BEATO JUAN TAULERO
Meditaciones
1.- Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
(02 mar 2015).
Es cosa arriesgada y peligrosa que un hombre juzgue a otro; cada uno debe estar atento abstenerse de este pecado. Porque el que es la Verdad dijo: Con la medida que midáis, seréis medidos. Si eres muy misericordioso, encontrarás gran misericordia; si lo eres poco, encontrarás poca; si no tienes misericordia, tampoco la encontrarás para ti.
Debemos probar y ejercer esta misericordia interiormente, en su volumen profunda, de tal modo que sientas una compasión profunda y sincera por tu prójimo, siempre que lo veas sufrir, y que le pidas a Dios de todo corazón que le consuele. Si puedes socorrerlo exteriormente con algún consejo o algún donativo, con palabras o con obras, lo harás en la medida de lo posible. Si no puedes hacer mucho, haz al menos algo, ya sea una obra de misericordia interior o exterior: dile, por lo menos, una buena palabra. De este modo, cumples con lo que le debes, y encontrarás a un Dios misericordioso.
2.- Dos hombres subieron al templo a orar. (14 mar 2015).
El templo es el interior más profundo del alma en el cual la Trinidad santa vive gozosamente. Es allí donde debemos entrar para orar. Y para que la oración esté bien hecha deben subir allí dos hombres: el hombre exterior y el hombre interior. Uno de los dos hombres del evangelio era fariseo, en quien vemos que la oración que hace el hombre exterior sin el hombre interior no sirve de gran cosa. El otro era un publicano, que no se atrevía a levantar los ojos hacia el cielo y decía: Señor, ten piedad de mí, pobre pecador; para éste su oración acabó satisfactoriamente. En verdad, quisiera considerar continuamente mi nada, como el publicano. Éste es el camino más noble y más útil, el que lleva siempre y sin intermediarios al hombre hacia Dios, porque donde Dios viene con su misericordia, viene con todo su ser: es él mismo el que viene.
A veces ocurre que los mismos sentimientos de este publicano se apoderan del corazón de ciertas personas que, conscientes de sus pecados, se alejan de Dios y del Santísimo Sacramento, diciendo que no son dignos de acercarse a él. No queridos hijos: al contrario, debéis acudir voluntariamente con más frecuencia a la comunión, con el fin de ser perdonados de vuestras faltas pues, para avanzar realmente en el camino de la oración verdadera, no hay nada más seguro, más grande y más útil que el precioso Cuerpo eucarístico de nuestro Señor Jesucristo.
3.- A sus ovejas las llama por su nombre. (27 abr 2015).
Yo soy la puerta de las ovejas: nuestro Señor dice que es la puerta del aprisco: ¿Qué es este aprisco, este cercado, del cual Cristo es la puerta? Es el corazón del Padre del cual Cristo es la puerta? Es el corazón del Padre del cual Cristo es verdaderamente una puerta digna de amor, él que nos abrió el corazón hasta entonces cerrado a todos los hombres. En este rebaño, se reúnen todos los santos. El pastor es el Verbo eterno; la puerta es la humanidad las almas humanas, pero los ángeles también pertenecen a este rebaño; el portero, es el Espíritu Santo, porque toda la verdad comprendida y expresada viene de él.
¡Con qué amor y qué bondad nos abre la puerta del corazón del padre y nos da sin cesar acceso al tesoro escondido, a las moradas secretas y a la riqueza de esta casa! Nadie puede imaginar ni comprender cuán acogedor es Dios, presto para recibir, deseosos de hacerlo, y cómo va delante de nosotros a cada instante. Hijos míos, cómo permanecer obstinadamente sordos a esta amorosa invitación: no le neguemos acudir a esta invitación. Cuántas invitaciones y llamadas del Espíritu Santo son rechazadas; ¡nos negamos por todo tipo de cosas de aquí abajo! Queremos tan a menudo otra cosa y no este lugar, en donde Dios quiere tenernos.
4.- Todo lo que hace es admirable: hace oír a los sordos y hablar a los mudos. (06 sep 2015).
