SAN BASILIO DE SELEUCIA

20.08.2021

1.- Sé creyente, y sé mi apóstol. (03 jul 2013)

El Señor dice a Tomás: Mete tu dedo en la marca de los clavos. Tú me buscabas siendo así que yo no estaba allí. Y yo conocía tu deseo a pesar de tu silencio. Antes de que me lo digas, yo sé lo que piensas. Te he oído hablar y aunque invisible, estaba junto a ti, cerca de tus dudas; sin hacerme ver, te he hecho esperar, para ver mejor tu impaciencia. Mete tu dedo en la marca de los clavos. Mete tu mano en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente.

Entonces Tomás lo toca, y su desconfianza cae totalmente: lleno de una fe sincera y de todo el amor que se debe a Dios, exclama: ¡Señor mío y Dios mío! Y el Señor le dice: Porque me has visto has creído; ¡dichosos los que crean sin haber visto!, como diciéndole: Tomás, lleva la buena nueva de mi resurrección a aquellos que no me han visto. Arrastra a toda la tierra a creer, no a sus ojos, sino a tu palabra. Recorre todos los pueblos y ciudades lejanas. Enséñales a llevar, sobre las espaldas, la cruz en lugar de las armas. No hagas más que anunciarme: ellos creerán y me adorarán. No exigirán otras pruebas. ¡Diles que están llamados por la gracia!; y tú, contempla su fe: ¡Dichosos, de verdad, los que no me han visto y han creído!"

Así es el arma que levanta el Señor; así son los hijos de la piscina bautismal, las obras de la gracia, la cosecha del Espíritu. Han seguido a Cristo sin haberle visto, lo han buscado y han creído. Lo han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No han metido su dedo en las marcas de los clavos, sino que se han apegado a su cruz y la han abrazado con sus sufrimientos. No han visto el costado del Señor abierto, pero, por la gracia, han llegado a ser miembros de su cuerpo y han hecho suya su palabra. ¡Dichosos los que crean sin haber visto!

2.- Se alegra por ella más que por las noventa y nueve que no se extraviaron. (09 dic 2014).

Miremos el amor de Cristo por los hombres y su ternura para conducirlos a pastos abundantes. Se alegra por las ovejas que están a su alrededor y busca a las que están descarriadas. Ni montañas ni bosques son obstáculo para él, que baja a los valles tenebrosos para llegar adonde está la oveja perdida. Habiéndola encontrado enferma, no la desprecia, sino que la cuida; tomándola sobre sus hombros, cura con su propio cansancio a la oveja fatigada. Su cansancio lo llena de alegría, porque ha encontrado a la oveja perdida, y esto cura su pena: ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no abandona las otras noventa y nueve en el desierto para irse en busca de la que está perdida, hasta que la encuentre?

La perdida de una sola oveja enturbia la alegría del rebaño reunido, pero la alegría de encontrarla cambia esta tristeza: cuando la ha encontrado, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado a la oveja perdida. Por eso Cristo, que es este Pastor, dijo: Yo soy el buen Pastor. Yo busco a la oveja perdida, hago volver a la que se ha extraviado, vendo a la que está herida, curo a la que está enferma.

3.- Hemos visto al Señor. (12 abr 2015).

Escondidos en una casa, los apóstoles ven a Cristo; entra con todas las puertas cerradas. Pero Tomás, ausente entonces, cierra sus oídos y quiere abrir sus ojos. Deja estallar la incredulidad, confiando así en que su deseo será concedido.

"Mis dudas desaparecerán en cuanto lo vea, dice. Pondré mi dedo en las marcas de los clavos, y estrecharé al Señor al que tanto deseo. Que censure mi falta de fe, pero que me colme con su vista. Ahora soy descreído, pero después de verlo, creeré. Creeré cuando lo abrace y lo contemple. Quiero ver sus manos agujereadas, que han curado las manos maléficas de Adán. Quiero ver su costado, que cazó a la muerte del costado del hombre. Quiero ser testigo del Señor y el testimonio de otro no me basta. Lo que contáis exaspera mi impaciencia. La buena noticia que me dais sólo aumenta mi turbación. No curaré este dolor si no le toco con mis manos" El Señor se vuelve a aparecer y disipa al mismo tiempo la tristeza y la duda de su discípulo. ¿Qué digo? No disipa su duda, colma su espera. Entra con todas las puertas cerradas.

SAN BASILIO DE SELEUCIDA
SAN BASILIO DE SELEUCIDA

4.- Yo soy el buen Pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen. (26 abr 2015).

Miremos a nuestro Pastor, Cristo. Se regocija con las ovejas que están con él y va en busca de las extraviadas. Recorre barrancos hasta llegar a la oveja perdida. Y aunque la encuentre en estado lastimoso, no se encoleriza, sino que, llevado de la compasión, la toma sobre sus hombros.

