BEATO GUERRICO DE IGNY
Meditaciones
1.- Ahí tienes a tu Madre (18 sept 2013).
María ha engendrado un hijo: y tal como es el Hijo único del Padre de los cielos, es el hijo único de su madre en la tierra. Sin embargo, esta sola Virgen Madre, que ha tenido la gloria de dar a luz al Hijo único de Dios, abraza a este mismo Hijo en todos los miembros de su cuerpo y no se avergüenza de ser llamada la Madre de todos aquellos en quienes ella reconoce a Cristo ya formado o a punto de serlo. Eva que antaño legó a sus hijos la condena a muerte incluso antes de que nacieran, ha sido llamada la madre de los vivientes. Pero, puesto que no realizó el sentido de su nombre, es María la que realiza el misterio. Como la Iglesia de la cual ella es símbolo, es la madre de todos los que renacen a la vida. Es verdaderamente la madre de la vida que da vida a todos los hombres; y engendrándola, en alguna manera, regenera a todos los que van a vivir de ella.
Esta bienaventurada Madre de Cristo, que se sabe Madre de los cristianos en razón de su misterio, muestra ser también su Madre por su solicitud para con ellos y por el afecto que les demuestra. Sus entrañas no dejan de dar a luz al fruto de la bondad. El fruto bendito de tu vientre, dulce Madre, te ha llenado de una bondad inagotable: nacido de ti una sola vez, permanece en ti para siempre.
2.- Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos hace fuerza. (12 dic 2013).
Estuvo luchando alguien con él hasta rayar el alba; Jacob le dijo:"No te suelto hasta que no me hayas bendecido". Para vosotros, hermanos, que habéis emprendido la tarea de arrebatar el cielo y os habéis comprometido en la lucha contra el ángel encargado de guardar el acceso al árbol de la vida, os es absolutamente necesario luchar con constancia y tenacidad hasta llegar a la muerte de vuestro ser carnal. Con vuestra ascesis no podréis llegar hasta allí a no ser que el poder divino os toque y os conceda esta gracia.
¿No te parece que es luchar contra el ángel, o mejor aún, contra Dios mismo cuando, cada día, se interpone en tus deseos más ardientes? Le gritas y no te escucha. Quieres acercarte a él y te rechaza. Decides alguna cosa, y hace que llegue la contraria. Y así, en casi todos los planes, lucha contigo con mano dura. ¡Oh bondad escondida, disfrazada de dureza, con qué ternura, Señor, luchas contra aquellos con quienes luchas! Te gusta esconderlos en tu corazón, sé muy bien que amas a los que te aman, y que no tiene límite la bondad que tú reservas a los que a ti se acogen. Entonces, hermano, ¡no desesperes, actúa valientemente, tú que has emprendido la tarea de luchar con Dios!
3.- Mirad, la virgen está encinta. (20 dic 2013).
Dijo el Señor a Acaz: "Pide una señal". Respondió Acaz: "No la pido no quiero tentar a Señor". Pues bien, nosotros acogemos este signo rechazado con fe y un respeto lleno de amor. Reconocemos que el hijo concebido por la Virgen es para nosotros signo de perdón y de libertad en las profundidades del abismo y signo de esperanza, de exultación y de gloria en lo más alto de los cielos.
Sí, esta Madre virginal que concibe y da a luz es un signo para nosotros: signo de que este hombre concebido y dado a luz es Dios. De entre todos los sufrimientos y desgracias humanas que este Dios se dignó sufrir por nosotros, sin lugar a dudas, creo que el mayor es el hecho de que esta Majestad divina haya soportado ser concebido en el seno de una mujer y permanecer encerrado en él durante nueve meses. Durante un tiempo tan largo, la Sabiduría no dice nada, la Omnipotencia no hace nada visible, la Majestad escondida no se revela a través de ningún signo. En la misma cruz, Cristo no se ha mostrado débil. Pero en el seno, es como si no estuviera: su Omnipotencia es inoperante, como si no pudiera nada, y el Verbo eterno se esconde bajo el silencio.
4.- Juan dio testimonio de la verdad... Era una lámpara que alumbra. (02 ene 2014).
Esta lámpara, destinada a iluminar al mundo, me trae una alegría nueva porque, gracias a ella, he reconocido la verdadera luz que brilla en las tinieblas. Podemos admirarte, Juan, el mayor de los profetas y de todos los santos; pero imitar tu santidad no es imposible, porque con los publícanos y los pecadores, te apresuras a preparar un pueblo justo para el Señor. Te apresuras a hablarles de una manera adecuada, más asequible que tu manera de vivir. Les propones un modelo de perfección no según tu manera de vivir, sino adaptado a la debilidad de las fuerzas humanas.
Nosotros, hermanos, nos gloriamos de hablar mejor de lo que vivimos. En cambio, Juan, cuya vida es más sublime de lo que los hombres pueden comprender, habla un lenguaje al alcance de la gente: "¡Dad frutos que prueben vuestra conversión! Yo os hablo a la manera humana a causa de la debilidad de la carne. Si todavía no sois capaces de hacer el bien en plenitud, por lo menos que haya en vosotros un arrepentimiento auténtico del mal. Si todavía no sois capaces de producir frutos de una justicia completa, que vuestra perfección consista de momento en producir dignos frutos de penitencia".
5.- Acoger el reino de Dios como un niño. (01 mar 2014).
Nos ha nacido un niño: el Dios de toda majestad se anonadó a si mismo, se hizo semejante a nosotros no sólo tomando el cuerpo terrestre de los mortales, sino aún más, haciéndose un niño, cargado de debilidad y pequeñez. ¡Bienaventurada infancia, cuya debilidad y simplicidad son más fuertes y más sabias que todos los hombres! La debilidad de este niño vence al príncipe de este mundo, rompe nuestras ataduras y nos libera de nuestra cautividad. La simplicidad de este niño, la cual parece falta de palabra, vuelve elocuentes las lenguas de los hijos: les hace hablar con el lenguaje de los hombres y de los ángeles. Este niño parece ignorante, pero es quien enseña la sabiduría a los hombres y a los ángeles, él que, en realidad, es la Sabiduría de Dios y su Verbo su Palabra.