Es preciso que examinemos de cerca qué es lo qie hace que el hombre sea sordo. Por haber escuchado las insinuaciones del enemigo y sus palabras, Adán y Eva fueron los primeros sordos. Y nosotros también, detrás de ellos, somos incapaces de escuchar y comprender las amables inspiraciones del Verbo eterno. Sin embargo, sabemos que el Verbo eterno reside en el fondo de nuestro ser, tan inefablemente cerca de nosotros y en nosotros que nuestro mismo ser. El Verbo habla sin cesar al hombre. Pero el hombre no puede escuchar ni entender todo lo que le dice, a causa de la sordera de la que está afectado. Del mismo modo ha sido de tal manera golpeado en todas sus demás facultades que es también mudo, y no se conoce a sí mismo. Si quisiera hablar de su interior, no lo podría hacer por no saber dónde está y no conocer su propia manera de ser.
El enemigo te hace ver todo este desorden y te seduce para busques las cosas creadas de este mundo y todo lo que va ligado a él: bienes, honores, incluso amigos y parientes, es decir, tu propia naturaleza, y los bienes de este mundo caído. En todo esto consiste su cuchicheo. Pero viene nuestro Señor: `pone su dedo sagrado en el oído del hombre y saliva en su lengua, y el hombre encuentra de nuevo su palabra.
5.- El que no lleva su cruz y me sigue no puede ser mi discípulo.
(04 nov 2015).
Debemos seguir a nuestro Maestro, tan digno de amor, él, que llevó el estandarte de la cruz delante de nosotros. Que cada hombre tome su cruz y le siga, y llegará allí dónde él está. Vemos que muchos siguen los caminos de este mundo para obtener honores irrisorios, y para ello renuncian a la comodidad física, a su hogar, a sus amigos, exponiéndose a los peligros de la guerra. Resulta lógico y plenamente justo que nosotros hagamos una renuncia total para adquirir el bien puro que es Dios, y que de este modo sigamos a nuestro Maestro.
No es raro encontrar hombres que desean ser testigos del Señor en la paz, es decir, que todo resulte según sus deseos. De buena gana quieren llegar a ser santos, pero sin cansarse, sin aburrirse, sin dificultades, sin que les cueste nada. Desean conocer a Dios, gustarlo, sentirlo, pero sin que haya amargura. Entonces, en cuanto hay que trabajar, en cuanto aparece la amargura, las tinieblas y las tentaciones, en cuanto no sienten a Dios y se sienten abandonados interna y externamente, sus bellas resoluciones se desvanecen. Éstos no son verdaderos testigos, testigos como los que necesita el Salvador. ¡Ojalá podamos librarnos de este tipo de búsqueda que carece de trabajos, amarguras y tinieblas y encontremos la paz en todo tiempo, incluso en la desgracia! Es ahí solamente donde nace la verdadera paz, la que permanece.
6.- Se llenaron todos del Espíritu. (15 may 2016).
El Espíritu Santo fue enviado a los santos discípulos y a todos aquellos que estaban reunidos con ellos, y esto se dio de una manera increíblemente ajena a ellos; en cuanto al misterio escondido y oculto sobre estas maravillas, no existía razón alguna, ninguna criatura sabía sobre ello, ni lo concebía, ni sabía cómo nombrarlo. El Espíritu Santo es una inmensidad de inconmensurable grandeza y tan dulce como todas las grandezas e inmensidades que la razón misma pueda concebir. Por eso, el Espíritu Santo mismo debe preparar el lugar donde ser recibido, trabajar para hacer que el hombre sea capaz de recibirlo.
La casa se llenó por completo. Esta casa simboliza a la santa Iglesia, que es la obra de Dios, pero también simboliza a cada hombre habitado por el Espíritu Santo. Una casa tiene muchas estancias, habitaciones, y en el hombre existen muchas facultades, sentidos y energías diferentes: el Espíritu Santo las visita todas. Desde que llega, presiona, impulsa al hombre, despierta en él ciertas inclinaciones, trabaja con él y le da claridad. Esta visita y estas acciones interiores no son percibidas de la misma manera por todos los hombres. Cuanto más se entregue a su propio recogimiento, más conciencia tendrá el hombre de esta manifestación interior y siempre creciente del Espíritu Santo.
7.- El que pierda su vida por mi causa la salvará. (11 jul 2016).
Quien quiera guardar su vida la perderá, pero el que la pierda por mi causa la salvará. Reflexionemos sobre esta palabra de nuestro Señor, que quiere atraer todas las cosas hacia mí. Así hace nuestro Señor: recuerda primero al hombre sus divagaciones exteriores y sus dispersiones, haciéndole recoger sus sentidos, sus facultades, palabras, obras, su intención, su imaginación, sus deseos, sus inclinaciones, su inteligencia, su voluntad y su amor. Una vez hecho esto, Dios atrae al hombre, porque primero hay que separarlo de todo bien exterior o interior al cual se ató poniendo en ello su satisfacción plena. Este despego es una cruz penosa, tanto más penosa cuanto más firme y más fuerte era el afecto.
