve, pero plena, viva, eficaz y digna de ser escuchada. Hay poca gente con esta disposición de obediencia perfecta, que haya renunciando a su voluntad hasta el punto de que su mismo corazón ya no les pertenece. Hay poca gente que busque en todo momento lo que Dios quiere y no lo que ellos quieren y que le digan sin cesar: Señor, ¿qué quieres que haga?
21.- El sembrador siembra la Palabra. (27 ene 2016).
Debemos procurar con el mayor cuidado que aquella Palabra que salió de la boca del Padre para nosotros, por medio de la Virgen, no se vuelva vacía, sino que por mediación de nuestra Señora devolvamos gracia por gracia. Mientras suspiramos por la presencia, fomentemos con toda nuestra atención su memoria, y así serán restituidas a su origen las corrientes de la gracia para que fluyan después más copiosamente.
Así, los que hacéis memoria del Señor, no guardéis silencio, no permanezcáis mudos, aunque, para los que tienen presente al Señor, aquellas palabras del profeta: Alaba, Jerusalén, al Señor, alaba a tu Dios, Sión, más bien son de congratulación que de amonestación. Pero porque los que caminan aún en la fe necesitan de amonestación para no callar ante el Señor, dice el salmo: Con el Santo serás santo, y con el varón inocente, inocente, y escuchará al que le escucha y hablará al que lévala. De otra suerte, si callas, le habrás dado silencio. Pero ¿si callas qué? La alabanza. No calléis, dice, hasta que establezca y ponga a Jerusalén y hasta que haga de ella la admiración de la tierra. La alabanza de Jerusalén es gustosa y hermosa, a no ser que juzguemos que los cuidados de Jerusalén se deleitan de las alabanzas mutuas y que se engañan recíprocamente con la vanidad. Por eso, aquello poco que deseas ofrecer, procura depositarlo en aquellas manos de María, graciosísimas y dignísimas de todo aprecio, a fin de que sea ofrecido al Señor, sin ser rechazado.
22.- Los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. (02 feb 2016).
Ofrece a tu hijo, Virgen santa, y presenta al Señor el fruto de tu vientre. Ofrece para nuestra reconciliación a la víctima santa que le agrada a Dios. Dios aceptará sin duda alguna esta ofrenda nueva, esta víctima de gran precio, sobre quien él mismo dijo: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco. Pero esta ofrenda, hermanos, parece bastante dulce. Vendrá el día en que este Hijo ya no será ofrecido en el Templo, ni en los brazos de Simeón, sino fuera de la ciudad, en los brazos de la cruz. Vendrá el día en que no será rescatado por la sangre de una víctima, dos palomas, sino que él mismo rescatará a otros por su propia sangre. Será el sacrificio de la tarde.
Éste es el sacrificio de hoy: es alegre. Pero aquel otro será más completo, ofrecido no en el momento de su nacimiento, sino en la plenitud de la edad. Al uno y al otro se puede aplicar lo que había predicho el profeta: Se ofreció porque él mismo lo quiso. Hoy, en efecto, se ofreció no porque necesitara hacerlo, ni porque estuviera sujeto a la Ley, sino porque él mismo lo quiso. Y sobre la cruz sucede lo mismo: se ofrecerá no porque mereciera la muerte, ni porque sus enemigos tuvieran poder sobre él, sino porque él mismo lo quiso.
23.- Ya en este tiempo cien veces más. (24 may 2016).
Sembrad en justicia, dice el Señor, y recogeréis la esperanza de la vida. No habla del último día cuando todo se nos dará realmente y ya no en esperanza; habla del presente. Cierto es que nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita, cuando comience la verdadera vida. Pero ya la esperanza de un gozo tan grande no se puede dar sin gran gozo. Que la esperanza os tenga alegres, dice el apóstol Pablo. Este gozo se produce en el alma de aquel que ha sembrado para la justicia, por la convicción que tiene de que sus pecados le son perdonados.
Cualquiera de entre vosotros, tras los amargos principios de la conversión, experimenta la felicidad de verse aliviado por la esperanza de los bienes que espera; ya desde ahora ha recogido el fruto de sus lágrimas, ¿Cómo es posible que el que ha gustado y visto cuán bueno es el Señor no halla visto a Dios? El Señor Jesús aparece dulce a aquel que recibe de él no sólo la remisión de sus faltas, sino también el don de la santidad y, más aún, la promesa de la vida eterna. Dichoso el que ha hecho ya tan buena cosecha. El profeta dice en verdad: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Ningún provecho ni honor terrestre nos parecerá estar por encima de nuestra esperanza y de este gozo de esperar, desde ahora enraizado profundamente en nuestros corazones: La esperanza no engaña, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado.
24.- ¿A quién buscas? (22 jul 2016).
Cristo dice a María Magdalena: No me toques, esto es "Desentiéndete de ese sentido seductor, apóyate en la palabra y familiarízate con la fe. La fe ignora el error, la fe abarca lo invisible, no conoce la limitación de los sentidos; además trasciende los límites de la razón humana, el proceso de la naturaleza, los términos de la experiencia. ¿Por qué le preguntas a la mirada lo que no puede saber? ¿Para qué se empeñan las manos en palpar lo que las supera? Todo lo que te pueden enseñar es de un novel inferior. Pero la fe te dirá de mí cosas que no menguan en nada mi majestad. Aprende a poseer con más certeza, a seguir con más seguridad lo que ella te aconseja".
No me toques, que aún he subido al Padre. "¿Por qué quieres tocarme ahora, si sabes de la gloria de mi resurrección por lo que te dicen los sentidos? ¿No sabes que durante el tiempo de mi mortalidad, los ojos de mis discípulos no pudieron soportar la gloria de mi cuerpo transfigurado, que aún debía morir? Complaceré tus sentidos revistiéndome de siervo, para que puedas conocerme como antes. Pero mi gloria es extraordinaria. Prescinde, pues, de tu juicio; es éste un misterio reservado para la fe. Me tocará dignamente la fe si me acepta sentado a la derecha del Padre, no en la forma de siervo, sino en un cuerpo celestial. Espera un poco y tocarás mi cuerpo hermoso. Pues lo que ahora es deforme se volverá bello".
25.- La gloria de la cruz. (10 sep 2016).
Lejos de mí el pensar de gloriarme fuera de la cruz de mi Señor Jesucristo. La cruz es tu gloria, la cruz es tu imperio. He aquí tu imperio sobre tus espaldas. Quien lleva la cruz lleva tu gloria. Así la cruz, que causa miedo a los infieles, es para los fieles más hermosa que todos los árboles del paraíso. ¿Temió acaso Cristo la cruz? ¿Y pedro? ¿Y Andrés? Por el contrario, la desearon. Cristo se alzó sobre ella como un valiente para recorrer su carrera: He deseado ardientemente comer esta Pascua con vosotros antes de morir. Él comió la Pascua sufriendo su pasión, al pasar de este mundo su Padre. Sobre la cruz, Cristo comió y bebió, se embriagó y durmió.
¿Quién podrá desde ahora temer la cruz? Temo, Señor, recorrer el cielo y la tierra, el mar y las estepas, pero ¡en ningún sitio te encontraré sino en la cruz! Allí duermes, allí apacientas tu rebaño, allí reposas al mediodía. En esta cruz quien está unido a su Señor cuenta con su dulzura. No hay persona que te busque y no te encuentre, sino en la cruz. Oh cruz de gloria, echa tus raíces en mí para que yo pueda encontrarme en ti.
26.- Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. (12 oct 2016).
El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él. He leído en otra parte: El que teme a Dios obrará el bien; pero pienso que se dice algo más del que ama, porque este guardará su palabra. ¿Y dónde va a guardarla? En el corazón sin duda alguna, como dice el profeta: En mi corazón escondo tus consignas, así no pecaré contra ti.
Así es como has de cumplir la palabra de Dios, porque son dichosos los que la cumplen. Es como si la palabra de Dios tuviera que pasar a las entrañas de tu alma, a tus afectos y a tu conducta. Haz del bien tu comida, y tu alma disfrutará con este alimento sustancioso. Y no te olvides de comer tu pan, no sea que tu corazón se vuelva árido. Por el contrario, que tu alma rebose completamente satisfecha. Si guardas así la palabra de Dios, no cabe duda de que ella te guardará a ti. El Hijo vendrá a ti en compañía del Padre, vendrá el gran Profeta que renovará Jerusalén, el que lo hace todo nuevo.
