SAN BEDA EL VENERABLE
01.-En la mesa con Jesús (05 jul 2013)
Estando Jesús a la mesa en su casa, de entre los muchos que lo seguían, un grupo de recaudadores y otra gente de mala fama se sentaron con Jesús y sus discípulos. Procuremos penetrar más profundamente en el significado de estos hechos. Mateo no sólo ofreció al Señor un banquete temporal en su casa terrena, sino que le preparó, por su fe y su amor, otro banquete mucho más grato en la casa de su corazón tal como expresan aquellas palabras: Estoy a la puerta y llamo: si alguno escucha mi voz y me abre, entraré y comeremos juntos.
Sí, el Señor está a la puerta y llama cuando nuestro corazón está a pronto y atento a cumplir su voluntad, ya sea a través de una palabra de los que enseñan, ya por una inspiración interior. Abrimos la puerta a la llamada de su voz cuando libremente, habiendo comprendido lo que debemos hacer, lo realizamos. Él entra para comer con nosotros y nosotros con él, porque habita en el corazón de sus amigos a través de la gracia de su amor, para alimentarlos sin cesar con la luz de su presencia.
02.- Le pondrás por nombre Jesús: "el Señor salva" (22 dic 2013)
María dio a luz a su hijo primogénito y le puso por nombre Jesús. Así pues, el nombre de Jesús es el del hijo que nacido de la Virgen y según la explicación del ángel, significa que él salvará a su pueblo de los pecados. Evidentemente también es él quien salvará de la destrucción del alma y del cuerpo, que son las secuelas del pecado.
En cuanto al nombre de Cristo, éste es el título de una dignidad sacerdotal y real. Porque en la Ley antigua a los sacerdotes y reyes se les llamaba "cristos" a causa de la crispación. Esta unción con aceite santo prefiguraba a aquel que, al venir al mundo como verdadero rey y sacerdote, ha ungido con aceite de júbilo entre todos sus compañeros. Por esta unción o crispación, a Cristo en persona y a los que participan e la misma unción, es decir, de la gracia espiritual, se les llama "cristianos"
Por el hecho de ser el Salvador, Cristo puede salvarnos de nuestros pecados; por el hecho de ser sacerdote, nos puede reconciliar con Dios Padre; por el hecho de ser rey, se digna darnos el reino eterno de su Padre.
03.- Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
(13 abr 2014)
Alrededor del Cordero de Dios se eleva el hosanna del pueblo: ¡Hosanna al hijo de David! Ya en este elogio se hace eco el coro de los santos que canta: La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trino y del Cordero. En Jerusalén va a consumar el sacramento de la Pascua Judía, observando fielmente hasta entonces. Él mismo dará la Pascua nueva a los suyos cuando, saliendo del monte de los Olivos sea puesto a prueba por sus enemigos y crucificado al día siguiente.
Cinco días antes de su pasión, quiere llegar a la ciudad. Esto demuestra que él e el Cordero pascual que, inmolado, libera al nuevo Israel de la esclavitud de Egipto. Cinco días antes de su pasión, sus enemigos deciden su muerte de manera irreversible. Esto significa que nos canjea a todos por su sangre. Hoy, en la alegría y júbilo de un pueblo que lo rodea y que lo aclama, entra en el templo de Dios. El mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús sufrirá por la salvación del género humano: por esto descendió del cielo a la tierra, y ahora quiere acercarse al lugar de su pasión. Así será evidente para todos que él va a sufrir la pasión por su propia voluntad, no a la fuerza.