Indudablemente, vosotros los hijos de Adán, que sois tan grandes a vuestros propios ojos, si no os convertís y no os hacéis como ese niño, no entraréis en el reino de los cielos. "Yo soy la puerta del reino", dice ese niño. Si la altura de los hombres no se abaja, esta humilde puerta no los dejará entrar.
6.- Bienaventurados los pobres. (10 sep 2014).
Con razón el Señor, proclamando la bienaventuranza de los pobres, no dice: "El reino de los cielos será para aquellos que...", sino que los que están cerca del reino de Dios son aquellos que ya poseen y llevan en su corazón al Rey que dijo que servir era reinar. Otros se pelean por compartir el legado de este mundo: El Señor es el lote de mi heredad y mi copa. Que disputen entre ellos quién será el más miserable: yo no envidio nada de lo que buscan porque mi alma y yo tendremos nuestras delicias en el señor.
Qué desafortunados son los que, admirados por el mundo, en la ceguera de su espíritu, han considerado la pobreza como una miseria y la humildad como una cobardía; han querido hacerse ricos y han caído en las trampas del diablo, ¡cuando todas las cosas les pertenecían! En cuanto a vosotros, que tenéis por amiga a la pobreza y encontráis suave la humildad de corazón, la eterna Verdad os hace dignos de poseer el reino de los cielos y os guarda fielmente este reino que os está reservado.
7.- Sabemos que el reino de Dios está cerca. (28 nov 2014).
Esperamos al Salvador. En realidad, es la gozosa esperanza de los justos, de aquellos que esperan la venida en gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. ¿Cuál es mi esperanza, dijo el justo, si no es el Señor? Luego se vuelve hacia él y exclama: Lo sé: no defraudarás mi esperanza. De hecho, mi ser está ya a tu lado, ya que nuestra naturaleza, asumida por ti y dada a nosotros, ha sido glorificada en ti. Esto nos da la esperanza de que toda carne vendrá a ti.
Sin embargo, con gran confianza en la espera del Señor podemos decir: Haced tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que os roen, ni ladrones que abren boquetes y los roban. He depositado todos mis bienes a tus pies: lo sé, tú me los multiplicarás por cien y además me darás la vida eterna. Vosotros, que sois pobres de espíritu, ¡sois herederos! Porque el Señor dijo: Donde está tu tesoro, allí estará tu corazón. Que vuestros corazones le sigan, ¡que ellos sean vuestro tesoro! Poned vuestro pensamiento allí, y que vuestra atención se fije en Dios, para poder decir con el apóstol Pablo: Nuestra vida está en el cielo, de donde esperamos al Salvador.
8.- Allanad los caminos del Señor. (02 ene 2015).
Preparad los caminos del Señor. Hermanos, aunque estéis muy avanzados en el camino, os queda todavía por preparar el camino, para que avancéis más y más, siempre tendiendo hacia lo que está por delante. Así, a cada paso que deis por el camino del Señor, él irá delante de vosotros, siempre de nuevo. Por esto, con razón, el justo ora de este modo: Enséñanos el camino de tu voluntad para que te busquemos siempre. Esta vida se llama camino eterno porque la bondad de aquel hacia el cual avanzamos no tiene límite.
Por esto, el viajero sabio y decidido, aunque haya llegado a la meta, seguirá pensando en comenzar de nuevo; olvidando lo que queda atrás, se dirá cada día: Ahora comienzo.Y nosotros que hablamos de avanzar por el camino, quiera Dios que siquiera nos hayamos puesto en camino.A mi parecer, cualquiera que se haya puesto en caminoestá ya en el buen camino. Pero hay que comenzar de veras, encontrar el camino de la ciudad habitada. Porque no son muchos los que andan por él, dice la Verdad; son numerosos los que yerran por el desierto deshabitado. Y tú, Señor, tú nos has preparado un camino, sólo hace falta que consintamos y nos complementamos a seguirlo.
9.- ¿Por qué buscáis entre los muerto al que está vivo? (05 abr 2015).
Hoy, hermanos, ¿cómo testimoniaréis la alegría que colma vuestro corazón por el amor de Cristo? Si alguna vez habéis experimentado el amor a Jesús, hoy es cuando los mensajeros proclaman su resurrección en la Iglesia, y vuestro corazón exulta y exclama: "Me han traído esta buena noticia: Jesús, mi Dios, vive. Al escuchar estas palabras, mi corazón, que estaba hundido en la pena y en el desánimo, languideciendo de tibieza y cobardía, ha recobrado ánimo". Hoy, la suave música de este gozoso mensaje reanima a los pecadores que estaban hundidos en la muerte. Sin este mensaje no habría más salida que desesperar y enterrar en el olvido a aquellos que Jesús, saliendo de los infiernos, habría dejado en el abismo.
Comprobarás que tu espíritu ha recobrado la vida en Cristo si dices: "Si Jesús vive, esto me basta. Si él vive, yo vivo en él, mi vida depende de él. Él es mi vida, él es mi todo. ¿Qué me puede faltar si Jesús vive? Mejor aún: que todo lo demás me falte, no me importa, si sé que Jesús vive".
10.- El Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir. (27 may 2015).
Cristo servidor bueno y fiel, verdaderamente tú has servido, has servido con toda la fe y con toda la verdad, con toda la paciencia y toda la constancia. Sin tibieza, te has lanzado como un gigante a correr por el camino de la obediencia; sin fingir, nos has dado, después de tantas fatigas, tu propia vida; sin murmurar, flagelado e inocente, nos has abierto la boca. Está escrito y es verdad: El servidor que conoce la voluntad de su amo y no la cumple recibirá cantidad de azotes. Pero este servidor nuestro, os pregunto, ¿cuáles son los actos que no ha llevado a cabo? Todo lo ha hecho bien, exclamaban los que observaban su conducta: Ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos,
Ha llevado a cabo toda clase de acciones dignas de recompensa, entonces ¿por qué ha sufrido tanta indignidad? Presentó su espalda a los latigazos, recibió una sorprendente cantidad de atroces golpes, su sangre se derramaba por todas partes. Fue interrogado en medio de oprobios y tormentos, como si fuera un esclavo o un malhechor a quien se interroga para hacerle decir la verdad sobre un crimen. Sí, mi Señor, has pasado muchas penas para servirme; es justo y equitativo que en adelante puedas descansar, y que tu servido, a su vez se ponga a servirte; su momento ha llegado. Has vencido, Señor, a este tu servidor rebelde; extiendo mis manos para recibir tus ataduras, inclino mi cabeza para recibir tu yugo.