Con razón Cristo proclama: "Yo soy el buen pastor", busco la oveja perdida, recupero a la extraviada, vendo a la que está herida, curo a la que está enferma. He visto el rebaño de los hombres agobiado por la enfermedad; he visto a mis corderos descender al lugar de los demonios; he visto a mi rebaño despedazado por los lobos. He visto esto y no lo he visto desde lo alto. Por eso desaté aquello que la fiebre había atado; hice ver a aquellos cuyos ojos permanecieron cerrados desde el seño de su madre; saqué a Lázaro de la tumba, donde yacía desde hacía cuatro días. Porque soy el buen Pastor; el buen Pastor da su vida por sus ovejas".

Los profetas conocieron a este Pastor, ya que antes de su pasión, anunciaban lo que iba a ocurrir: Como cordero, llevado al matadero; como oveja ante el esquilador, no abría la boca. Como una oveja, el Pastor ofreció su garganta por sus ovejas. Por su muerte, remedia a la muerte; por su tumba, vacía las tumbas.

5.- El primer discípulo del Señor. (30 nov 2015).

Andrés fue el primero en reconocer al Señor como su maestro; dejó atrás las enseñanzas de Juan Bautista para entrar en el seguimiento de Cristo a la luz de la lámpara, buscaba la verdadera luz; bajo su leve resplandor, se ocultaba el esplendor de Cristo. De maestro, Juan Bautista se convirtió en servidor y heraldo de Cristo presente ante él: He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Éste es el que salva de la muerte; éste es el que destruye el pecado. Yo soy el enviado, no el esposo, pero soy el que acompaña al esposo. Yo he venido como servidor, no como maestro.

Empujado por estas palabras, Andrés abandona a su antiguo maestro y corre hacia aquel al que éste anunciaba; su deseo se, manifiesta en su diligencia al llevar consigo a Juan, el evangelista. Los dos abandonan la antorcha para seguir al sol. Andrés es la primera planta del jardín de los apóstoles, es él quien abre la puerta a la enseñanza de Cristo, él es el primero en recoger los frutos del campo cultivado por los profetas. Reconoció a aquel que anunciaron los profetas y condujo a su hermano Pedro hacia él. Le muestra a Pedro su tesoro: Hemos encontrado al Mesías, a aquel que anhelábamos. Esperábamos su venida: ven ahora a gustar de su presencia. Andrés conduce a su hermano a Cristo. Era su primer milagro.

6.- Di tan solo una palabra. (01 jul 2017). "Señor, mi criado está en cama paralítico, y sufre mucho. Si bien este que sufre es un esclavo, no por ello es menos hombre. No mires la bajeza del esclavo, sino la gran gravedad de su mal". Así hablaba el centurión. ¿Qué dice la Bondad suprema?: "Yo iré y lo curaré. Yo que, preocupado por los hombres, me he hecho hombre, he venido por todos y no voy a despreciar a ninguno. Yo lo curaré". Por la prontitud de su respuesta, Cristo aguijonea su fe: Señor, no soy digno de que entres en mi casa.

¿Te das cuenta de cómo el Señor, igual que un cazador, ha hecho salir la fe que estaba escondida en lo secreto de su interior? "Di tan solo una palabra y mi servidor será curado de su mal, liberado de la servidumbre de su enfermedad. Así he conocido la fuerza de tu poder. A partir de lo que tengo he reconocido a aquel que me sobrepasa. Veo los ejércitos de curaciones, veo las tropas de milagros esperando tus órdenes. Envíalas contra la enfermedad, envíalas como yo envío a un soldado". Y Jesús, admirado, dijo: No he encontrado una fe tan grande en Israel.

7.- Hemos encontrado al Mesías. (14 ene 2018).

Tomando consigo a Pedro, Andrés condujo a su hermano al Señor para que se hiciera discípulo suyo como él. Es la primera evangelización de Andrés. Hace aumentar el número de los discípulos, introduce a Pedro en su círculo y Cristo lo hará jefe de los discípulos. Tanto es así que, más tarde, Pedro debe a Andrés su conducta irreprochable que puso para ello la semilla en el corazón de Pedro. La alabanza dirigida a uno redunda en alabanza del otro, porque los bienes de uno pertenecen también al otro, y el uno se enaltece con las alabanzas del otro.

Qué alegría procuró Pedro a los demás cuando respondió con prontitud a la pregunta del Señor, rompiendo el silencio turbado de los discípulos. Pedro pronunció estas palabras: ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo! Hablaba en nombre de todos. En una frase proclamaba al Salvador y su designio de salvación. Esta proclamación va al unísono con la de Andrés. Las palabras que Andrés dijo a Pedro cuando lo condujo al Señor: Hemos encontrado al Mesías, fueron confirmadas por el padre celestial que inspiró a Pedro: ¡Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo!