04.- Acogió a Israel, su siervo. (22 dic 2015)
María dijo: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi Espíritu en Dios, mi Salvador. "El Señor -dice- me ha engrandecido con un don tan inmenso y tan inaudito que no hay posibilidad de explicarlo con palabras, ni apenas el afecto más profundo del corazón es capaz de comprenderlo; ofrezco todas las fuerzas del alma en acción de gracias porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo". Sólo aquella alma a la que el Señor se digna hacer grandes favores puede proclamar la grandeza del Señor con dignas alabanzas y dirigir a quienes comparten los mismos propósitos una exhortación como ésta: Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia. Bellamente llama a Israel siervo del Señor, ya que efectivamente el Señor lo ha escogido para salvarlo por ser obediente y humilde, de acuerdo con lo que dice Oseas: Israel es m i siervo, y yo lo amo. Como lo había prometido a nuestros padres, a favor de Abrahán y su descendencia por siempre. Con razón, pues, fueron dos madres, María e Isabel, quienes anunciaron con sus profecías los nacimientos del Señor y de Juan, y la vida que pereció por el engaño de una sola mujer fue devuelta al mundo por la proclamación de dos mujeres que compiten por anunciar la salvación.
05.- ¡Sígueme! (17 sep 2016)
Jesús vio a un hombre sentado al mostrador de los impuestos. Su nombre era Mateo. Lo vio más con la mirada interna de su amor que con los ojos corporales. Jesús vio al publicano y, porque lo amó, lo eligió y le dijo: Sígueme, que quiere decir: "Imítame", porque, quien dice que permanece en Cristo debe vivir como vivió él. Mateo se levantó y lo siguió. No hay que extrañarse del hecho de Que aquel recaudador de impuestos, a la primera orden del Señor, abandonase su preocupación por las ganancias terrenas y, dejando de lado todas sus riquezas, se adhiriese al grupo que acompañaban a aquel que carecía de bienes. Es Que el Señor, que lo llamaba por fuera con su voz, lo iluminaba de un modo interior e invisible para que comprendiese que aquel que aquí en la tierra le invitaba a dejar sus negocios temporales era capaz de darle en el cielo un tesoro incorruptible.
Estando Jesús a la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores vinieron a colocarse junto a él y a sus discípulos. La conversión de un solo publicano fue una muestra de penitencia y de perdón para muchos otros publicanos y pecadores. Mateo, que estaba destinado a ser apóstol y maestro de los gentiles, en su primer trato con el Señor arrastró en pos de sí por el camino de la salvación a un considerable grupo de pecadores.
06.- Precursor en la muerte como en la vida. (29 ago 2017)
Ilustre precursor de la gracia
y mensajero de la verdad,
Juan Bautista, la antorcha de Cristo,
llega a ser el evangelista de la Luz eterna.
El testimonio profético que no cesó de dar
en su mensaje, toda su vida y su actividad,
hoy lo signa con su sangre y su martirio.
Siempre había precedido a su Maestro.
Naciendo, había anunciado su venida al mundo.
Bautizando a los penitentes en el Jordán,
había prefigurado a aquel que venía a instituir
su bautismo.
Y la muerte de Cristo Redentor, su Salvador,
que dio vida al mundo,
Juan Bautista la vivió también antes,
derramando su sangre por él, por amor.
Gustosamente ofrece su cabeza
a la espada del verdugo;
¿ cómo podía perder su cabeza
aquel que tiene por Cabeza a Cristo?
Es feliz por concluir hoy su misión de precursor
saliendo de este mundo.
Los justos, los profetas y los mártires se gozan,
yendo con él al encuentro del Salvador.
Todos rodean a Juan con su alabanza y su amor.
¡Conducido por tu Señor, entra, Juan,
con los santos, en la gloria!
07.- Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.
(13 oct 2018)
Dichosa la madre que te engendró y los pechos que te criaron. Grande es la devoción y grande es la fe que expresan estas palabras de la mujer del evangelio. Mientras que los escribas y fariseos blasfeman y ponen a prueba al Señor, esta mujer reconoce delante de todos su encarnación con una lealtad tal y la confiesa con tanta seguridad que llega a hacer que queden confundidas la calumnia de sus contemporáneos y la falsa fe de los futuros herejes.
Los contemporáneos de Jesús negaban que fuera verdaderamente Hijo de Dios, consustancial al Padre, con lo cual hacían agravio a la obra del Espíritu Santo. Después, a lo largo del tiempo, también ha habido hombres que han negado que María siempre virgen diera, por obra del Espíritu Santo, la sustancia de su carne al Hijo de Dios que había de nacer con un verdadero cuerpo humano; negaron que fuera verdaderamente Hijo del hombre, de la misma naturaleza que su madre. Mas el apóstol Pablo desmiente esta opinión cuando dice que Jesús ha nacido de mujer, sujeto a la ley. Porque concebido en el seno de la Virgen, ha sacado su carne no de la nada, ni de otra parte, sino del cuerpo de su madre. Si no fuera así no sería correcto llamarle verdaderamente Hijo del hombre.