11.- Vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón. (21 oct 2015).
Israel, prepárate al encuentro del Señor, que viene. Y vosotros también, hermanos míos, estad preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que menos penséis. Nada más seguro que su llegada, pero también nada más incierto que el momento de esta llegada. En efecto, nos incumbe tan poco conocer los tiempos o los momentos que el padre, en su omnipotencia, ha fijado, que hasta los mismos ángeles que lo rodean desconocen el día y la hora. Es cierto que nuestro último día llegará; pero cuándo, dónde y cómo nos es incierto; sólo sabemos lo que les dijo a nuestros antepasados: "Ante los ancianos está en el umbral, mientras que ante los jóvenes se mantiene al acecho". (San Bernardo).
Que el temor, permaneciendo alerta, nos mantenga siempre preparados, hasta que la seguridad suceda al temor, y no el temor a la seguridad. "Estaré vigilante, dice el sabio, con el fin de guardarme de toda culpa, no pudiendo evitar la muerte". Sabe, en efecto, que el justo, aunque muera prematuramente, encontrará el descanso; mucho más triunfarán de la muerte aquellos que no fueron esclavos del pecado durante su vida. Qué bello es, hermanos míos, que felicidad, no sólo estar fuera de peligro ante la muerte, sino además triunfar con gloria.
12.- Jesús en la mesa con los fariseos. (30 0ct 2015).
El creador del mundo se dignó hacerse hombre para rescatar, conforme a su clemencia, a los que su justicia había condenado. Con el fin de demostrar la profundidad de su amor para con nosotros, no solamente se hizo hombre, sino hombre pobre y sencilla, de modo que, acercándose a nosotros en su pobreza, nos hace participar de sus riquezas. Se hizo pobre por nosotros hasta el punto de no tener un lugar donde reposar la cabeza: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza.
Aceptaba ir a las comidas a las que era invitado no por gusto inmoderado de la comida, sino para enseñar en ellas la salvación y suscitar la fe. Allí, por sus milagros, llenaba de luz a los invitados. Allí los siervos, que estaban en el interior trabajando y no tenían la libertad de acercarse a él, podían escuchar la palabra de salvación. En efecto, no menospreciaba a nadie, nadie era indigno de su amor porque se compadece de todos; no odia nada de lo que ha hecho y cuida delicadamente de cada uno. Para llevar a cabo su obra de salvación, el Señor entró un sábado en casa de un fariseo notable. Los escribas y fariseos espiaban lo que hacía a fin de que, si curaba al enfermo, pudieran acusarle de violar la ley y, si no lo curaba, acusarlo de despiadado o débil. Por la luz purísima de su palabra de verdad, vieron desvanecerse todas las tinieblas de su mentira.
13.- A la hora en que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.
(29 nov 2015).
Verdaderamente hay una venida del Señor frecuente e íntima, según el mérito y el fervor de cada uno, que durante este período intermedio entre su primera venida y su vuelta el último día nos configura con la primera y nos prepara para la segunda. Si el Señor viene a nosotros ahora es para que su primera venida no quede inútil y la última no sea la venida de su cólera. Por su venida actual, en efecto, reforma nuestro orgullo según el ejemplo de su humildad en la primera venida y, luego, reforma nuestro cuerpo humilde a la imagen del cuerpo glorioso que nos mostrará cuando vuelva. Por esto debemos pedir con fervor esta venida intermedia que nos da la gracia de la primera venida y nos promete la gloria de la última.
La primera venida fue humilde y escondida, la última será esplendorosa y magnífica. La venida de la que hablamos está escondida, pero es igualmente magnífica. Digo "escondida" no porque sea ignorada por aquel en quien tiene lugar, sino porque se realiza en el secreto del alma. Llega sin ser visto y se aleja sin que uno lo perciba. Su presencia es luz del alma y del espíritu. En el alma se ve al invisible y se conoce al incognoscible. Esta llegada del Señor coloca al alma de quien la contempla en una dulce y dichosa admiración. Entonces, del fondo del hombre brota el grito: Señor, ¿quién se compara a ti?
14.- Esperanza de las naciones. (17 dic 2015).
¡Tú eres el esperado de las naciones! Los que te esperan no quedarán confundidos. Nuestros padres te esperaron; todos los justos, desde la creación del mundo, han esperado en ti y no los has defraudado. La Iglesia, que esperaba en los antiguos padres el primer advenimiento de Cristo, espera igualmente el segundo en los justos de la nueva alianza. Estando segura de que el primer advenimiento traería el precio de nuestra redención, espera segura que el segundo advenimiento traerá la recompensa. Pendiente de esta espera, esta esperanza que sobrepasa todo lo terreno, la Iglesia aspira con un gozo ardiente a los bienes eternos.
Mientras otros se apresuran a buscar su felicidad en las cosas terrenas sin esperar que se cumplan los designios del Señor, aquel que tiene la dicha de poner su esperanza en el Señor no fija su mirada en las cosas vanas y engañosas de la tierra. Sabe que vale más ser humillado con los mansos que participar en el botín del mundo con los orgullosos. El humilde se consuela diciéndose a sí mismo: Mi herencia es el Señor. Lo esperaré. El Señor es bueno para los que esperan en él, para los que le buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación de Dios. Mi alma desfallece esperando tu salvación; pero el Señor es mi lote, por eso espero en él. Aunque tarde, lo esperaré, porque vendrá en su momento.