27.- Ha llegado la hora nunca pensada en que vendrá el Hijo del hombre. (27 nov 2016).
Justo es, hermanos, que celebréis con toda devoción el Adviento del Señor, deleitados por tanta consolación, asombrados por tanta dignación, inflamados con tanta dilección. Pero no penséis únicamente en la primera venida, cuando el Señor viene a buscar y a salvar lo que estaba perdido, sino también en la segunda, cuando volverá y nos llevará consigo. ¡Ojalá hagáis objeto de vuestras continuas meditaciones estas dos venidas, rumiando en vuestros corazones cuánto nos dio en la primera y cuánto nos ha prometido en la segunda!
Sabemos de una triple venida del Señor. Además de la primera y de elegidos ven al Señor en lo más íntimo de sí mismos y así sus almas se salvan. la última, hay una venida intermedia. Aquellas son visibles, pero esta no. En la primera, el Señor se manifestó en la tierra y convivió con los hombres...; en la última, todos verán la salvación de Dios y mirarán al que traspasaron... La intermedia, en cambio, es oculta, y en ella solo los
De manera que, en la primera venida, el Señor vino en carne y debilidad; en esta segunda, en espíritu y poder; y en la última en gloria y majestad.
Esta venida intermedia es como una senda por la que se pasa de la primera a la última: en la primera, Cristo fue nuestra redención; en la última, aparecerá como nuestra vida; en esta, es nuestro descanso y nuestro consuelo.
28.- El martirio de san Andrés, apóstol. (30 nov 2016).
"¡Oh cruz largo tiempo deseada, ahora te acercas a mí para satisfacer las aspiraciones de mi alma! Vengo a ti lleno de gozo y certeza. Recíbeme con alegría, a mí, el discípulo de aquel que estuvo colgado de tus brazos..."
Según la tradición, así hablaba san Andrés viendo de lejos la cruz levantada para su suplicio. ¿De dónde le venían a ese hombre un gozo y una exultación tan sorprendentes? ¿De donde le venía tanta constancia en un ser tan frágil? ¿De donde le procedían, a este hombre, un alma tan espiritual, una caridad tan ardiente y una voluntad tan fuerte? No pensemos que sacaba de sí mismo tanta valentía; era el don perfecto procedente del Padre de las luces, de aquel que solo él puede hacer tanta maravilla. Era el Espíritu Santo que venía en ayuda de su debilidad, y que difundía en su corazón una caridad fuerte como la muerte, o mejor dicho, más fuerte que la muerte.
¡Dios quiera que hoy también nosotros tengamos parte en este Espíritu! Porque si ahora nos es doloroso el esfuerzo de la conversión, si nos enoja velar, es únicamente por el hecho de nuestra indigencia espiritual. Si tuviéramos presente al Espíritu Santo, seguro que él vendría en ayuda de nuestra debilidad. Lo mismo que ha hecho por san Andrés frente a la cruz y la muerte, lo haría igualmente por nosotros: quitando al trabajo de la conversión su carácter doloroso, lo convertiría en deseable e incluso en delicioso... Hermanos, busquemos con ahínco este Espíritu, pongamos todo nuestro cuidado para lograrlo, o para poseerlo más plenamente si ya lo tenemos. Porque el que no posee el Espíritu de Cristo no pertenece a Cristo... Debemos, pues, tomar nuestra cruz con san Andrés, o mejor aún con aquel que él ha seguido, el Señor, nuestro Salvador. La causa de su gozo era porque moría no solamente por Él sino como Él, y que, unido tan íntimamente con su muerte, reinaría con Él... Porque nuestra salvación está sobre esta cruz.
29.- He venido en nombre de mi Padre
y vosotros no me habéis recibido. (30 mar 2017).
Hay algo que me conmueve enormemente: es, buen Jesús, el cáliz que bebiste, la obra de nuestra redención. Ella reclama sin duda, espontáneamente, todo nuestro amor. Atrae toda la dulzura de nuestro corazón, le exige con la justicia más estricta, le compromete con mayor rigor y le afecta con mayor vehemencia. Porque le exigió muchos sufrimientos al Salvador. No le costó tanto la creación del universo entero: Él lo dijo, y existió; él lo mandó, y surgió. Pero ahora tendrá que soportar a cuantos se opongan a su doctrina, a los que espían sus obras, a los que le insultan entre tormentos y lo vituperan por su muerte. Mira cómo amó. No olvides que su amor no fue mera correspondencia, sino una entrega total.
¿Quién le ha prestado para que él le devuelva? Amó a quienes aún no existían, y amó incluso a los que rechazaban su amor. Así lo afirma la autoridad de Pablo: Cuando éramos enemigos de Dios, nos reconcilió con él por la muerte de su Hijo. Si no hubiese amado a sus enemigos, no los tendría por amigos; como tampoco existirían aquellos a quienes amó de esta manera, si no los hubiese amado antes
30.- Vuestra tristeza se convertirá en alegría. (26 may 2017).
Al ir iban llorando, llevando la semilla. ¿Van a estar llorando siempre? Ciertamente no: Al volver vuelven cantando, trayendo sus gavillas. Y tendrán razón para alegrarse, porque traerán gavillas de gloria. Pero, me diréis, eso no ocurrirá hasta el último día, cuando la resurrección, y la espera es muy larga. No perdáis el ánimo, no cedáis a todos infantilismos.
Mientras esperáis, recibiréis las primicias del Espíritu, suficientes para sembrar desde hoy en el gozo. Sembrad en justicia, dice el Señor, y cosecharéis la esperanza de la vida. Ya no os envía el último día, en el que todo os será dado realmente y ya no solo en esperanza. Os habla del presente. Ciertamente, nuestro gozo será grande, nuestra alegría infinita cuando empiece la verdadera vida. Pero la esperanza de un gozo tan grande no se puede dar sin gozo ya desde ahora.
31.- La ignorancia de los que no se convierten. (20 sep 2017).
El apóstol Pablo dice: Lo que algunos tienen es ignorancia de Dios. Yo digo que permanecen en esta ignorancia todos aquellos que no quieren convertirse a Dios. Ellos rechazan esta conversión por la única razón de que imaginan a un Dios solemne y severo cuando es todo suavidad; ellos lo imaginan duro e implacable cuando es todo misericordia; creen que es violento y terrible cuando es adorable. Así el impío se engaña a sí mismo y se fabrica un ídolo en vez de conocer a Dios tal cual es.
¿Qué teme esta gente de coca fe? ¿Qué Dios no querrá perdonar sus pecados? Pero si él mismo con sus propias manos, los clavó en la cruz. ¿Qué pueden temer todavía? ¿Ser ellos mismos débiles y vulnerables? Pero si él conoce muy bien la arcilla con que nos ha hecho. ¿De qué tienen miedo? ¿De estar demasiado acostumbrados al mal para abandonar las costumbres de la carne? Pero el Señor liberta a los cautivos. ¿Temen que Dios, irritado por la inmensidad de sus faltas, dude en tenderles una mano que los socorra? Pero si allí donde abundó el pecado la gracia sobreabundó. ¿Quizá la preocupación por el vestido, el alimento y otras necesidades de su vida les impide separarse de sus bienes? Dios sabe que tenemos necesidad de todo esto. ¿Qué más quieren? ¿Cuál es el obstáculo para su salvación? Ignoran a Dios, no creen en nuestra palabra. Por eso es necesario que se fíen de la experiencia de los demás.
32.- Veréis subir y bajar a los ángeles. (02 oct 2017).
Vosotros veréis subir y bajar a los ángeles sobre el Hijo del hombre. Estos dichosos espíritus suben por la ley de la contemplación de Dios, y descienden para cuidar de nosotros y para guardarnos en toso nuestros caminos. Suben había Dios para alegrarse en su presencia; y descienden hacia nosotros para obedecer sus órdenes, pues les ha pedido cuidar de nosotros. Sin embargo, descendiendo a nosotros, no son privados en un punto de la gloria que les da la felicidad, pues ellos ven siempre el rostro del Padre.