08.- Cargad con mi yugo y hallaréis descanso. (12 dic 2018)
El Espíritu Santo dará a los justos la paz perfecta de la vida eterna. Pero ya desde ahora les concede una paz muy grande cuando alumbra en ellos el fuego celestial del amor. El apóstol Pablo dice, en efecto: Una esperanza que no engaña porque, al darnos el Espíritu Santo, Dios ha derramado su amor en nuestros corazones. La auténtica, la única paz de las almas en este mundo consiste en estar colmados del amor divino y animados por la esperanza del cielo, hasta tal punto que uno considera poca cosa los éxitos o fracasos de aquí abajo y se despoja completamente de los deseos y las codicias de este mundo. En cambio, llega a alegrarse de las injurias y persecuciones sufridas por Cristo, de manera que pueda decir con pablo: Hasta de las tribulaciones nos sentimos orgullosos.
Aquel que piensa encontrar su paz en los gozos del mundo y en sus riquezas se equivoca. Al contrario, todos aquellos que, tocados por el soplo del Espíritu Santo, han cargado sobre sí el yugo suave del amor de Dios y, según su ejemplo, han aprendido a ser mansos y humildes de corazón gozan desde ahora de una paz que es ya imagen del reposo eterno.
09.- Juan Bautista, mártir de la verdad. (07 feb 2020)
No cabe ninguna duda de que san Juan Bautista sufrió prisión por nuestro Redentor a quien precedía con su testimonio y por el que dio su vida. Porque aunque su perseguidor no le exigió negar a Cristo, sí le exigió que callase la verdad, y por eso murió por Cristo. En efecto, Cristo mismo dijo: Yo soy la verdad. Puesto que derramó su sangre por la verdad, ciertamente la derramó por Cristo. Con su nacimiento, Juan testimonió que Cristo iba a nacer; con su predicación testimonió que Cristo iba a predicar; y con su bautismo, que iba a bautizar. Al sufrir su pasión, significaba que Cristo también debía sufrirla.
Este hombre tan grande llegó pues al término de su vida derramando su sangre después de una larga y penosa cautividad. Habiendo anunciado la buena nueva de la libertad de una paz superior, fue arrojado a prisión por unos impíos. Fue encerrado en la lobreguez d un calabozo el que había venido a dar testimonio de la luz. En su propia sangre es bautizado el que tuvo el honroso encargo de bautizar al Redentor del mundo, de escuchar la voz del Padre dirigida a Cristo, y de ver descender sobre él la gracia del Espíritu Santo. Ya lo dijo el Apóstol Pablo: A vosotros se os ha dado la gracia de creer en Jesucristo y aun de padecer por él. Y si dice que sufrir por Cristo es un don que este concede a sus elegidos, es porque tal como dice en otro lugar: Considero que los trabajos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá.
10.- ¡Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz. (16 ago 2020)
El evangelio nos muestra aquí la gran fe, la paciencia y la humanidad de la cananea. Esta mujer tenía una paciencia realmente poco común. En su primera petición al Señor, este no le responde. No obstante, lejos de dejar de insistir, ella implora con más ahínco el auxilio de su bondad. El Señor, viendo el ardor de nuestra fe y la tenacidad de nuestra perseverancia en la oración, tendrá compasión de nosotros y nos concederá lo que le pedimos. La hija de la cananea tenía un demonio que la atormentaba. Una vez expulsada la mala agitación de nuestros pensamientos y deshechos los nudos de nuestros pecados, la serenidad del espíritu volverá a nosotros, junto con la posibilidad de obrar rectamente. Si, al igual que la cananea, perseveremos en la oración con firmeza inquebrantable, la gracia de nuestro Creador se nos hará presente: corregirá todos nuestros errores interiores, santificará todo lo que es impuro, pacificará toda agitación. Porque el Señor es fiel y justo. Nos perdonará nuestros pecados y nos purificará de toda inmundicia si le invocamos con la voz atenta de nuestro corazón.