15.- Mirad a mi amado, que viene saltando por los montes. (23 dic 2015).
"Ya viene el Rey, corramos al encuentro de nuestro Salvador" (liturgia de Adviento). Con razón dijo Salomón: Agua fresca en garganta sedienta, buena noticia de tierra lejana. Sí, es una buena noticia la que anuncia la llegada del Salvador, la reconciliación del mundo, los bienes del mundo futuro. Esas noticias son agua refrescante y bebida de sabiduría saludable para el alma sedienta de Dios. En verdad, aquel que anuncia la llegada del Señor o sus misterios nos da de beber. El alma responde al anuncio con las palabras de Isabel, que había bebido del mismo Espíritu: ¿Cómo es posible que la Madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño empezó a dar saltos de alegría en mi seno.
En verdad, hermanos míos, hay que ir al encuentro de Cristo, que viene saltando de gozo y de entusiasmo. Señor, en tu condescendencia, saludas a tus siervos y los salvas. No únicamente por las palabras de paz, sino por el beso de paz. Tú te unes a nuestra carne, tú nos salvas por tu muerte en la cruz. Que nuestro espíritu exulte, pues, con alegría desbordante, que corra al encuentro del Señor que viene de lejos, aclamándole con estas palabras: Cúrame, Señor, y quedaré curado, sálvame, y quedaré a salvo, pues a ti se dirige mi alabanza. Bendito el que viene en nombre del Señor.
16.- Y el Verbo se hizo carne. (25 dic 2015).
Siendo Dios nacido de Dios, Jesucristo se hizo niño por nosotros. En cierto modo, él mismo se separaba de los ángeles para venir hasta nosotros y hacerse una de nosotros. Anonadándose y descendiendo por debajo de los ángeles, se hizo igual a nosotros. Mientras que por su nacimiento eterno, era su propia felicidad y la de los ángeles, por su nacimiento en este mundo por nosotros, se hizo nuestra redención, porque nos veía penar solos bajo el peso del pecado original de nuestro propio nacimiento.
Jesús niño, tu nacimiento es nuestra felicidad. Endereza nuestro nacimiento, restaura nuestra condición, elimina nuestras heridas, cancela la sentencia que condenaba nuestra naturaleza. En lo sucesivo los que se afligían por un nacimiento que les presagiaba pena y dolor, ahora pueden renacer colmados de felicidad.
Porque a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios.¡Por tu natividad, eres a la vez Dios e hijo del hombre! Por ella, tenemos acceso a esta gracia en la cual nos encontramos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios. ¡Qué admirable intercambio! Asumiendo nuestra carne, nos regalas tu divinidad; despojado de ti mismo, nos colmaste.
17.- Yo soy la voz que grita en el desierto
Preparad el camino al Señor. (02 ene 2017).
Preparad el camino al Señor. Hermanos, aunque vosotros estéis muy avanzados en este camino, no hay término a la bondad hacia la cual se progresa. Por eso el viajero sabio se dirá cada día: "Ahora, comienzo". Son numerosos "los que yerran en las soledades"; ninguno de ellos puede decir: "Ahora comienzo".
El comienzo de la sabiduría, es el temor del Señor: si es el comienzo de la sabiduría, es necesariamente también el punto de partida de un buen viaje. Es también quien provoca la confesión; quien incita al orgullo al arrepentimiento y le permite oír la voz del que grita en el desierto, del que ordena preparar el camino, el que muestra por dónde hay que comenzar: Convertíos, porque el Reino de los cielos está cerca.
Por consiguiente si estas en el camino, que tu único temor sea desviarte, ofender al Señor que te conduce por él. Si el camino te pareciera demasiado estrecho, considera el fin hacia el cual te conduce, pues, si ves el fin de toda perfección, inmediatamente dirás: tú mandamiento es amplio en extremo. Si no puedes verlo, cree entonces a Isaías cuando añadía: Y caminarán por esta senda los que fueron liberados y redimidos por el Señor. Disfrutarán de gozo y alegría, y huirán de ellos el dolor y el llanto. Quien medite suficientemente en este fin, pienso que no solo considerará espacioso el camino, sino que hasta tomará alas, de suerte que, más que caminar, volará por él. Por tanto, hermanos, meditad siempre en la recompensa final y corred por el camino de los mandamientos con prontitud y alegría. Que por él os conduzca y guíe el que es camino de los que corren y premio de los que alcanzan la meta: Jesucristo.
18.- Luz para iluminar a las naciones. (02 feb 2017).
Te bendigo y te glorifico, oh llena de gracia; has traído al mundo la misericordia que ha venido nosotros. Tú has preparado el cirio que tengo hoy entre mis manos (en la liturgia de esta fiesta). Tú has aportado la cera para esta llama... cuando tú, Madre sin corrupción, has vestido de carne sin corrupción al Verbo incorruptible.
¡Ea, hermanos! Hoy este cirio arde en las manos de Simeón. Venid a recibir la luz, venid y encended vuestros cirios, quiero decir vuestras lámparas que el Señor quiere ver en vuestras manos. Mirad hacia él y quedaréis radiantes. No tanto para llevar en vuestras manos una antorcha sino para ser vosotros mismos antorcha que brilla por dentro y por fuera, para vuestro bien y bien de los hermanos: Jesús iluminará vuestra fe, os hará brillar por vuestro ejemplo, os sugerirá buenas palabras, inflamará vuestra oración, purificará vuestra intención...
Y tú, que posees tantas lámparas interiores que te iluminan, cuando se apague la lámpara de esta vida, brillará la luz de la vida que no se apagará jamás. Será para ti como la aparición del esplendor del mediodía en pleno atardecer. En el momento en que piensas que vas a extinguirte te levantarás como la estrella de la mañana y tus tinieblas se transformarán en luz de mediodía. No habrá sol durante el día y la luz de la luna no te iluminará más, pero el Señor será tu luz perpetua, porque la antorcha de la nueva Jerusalén es el Cordero. ¡A él gloria y honor por los siglos sempiternos! Amén.
19.- La grandeza de Juan el Bautista (05 ago 2017).
