HELEN  LUBIENSKA  DE LENVAL

31.08.2021

1.- Signo visible de la Presencia invisible. (11 jul 2017).

En las relaciones del hombre con Dios, la iniciativa pertenece necesariamente a Dios: El impulso del hombre hacia él es ya un efecto de la influencia divina. Nadie puede venir a mí, dice Jesús, si el Padre, que me ha enviado, no se lo concede. Iniciativa divina es la Alianza con Abrahán, cuyo prosternarse debía servir de modelo a todos los creyentes. Iniciativa divina son todos y cada uno de los gestos de Jesucristo destinados a repetirse en la liturgia de la Iglesia hasta el fin del mundo.

Cada vez que, movido por la gracia, el hombre se pone a disposición de su Señor, Dios le da un mandato, y este mandato es siempre una acción. No una fórmula verbal, sino un desplazamiento del cuerpo en el espacio. Quítate las sandalias de los pies, dice Dios a Moisés. Más tarde, Jesús exigirá igualmente una acción. Sígueme. El recuerdo imborrable de sus encuentros con Dios empuja al hombre a reproducir el gesto que le ha sido dictado o inspirado en aquel memorable momento. Por tanto lo repite con la esperanza de volver a encontrar la intimidad de aquel momento; se lo da a conocer a otros; y así es como los gestos de adoración, de reverencia, de ofrenda o de sumisión, que desde Abrahán han ido brotando del corazón de un elegido y han sido transmitidos de generación en generación, han llegado hasta nosotros convirtiéndose en gestos litúrgicos.   

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