Querido hijo, acepta de Dios esta cruz y sopórtala: se te transformará en una cruz muy amable si eres capaz de entregarle estas pruebas a Dios, aceptarlas, con un abandono verdadero y agradecimiento, y dirás: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Querido hijo, deja todo esto y aplícate en un abandono verdadero, y piensa en aceptar mucho más la cruz de la tentación que en buscar la flor de la dulzura espiritual... Nuestro Señor dijo: El que quiera venirse conmigo, tome su cruz y me siga.
8.- Señor, ten piedad de este pecador. (21 mar 2017).
Si yo encontrara a un hombre que realmente tuviera los sentimientos del publicano, que verdaderamente se considerara pecador, con tal que en este sentimiento de humildad tuviera el deseo de ser bueno, le daría con buena conciencia cada dos días el cuerpo de nuestro Señor...Si el hombre quiere continuar absteniéndose de caídas y faltas graves, es muy necesario que sea alimentado de este alimento noble y fuerte... Por eso vosotras no debéis fácilmente absteneros de la comunión porque os sepáis pecadoras. Al contrario, debéis acudir con frecuencia a la mesa santa, porque ahí están, allí son depositadas y escondidas toda fuerza, toda santidad, toda ayuda y todo consuelo.
Pero vosotras no juzguéis tampoco a los que no lo hacen... No debéis emitir ningún juicio, para no ser semejantes al fariseo que se vanagloriaba y condenaba al que estaba detrás de él. Guardaos de esto como de la pérdida de vuestras almas; absteneos de este peligroso pecado de la reprobación... Cuando el hombre llega a la cumbre de toda perfección, nada es más necesario para él que sumergirse en las profundidades más bajas e ir hasta las raíces de la humildad. Porque del mismo modo que la altura de un árbol depende de la profundidad de sus raíces, así la elevación de esta vida viene de la profundidad de la humildad. He aquí por qué el publicano, que había reconocido las profundidades de su bajeza hasta el punto de no atreverse a levantar los ojos hacia el cielo, fue elevado sobre la altura, porque regresó a su casa habiendo sido justificado.
9.- El que permanece en mí, ese da mucho fruto. (17 may 2017).
Aquellos que entregan completamente a Dios sus dones corporales y espirituales son los únicos que se hacen capaces y dignos de recibir, en todo tiempo, más gracias todavía. Hijos míos, estos hombres son como el tronco de la vid. Exteriormente es negro, seco y de poco valor. Al que no lo conociera, le parecía que solo sirve para ser echado al fuego y quemado. Pero por dentro, en el corazón de esta cepa, están escondidas las venas llenas de vida y una gran fuerza que produce la fruta más preciosa y más dulce de la viña.
Así son estas personas que tienen los ojos fijos en Dios. Por fuea, se parecen al bosque negro y seco, porque son humildes y pequeños. No son gente de grandes frases, de grandes obras ni de grandes prácticas; no viven de apariencias y, según su propia opinión, no brillan en nada. ¡Pero al que conozca la vena plena de vida que está en su interior, donde renuncian a lo que son por su naturaleza propia, donde Dios es su divisa y su apoyo, qué felicidad le proporcionará este conocimiento!
10.- Podar para dar más fruto. (02 may 2018).
El viñador irá a su viña para podar los brotes malos. Si no lo hiciera y los dejara crecer en la viña, esta daría un vino malo de agraces. Así tiene que obrar el hombre digno: tiene que podar él mismo todo lo que es desorden, desarraigar a fondo todas sus inclinaciones, tanto si se trata de alegrías como de sufrimientos, es decir, cortar las malas costumbres. Esto no destruye ni la cabeza, ni el brazo, ni la pierna.
Pero mantente alerta con el cuchillo hasta que no sepas muy bien dónde y qué tienes que cortar, cortaría todo, tanto el brote bueno que pronto dará su uva, como el brote malo y estropearía así la viña. Hay alguna gente que obra así. No conocen el oficio de podar. Dejan los vicios, las malas inclinaciones en el fondo de la naturaleza, cortando y lastimando a la pobre naturaleza misma. La naturaleza en sí es bien y noble: ¿qué quieres cortar y podar en ella? Al tiempo de los frutos, es decir, en la viña divina, te quedaría solamente una naturaleza arruinada.