Lo que ha hecho grande a Juan, lo que le ha hecho el más grande entre los grandes, es que vivió sus virtudes al máximo, uniendo a ellas la mayor de todas: la humildad. Siendo considerado como el más elevado de todos, puso por encima de él a Aquel que es el más humilde de todos, hasta tal punto que se declaró indigno de desatarle las sandalias.
Que otros queden maravillados de que Juan haya sido anunciado por los profetas y por un ángel, nacido de padres tan santos y tan nobles, aunque de edad avanzada y estériles, que en el desierto haya preparado el camino del Redentor, que haya convertido los corazones de los padres hacia los hijos y los de los hijos hacia los padres, que haya sido digno de bautizar al Hijo, de escuchar al Padre, de ver al Espíritu... en fin, que haya combatido por la verdad hasta dar la vida y que, para ser precursor de Cristo incluso en el país de los muertos, haya sido mártir de Cristo ya antes de su pasión. A nosotros, hermanos míos, se nos propone su humildad no tan solo como objeto de admiración, sino también de imitación. En efecto, este fiel amigo del Esposo que amaba a su Señor más que a sí mismo, deseaba disminuir para que él creciera. Se esforzaba para aumentar la gloria de Cristo haciéndose él mismo más pequeño, manifestando a través de toda su conducta lo que diría el apóstol Pablo: No nos predicamos a nosotros mismos, sino al Señor Jesucristo.
20.- María, madre de los vivientes. (15 ago 2017).
María es bienaventurada entre todas las bienaventuradas, ella que ha sido escogida antes que todos los demás santos. El Señor la eligió como morada, diciendo: Esta es mi mansión por siempre, aquí viviré, porque la deseo. Durante nueve meses vivió en ella; durante numerosos años vivió con ella y le estuvo sometido. Ahora, viviendo en ella y con ella para siempre de manera que sobrepasa nuestra comprensión, la llena de la gloria que ven los bienaventurados. Le da exteriormente la gloria de su cuerpo; interiormente, imprime en ella la gloria del Verbo.
Esta Virgen madre única, que se vanagloria de haber dado a luz al hijo único del Padre, estrecha con amor al mismo Hijo único del padre, estrecha con amor al mismo Hijo único con todos sus miembros, y no se avergüenza de ser llamada la madre de todos aquellos en los que ve a Cristo ya formado o en formación. La primera Eva fue llamada madre de todos los vivientes, pero en realidad fue la madre de los que mueren. Y porque esta primera Eva no pudo realizar fielmente lo que significa su nombre, es María quien realizó este misterio. Como la Iglesia, María es la madre de todos los que renacen a la vida. Dando a la luz la Vida, hizo nacer en cierta manera a una vida nueva a todos los que debían encontrar su vida en esta Vida. Por eso, la madre bienaventurada de Cristo, sabiéndose madre de los cristianos por este misterio, se muestra también madre de todos por su solicitud y su ternura.
21.- María, de la cual nació Jesús, que es llamado Cristo. (08 sep 2017).
Hoy celebramos el nacimiento de la bienaventurada Virgen María, de quien ha nacido el que es la vida de todos. Hoy ha nacido la Virgen de la quien ha querido nacer el que es la salvación de todos, a fin de que aquellos que nacieron para morir pudieran renacer a la vida. Hoy ha nacido nuestra nueva madre, la que ha aniquilado la maldición de Eva, nuestra primera madre; así, por ella, heredamos ahora la bendición los que por nuestra primera madre nacimos bajo la maldición. Sí, ella es verdaderamente una madre nueva que ha rejuvenecido a los hijos envejecidos, que ha curado el mal de un envejecimiento hereditario, así como todas las demás formas de envejecimiento que se habían añadido. Sí, ella es una nueva madre, ella que, permaneciendo virgen, ha dado a luz un prodigio tan nuevo, ella que ha dado la vida a aquel que ha creado el mundo.
¡Qué novedad más maravillosa es la novedad del fruto que ella da al mundo. ¿Te preguntas cómo una virgen ha dado a luz al Salvador? Pues igual que la flor de la viña propaga su perfume. Mucho tiempo antes del nacimiento de María, el Espíritu que había de habitarla dice en su nombre: Igual que la viña, yo he producido un dulce olor. Así como la flor no se altera por el hecho de propagar su perfume, así tampoco la pureza de María lo hace por haber dado fruto: el Salvador.
22.- Luz para iluminar a las naciones. (02 feb 2018).
El viejo Simeón era todo él una llama encendida que iluminaba dando testimonio de la luz; lleno de Espíritu Santo, recibió, oh Dios, tu misericordia en medio de tu templo y dio testimonio de que Jesús es la misericordia en medio de tu templo y dio testimonio de que Jesús es la misericordia y la luz de tu pueblo. ¡Regocíjate, anciano justo!, mira realizado hoy lo que habías vislumbrado desde antiguo: las tinieblas del mundo se han disipado, las naciones caminan a la luz del Señor. Abraza, oh santo anciano, la sabiduría de Dios y rejuvenece. Recibe en tu corazón la misericordia de Dios y tu vejez conocerá la dulzura de la misericordia. Descansará sobre mi pecho, dice la Escritura. Y tú dices: "Aun cuando lo devuelva a su madre, se quedará conmigo. Mi corazón se embriagará de su misericordia y más aún el corazón de su madre... Doy gracias y alabo a Dios por ti, María, llena de gracia, porque has dado al mundo la misericordia que yo acojo en mis brazos; el cirio que tú preparaste, lo tengo entre mis manos".
Y vosotros, hermanos, ved el cirio arder entre las manos de Simeón, encended vuestros cirios con la luz del anciano. Entonces, no solo llevaréis una luz en vuestras manos, sino que vosotros mismos seréis luz. Luz en vuestro corazón, luz en vuestras vidas luz, para vosotros, luz para vuestros hermanos.
23.- ¿Por qué os alarmáis? (15 abr 2018).