Cuando suben a la contemplación de Dios, buscan la Verdad en quien están sin interrupción por el deseo, y lo que desean siempre es la posesión. Cuando descienden, ejercen hacia nosotros la misericordia, guardándonos en todos los caminos. Estos dichosos espíritus son los ministros de Dios que nos han sido enviados para ayudarnos, y en esta misión no es a Dios a quien rinden servicio, sino a nosotros. Ellos imitan así la humildad del Hijo de Dios, que no vino a ser servido, sino a servir, y que vivió en medio de sus discípulos como si él fuera su servidor. La utilidad que los ángeles sacan siguiendo su camino es su propia felicidad y la perfección de la obediencia en la caridad; y lo que nosotros recogeremos es la recepción de la gracia de Dios y la ventaja de ser guardados por ellos en nuestros caminos.
33.- La tierra entera estará llena de la majestad de Dios. (04 dic 2017).
No pongas obstáculos a tu reconciliación, sacarás de ella un peso mayor de gloria. Soporta con alegría, no solo con paciencia, las penas de la vida. No desprecies nada de lo que te puede procurar un día de gloria eterna. Cuando el Señor se haya acordado de ti y hay glorificado tu alma, esta se acordará de tu cuerpo para tu propio bien. Delante de tu Señor, tu alma le hablará de tu cuerpo por su colaboración en el bien realizado. Dirás al Señor: "Dígnese mi Señor recompensar a este cuerpo el bien que me ha hecho: juntos no nos hemos ahorrado ninguna pena..." Entonces el Dios de los ejércitos vendrá del cielo y transformará nuestro cuerpo en un cuerpo glorioso como el suyo.
Que se alegre, pues, nuestra alma y nuestro cuerpo repose en la esperanza aguardando su transformación en el cuerpo glorioso de Cristo, nuestro Salvador. Mi alma tiene sed de ti, Dios mío, mi carne te ansía de noche. El profeta se refiere en su oración a la primera venida que le iba a rescatar. Pero se refería aún más ardientemente a la última venida, cuando será glorificado el cuerpo. Entonces, todos nuestros anhelos serán colmados: la tierra entera se llenará de la majestad de Dios. Que la misericordia de Dios nos conduzca a esta gloria.
34.- Que se haga en mí según tu palabra. (20 dic 2017).
He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra. Diciendo estas palabras, María expresa más bien su vivo deseo y no loa realización de él, como si tuviera alguna duda de su cumplimiento. No obstante, nada nos impide ver en su "hágase" una oración. Porque Dios quiere que le pidamos incluso las cosas que él nos promete. Sin duda, esta es la razón por la que nos promete muchas cosas que tiene decidido darnos: la promesa despierta nuestra piedad, y la oración nos hace merecedores de lo que gratuitamente recibimos.
La Virgen ha comprendido esto ya que al don gratuito une el mérito de su oración: "Que se haga en mí según tu palabra. Que la Palabra eterna haga en mí lo que dice tu palabra hoy. Que la Palabra que desde el origen está junto a Dios se haga carne en mi carne según tu palabra. Que esta Palabra no sea solo perceptible a mis oídos, sino visible a mis ojos, palpable a mis manos, que yo la pueda llevar en mis brazos. Que no sea una palabra escrita y muda, sino la Palabra encarnada y viviente; no por signos inertes trazados sobre el pergamino seco, sino una Palabra en forma humana, impresa y viva en mis entrañas. Que se encarne en mí para el mundo entero.
35.- Cayendo de rodillas, se postraron delante de él. (06 ene 2018).
La intención de Dios no fue solamente bajar a la tierra, sino ser conocido en ella; no solo nacer, sino darse a conocer. De hecho, es en vistas a este conocimiento que nosotros celebramos la Epifanía, este gran día de su manifestación. Hoy, en efecto, los magos vinieron de Oriente buscando al Sol de Justicia en su aurora, este Sol de quien leemos: Aquí tenéis a un hombre que se llama Oriente. ¿qué hacéis, magos? ¿Adoráis a un niño de pecho, en una vulgar choza, envuelto en mantillas miserables? ¿Cómo es posible que unos sabios se hayan vuelto locos hasta el punto de adorar a un niño pequeño, despreciable tanto por su edad como por la pobreza de los suyos?
Sí, se han vuelto locos para llegar a ser sabios; el Espíritu Santo les ha enseñado por anticipado lo que más tarde proclamó el apóstol Pablo: Destruiré la sabiduría de los sabios, frustraré la sagacidad de los sagaces... Quiso Dios valerse de la necedad de la predicación para salvar a los creyentes. Se prosternaron, pues, ante este pobre niño, rindiéndole homenaje como a rey, adorándole como a Dios.El que fuera los guio a través de una estrella derramó su luz en el secreto de sus corazones.
36.- Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso.
(26 feb 2018).
Cristo es una sola persona en dos naturalezas; una, por la que siempre existió; la otra, por la que empezó a vivir en el tiempo. Por su ser eterno conoce desde siempre todas las cosas; por su realidad histórica, aprendió muchas cosas en el tiempo. Así como históricamente empezó a vivir en el cuerpo, del mismo modo empezó a conocer las miserias de los hombres con ese género de conocimiento propio de la debilidad humana.
¡Cuánto más sabios y felices habrían sido nuestros primeros padres ignorando este tipo de ciencia, que no podían lograr sin hacerse necios y desdichados! Pero Dios, su Creador, buscando lo que se había perdido, continuó compasivo su obra; y descendió misericordiosamente adonde ellos se habían abismado en su desgracia. Quiso experimentar en sí lo que nuestros padres sufrían con toda justicia por haber obrado contra él; pero se sintió movido a ello por una curiosidad semejante a la de ellos, sino por una admirable caridad; y no para ser un desdichado más entre los desdichados, sino para librar a los miserables haciéndose misericordioso. Cristo se hizo misericordioso, pero no con aquella misericordia que, permaneciendo feliz, tuvo desde siempre; sino con la que encontró al hacerse uno como nosotros envuelto en la miseria.
37.- José, hijo de David. (19 mar 2018).
Sin duda, José fue un hombre santo y digno de toda confianza ya que la Madre del Salvador había de ser su esposa. Fue el servidor fiel y solícito que Dios escogió como amparo y ayuda de su Madre, el padre putativo de su carne y el instrumento en su designio de salvación.
Acordémonos de que era de la estirpe de David no solo por la carne, sino también por la fe, la santidad y la piedad. El Señor encontró en él un segundo David a quien pudo, con toda seguridad, confiar sus designios más secretos. Le reveló, como antes a David, los misterios de su sabiduría y le descubrió lo que ningún sabio del mundo lo conocía. Le permitió ver y entender lo que tantos reyes y profetas, a pesar de su deseo, no vieron ni entendieron. Mejor dicho: le invitó a llevar, a conducir, a abrazar, a alimentar, a proteger este mismo misterio. María y José pertenecían, pues, los dos a la raza de David; en María se cumplió la promesa hecha a antaño a David; mientras que José era el testimonio de este cumplimiento.
38.- Es mejor que un solo hombre muera por el pueblo. (24 mar 2018).
A fin de devolver la blancura a la multitud, uno solo se dejó ennegrecer, porque dice la Escritura que es bueno que un solo hombre muera por el pueblo. Es bueno que sea uno solo el que toma la semejanza en una carne de pecado, y así no sea condenada toda la raza. El resplandor de la esencia divina queda, pues, velada bajo la forma de esclavo, para salvar la vida del esclavo. El esplendor de la vida eterna se eclipsa e una carne para purificar la carne. Para iluminar a los hijos de los hombres, el más bello de los hijos de los hombres debe quedar oscurecido en su pasión y aceptar la ignominia de la cruz. Desangrado en la muerte, pierde toda belleza, todo honor, para hacer brillar una Iglesia sin mancha ni arruga, ni nada semejante, sino santa e inmaculada.