11.- Llegar a ser una vida que dé fruto. (04 jun 2018).
Los pies de la vid se ligan, se escalonan, se doblan los sarmientos de arriba abajo, se les ata a algo firme para sostenerlos. Por ahí se puede comprender la dulce y santa vida y la pasión de nuestro Señor Jesucristo que, en todo, debe ser el sostén del hombre de bien. El hombre debe ser curvado, lo que en él hay más alto debe ser abajado, y debe abismarse en una verdadera y humilde sumisión, desde lo profundo de su alma. Todas nuestras facultades, interiores y exteriores, tanto las de la sensibilidad y de la avidez como nuestras facultades racionales, deben ser ligadas, cada una en su lugar, en una verdadera sumisión a la voluntad de Dios.
Seguidamente se remueve la tierra alrededor de los pies de la vid y se escardan las malas hierbas. También el hombre debe ser escardado, estar profundamente atento a lo que hubiera todavía que arrancar en el fondo de su ser, para que el divino Sol pueda acercársele más inmediatamente y brillar en él. Si dejas que la fuerza de lo alto haga su obra, el sol aspirará la humedad escondida en la tierra, en la fuerza vital del tronco y los racimos crecerán magníficos. Después el sol, por su calor, actúa sobre los racimos y hace que se desarrollen las flores. Y estas flores tienen un perfume noble y benéfico. Entonces, el fruto llega a ser indeciblemente dulce. Que esta realidad nos sea dada a todos.
12.- El hombre se levantó y lo siguió. (05 jul 2019).
Nuestro Señor le dijo a san Mateo: Sígueme. Este santo amable fue un modelo para todos los hombres. Había sido en primer lugar un gran pecador, como el evangelio dice sobre él, y después fue uno de los más grandes amigos de Dios. Porque nuestro Señor le habló en el fondo de su ser, y como consecuencia lo abandonó todo para seguir al Maestro.
Seguir a Dios en verdad. Todo se resume en esto, y para hacerlo, hay que abandonar completamente todas las cosas que no son Dios, cualesquiera que sean. Dios desea corazones; no se interesa por el exterior, sino que quiere de nosotros una viva devoción interior. Esta devoción es más verdadera que si rezase más que el mundo entero, o que si cantase tan alto que mi canto subiera hasta el cielo, más verdadera que todo lo que pudiera hacer exteriormente en ayunos, vigilias y otras prácticas.
13.- Venid al banquete de bodas. (05 nov 2019).
Uno se iba a su campo, el otro a su negocio. Debemos alejarnos con todas nuestras fuerzas del exceso de actividad y de multiplicidad, de todo lo que no es estrictamente necesario, recogemos en nosotros mismos, dedicarnos a nuestra vocación, considerar dónde, cómo y de qué manera el Señor nos ha llamado, a uno a la contemplación interior, a otro a la acción, en la unidad de espíritu. Pero si el hombre, llamado al silencio interior sereno y noble, en el vacío de la nube oscura quisiera abstenerse de toda obra de caridad, no haría bien. Este hombre también tiene que hacer las obras de caridad según las circunstancias le inviten a ello.
Mi banquete está preparado, he matado becerros y cebones, y todo está a punto. El festín es figura del reposo interior en el que uno goza de Dios como él goza de sí mismo, de manera activa, donde el amo, el rey, viene a hacerse presente en el banquete. Pero el evangelio cuenta, a renglón seguido, que el amo encontró a uno de los comensales del festín sin el vestido de fiesta. El vestido nupcial que le faltaba al huésped es la caridad pura, auténtica y divina, la caridad que no quiere más que lo que Dios quiere. El amor y la intención de algunos no son del todo según Dios, sino que se buscan a sí mismos. A estos dice el Señor: "Amigo, ¿cómo has venido aquí sin el vestido de la caridad auténtica? Has venido a buscar más los dones de Dios que a Dios mismo"
14.- Podar para dar más fruto. (13 may 2020).
El viñador irá a su viña para podar los brotes. Si no lo hiciera y los dejara crecer en la viña, esta no daría sino vino malo de agraces. Así tiene que obrar el hombre digno: tiene que podar en sí mismo todo lo que es desorden, desarraigar a fondo todas sus inclinaciones, tanto si se trata de alegrías como de sufrimientos, es decir, cortar las malas costumbres. Esto no destruye ni la cabeza, ni el brazo ni la pierna.