Cuando Jesús vino a sus apóstoles, las `puertas estaban cerradas, y se puso en medio de ellos, que, llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Exhaló su aliento sobre ellos diciéndoles: Recibid el Espíritu Santo, y este don ha sido una indudable prueba de su resurrección y de su nueva vida. En efecto, es el Espíritu quien da testimonio primeramente en el corazón de los santos de que Cristo es la verdad, la resurrección verdadera y la vida. Por eso, los apóstoles, que habían dudado incluso teniendo delante de ellos su cuerpo vivo, daban testimonio de la resurrección del Señor con mucho valor después de haber gustado este Espíritu que da vida.
Es mucho más ventajoso para nosotros acoger a Jesús en nuestro corazón que verle con nuestros ojos u oír su voz. La acción del Espíritu Santo sobre nuestros sentidos interiores es mucho más poderosa que la impresión que pueden hacer en nuestros sentidos exteriores los objetos materiales. Hermano, la señal por la cual reconocerás que tu espíritu ha recobrado vida en Cristo es esta: si en tu interior dice: "¡Si Jesús está vivo, eso me basta!" ¡Oh palabra de fe y muy digna de los amigos de Jesús!
24.- Escuchan la Palabra y dan fruto. (27 jul 2018).
Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu Palabra omnipotente saltó desde las estancias del Padre hasta un pesebre para animales, que de momento nos habla mejor a través de su silencio. El que tenga oídos para oír, que oiga lo que nos dice esta santo misterioso silencio del Verbo eterno. ¿Acaso hay algo que infunda más peso y autoridad que la silenciosa Palabra de Dios entre los hombres? Y nosotros, ¿con qué insensatez decimos: La lengua es nuestra fuerza, nuestros labios nos defienden? Qué dulce sería para mí poder guardar silencio, desaparecer y callarme, incluso para el bien, a fin de poder poner mayor atención, estar más recogido, y poder escuchar las palabras y el significado sagrado de este divino silencio. ¡Qué bueno sería para mí entrar en la escuela del Verbo guardó silencio en la escuela de su Madre!
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. Pongamos, hermanos, toda nuestra devoción en meditar a Cristo envuelto en los pañales con que su Madre le cubrió, a fin de ver en el gozo eterno del reino la gloria y la belleza con la que su Padre le ha revestido.
25.-Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo. (18 abr 2019).
Tened los sentimientos de Cristo. Él que era de condición divina, Igual a Dios por naturaleza, asumió el oficio de servidor, abajándose a sí mismo, siendo obediente al Padre hasta la muerte y muerte de cruz. Se podría pasar por alto que, siendo el Hijo igual que el Padre, haya servido al Padre como un servidor; más aún, ha servido a su propio servidor más que nadie. Porque el hombre había creado para servir a su creador; ¿qué hay de más justo que servir a quien te ha creado, sin el cual no existirías? ¿Y qué hay de más dichoso que servirle, ya que servir es reinar? Pero el hombre dijo a su creador: No serviré.
"Soy yo quien te serviré a ti", dice el creador a su criatura. "Ponte a la mesa; yo te serviré, te lavaré los pies. Descansa, tomaré sobre mí tus dolores; llevaré todas tus cargas y debilidades. Si estás cansado, te llevaré sobre mis hombros, a ti y a tu carga, para ser el primero en cumplir mi ley: Llevad las cargas los unos de los otros. Si tienes hambre o sed, aquí estoy para ser inmolado de modo que tú puedas comer mi carne y beber mi sangre. Si te llevan cautivo o si te venden como esclavo, aquí estoy; rescátate pagando el precio que sacarás por mí; me entrego yo mismo como precio. Si estás enfermo, si tienes la muerte, moriré en tu lugar, para que mi sangre sea un remedio para tu vida"
26.- A la hora de dejar este mundo para ir al Padre, Jesús oraba así.
(04 jun 2019).
El Señor pronunció esta oración la víspera de su pasión. Pero no está fuera de contexto aplicarla al día de la Ascensión, en el momento en que se separó por última vez de sus hijitos, confiándolos a su Padre. El Señor amaba a estos pequeñuelos con un amor digno de su grandeza. Los había liberado del amor de este mundo. Veía cómo ellos renunciaban a toda esperanza terrena y dependían únicamente de él. No obstante, mientras vivía en su cuerpo junto a ellos, no les prodigaba a la ligera las muestras de su afecto; se mostró con ellos más firme que tierno, como conviene a un padre y a un maestro.
Pero en el momento de abandonarlos parece que el Señor se dejó vencer por la ternura que sentía por ellos y no puede disimular delante de ellos su dulzura. De ahí que diga: Y él, que había amado a los suyos, que estaban en el mundo, llevó su amor hasta el fin. Porque entonces él derramó de alguna manera toda la fuerza de su amor por sus amigos, derramándose él mismo como agua a manos de sus enemigos. Les entregó el sacramento de su cuerpo y de su sangre y les mandó celebrarlo en memoria suya. No sé lo que es más admirable: su poder o su amor al inventar esta nueva manera de quedarse con ellos para consolarlos tras su partida.
27.- Un centurión del ejército romano se le acercó. (02 dic 2019).
¡Oh verdadero Israel, estate preparado para salir al encuentro del Señor! No solo estate a punto para abrirle cuando llame la puerta: ¡sal alegremente a su encuentro mientras todavía está lejos!, y con plena confianza ante el día del juicio, pide de todo corazón que venga su reino. Que tu boca, pueda cantar: Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
¡Y tú, Señor, ven a mi encuentro, que te estoy buscando! Porque, a pesar de todos mis esfuerzos, no me podré llegar hasta ti si tú no te inclinas, me tiendes tu diestra, ya que soy obra de tus manos. Sal a mi encuentro; mira que no hay impiedad en mí. Y si encuentras en mí un camino de maldad yo te desconozco, apártalo de mí y ten misericordia de mí, condúceme por el camino eterno, es decir, Cristo, ya que él es el camino por donde llegar a la eternidad, sendero inmaculado y morada de los santos.
28.- La luz del mundo revelada a las naciones.. (06 ene 2020).