SAN BASILIO DE SELEUCIDA
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8.- Muchos vendrán de Oriente y Occidente. (30 jun 2018).

En el evangelio he visto al Señor hacer muchos milagros y, asegurado por ellos, consolido mi voz temerosa. He visto al centurión echarse a los pies del Señor; he visto a las naciones mandar a Cristo sus primeros frutos. Todavía la cruz no ha sido levantada y ya los paganos se apresuran a ir hacia el maestro. Todavía no se ha oído: Id, enseñad a todas las naciones, y ya las naciones acuden apresuradamente. Empiezan su camino antes de oír la llamada, arden en deseo del Señor. Apenas se ha dejado oír la predicación, y ya se apresuran hacia el que predica. Todavía es instruido Pedro, y ya se reúnen entorno a aquel que les enseña, todavía no ha resplandecido, bajo el estandarte de Cristo, la luz de Pablo, y ya las naciones vienen a adorar al rey con incienso.

Y he aquí que ahora un centurión le ruega diciéndole: Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralitico y sufre mucho. Y ya tenemos un nuevo milagro: el criado cuyos miembros están paralizados conduce a su amo al Señor; la enfermedad del esclavo da la salud a su propietario. Buscando la salud de su criado, el amo es conquistado por Cristo.

9.- Di tan solo una palabra. (17 sep 2018).

Así hablaba el centurión: "Señor, mi criado está en cama paralítico y sufre mucho. Si bien este que sufre es un esclavo, no por ello es menos hombre. No mires la bajeza del esclavo, sino la gravedad de su mal". ¿Qué dice la Bondad suprema?: "yo iré y lo curaré. Yo, que preocupado por los hombres me he hecho hombre, he venido por todos y no voy a despreciar a ninguno. Yo lo curaré". Por la prontitud de su respuesta, Cristo estimula la fe del centurión: Señor, no soy digno de que entres en mi casa.

¿Te das cuenta de cómo el Señor, igual que un cazador, ha hecho salir la fe que estaba escondida en lo secreto de su interior? "Di tan solo una palabra y mi servidor será curado. Porque yo, que estoy sometido a mis superiores, tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a uno: "Ve", y va; a otro "Ven", y viene. Así he conocido la fuerza de tu poder. A partir de lo que tengo, he reconocido a aquel que me sobrepasa. Veo ejércitos de curaciones, veo tropas de milagros esperando tus órdenes. Envíalas contra la enfermedad, envíalas como yo envío a un soldado". Y Jesús, admirado, dijo: "No he encontrado una fe tan grande en Israel. El que era un extranjero que no formaba parte del pueblo de la alianza, que no participó de los milagros que hizo Moisés, que no había sido iniciado en sus leyes, que no había conocido las palabras de los profetas, por su fe ha adelantado a los otros".

10.- Di tan solo una palabra. (16 sept 2019).

"Señor, mi criado está en cama paralítico y sufre mucho. Si bien es un esclavo, no por ello es menos hombre. No mires la bajeza del esclavo, sino la gran gravedad de su mal". Así hablaba el centurión; y ¿qué dice la Bondad suprema?: "Iré y le curaré. Yo que, preocupado por los hombres, me he hecho hombre, he venido por todos, y no voy a despreciar a ninguno. Yo le curaré". Por la rapidez de su respuesta, Cristo aguijonea su fe: "Señor, no soy digno de que entres en mi casa. Di tan solo una palabra y mi servidor será curado de su mal, liberado de la servidumbre de su enfermedad. Porque yo, que estoy sometido a mis superiores, tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a uno: "Ve", y va, a otro: "Ven", y viene. Así he conocido la fuerza de tu poder. A partir de lo que tengo, he recibido a aquel que me sobrepasa. Veo los ejercicios de curaciones, veo las tropas de milagros esperando tus órdenes. Envíalas contra la enfermedad, envíalas como yo envío a un soldado".

Y Jesús, admirado, dijo: No he encontrado una fe tan grande en Israel. El que era un extranjero, un no llamado, que no formaba parte del pueblo de la alianza, que no participó de los milagros que hizo Moisés, que no había sido iniciado en sus leyes, que no había conocido las palabras de los profetas, por su fe ha adelantado a los demás.

11.- Id al mundo entero y proclamad la Buena Noticia a toda la creación. (27 oct 2019).

Mete tu dedo en la señal de mis clavos. Mete tu mano en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Tomás le toca y desaparece toda su desconfianza; lleno de una fe sincera y de todo amor que debe a Dios, exclama: ¡Señor mío y Dios mío! Y el Señor le dice: "¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Tomás, lleva la buena nueva de mi resurrección a los que no me han visto. Arrastra a toda la tierra a creer en lo que no ven, en tu palabra. Recorre pueblos y ciudades lejanas. Enséñales a llevar sobre sus hombros no las armas, sino la cruz. No ceses de anunciarme: creerán y me adorarán. No exigirán otras pruebas. Diles que son llamados por la gracia, y tú, contempla su fe: ¡Dichosos, en verdad, los que crean sin haber visto!"