Pero bajo esta tez morena reconozco al rey; lo reconozco y lo abrazo. El color miserable de la enfermedad humana recubre su majestad; su rostro está como oculto, deshecho en la hora en que para reunirnos sufrió todos los ataques, excepto el del pecado, pero yo veo la gloria que reside en su interior; adivino el esplendor de su divinidad, el triunfo de su fuerza, el resplandor de su gloria, la pureza de su inocencia. Bajo esta piel de cabrito, signo del pecado, de la cual se recubrió Jacob reconozco la mano que no tiene pecado alguno, la nuca jamás inclinada bajo el mal. Reconozco a mi bien, y bajo esta apariencia veo a mi Dios, mi Salvador.
39.- Me pondré de centinela para escuchar lo que me dice (24 mar 2018).
La Escritura dice: Durante cuarenta años aquella generación me asqueó y dije: "Es un pueblo de corazón extraviado". Y en un salmo se lee: Dios ha hablado una vez. Es cierto: una sola vez. Porque siempre está hablando, ya que su palabra es una sola, sin interrupción, constante, eterna. Esta voz hace reflexionar a los pecadores. Acusa los desvíos del corazón: y en él vive, y dentro de él habla. Está realizando, efectivamente, lo que manifestó por el profeta, cuando decía: Hablad al corazón de Jerusalén. Ved, queridos hermanos, qué provechosamente nos advierte el salmista que, si escuchamos hoy su voz, no endurezcamos nuestros corazones.
Casi idénticas palabras encontramos en el evangelio y en el salmista. El Señor nos dice en el evangelio: Mis ovejas escuchan mi voz. Y el santo David dice en el salmo: Pueblo del Señor, el rebaño que él guía, ojalá escuchéis hoy su voz: "No endurezcáis el corazón" Escucha, finalmente, las palabras del profeta Habacuc: Me pondré centinela, en pie vigilaré, velaré para escuchar lo que me dice, qué responde a mis quejas. También nosotros, queridos hermanos, pongámonos de centinela, porque es tiempo de lucha. Adentrémonos en lo íntimo del corazón, donde vive Cristo. Permanezcamos en la sensatez, en la prudencia sin poner la confianza en nosotros, sin fiarnos de nuestra débil guardia.
40.- Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.(28 abr 2018).
El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Con toda seguridad vive en nosotros por la fe y habita en nuestra memoria, habita en nuestro pensamiento y desciende incluso hasta nuestra imaginación. Antes, efectivamente, ¿qué idea podía el hombre hacerse de Dios sino la de un ídolo fabricado por su propio ingenio? Dios era incomprensible e inaccesible, invisible y perfectamente inalcanzable para el pensmiento.
Pero ahora, Dios quiere que se le pueda comprender, que se le pueda ver, que se le pueda tocar y alcanzar con el pensamiento. "¿De qué manera?", me preguntas. Sin duda alguna, escondido en un pesebre, descansando sobre las rodillas de la Virgen, predicando en la montaña, orando de noche; y también clavado en la cruz, lívido en la muerte, libre entre los muertos y victorioso sobre el infierno. En fin, resucitando el tercer día, mostrando a los apóstoles las llagas de los clavos, signos de su victoria, y, por fin, subiendo ante su mirada, hacia los cielos. De todos estos acontecimiento ¿hay uno solo que deje de suscitar en nosotros un pensamiento verdadero, fervoroso y santo? En cualquiera de ellos que piense, pienso en Dios y, a través de todo ello, él es mi Dios. Meditar estos acontecimientos es la sabiduría misma. Es la dulzura que María meditaba en su corazón, elevado a las alturas y que desde ahí nos comunica a nosotros.
41.- Dar fruto en abundancia. (29 abr 2018).
Debo advertir a cada uno de vosotros a propósito de su viña: ¿Quién ha suprimido en él todo lo que es superfluo hasta el punto de poder pensar que no tiene nada más que cortar? Creedme, todo lo que se corta vuelve a crecer: los vicios que creíamos superados vuelven a aparecer y nos encontramos con que las tendencias adormecidas se despiertan. No es, pues, suficiente cortar nuestra viña una sola vez, sino que es necesario volver a menudo sobre ella, y si es posible, sin cesar. Porque, si sois sinceros, sin cesar encontramos en nosotros mismos algo que cortar. La virtud no puede crecer entre los vicios; para que esta pueda desarrollarse, es preciso impedirles crecer a sus anchas. Suprime, pues, lo superfluo, para que aquello que te es necesario pueda abrirse paso.
Nosotros siempre estamos en época de poda. Cuando el amor llega, echa fuera todo temor al igual que el verano echa fuera el invierno. Que cesen ya las lluvias de invierno, es decir, las lágrimas de angustia suscitadas por el recuerdo de vuestros pecados y el temor del juicio. Si el invierno ha pasado, si la lluvia ha cesado..., la dulzura primaveral de la gracia espiritual nos indica que ha llegado ya el momento de podar nuestra viña. ¿Qué es lo que nos queda por hacer sino comprometernos enteramente en este trabajo?
42.- Si pedís algo al Padre en mi nombre, os lo dará. (12 may 2018).
¿Cómo es que rara vez nos parece experimentar el fruto de la oración? Tenemos la impresión de que salimos de la oración igual que hemos entrado, nadie nos responde una palabra, ni nos da lo que hemos pedido, tenemos la sensación de haber trabajado en vano. Pero ¿qué es lo que dice el Señor en el evangelio? No juzguéis por las apariencias, sino tened un juicio justo; y ¿qué es un juicio justo sino un juicio de fe? Porque el justo vive de la fe. Sigue, pues, el juicio de la fe, que es más seguro que el de tu experiencia, porque la fe no engaña, mientras que la experiencia, porque la fe no engaña, mientras que la experiencia puede inducirnos al error.
Y ¿cuál es la verdad de la fe sino la que el mismo Hijo de Dios nos promete?: Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido y la obtendréis. Así pues, hermanos, ¡que ninguno de vosotros tenga en poco su oración! Porque, os lo aseguro, aquel a quien ella se dirige no la tiene en poca cosa; incluso antes de que ella haya salido de vuestra boca, él la ha escrito en su libro. Sin la menor duda podemos estar seguros de que Dios nos concede lo que pedimos, aunque sea dándonos algo que él sabe que es mucho más ventajoso para nosotros. Porque nosotros no sabemos pedir como es debido.
43.- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. (07 jun 2018).
El primer y gran mandamiento es este: Amarás al Señor tu Dios. Pero nuestra naturaleza es frágil; en nosotros el primer grado del amor es amarnos a nosotros mismos antes que a otra cosa, por nosotros mismos. Para impedir que nos deslicemos demasiado fácilmente por esta pendiente, Dios nos ha dado el precepto de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Ahora bien, constatamos que esto nos viene de él, y que sin él no podemos absolutamente nada. En este segundo grado, pues, el hombre se vuelve hacia Dios, pero no le ama más que para sí mismo y no por él.
Sin embargo, sería necesario tener un corazón de mármol o de bronce para no conmovernos con los auxilios que Dios nos da cuando, en las pruebas, nos volvemos hacia él. Pronto comenzamos a mamarle a causa de la dulzura que encontramos en él, más que a causa de nuestro propio interés. Cuando nos encontramos en esta situación, no es difícil amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos si amamos a los demás en la medida en que somos amados, como Jesucristo nos ha amado. He aquí el amor del que dice con el salmista: Cantad las alabanzas del Señor, porque es bueno. Alabar al Señor no solo porque es bueno con nosotros, sino simplemente porque es bueno, amar a Dios por Dios y no por nosotros mismos, es el tercer grado del amor.
44.- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón. (01 ago 2018).
Hoy, Los prodigios se multiplican, las riquezas abundan porque el tesoro está abierto: la que da a luz es madre y virgen, el que nace es Dios y hombre... Este tesoro hay que esconderlo en un campo: que el matrimonio hay que esconderlo en un campo: que el matrimonio de la madre esconda a los ojos del mundo su concepción virginal, que las lágrimas del recién nacido sustraiga a las miradas humanas este parto sin dolor. ¡Esconde, María, el esplendor del sol naciente! Acuesta al niño en un pesebre, envuélvelo en pañales, porque estos pañales son toda nuestra riqueza. Los pañales son toda nuestra riqueza. Los pañales del Señor son toda nuestra riqueza. Los pañales del Señor son más preciosos que la púrpura. Su pesebre, más regio que los tronos dorados de los reyes. La pobreza de Cristo sobrepasa en valor todas las fortunas y todos los tesoros.
