BEATO CARLOS DE FOUCAULT

21.08.2021

Meditaciones.

1.- Servir a Cristo, servidor en el último lugar

Cristo dice: Ved mi servicio y entrega a los hombres, y examinad como deben ser los vuestros. Fijaos en esta humildad para el bien del hombre, y aprended a abajaros para hacerle el bien, a haceros pequeños para ganar a los hermanos, a no temer descender, a perder vuestros derechos cuando se trata de hacer el bien, a no creer que por el hecho de abajaros, os es imposible hacer el bien. Al contrario, abajándoos, me imitáis; abajándoos, empleáis, por amor a los hombres, el medio que he empleado yo mismo; abajándoos, camináis por mi camino y, por consiguiente, en la verdad.

Entonces se está en el mejor lugar para obtener la vida, y para darla a los demás. Por mi encarnación me pongo en la misma hilera de las criaturas, por el bautismo en el rango de los pecadores: anonadamiento, humildad.

Abajaos siempre, humillaos siempre. Que los que son primeros se consideren siempre, por humildad y disposición de espíritu, en el último lugar con sentimiento de abajamiento y de servicio. Amor a los hombres, humildad y último lugar mientras que la voluntad divina no os llame a ocupar otro, porque entonces es preciso obedecer.

2.- Todo es posible al que tiene fe. (24 feb 2014).

Si vuestra fe fuera como un grano de mostaza..., nada os seria imposible. Todo lo podemos por la oración: si no recibimos, es que hemos tenido poca fe, o que hemos orado poco, o que sería malo para nosotros que nuestra petición fuera atendida, o que Dios nos da alguna cosa mejor que lo que hemos pedido. Pero jamás dejaremos de recibir lo que pedimos por ser la cosa demasiado difícil de obtener: Nada os sería imposible.

No dudemos en pedir a Dios incluso las cosas más difíciles, como es la conversión de grandes pecadores, de pueblos enteros. Pidámosle, pues, incluso aquellas cosas que creemos son las más difíciles, con la certeza de que Dios nos ama apasionadamente y que cuanto mayor es el don más desea hacerlo el que ama apasionadamente. Pero pidámoslo con fe, con insistencia, con constancia, con amor, con buena voluntad. Y estemos seguros de que, si pedimos así y con mucha constancia, seremos escuchados y recibiremos la gracia pedida o todavía mejor. Pedamos con osadía a nuestro Señor las cosas más imposibles de alcanzar cuando son para su gloria, y estemos seguros de que su Corazón nos las concederá tanto más cuanto parecen humanamente imposibles; porque dar lo imposible al que ama es agradable a su Corazón, ¡y cuánto nos ama él!

3.- Abajamiento. (18 sep 2014).

Ved, en esta encarnación, el amor por los hombres, el amor que Dios tiene por ellos y, en consecuencia, el que vosotros debéis tener siguiendo su ejemplo para ser perfectos, como vuestro padre celestial es perfecto. Este amor es activo; obre profundamente, hace franquear de un salto la distancia que separa lo finito de lo infinito, empleando, para nuestra salvación, este medio externo inaudito, la encarnación: él, Dios creador, viene a vivir sobre la tierra.

Cristo dice: "Ved esta abnegación por los hombres y examinad cómo debe ser la vuestra. Ved esta humildad por el bien del hombre y aprended a rebajarospara hacer el bien e id primero a las almas, como yo he sido el primero en ir a ellas, aprended a haceros pequeños para ganar a los demás, a no temer descender, a perder vuestros derechos cuando se trata de hacer bien a las almas; aprended a no creer que descendiendo se cae en la impotencia de hacer el bien; al contrario: descendiendo me imitáis; descendiendo empleáis por amor a las almas, el medio que he empleado yo mismo; descender por mi camino y, en consecuencia, por la verdad, es el mejor modo para tener la vida y darla a los demás, pues la mejor manera para esto es siempre mi imitación. Descended siempre, humillaos siempre, que aquellos que son los primeros se consideren, por la humildad y la disposición de espíritu, en el último lugar con sentimiento de abajamiento y de servicio".

4.- Darse todo, porque Cristo se ha dado todo. (24 nov 2014).

Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre quien, amándoos de todo corazón, no pueda soportar ser más rico que su Bienamado. Mi Señor Jesús, qué pronto se hará pobre quien piense que todo lo que se hace a uno de estos pequeños es a Vos a quien se hace, que todo lo que no se les hace es a Vos a quien no se hace. Qué deprisa se hará pobre quien reciba con fe vuestras palabras: Si queréis ser perfectos, vended lo que tenéis, y dádselo a los pobres. Bienaventurados los pobres. Todo aquel que deje sus bienes por mi recibirá aquí abajo cien veces más y en el cielo la vida eterna.