11.- Todos tienen a Juan por profeta. (14 dic 2020)
Si queremos saber por qué Juan bautizaba, sabiendo que su bautismo no podía perdonar los pecados, la razón es clara: para ser fiel a su ministerio de precursor, debía antes bautizar al Señor por la misma razón, por la que había nacido antes que él, por la que predicaría antes que él y moriría antes que él. Aunque el bautismo de Juan no perdonaba los pecados, no dejaba sin frutos a los que lo recibían. Era una señal de fe y de arrepentimiento, recordaba que todos debían abstenerse de pecad, practicar la limosna, creer en Cristo y apresurarse a recibir su bautismo cuando él se revelara, a fin de lavarse para recibir la remisión de sus pecados.
Por otra parte, el desierto que abandonaban los placeres de este mundo. Tanto si viven en soledad o entre la multitud, sin cesar con toda la fuerza de su alma tienden a prescindir de los deseos del mundo presente; su gozo lo encuentran en no unirse más que a Dios, en el secreto de su corazón, y a no poner más que en él toda su esperanza. Es a esta soledad del alma, tan amada por Dios, a la que el profeta, con la ayuda del Espíritu Santo, deseaba ir cuando decía: ¿Quién me diera alas de paloma para volar y posarme?
12.- La conduciré al desierto y le hablaré al corazón. (16 dic 2020)
Jesús sintió compasión de ellos y curó a los enfermos que traían. Porque apiadarse de los pobres y los que andan como ovejas sin pastor es precisamente abrirles el camino de la verdad instruyéndolos y hacer desaparecer sus enfermedades cuidando de ellos. Pero también dándoles de comer cuando tienen hambre y animarlos a alabar la generosidad de Dios. Esto es lo que Jesús hizo.
También puso a prueba la fe de la multitud, y una vez probada, les dio una recompensa adecuada. En efecto, los condujo a un lugar apartado para ver si la gente tenía interés auténtico en seguirlo. Y ellos lo siguieron, deprisa se fueron al desierto, no montados en asnos deprisa se fueron al desierto, no montados en asnos o mulos, sino a pie. Así mostraron, con su esfuerzo personal, la gran ansia que tenían de ser curados. En recompensa, Jesús acogió a la gente fatigada. Como salvador y médico lleno de poder y de bondad, instruía a los ignorantes, curaba a los enfermos y alimentaba a los hambrientos, manifestando así su alegría por el amor a sus fieles.
13.- Le pondrás por nombre Jesús. (18 dic 2020)
En hebreo "Jesús" quiere decir "salvación" o "Salvador", un nombre que, para los profetas, designaba una vocación muy determinada. De ahí provienen estas palabras cantadas con un gran deseo de verle: Mi alma se alegra en el Señor y mi corazón con su auxilio, y me consumo ansiando su salvación. Dios mío, escucha mi oración, no te cierres a mi súplica; hazme caso y respóndeme. Es como si dijera: "Tú, que te llamas Salvador, salvándome, manifiestas la gloria de tu nombre" pues el nombre del hijo nacido de la Virgen María es Jesús, según le dijo el ángel: Él salvará a su pueblo de sus pecados.
La palabra "Cristo" designa la dignidad real. En efecto, los sacerdotes y los reyes eran "crismados", es decir, ungidos con aceite santo; por ello eran signo de aquel que, apareciendo en el mundo como el verdadero rey y gran sacerdote, ha recibido la unción del aceite de júbilo entre todos tus compañeros. Por esta unción se llama Cristo, y los que participan de esta misma unción, la de la gracia espiritual, son llamados cristianos. ¡Que por su nombre de Salvador, se digne salvarnos de nuestros pecados! ¡Que por su unción de gran sacerdote, se digne reconciliarnos con Dios Padre! ¡Que por su unción de rey, nos dé el reino eterno de su Padre!