LITURGIA SIRÍACA Y CALDEA
LITURGIA SIRÍACA
1.-¡Felicitadme!, he encontrado la oveja perdida. (13 may 2018).
En el día de la ascensión, oh Cristo Rey,
los ángeles y los hombres te aclaman:
"Tú eres santo, Señor, porque has descendido
y has salvado a Adán, al hombre hecho de polvo,
del abismo de la muerte y del pecado,
y por tu santa ascensión, oh Hijo de Dios,
los cielos y la tierra entra a gozar de la paz.
¡Gloria a aquel que has enviado!"
La Iglesia ha visto a su Esposo en la gloria,
y ha olvidado los sufrimientos del Gólgota.
En lugar del peso de la cruz que llevaba
es una nube luminosa la que lo lleva.
Y él se levanta, vestido de esplendor y majestad.
Un gran prodigio tiene lugar hoy
en el monte de los Olivos:
Nuestro maestro había descendido buscando a Adán
Y después de haber encontrado al que estaba perdido,
lo trae sobre sus hombros
y lo introduce glorioso en el cielo con él.
En el día de su nacimiento, María se alegra;
en el día de su muerte, la tierra tiembla;
en el día de su resurrección, el infierno se aflige;
en el día de su ascensión, el cielo exulta.
¡Bendita sea su ascensión!
LITURGIA CALDEA
Meditaciones
1.-Para que en mí encontréis la paz. (13 may 2018).
Señor, tu misericordia es eterna. Y tú, Cristo, que eres toda la misericordia, danos tu gracia; extiende tu mano y ven a ayudar a todos los que están tentados, tú que eres bueno. Ten piedad de todos tus hijos y ven a socorrerlos; concédenos, Señor misericordioso, poder refugiarnos a la sombra de tu protección y vernos liberados del mal y de los secuaces del Maligno.
Mi vida se ha enmarañado como una tela de araña. En tiempo de desgracia y turbación, hemos llegado a ser como refugiados, y nuestros años se han marchitado bajo el peso de la miseria y de todos los males. Señor, tú has calmado la mar con una palabra tuya; en tu misericordia, aplaca también, las turbulencias del mundo, sostén al universo que se tambalea bajo el peso de sus pecados.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Señor, extiende tu mano misericordiosa sobre los creyentes y confirma la promesa hecha a los apóstoles: Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Socórrenos como los socorriste a ellos y, por tu gracia, sálvanos de todo mal; danos seguridad y paz para que te demos gracias y en todo tiempo adoremos a tu santo nombre.