¡Dios mío, no sé si es posible a algunas almas veros pobre y seguir a gusto siendo ricas, verse mayores que su Maestro, que su Bienamado, no quererse padecer a Vos en todo lo que de ellas depende y sobre todo en vuestras humillaciones! Yo creo que ellas os aman, Dios mío, y, sin embargo, creo que falta algo a su amor, y en todo caso yo no puedo concebir el amor sin una necesidad, una imperiosa necesidad de conformación, de semejanza, y sobre todo de compartir todas las penas, todas las dificultades, todas las durezas de la vida. Dios mío, no puedo ser rico, vivir tranquilamente de mis bienes, cuando Vos habéis sido pobre, machacado, viviendo penosamente de un trabajo rudo. Yo no puedo amar así.

5.- ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto? (11 dic 2014).

Es preciso pasar por el desierto y permanecer en él para recibir la gracia de Dios; es allí donde uno se vacía, donde uno echa fuera de sí todo lo que no es Dios y vacía completamente esta pequeña casa de nuestra alma para dejar todo el espacio para Dios. Es un tiempo de gracia, es un período por el que toda alma que quiere dar frutos debe necesariamente pasar. Necesita ese silencio, ese recogimiento, ese olvido de todo lo creado en el que Dios establece su reinado y forma en ella el espíritu interior: la vida íntima con Dios, el diálogo del alma con Dios en la fe, la esperanza y la caridad. Más tarde el alma dará frutos en la medida exacta en que el hombre interior se haya formado en ella.

Sólo se da lo que se es y lo que se tiene en esta soledad, en esta vida solo con Dios solo, en ese recogimiento profundo del alma que lo olvida todo para vivir en unión con Dios, y Dios se da enteramente a todo aquel que se entrega totalmente a él. Daos enteramente a él solo y se os dará enteramente. Mirad a san Pablo, san Benito, san Patricio, san Gregorio Magno, y tantos otros, ¡qué largo tiempo de recogimiento y de silencio! Subid más arriba: mirad a san Juan Bautista, mirad a nuestro Señor. Nuestro Señor no tenía necesidad de ello, pero quiso darnos ejemplo.

6.- Cuando Jesús subió a la barca, el poseído le suplicó poder seguirle, pero no lo consintió. (05 feb 2015).

La verdadera, la única perfección, no es llevar un género de vida u otro, es hacer la voluntad de Dios; es llevar el género de vida que Dios quiere, donde quiere, y de llevarlo como él mismo lo habría llevado. Cuando nos deja la elección a nosotros mismos, entonces sí, procuremos seguirlo paso a paso, lo más exactamente posible, compartir su vida tal como fue, como hicieron sus apóstoles durante su vida y después de su muerte: el amor nos empuja a esta imitación. Si Dios nos deja esta elección, esta libertad, precisamente es porque quiere que despleguemos nuestras velas al viento del amor puro y que, empujados por él, corramos tras el olor de sus perfumes en un exacto seguimiento, como san Pedro y san Pablo.

Y si un día Dios quiere apartarnos, por un tiempo o para siempre, de este camino, por muy bello y muy perfecto que sea, no nos turbemos ni nos asombremos. Obedezcamos, hagamos su voluntad, vayamos nos designa. Acerquémonos siempre a él con todas nuestras fuerzas y estemos en todos los estados, en todas las condiciones, como él mismo habría estado, como él se habría comportado si la voluntad de su padre le hubiera puesto allí.

7.- El poseído le suplicó poder seguirle, pero no lo consiguió. (01 feb 2021).

La verdadera, la única perfección, no es llevar tal o cual género de vida, es hacer la voluntad de Dios; es llevar el género de vida que Dios quiere, y de llevarlo como él mismo lo habría llevado. Cuando nos deja la elección a nosotros mismos, entonces sí, procuremos seguirlo paso a paso, lo más exactamente posible, compartir su vida tal como fue, como lo hicieron sus apóstoles durante su vida y después de su muerte: el amor nos empuja a esta imitación.

Si un día Dios quiere apartarnos, por un tiempo o para siempre, de este camino, por muy bello y muy perfecto que sea, no nos turbemos ni nos asombremos. Sus intenciones son impenetrable: él puede hacer por nosotros, en medio o al fin de la carrera, lo que hizo por el geraseno al principio. Obedezcamos, hagamos su voluntad, llevemos el género de vida que su voluntad nos designe. Acerquémonos siempre a él con todas nuestras fuerzas y estemos en todos los estados como él mismo habría estado, como él se habría comportado si la voluntad de su Padre le hubiera puesto allí.

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