En efecto, ¿hay riqueza más preciosa que esta humildad que nos hace posible ganar el reino de los cielos y adquirir la gracia divina? Está escrito: Dichosos los pobres en el espíritu porque suyo es el reino de los cielos. Y el apóstol afirma: Dios resiste al orgulloso y concede su gracia al humilde. Mirad con qué insistencia el nacimiento del Salvador nos recomienda la humildad. Viniendo a este mundo,se anonadó a sí mismo y tomó forma de esclavo, pasando por un hombre cualquiera.
45.- El secreto del último lugar. (03 nov 2018).
En el estado en que nos encontramos, los decretos de Dios se nos presentan envueltos en tinieblas, y su voluntad permanece oculta. Por eso, según el consejo del que es la misma Verdad, es mucho más seguro escoger el último lugar de donde se nos sacará para honrarnos con otro mejor. Si pretendes pasar por una puerta cuyo dintel es excesivamente bajo, en nada te perjudicará si te inclinas más de lo necesario; te perjudicará, en cambio, si te elevas aun cuando no sea más que un dedo sobre la altura de la puerta, de suerte que te darás un golpe. Por ello, no hay que temer en absoluto una humillación por grande que sea, pero hemos de tener gran temor al más mínimo movimiento de temeraria presunción.
No te atrevas a compararte con los que son superiores ni inferiores a ti. Porque ¿qué sabes tú si aquel a quien consideras como el más vil y miserable de todos, merced a un cambio operado por la diestra del Altísimo, no llegará a ser mejor que tú, o si lo es ya a la mirada de Dios? Por eso el Señor quiso que eligiéramos no un puesto mediano, ni el penúltimo, ni siquiera uno de los últimos, sino que dijo: Vete a sentarte en el último puesto de modo que solo tú seas el último de los comensales, y no te prefieras, ni aun oses compararte, a ninguno.
46.- El Hijo del hombre vendrá para llevarnos con él. (29 nov 2018).
El mismo Jesús que os ha dejado para subir al cielo volverá como lo habéis visto marcharse. Vendrá, dicen los ángeles, de la misma manera que subió al cielo, no tal como bajó la primera vez. En efecto, cuando vino la otra vez para salvar nuestras almas, lo hizo en humildad. Pero cuando venga para sacar este cadáver del sueño de la muerte para hacerle semejante a su cuerpo glorioso y llenar de honor esa vasija hoy tan débil, se mostrará en todo su esplendor. Entonces veremos, en todo su poder y majestad, a aquel que antaño se escondía bajo la debilidad de la carne.
Cristo, siendo Dios, no podía engrandecerse, porque no hay nada más allá de Dios. Y, sin embargo, encontró el medio de crecer: descendiendo, viniendo a encarnarse, a sufrir, a morir para arrancarnos de la muerte eterna. Por eso Dios lo exaltó. Lo resucitó y lo sentó a su derecha. También tú, ve y haz lo mismo: no podrás subir si no desciendes: El que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido. ¡Dichoso, Señor Jesús, aquel que solo te tiene a ti por guía! Que podamos seguirte, nosotros que somos tu pueblo y las ovejas de tu rebaño, que podamos, por ti, ir hacia ti, porque tú eres el camino, la verdad, la vida. El camino por medio del ejemplo, la verdad por tus promesas, la vida porque eres tú nuestra recompensa.
47.- Dichosa la que ha creído. (21 dic 2018).
La humildad y la grandeza de alma de María, así como su virginidad y su fecundidad, son semejantes a dos estrellas que se iluminan mutuamente, porque en María la profundidad de su humildad no perjudica en nada a la generosidad de su alma, y viceversa. Puesto que María se juzgaba a sí misma de manera tan humilde. No fue menos generosa en su fe en la promesa que el ángel le había hecho. Ella, que se miraba a sí misma como una pobre y pequeña esclava, no dudó en absoluto ser llamada a este misterio incomprensible, a esta unión prodigiosa, a este secreto insondable. Creyó inmediatamente que iba a ser verdaderamente la madre de Dios-hecho-hombre.
Es la gracia de Dios la que produce esta maravilla en el corazón de los elegidos; la humildad no los hace ser temerosos ni timoratos, como tampoco la generosidad de su alma los vuelve orgullosos. Al contrario, en los santos, estas dos virtudes se refuerzan la una a la otra. La grandeza de alma no solo no abre la puerta a ninguna clase de orgullo, sino que es sobre todo ella la que hace que los santos puedan penetrar cada vez más en los misterios de la humanidad. En efecto, los más generosos en el servicio de Dios son también los más penetrados del temor del Señor y los más agradecidos por los dones recibidos.
48.- La gloria del Señor lo envolvió con su luz. (25 dic 2018).
La noche envolvía al mundo entero antes de que se elevara la luz verdadera, antes del nacimiento de Cristo; también en cada uno de nosotros, antes de nuestra conversión y de nuestra regeneración interior, reinaba la noche. Pero ahora os habéis liberado de vuestro sueño, os habéis santificado, pasando a ser hijos de la luz, hijos del día y no de las tinieblas ni de la noche.
"Mañana veréis en vosotros la majestad de Dios". Hoy, el Hijo se ha hecho justicia venida de Dios; mañana, se manifestará como vida nuestra, para que aparezcamos con él en la gloria. Hoy, por nosotros, ha nacido un niño, para evitar que nos elevemos en una gloria vana y, convirtiéndonos, lleguemos a ser como niños. Mañana se mostrará en toda su grandeza para incitar nuestra alabanza y para que también nosotros podamos ser glorificados y alabados cuando Dios otorgue a cada uno su gloria, pues seremos semejantes a él porque le veremos tal cual es. Hoy, en efecto, no le vemos en sí mismo, sino como en un espejo. Pero mañana le veremos en nosotros, cuando nos dé lo que depende de él, cuando se muestre tal cual es en sí mismo y nos tome para elevarnos hasta él.
49.- Entonces ayunarán. (08 mar 2019).
¿Por qué el ayuno de Cristo no es corriente entre todos los cristianos? ¿Queremos rechazar su tristeza y comulgar con sus gozos? Si es así, somos indignos de formar parte de esta Cabeza. Porque todo lo que él ha sufrido ha sido por nosotros. Si nos repugna colaborar en la obra de nuestra salvación, ¿en qué vamos a demostrar que queremos ayudarle? Ayunar con Cristo es realmente poco para quien debe sentarse con él a la mesa del Padre. Dichoso el miembro que se haya adherido en todo a esta Cabeza y le haya seguido.
Para mí, oh Cabeza gloriosa y bendita por los siglos, sobre la cual se inclinan los ángeles con avidez, es un bien adherirme completamente a ti. Te seguiré donde quiera que vayas. Si pasas por el fuego, no me separaré de ti, ni temeré ningún mal, porque tú estás conmigo. Tú cargas con mis dolencias y sufres por mí. Tú, el primero, has pasado por el pasaje estrecho del sufrimiento para ofrecer una ancha entrada a los miembros que te siguen. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Es este el perfume que baja de la Cabeza hasta la barba. En la Cabeza reside la plenitud de las gracias, y de ella las recibimos todos. En la Cabeza reside la plenitud de la misericordia, la profusión de los perfumes espirituales, tal como está escrito: Dios te ha ungido con aceite de júbilo.
50.- ¿También vosotros queréis marcharos? (11 may 2019).
Leemos en el evangelio que, cuando el Señor se puso a predicar e instruir a sus discípulos sobre el misterio de su cuerpo dado a nosotros como alimento y la necesidad de participar en sus sufrimientos, algunos dijeron: Este modo de hablar es duro, y muchos se echaron atrás y no volvieron a ir con él. Mas, cuando Jesús preguntó a sus discípulos si también ellos querían marcharse, contestaron. Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna.