Este es el ejército seducido por el Señor, estos son los hijos de la piscina bautismal, las obras de la gracia, la cosecha del Espíritu. Han seguido a Cristo sin haberle visto, le han buscado y han creído. Le han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No han puesto su dedo en las marcas de los clavos, sino que se han unido a su cruz y han abrazado sus sufrimientos. No han visto el costado abierto del Señor, pero por la gracia han llegado a ser miembros de su cuerpo y han hecho suya su palabra: ¡Dichosos los que creen sin haber visto!

SAN BASILIO DE SELEUCIDA
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12.- Se alegra por ella, más que por las noventa y nueve que no se extraviaron. (10 dic 2019).

Miremos a nuestro pastor, Cristo. Miremos su amor por los hombres y su ternura para conducirnos a pastos abundantes. Se alegra con las ovejas que están a su alrededor y busca a las que están descarriadas. Ni montañas ni bosques son obstáculo, él baja a los valles tenebrosos para llegar al lugar donde está la oveja perdida... Habiéndola encontrado enferma, no la desprecia, sino que la cuida; tomándola sobre los hombros, cura con su propio cansancio a la oveja fatigada. Su cansancio lo llena de alegría, porque ha encontrado oveja perdida, y esto cura su pena: ¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una, no abandona las otras noventa y nueve en el desierto para irse en busca de la que está perdida, hasta que la encuentra?

La pérdida de una sola oveja enturbia la alegría del rebaño reunido, pero la alegría de encontrarla cambia esta tristeza: Cuando la ha encontrado, reúne a sus amigos y vecinos y les dice: Alegraos conmigo, porque he encontrado mi oveja perdida. Por eso Cristo, que es este pastor, dijo: Yo soy el buen pastor. Yo busco la oveja perdida, hago volver a la que se ha extraviado, vendo a la que está herida, curo a la que está enferma.

13.- Id al mundo entero y proclamad la Buena Noticia a toda la creación. (03 jul 2020).

Trae tu dedo, aquí tienes mis manos con la señal de los clavos. Tomás le toca y desaparece toda su desconfianza; lleno de una fe sincera y de todo el amor que debe a Dios, exclama: ¡Señor mío y Dios mío! Y el Señor le dice: "¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto. Tomás, lleva la buena nueva de mi resurrección a los que no me han visto. Arrastra a toda la tierra a creer en lo que no ven, en tu palabra. Recorre pueblos y ciudades lejanas. Enséñales a llevar sobre sus hombros, no las armas, sino la cruz. No ceses de anunciarme: crearán y me adorarán. No exigirán otras pruebas. Diles que son llamados por la gracia, y tú, contempla su fe: ¡Dichosos, en verdad, los que crean sin haber visto!"

Este es el ejército seducido por el Señor; estos son los hijos de la piscina bautismal, las obras de la gracia, cosecha del Espíritu. Han seguido a Cristo sin haberle visto, le han buscado y han creído. Le han reconocido con los ojos de la fe, no con los del cuerpo. No han puesto su dedo en las marcas de los clavos, sino que se han unido a su cruz y han abrazado sus sufrimientos. No han visto el costado abierto del Señor, pero por la gracia han llegado a ser miembros de su cuerpo y han hecho suya su palabra: ¡Dichosos los que crean sin haber visto!

14.- Hemos encontrado al Mesías. (17 ene 2021).

Tomando consigo a Pedro, su hermano de sangre según la naturaleza, Andrés lo conduce hacia el Señor para que se convierta en discípulo como él. Es la primera hazaña de Andrés. Hace aumentar el número de discípulos introduciendo a Pedro, en quien Cristo encontrará al jefe de los discípulos. Tanto es así que, cuando más adelante, Pedro tiene una conducta admirable, se lo deberá a lo que Andrés había sembrado. La alabanza dirigida a uno recae igualmente sobre el otro, ya que los bienes de uno pertenecen al otro, y el uno se glorifica por los méritos del otro.

Qué alegría procuró Pedro a los demás cuando respondió con prontitud a la pregunta del Señor, rompiendo el silencio turbado de los discípulos! Solo Pedro pronunció estas palabras: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo. Hablaba en nombre de todos, en una frase proclamaba al Salvador y su plan de salvación. Esta proclamación está en consonancia con la de Andrés, con las palabras que Andrés había dicho a Pedro cuando lo condujo al Señor: Hemos encontrado al Mesías. El Padre celestial las confirma al inspirarlas también en Pedro: Tú eres el Mesías, el hijo del Dios vivo.

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