¡Levántate y resplandece, Jerusalén porque ha venido tu luz! ¡Levantaos, los que estáis sentados en las tinieblas! Dirigíos hacia esta luz: se ha levantado en medio de las tinieblas, pero las tinieblas no la han podido atrapar. Acercaos a ella y seréis iluminados; en su luz veréis la luz, y se dirá de vosotros: Antes estabais en las tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor. Mirad: la luz eterna se ha acomodado a vuestros ojos para que aquel que habita en una luz inaccesible pueda ser captado por vuestros ojos débiles y enfermos. ¡Descubrid a Dios en un hombre, en el pequeño vaso de arcilla de vuestro cuerpo, el resplandor de la gloria y el rayo de la luz eterna!
Te damos gracias, Padre de las luces, por habernos llamado de las tinieblas a tu luz admirable. Sí, la verdadera luz, la vida eterna es conocerte a ti, el único Dios, y a tu enviado Jesucristo. ¡Qué gozo, qué exultación tendrá a aquel que adoraron cuando chillaba en Belén! Aquí lo han visto en una casa de pobres; allá le verán en el palacio de los ángeles. Aquí en pañales; allá en el esplendor de los santos. Aquí, en el seno su madre, allá, sobre el trono de su Padre.
29.- Naamán fue curado. (16 mar 2020).
Mi alma está turbada, oh Dios, por el recuerdo de mis pecados; entonces me acuerdo de ti en el país del Jordán, es decir me acuerdo de cómo purificaste a Naamán, el leproso en su humilde abajamiento: Bajó y se lavó siete veces en el Jordán, tal como se lo había indicado el hombre de Dios, y quedó purificado. Desciende tú también, alma mía, desciende del carro del orgullo a las aguas saludables del Jordán, el cual, de la fuente de la casa de David, baja ahora sobre el mundo entero para lavar todo pecado y toda suciedad. Esta fuente es la humildad de la penitencia, que fluye al mismo tiempo gracias a un don de Cristo y gracias a su ejemplo, lavando los pecados del mundo entero. Nuestro Jordán es un río puro, a los soberbios les será imposible acusarte, si te hundes enteramente en él, si te sepultas, por así decir, en la humildad de Cristo.
Ciertamente que nuestro bautismo es único, pero una tal humildad rebautiza. En efecto, realiza la mortificación y sepultura del pecado, y lo que sacramentalmente se ha realizado en el bautismo, en esta nueva forma se le da pleno cumplimiento. Sí, una humildad así abre los cielos y nos devuelve el espíritu de adopción: el Padre reconoce a su hijo, reformado en la inocencia y la pureza de un hijo regenerado.
30.- Bendito el que viene en el nombre del Señor (05 abr 2020).
La fiesta de hoy presenta a los ojos de los hombres a aquel que nuestra alma desea bajo dos aspectos diferentes. Los dos aspectos atraen nuestra mirada; los dos son objeto de nuestro deseo y de nuestro amor, porque en ambos es el Salvador de los hombres. Si contemplamos al mismo tiempo la procesión de hoy y la pasión, vemos a Jesús glorioso y sublime y humillado y sufriente.
En la procesión, recibe los honores de rey; y en la pasión, es golpeado como un malhechor, Aquí la gloria y el honor le rodean; allí, se revela sin forma ni hermosura. Aquí él es la alegría de los hombres y el orgullo del pueblo; allí, oprobio de los hombres, desprecio del pueblo. Aquí es aclamado: Hosanna al Hijo de David; allí oímos los gritos enfurecidos de la gente que pide su muerte, burlándose del que se hizo rey de Israel. Aquí la gente sale a su encuentro con palmas en las manos; allí le dan bofetadas y con cañas le golpean en la cabeza. Aquí es colmado de elogios; allí, cubierto de injurias. Aquí la gente extiende sus mantos ante Jesús; allí es despojado de sus vestiduras. Aquí es recibido en Jerusalén como Rey justo y el Salvador; allí es expulsado de Jerusalén como un criminal y un impostor. Que brille siempre sobre nosotros, Señor, la luz de tu rostro, en la tristeza como en las alegrías, tú que eres la alegría y la salvación de todos, tanto montado sobre el asno como clavado en la cruz.
31.- Padre, quiero que donde yo esté estén también ellos conmigo.
(27 may 2020)
Padre, cuando estaba con ellos, yo los cuidaba en tu nombre. Esta oración la pronunció el Señor en la víspera de su pasión. Pero no está fuera de propósito aplicarlo al día de la ascensión, en el momento en que se iba a separar por última vez de sus discípulos, a los que él confiaba a su Padre. Él amaba a estos pequeños suyos con un amor digno de su grandeza. Veía cómo todos aquellos a los que había arrancado a las costumbres del mundo renunciaban a toda esperanza mundana y dependían solamente de él. Pero durante el tiempo que él quiso vivir con ellos en su cuerpo, no les prodigó a la ligera su afecto; se mostró con ellos más firme que tierno, como conviene a un maestro y a su padre. Pero cuando llegó el momento de separarse de ellos, pareció vencido por el tierno afecto que les profesaba, y no pudo disimular la abundancia de su dulzura que hasta entonces les había ocultado. De ahí estas palabras de la Escritura: Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, al fin los amó hasta el extremo. Porque entonces en cierto modo dio libre curso a la fuerza de amor por sus amigos antes de derramarse a sí mismo como agua por sus enemigos. Les dio el sacramento de su cuerpo y de su sangre e instituyó su celebración. No sí si es más de admirar su fuerza o su caridad cuando inventó esta nueva manera de permanecer con ellos para consolarlos por su partida.
32.- Reconocer a Cristo en su humildad y descender para seguirle.
(31 ago 2020)
Mi alma está turbada, oh Dios, por el recuerdo de mis pecados; entonces me acuerdo de ti en el país del Jordán, es decir, recuerdo cómo purificaste a Naamán el leproso en su humilde abajamiento. Bajó y se lavó siete veces en el Jordán, tal como se lo había indicado el hombre de Dios, y quedó purificado. Desciende tú también, alma mía, desciende del carro del orgullo a las aguas saludables del Jordán que, desde la fuente de la casa de David, baja ahora sobre el mundo entero para lavar todo pecado y toda suciedad.