Igualmente os digo, hermanos, que, hoy en día, también para algunos las palabras de Jesús son espíritu y vida y caminan en pos de él. Pero a otros les parecen duras, de tal manera que buscan en otra parte una miserable consolación. Ancho es el camino que lleva a la perdición a aquellos que se han comprometido con él. Durante cuarenta años -dice un salmo- estando cerca de ellos, aquella generación me asqueó y dije: es un pueblo de corazón extraviado. Dios ha hablado una vez: una vez, sí, porque su Palabra es única, ininterrumpida y perpetua. Ella invita a los pecadores a que entren en su propio corazón, puesto que es allí donde él habita, donde les habla. Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón.
51.- Vendremos a él y haremos morada en él. (26 may 2019).
El Padre y yo, decía el Hijo, vendremos a él, es decir, al hombre que es santo, y moraremos en él. Y yo creo que el profeta no se refería a otro cielo cuando dijo: Tú que habitas en los santos, tú la gloria de Israel. Y el apóstol Pablo dice claramente: Por la fe, Cristo habita en nuestros corazones. No es de extrañar, pues, que Cristo se complazca en habitar en este cielo. Puesto que, si para crear el cielo invisible solo tuvo necesidad de su palabra, tuvo que luchar para adquirir el otro cielo, y murió para rescatarlo. Por eso, después de todos estos trabajos, habiendo realizado su deseo, dice: Esta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo.
¿Por qué te acongojas, alma mía, por qué te me turbas? ¿Piensas encontrar en ti un lugar para el Señor? ¿Qué lugar sería digno para recibir su majestad? ¿Acaso solo puedo adorarlo en el lugar en que sus pasos se detuvieron?¿Quién me concederá, al menos, poder seguir las huellas de un alma santa que él se escogió como heredad? Que se digne derramar en mi alma el ungüento de su misericordia, de tal manera que también yo sea capaz de decir: Correré por el camino de tus mandatos cuando me ensanches el corazón. ¿Acaso podré disponer en mí una gran sala bien preparada, en la que pueda comer con sus discípulos?, ¿o al menos un lugar donde reclinar la cabeza?
52.- Marta y María. (21 jul 2019).
Marta, Marta, te preocupas por muchas cosas. ¿A quién se pueden aplicar mejor estas palabras sino a los que tienen la responsabilidad de una comunidad? Reconocéis en Marte la inquietud y agotamiento por mil preocupaciones: es el apóstol que tiene la preocupación por todas las Iglesias, que vela para que los pastores se preocupen por sus ovejas. Nadie enferma sin que yo enferme, nadie cae sin que a mí me dé fiebre. Que Marta, pues, reciba al Señor en su casa, puesto que es a ella a quien se le ha confiado la dirección de los quehaceres domésticos. Que también los que comparten sus tareas reciban al Señor, cada uno según su particular ministerio; que acojan a Cristo y le sirvan, que le asistan en sus miembros, los enfermos, los pobres, los viajeros y los peregrinos.
Mientras asumen estas actividades, que María permanezca en reposo, que conozca cuán dulce es el Señor. Que esté bien ocupada permaneciendo a los pies de Jesús, con el corazón lleno de amor y el alma en paz, sin quitar los ojos de él, atenta a todas sus palabras, admirando su bello rostro y su palabra. En sus labios se derrama la gracia; es el más bello de los hijos de los hombres, más bello aún que los ángeles en su gloria. Conoce tu gozo y dale gracias. María, tú que has escogido la mejor parte. ¡Dichosa eres tú por escuchar el latido del corazón de Dios en este silencio en el que es bueno para el hombre esperar a su Señor!
53.- El esposo está con ellos. (06 setp 2019).
El amor del Esposo, o mejor dicho, el Esposo que es Amor no pide otra cosa sino amor recíproco y fidelidad. Que le sea posible a la esposa devolver amor por amor. ¿Cómo no amará siendo esposa, y esposa del Amor? ¿Cómo no será amado el Amor? Ella, pues, tiene razón al renunciar a cualquier otro afecto para poder consagrarse totalmente al amor, puesto que se le da la posibilidad de corresponder al Amor con un amor recíproco.
Pero, aunque ella se fundiera toda entera en amor, ¿qué sería esto comparado con el torrente de amor eterno que brota de la misma fuente? La oleada que fluye de la que ama no es tan abundante como la que fluye del Amor; la del alma, como la del Verbo; la de la esposa, como la del Esposo, la de la criatura, como la del Creador; la abundancia no es la misma la de la fuente que la del que viene a beber. Así pues, los suspiros de la esposa, su amoroso fervor, su espera llena de confianza, ¿todo ello será en vano porque la carrera no puede rivalizar con el campeón, ni ser tan dulce como la misma miel, ni tan tierna como el cordero, ni tan blanca como el lirio, tan luminosa como el sol, e igual en amor a aquel que es el Amor? No. Porque si bien es verdad que la criatura, en la medida en que es inferior al Creador, ama menos que él, puede amarle con todo su ser, y nada falta allí donde hay totalidad.
54.- El nacimiento de la nueva Eva. (12 setp 2019).
Alégrate, Adán, nuestro padre, y sobre todo tú, Eva, nuestra madre. Vosotros que nos destinasteis a la muerte antes de habernos dado a luz, consolaos ahora. Una de vuestras hijas os consolará. Ven, Eva, corre al lado de María. Que la madre recurra a su hija; la hija responderá por la madre y borrará su falta, porque la raza humana será ahora elevada por una mujer. ¿Qué decías, Adán? La mujer que me diste me dio del fruto del árbol y comí. Palabras de malicia son estas que acrecientan tu culpa en vez de borrarla. Sin embargo, la divina sabiduría ha vencido a la malicia, pues aunque, malograste la ocasión que Dios quería darte para el perdón de tu pecado cuando te preguntaba, ha hallado en el tesoro de su indeficiente piedad arbitrios para borrar tu culpa. Te da otra mujer por esa mujer, una prudente en lugar de una insensata, una mujer humilde en lugar de una orgullosa.
En vez del árbol de la muerte, te dará el gusto de la vida; en vez de aquel venenoso bocado de amargura, te traerá la dulzura del fruto eterno. Por tanto, Adán, transforma las palabras de la injusta acusación en alabanzas y acción de gracias a Dios, y dile: "Señor, la mujer que me has dado me dio el fruto del árbol de la vida, y comí de él; y ha sido más dulce que la miel para mi boca, porque en él me has dado la vida"
55.- Fiesta de la dedicación de una Iglesia, fiesta del pueblo de Dios. (09 nov 2019).
Hermanos, celebramos hoy una gran fiesta. Es la fiesta de la casa del Señor, del templo de Dios, de la ciudad del Rey eterno, de la Esposa de Cristo. Preguntémonos ahora qué puede ser la casa de Dios, su templo, su ciudad, su Esposa. Lo digo con temor y respeto: somos nosotros. Lo somos por su gracia, no por nuestros méritos. La humilde confesión de nuestras dificultades excita su compasión. Esta compasión es lo único que hace a Dios socorrer nuestra necesidad, como un rico padre de familia, y nos hace encontrar pan en abundancia junto a él. Somos su casa, donde nunca falta el alimento de vida.
Sed santos, porque yo, vuestro Señor, soy santo. ¿Será suficiente la santidad? Según el testimonio del apóstol también la paz es necesaria: Procurad la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá a Dios. Esta paz es la que nos hace vivir juntos, unidos como hermanos, y edifica para nuestro Rey una ciudad enteramente nueva llamada Jerusalén que significa "visión de paz" Dios mismo, en fin, nos dice: Yo seré tu Esposo, en fidelidad. Por tanto, sabemos por experiencia que somos la casa del Padre de familia por el alimento tan abundante que disfrutamos, el templo de Dios por nuestra santificación, la ciudad del Rey supremo por nuestra comunión de vida, la esposa del Esposo inmortal por el amor. Creo, pues, que puedo afirmar sin miedo: esta fiesta es realmente nuestra fiesta.
56.-Viendo a la muchedumbre, sintió compasión de ellos. (07 dic 2019).
Al celebrar devotamente el Adviento del Señor, no hacemos más que lo que debemos hacer; puesto que no viene solo a nosotros, sino también por nosotros; aquel soberano Rey, que no tiene necesidad de nuestros bienes, con la misma grandeza de su dignidad, manifiesta con mayor claridad lo grande de nuestra necesidad. No solo se conoce el peligro de la enfermedad por el precio de la medicina, sino que también se conoce la multitud de achaques por la abundancia de los remedios.