Pero cuidado con el cuchillo hasta que no sepas muy bien dónde y qué tienes que cortar. Si el viñador no supiera el arte de la poda, cortaría todo, tanto el brote bueno, que pronto dará su uva, como el brote mal, y estropearía así la viña. Hay alguna gente que obra así. No conocen el oficio de podar. Dejan los vicios, las malas inclinaciones en el fondo de la naturaleza, cortando y lastimando a la pobre naturaleza misma. La naturaleza en sí es buena y noble: ¿qué quieres cortar y podar en ella? Al
Tiempo de los frutos, es decir, en la vida divina, te quedaría solamente una naturaleza arruinada.
15.- Llegar a ser vid que dé fruto. (01 jun 2020).
Los pies de la vid se atan, se doblan los sarmientos de arriba abajo, se les ata a algo sólido para sostenerlos. Por ahí se puede comprender la dulce y santa vida y la pasión de nuestro Señor Jesucristo que, en todo, debe ser el sostén del hombre de bien. El hombre debe inclinarse, lo que en él hay de más alto debe ser abajado, y debe abismarse en una verdadera y humilde sumisión, desde lo profundo de su alma. Todas nuestras facultades, interiores y exteriores, deben ser atadas, cada una en su lugar, en una verdadera sumisión a la voluntad de Dios.
Seguidamente se remueve la tierra alrededor de los pies de la vid y se escardan las malas hierbas. También el hombre debe escardarse, profundamente atento a lo que todavía debe ser arrancado del fondo de su ser, para que el divino Sol pueda acercársele más y brillar en él. Si dejas que la fuerza de lo alto haga su obra, el sol aspira la humedad escondida en la tierra y los racimos crecerán magníficos. Después el sol, por su calor, actúa sobre los racimos y hace que se desarrollen las flores. Entonces, el fruto llega a ser indeciblemente dulce. Que esta realidad nos sea dada a todos.
16.- Nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar. (15 jul 2020).
La Trinidad está en nosotros mismos y, verdaderamente, estamos hechos a su imagen y semejanza, porque en el alma, en su estado natural, está la propia imagen de Dios, imagen verdadera, limpia, aunque no presenta toda la nobleza del objeto que representa. Los sabios dicen que reside en las facultades superiores del alma, en la memoria, inteligencia y voluntad. Pero otros maestros dicen, y esta opinión es muy superior, que la imagen de la Trinidad reside en lo más íntimo, lo más secreto, en el trasfondo del alma.
Es en este trasfondo del alma donde el Padre del cielo engendra a su Hijo único. Si alguien quiere experimentar esto, que vuelva su mirada hacia el interior, muy por encima de cualquier actividad de sus facultades exteriores e interiores, y que se sumerja y penetre en el fondo de su alma. Entonces el poder del Padre viene, y el Padre, a través de su Hijo único, llama al hombre a su interior, y tal como el Hijo nace del Padre y refluye en el Padre, así también el hombre, en el Hijo, nace del padre y con el Hijo refluye en el Padre, llegando a ser uno con él. Entonces el Santo Espíritu se derrama con una caridad y un gozo inexpresables y desbordantes, e inunda y penetra el fondo del hombre con sus amables dones.
17.- Dichosos los que lloran porque serán consolados. (07 jun 2021).
Bienaventurados los sufridos, porque ellos heredarán la tierra por toda la eternidad. Si por la verdadera pobreza nos liberamos de lo que nos estorba, con la paciencia vamos penetrando más profundamente, expulsando del interior toda amargura, irritabilidad y cualquier imprudencia. Para el pacífico, nada es amargo. Que para los buenos todo sea también bueno viene de su fondo bueno y puro. El que es pacífico posee la tierra y se mantiene en esa paz pase lo que pase. Pero si tú no actúas así, perderás esa virtud y, al mismo tiempo, tu paz, y se podrá decir que eres un gruñón.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados. ¿Quiénes son los que lloran? En un sentido, son los que sufren; en otro, son los que lloran sus pecados. Pero los nobles amigos de Dios, que bajo ese aspecto son los más dichosos de todos, han dejado de llorar sus pecados; y sin embargo, no dejan de llorar: lloran los pecados y las faltas de su prójimo. Los verdaderos amigos de Dios lloran por la ceguedad y miseria de los pecados del mundo.