HEINRICH  SCHLIER

31.08.2021

1.- Eternamente elegidos y llamados a la santidad. (25 jun 2020).

Elección y llamada tienen su origen en la eternidad de Dios que nos ha escogido desde antes de la fundación del mundo en Cristo, para que seamos santos e irreprochables ante él, que nos ha predestinado en el amor... y nos ha anunciado el misterio de su plan, y desemboquemos por consiguiente de nuevo en la eternidad, porque toda vocación quiere serlo a la herencia eterna, a la gloria eterna, a la vida eterna, aun cuando en primer lugar es vocación a la Iglesia visible como al cuerpo con todos sus miembros y caminos de la gracia, y con ello vocación a la comunión con el Hijo de Dios.

Es elección para la salvación y llamada por medio del el evangelio a participar en la gloria de Jesucristo, pero por medio de la santificación obrada por el Espíritu y por la fe en la verdad, por medio de una santificación sacramental objetiva y mediante la fe objetivamente aceptada, mediante el hecho objetivo de ser introducidos mediante el bautismo en la muerte de Cristo y en su sepultura, de donde entonces nave la exigencia -ciertamente urgente- de corresponder a este hecho, a esta elección y a esta llamada de Dios, por medio de una vida digna de la vocación.

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