Por eso es necesario el advenimiento del Señor, por eso es necesaria la presencia de Cristo a los hombres así oprimidos, y ojalá de tal modo venga por su copiosísima dignación, habitando en nosotros por la fe, ilumine nuestra ceguera; permaneciendo con nosotros, ayude nuestra debilidad; y estando por nosotros, proteja y defienda nuestra fragilidad. Porque si él está en nosotros, ¿quién nos engañará?, si está con nosotros, ¿qué no podremos en el Señor, que nos conforta? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? Cristo es el consejero fiel que de ningún modo puede ser engañado, ni engañar, fuerte auxilio, que no se cansará. Es la sabiduría de Dios, la fuerza misma de Dios.
57.-Llamó a los que quiso para que estuvieran con él. (24 ene 2020).
De noche busqué al amor de mi alma. ¡Qué bien tan grande buscar a Dios! Para mí no hay bien mayor. El primer don de Dios no se añade a ninguna virtud, porque no hay virtud anterior a este don de buscar a Dios. ¿Qué virtud se podría atribuir a aquel que no busca a Dios, y qué límite poner a la búsqueda de Dios? Buscad siempre su rostro, dice el salmo. Yo creo que incluso cuando hayamos encontrado no cesaremos de buscarlo. No se busca a Dios sino deseándolo. Porque la felicidad de haberlo encontrado no apaga el deseo sino, al contrario, lo agranda. El colmo de la alegría es como aceite sobre el fuego, porque el deseo es una llama. La alegría será colmada, pero el deseo no tendrá fin, y tampoco la búsqueda.
Que cada alma que busca a Dios sepa que Dios se le ha adelantado, que es buscada por él antes de que ella se haya puesto en movimiento para buscarle. A esto os llama la bondad de aquel que os precede y os busca y os ha amado el primero. Pues, si no hubieseis sido buscados, nunca os habríais puesto a buscarle. Si él no os hubiera amado primero, no lo amaríais. Él os adelantó, no por una gracia única, sino por dos gracias: por el amor y por la búsqueda. El amor es la causa de la búsqueda. La búsqueda es el fruto del amor y es también la prueba del amor. Por el amor habéis sido buscados, no seréis amados en vano.
58.-Entrará en el santuario el Señor a quien buscáis. (02 feb 2020).
Hoy, la Virgen Madre introduce al Señor del templo en el templo del Señor. También José lleva al Señor ese hijo que no es suyo, sino que es el Hijo muy amado, el predilecto. Simeón, el justo, reconoce en él al que esperaba; Ana, la viuda, le alaba. En este día estos cuatro personajes celebran una primera procesión; procesión que, más tarde, se celebrará con gozo en todo el universo. No os extrañéis de que esta procesión sea tan pequeña, porque es también muy pequeño aquel a quien el templo recibe. En este lugar no hay pecadores: todos son justos, todos son santos, todos son perfectos.
¿No vas tú a celebrar eso, Señor? Tu cuerpo crecerá, tu ternura también crecerá. Veo ahora una segunda procesión en la que multitudes preceden al Señor, en la que las multitudes le siguen; ya no es la Virgen quien le lleva, sino un asnito. No desprecia, pues, a nadie, que por lo menos no les falten esos vestidos de los apóstoles: su doctrina, sus costumbres, y la caridad que cubre multitud de pecados. Pero iré más lejos aún y diré que también a nosotros nos ha reservado un lugar en esta procesión. David, rey y profeta, se alegró de ver este día. Saltaba de gozo pensando ver este día; si no fuera así ¿habría podido cantar: Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo? David recibió esta misericordia del Señor, como Simeón la recibió, y también nosotros la recibimos, igual que todos los que están llamados a la vida, porque Cristo es el mismo ayer, hoy y por siempre. Abracemos, pues, esta misericordia que hemos recibido en medio del templo, y como la bienaventurada Ana, no nos alejemos de él.
59.- El misterio de la viña de Dios. (13 mar 2020).
A través de la imagen de la viña veo a los primeros creyentes, de los cuales se dice que todos pensaban y sentían lo mismo. Porque la persecución no la ha desenraizado tan brutalmente que no haya podido ser replantada en otros lugares y alquilada a otros viñadores, los cuales, llegada la estación propicia, han hecho que diera fruto. No ha perecido, sino que ha cambiado de suelo; mejor así, pues ha ganado en fuerza tanto como en extensión, como la bendita viña del Señor. Hemanos, levantad los ojos y veréis que su sombra cubre las montañas y sus pámpanos los cedros de Dios, que ha extendido sus sarmientos hasta el mar y sus brotes hasta el Gran Río.
NO es sorprendente: es el edificio de Dios, el campo de Dios. Es él quien la fecunda, la propaga, la corta y la poda para que dé más fruto. No va él a despreocuparse de una viña que su mano derecha plantó; no va a abandonar una viña en la que los pámpanos son los apóstoles, la cepa es Jesucristo, y el Padre es el viñador. Plantada en la fe, hunde sus raíces en la caridad; trabajada por la obediencia, fertilizada por las lágrimas de arrepentimiento, regada con la palabra de los predicadores, rebosa un vino que inspira el gozo y no la mala conducta, un vino de muy dulce sabor, que en verdad rejuvenece el corazón del hombre.
60.- Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. (09 may 2020).
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Con toda seguridad vive en nosotros por la fe y habita en nuestra memoria, habita en nuestro pensamiento y desciende incluso hasta nuestra imaginación. Antes, efectivamente, ¿qué idea podía el hombre hacerse de Dios sino la de un ídolo fabricado por su propio ingenio? Dios era incomprensible e inaccesible. Pero, ahora, Dios quiere que se le pueda comprender, que se le pueda ver, que se le pueda tocar y alcanzar con el pensamiento.
¿De qué manera?, me preguntas. Escondido en un pesebre, descansando sobre las rodillas de la Virgen, predicando en la montaña, orando de noche; y no menos clavado en la cruz, lívido en la muerte, libre entre los muertos y victorioso sobre el infierno. Resucitando al tercer día, mostrando a los apóstoles las llagas de los clavos, signos de su victoria, y, por fin subiendo ante su mirada, hacia los cielos. De todos estos acontecimientos ¿hay alguno que deje de suscitar en nosotros un pensamiento verdadero, fervoroso y santo? Si pienso en cualquiera de ellos, pienso en Dios, y, a través de todos ellos, él es mi Dios. Meditar estos acontecimientos es la sabiduría misma. Es la dulzura que María meditaba en su corazón.
61.- Vosotros ya sabéis el camino para ir adonde yo voy. (10 may 2020).
Yo soy el camino, la verdad y la vida. El camino es la humildad que conduce a la verdad. La humildad es la pena. La verdad es el fruto de la pena. Tú dirás: "¿Cómo puedo saber que habla de la humildad cuando simplemente dice: Yo soy el camino?" Él mismo te responde añadiendo: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón. Se presenta como ejemplo de humildad y de dulzura. Si tú lo imitas, no caminarás en tinieblas, sino que tendrás la luz de la vida. ¿Cuál es la luz de la vida sino la verdad? Ella ilumina a todo hombre que viene a este mundo; le muestra el camino verdadero.
Yo veo el camino de la humildad. Deseo su fruto: la verdad. Pero ¿qué hacer cuando la ruta parece demasiado difícil para llegar donde quiero llegar? Escuchad su respuesta: Yo soy el camino, el viático que sostiene el esfuerzo a lo largo del camino. A los que se descarrían y yerran el camino, les grita: Yo soy el camino; a los que suben por el camino, pero desfallecen: Yo soy la vida. Más aún: Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos.
62.- Yo soy el menor de los apóstoles; no es mérito mío llevar este nombre. (29 jun 2020).
