SAN ANASTASIO DEL SINAÍ

20.08.2021

1.- Se preguntaban entre ellos qué quería decir lo de resucitar a los muertos. (01 mar 2015).

Sobre el monte Tabor, Jesús les mostró a sus discípulos una manifestación maravillosa y divina, una imagen que prefiguraba el reino de los cielos. Con el fin de penetrar en estos misterios, escuchemos la voz divina y santa que, como desde lo alto, nos convoca de modo urgente: Venid, gritad hacia la montaña del Señor, al día del Señor, hacia el lugar del Señor y en la casa de vuestro Dios.

Es, pues, hacia la montaña adonde tenemos que ir, como hizo Jesús, quien, allí como en el cielo, es nuestro guía y nuestro precursor. Con él brillaremos con mirada espiritual, seremos renovados y divinizados enla esencia de nuestra alma; configurados a su imagen, seremos transfigurados como él, divinizados para siempre y transportados a las alturas.

Acudamos, pues, con confianza y alegría, y penetremos en la nube, como Moisés y Elías, como Santiago y Juan. Como Pedro, dejémonos llevar a esta contemplación y esta manifestación divina, ser transformados y transportados fuera del mundo, por encima de esta tierra. Dejemos aquí la carne, dejemos la creación y volvamos hacia el Creador al que Pedro mismo, arrebatado, decía:¡Señor que bien se está aquí! Sí, Pedro, es verdaderamente bueno estar aquí con Jesús, y estar aquí para siempre.

2.- El misterio de la crucifixión es la belleza del reino de Dios. (22 feb 2020).

La montaña de la transfiguración es la montaña de los misterios, el lugar de las realidades inefables, la roca de los secretos escondidos, la cumbre de los cielos. Aquí se revelaron los símbolos del reino futuro: el misterio de la crucifixión, la belleza del reino de Dios, la llegada de Cristo en su segundo advenimiento lleno de gloria. Sobre esta montaña, la nube luminosa cubre de esplendor a los justos; los bienes futuros se realizan ya. La nube que envuelve esta montaña prefigura la ascensión de los justos sobre las nubes; nos enseña hoy nuestro aspecto futuro, nuestra configuración con Cristo.

Mientras Jesús estaba en medio de sus discípulos, les había explicado su reino y su segunda venida en gloria. Pero, porque ellos no estaban seguros sobre lo que él les había anunciado no estaban seguros sobre lo que él les había anunciado acerca del reino, Jesús quiso que estuvieran del todo convencidos en su corazón y que los acontecimientos presentes les ayudaran a creer lo que iba a suceder. Por esto, en el monte Tabor les dio a contemplar esta maravillosa manifestación divina, como una imagen que prefigura el reino de los cielos. Como si les dijera: "Para que la tardanza no engendre en vosotros la incredulidad, pronto, ya mismo, entre los que estáis aquí hay algunos que no verán la muerte antes de ver al Hijo del hombre venir sobre las nubes en la gloria de su Padre". Seis días después, Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago y los llevó a una montaña muy alta y se transfiguró delante de ellos. ¡Qué terrible es este lugar! ¡Nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo! Hacia ella nos apresuramos. 

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