Con toda seguridad, esta fuente es la humildad de la penitencia, que fluye al mismo tiempo gracias a un don de Cristo y gracias a su ejemplo, y que, predicaba desde ahora sobre la tierra, lava los pecados del mundo entero. Nuestro Jordán es un río puro, a los soberbios les será imposible acusarte si te hundes enteramente en él, si te sepultas, por así decir, en la humildad de Cristo. Ciertamente que es único nuestro bautismo, pero una humildad así rebautiza. En efecto, no reproduce la muerte de Cristo, pero realiza la mortificación y sepultura del pecado, y lo que sacramentalmente se ha realizado en el bautismo en esta nueva forma se le da pleno cumplimiento.
33.- Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. (15 sep 2020).
Cuando Jesús se puso a recorrer pueblos y ciudades para anunciar la Buena Nueva, María lo acompañó, inseparablemente unida a sus pasos hasta tal punto que ni la tempestad de la persecución ni el horror del suplicio consiguieron que dejara de acompañar a su Hijo, ni la enseñanza de su Maestro. Junto a la cruz de Jesús, estaba María, su madre. Verdaderamente es madre la que no abandonó a su hijo en los terrores de la muerte. ¿Cómo podía horrorizarse por la muerte aquella cuyo amor era fuerte como la muerte e incluso más fuerte que la muerte? Sí, se mantenía de pie junto a la cruz de Jesús y el dolor de esta cruz le crucificaba su corazón, todas las llagas que herían al cuerpo de su Hijo eran otras tantas espadas que laceraban su alma.
Jesús habiéndola amado, la amó hasta el fin. No tan solo ha sido para ella el fin de su vida sino sus últimas palabras: acabando de dictar su testamento, Jesús confió el cuidado de su madre a su más querido heredero. Pedro recibió la Iglesia; y Juan, a María. Esta parte le era concedida a Juan como signo del amor privilegiado del que fue objeto, pero también a causa de su castidad. Porque convenía que nadie sino el discípulo amado de su Hijo, prestara este servicio a la madre del Señor.
34.- Sabed que el reino de Dios está cerca. (27 nov 2020).
¡Señor Jesús, gracias te damos! Estamos ante ti, te esperamos. Dentro de un poco... y dentro de un poco más: tú haces promesa tras promesa; y yo, de una vez por todas, confío en ellas. Sin embargo, ven y ayúdame en mi incredulidad para que, permaneciendo allí, te espere, y te espere todavía, hasta que al fin vea lo que creo. Sí, lo creo, veré los bienes del Señor, en el país de la vida. ¿Y tú, hermano, lo crees? Entonces, espera en el Señor, sé valiente, que tu corazón se fortalezca, que espere con paciencia al Señor.
Si el Señor prescribe la paciencia, también promete venir pronto. Unas veces nos forma en la paciencia, y otras reconforta a los desalentados; asusta a los negligentes, activa a los perezosos. Vendré pronto, y traeré mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según sus obras. Y hablando a Jerusalén, agrega: pronto vendrá tu salvación, ¿por qué te consumes por el dolor? Es cierto, el tiempo es corto, sobre todo para nosotros, pese a que aparenta ser largo para quien se consume por la pena o por el amor. Él vendrá, vendrá el Señor, el objeto de nuestro temor y de nuestro deseo, el reposo y la recompensa de aquellos que sufren, ternura y abrazos para aquellos que aman, la beatitud de todos, Jesucristo, nuestro Salvador.
35.- Muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis. (01 dic 2020).
¿Ven, Señor, sálvame y seré salvado! Ven, que brille tu rostro y nos salve. Te hemos esperado, se nuestra salvación en el tiempo de la tribulación. Con este deseo los profetas y los justos iban al encuentro de Cristo; con tal deseo y amor, que habrían querido ver ya con sus ojos lo que ya veían en su espíritu. Por eso el Señor decía a sus discípulos: ¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y justos quisieron ver lo que vosotros veis y no lo vieron. También Abrahán, nuestro padre, exultó de gozo pensando ver el día de Cristo; lo vio, aunque en el país de los muertos, y se alegró de ello.
Tenemos de qué avergonzarnos viendo la tibieza y la dureza de nuestro corazón si no experimentamos el gozo espiritual el día del aniversario del nacimiento de Cristo, que promete revelársenos muy pronto. De hecho, parece que la Escritura nos exige que nuestro gozo sea tan grande como nuestro espíritu, que se eleve por encima de sí mismo, que arda y se lance al encuentro de Cristo que viene, y adelantándose con el deseo, sin demorarse, se esfuerce en ver ya ahora al que ha de venir.
36.- Juan era la lámpara que arde e ilumina. (10 dic 2020).
Cuando la justicia soberana dijo a Noé; Tú eres el único justo que he encontrado, fue un gran elogio de su justicia. Es digno de un mérito muy grande que Dios asegure a Abrahán que por él se cumplirán las promesas. ¡Qué gloria para Moisés cuando Dios arde de celo para defenderle y confundir a sus enemigos! ¿Y qué decir de David, en quien el Señor se delicita por haber encontrado en él a un hombre según su corazón? Y sin embargo, por muy grande que haya sido la grandeza de estos hombres, ni entre ellos ni entre los demás nacidos de mujer, no hubo ninguno mayor que Juan el Bautista, según el testimonio del Hijo de la Virgen.
Es cierto que no todas las estrellas tienen el mismo brillo, y en el coro de los santos astros que han iluminado la noche de este mundo antes de que amaneciera el verdadero Sol, algunos han brillado con un resplandor admirable. Sin embargo, ninguno ha sido mayor ni más brillante que esta estrella de la mañana, esta lámpara ardiente y luminosa preparada por Dios para su Cristo. Primera luz matutina, estrella de la aurora, precursor del Sol, anuncia a los mortales la inminencia del día y frita a los que duermen en tinieblas y en sombras de muerte: Convertíos, porque el reino de Dios está cerca.