Con razón, hermanos, la Iglesia aplica a los apóstoles Pedro y Pablo estas palabras del sabio: Son hombres de misericordia, cuyos beneficios no caen en el olvido; los bienes que dejaron a la posteridad siguen existiendo. Si interrogáis a san Pablo sobre este punto, él os dirá de sí mismo: Yo empecé siendo un blasfemo, un perseguidor; pero he obtenido misericordia de Dios. En lo que toca a san Pedro, si Pablo ha pecado, lo ha hecho sin saberlo, ya que no tenía fe; Pedro, por el contrario, tenía los ojos bien abiertos en el momento de su caída. Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. Si san Pedro pudo ascender a un grado tal de santidad después de haber sufrido una caída tan fuerte, ¿quién podrá ahora desesperarse, por poco que quiera salir también de sus pecados? Observad lo que dice el evangelio: Salió y lloró amargamente.
Si has pecado, ¿Pablo no ha pecado antes? Si has tenido una caída, ¿Pedro no cayó más que tú? Sin embargo, haciendo penitencia, no solo obtuvieron la salvación, sino que han llegado a ser grandes santos, e incluso se han convertido en los ministros de la salvación, los maestros de la santidad.
63.- Un negocio muy valioso. (18 nov 2020).
El Verbo del Padre, el Hijo único de Dios, Sol de Justicia, es el gran mercader que nos ha dado el precio de la redención. Este es un negocio muy valioso que jamás consideraremos lo suficiente: un Rey, el hijo del Rey supremo, se convirtió en moneda de cambio: el justo fue dado por el pecador. Misericordia verdaderamente gratuita, amor perfectamente desinteresado, bondad sorprendente. Negocio completamente desproporcionado donde el Hijo de Dios es sacrificado por aquel que lo creó, el Señor es condenado por su esclavo.
Oh Cristo, esas son tus obras tú que has bajado de la claridad del cielo a nuestras tinieblas infernales para iluminar nuestra oscura prisión. Has bajado de la derecha de la divina majestad a nuestra miseria humana, para redimir al género humano; has bajado de la gloria del Padre a la muerte de la cruz, para triunfar sobre la muerte y sobre su autor. Eres el único, y no hay otro como tú que haya atraído por su propia bondad nuestra redención. ¡Señor, con mucho gusto abrazo ese negocio, pues en él está mi negocio! Haré que ese talento que me has dado fructifique, e iré con un gran gozo ante ti. Haz que pueda escuchar entonces estas dulces palabras: ¡Ánimo, siervo bueno! Entra en el gozo de tu Señor.
64.- Su inmensa compasión. (04 dic 2020).
Mirad que viene de lejos el nombre del Señor, dice el profeta. Era preciso algo grande en los orígenes para que la majestad de Dios se dignara descender de tan lejos hasta un lugar tan indigno de ella. Sí, ciertamente había allí algo grande: su gran misericordia, su inmensa compasión, su abundante caridad. En efecto, ¿cuál es la finalidad de que Cristo haya venido? A toda prisa ha venido de las montañas a buscar a la oveja perdida.
Ha venido para que las misericordias del Señor se nos manifiesten con toda evidencia, así como sus maravillas con respecto a los hijos de los hombres. ¡Admirable condescendencia de Dios que nos busca, y gran dignidad la del hombre así buscando! Si este quiere gloriarse de ello, puede hacerlo sin pasar por loco, y no porque él solo pueda cosa alguna, sino porque aquel que lo ha creado lo ha hecho grande. En efecto, todas las riquezas, toda la gloria de este mundo y todo lo que de él puede desear es poca cosa, e incluso nada, en comparación con aquella gloria. ¿Qué es, pues, el hombre, Señor, para fijar en él tu atención?
65.- Que se haga en mí según tu palabra. (20 dic 2020).
He aquí la esclava del Señor, que se haga en mí según tu palabra. Diciendo estas palabras, María expresa su vivo deseo, y no la realización de él, como si tuviera alguna duda acerca de su cumplimiento. No obstante, nada nos impide ver en su hágase una oración, porque Dios quiere que le pidamos incluso las cosas que él nos promete. Sin duda, por esta razón empieza por prometernos muchas cosas que tiene decidido darnos: la promesa despierta nuestra piedad, y la oración nos hace merecedores de lo que gratuitamente recibimos.
La Virgen lo ha comprometido, ya que al don gratuito une el mérito de su oración: "Que se haga en mí según tu palabra. Que la Palabra eterna haga en mí lo que dice tu palabra hoy. Que la Palabra que desde el origen está junto a Dios se haga en mi carne según tu palabra. Que esta Palabra no sea solo perceptible a mis oídos, sino visible a mis ojos, palpable a mis manos, que yo la pueda llevar en mis brazos. Que no sea una palabra escrita y muda, sino la Palabra encarnada y viviente; no por signos inertes trazados sobre un pergamino seco, sino una Palabra con forma humana, impresa y viva en mis entrañas. Después de hablar Dios muchas veces y de diversos modos antiguamente a nuestros mayores por medio de los profetas... Su palabra les fue dada a conocer, a proclamar y a practicar. En cuanto a mí, pido que se instale en mis entrañas. Que se encarne en mí para el mundo entero".
66.- Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. (24 dic 2020).
Un grito de júbilo resuena en nuestra tierra; un grito de alegría y salvación. Hemos oído una palabra de consuelo, una frase que rezuma gozo, digna de todo nuestro aprecio. Exultad, montañas; aplaudid, árboles silvestres, delante del Señor porque ya llega; pero más que nadie, tú, hombre. Jesucristo, el Hijo de Dios, nace en Belén de Judá. ¡Oh nacimiento esclarecido en santidad. Glorioso para el mundo, querido por la humanidad a causa del incomparable beneficio que le confiere, insondable incluso para los ángeles en la profundidad de su misterio sagrado!
Reanimaos los que os sentís desahuciados: Jesús bien a buscar lo que estaba perdido. Reconfortaos los que os sentís enfermos: Cristo viene para sanar a los oprimidos con el ungüento de su misericordia. Alborozaos todos los que soñáis con altos ideales: el Hijo de Dios baja hasta vosotros para haceros partícipes de su reino. Por eso imploro: Sáname, Señor, y quedaré sano; sálvame, y quedaré a salvo; dame tu gloria, y seré glorificado. Y mi alma bendecirá al Señor, y todo mi ser a su santo nombre, cuando perdones todas mis culpas, cures todas mis enfermedades y sacies de bienes mis anhelos.
67.- Jesús la tomó de la mano y ella se levantó. (07 feb 2021).
¡Qué gran condescendencia de Dios que nos busca y qué dignidad del hombre así buscado!... ¿Qué es el hombre para que te fijes en él? Querría saber por qué Dios ha querido venir hasta nosotros y por qué no hemos ido nosotros hacia él, ya que somos nosotros los interesados en el asunto. No es costumbre de los ricos ir hacia los pobres, aun cuando tienen intención de hacerles algún bien.
Nos tocaba a nosotros ir hacia Jesús, pero un doble obstáculo nos lo impedía: nuestros ojos eran ciegos y él habita en una luz inaccesible. Nos encontrábamos postrados, paralizados en nuestra camilla, incapacitados de llegar hasta la majestad de Dios. Por esto, nuestro buen Salvador y Médico de nuestras almas ha bajado de su altura y ha escondido ante nuestros ojos enfermos el esplendor de su gloria. Se revistió como de una linterna, esto es, del cuerpo purísimo, sin mancha, que asumió.
68.- Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón. (03 jun 2021).
El primer y gran mandamiento es este: Amarás al Señor tu Dios. Pero nuestra naturaleza es frágil; en nosotros, el primer grado del amor es amarnos a nosotros mismos antes que a nada, por nosotros mismos. Para impedir que nos deslicemos demasiado fácilmente por esta pendiente, Dios no ha dado el precepto de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Ahora bien, constatamos que esto no nos es posible sin Dios, si no reconocemos que todo nos viene de él y que sin él no podemos absolutamente nada. En este segundo grado, pues, el hombre se vuelve hacia Dios, pero no le ama más que para sí mismo y no por él.
Sin embargo, sería necesario tener un corazón de mármol o de bronce para no conmoverse con los auxilios que Dios nos da cuando, en las pruebas, nos volvemos hacia él. Durante las pruebas no dejamos de saborear lo dulce que es. Y pronto comenzamos a amarle a causa de la dulzura que encontramos en él, más que a causa de nuestro propio interés. Cuando nos encontramos en esta situación, no es difícil amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos; amamos a los demás en la medida en que somos amados, como Jesucristo nos ha amado.