SAN ALBERTO MAGNO
1.- Jesús cogió los panes y, después de dar gracias, se los repartió.
Señor, lavados y purificados en lo más profundo de nosotros mismos, vivificados por tu santo Espíritu, saciados de tu Eucaristía, haz que compartamos la gracia de la que han participado los santos apóstoles, que han recibido el sacramento de tu mano. Desarrolla en nosotros el deseo y la voluntad de seguirte como miembros tuyos, para que nosotros seamos dignos de recibir de ti la sabiduría y tu alimento espiritual. Infúndenos el celo de Pedro para rechazar toda voluntad contraria a la tuya, ese celo que Pedro demostró en la Cena Danos la paz interior, la determinación y la alegría de las que gustó Juan, inclinado sobre tu pecho, que podamos adquirir tu sabiduría, que aprendamos el gusto de tu dulzura, de tu bondad. Concédenos una fe recta, una esperanza firme y una caridad perfecta.
Por intercesión de los santos apóstoles y de todos los bienaventurados discípulos, haznos recibir de tu mano el sacramento, haznos evitar sin dudar la traición de Judas e inspira en nosotros aquello que tu Espíritu ha revelado a los santos que están en el cielo. Danos todo esto, tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad de un mismo Espíritu desde el principio hasta el fin de los siglos. Amén.
2.- Sus ángeles en el cielo están constantemente en presencia de mi Padre. (02 oct 2018).
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en el cielo contemplan sin cesar el rostro de mi Padre celestial. Con estas palabras, Cristo nos dice más o menos lo siguiente: Estad atentos, cuidado con despreciar a los hombres sencillos, pobres y débiles. Yo los tengo en muy gran estima, hasta tal punto que, para
guardarlos de todo mal, he puesto a mis ángeles a su servicio, que contemplan sin cesar el rostro de mi Padre celestial.
Los ángeles contemplan el rostro de Dios por varias razones. La primera, porque ofrecen y presentan a Dios las buenas obras de los hombres. De ellos leemos en el Apocalipsis: Otro ángel vino y se colocó junto al altar con un incensario de oro. Le dieron gran cantidad de perfumes para que, junto con las oraciones de todos los santos, los ofreciera sobre el altar de oro que está delante del trono. El altar es el corazón del hombre fiel a Dios. Delante de este altar están los ángeles. Su incensario representa los sentimientos de alegría con los que recogen los pensamientos, las oraciones, las palabras y las acciones de los hombres, para ofrecerlos, encendidos en el fuego de la caridad, sobre el altar de oro que se encuentra delante del trono de Dios. Y la ofrenda sube hasta el Hijo que está en el seno del Padre. Por consiguiente, sería bueno que tuviéramos siempre algún don para depositar en el incensario de los ángeles.
3.- Jesús cogió los panes y, después de dar gracias, se los repartió.
(15 may 2019).
Señor, lavados y purificados en lo más profundo de nosotros mismos, vivificados por tu santo Espíritu, saciados por tu Eucaristía, haz que compartamos la gracia de la que participaron los santos apóstoles que han recibido el sacramento de tu mano. Infunde en nosotros el deseo y la voluntad de seguirte, como miembros tuyos para que nosotros seamos dignos de recibir de ti la sabiduría y la experiencia de tu alimento espiritual.
Infunde en nosotros el celo de Pedro para rechazar toda voluntad contraria a la tuya, ese celo que Pedro demostró en la Cena. Infunde en nosotros la paz interior, la determinación y la alegría que gustó Juan, inclinado sobre su pecho, que podamos adquirir tu sabiduría, que aprendamos el gusto de tu dulzura, de tu bondad. Infunde en nosotros una fe recta, una esperanza firme y una caridad perfecta. Por intercesión de los santos apóstoles y de todos los discípulos bienaventurados, haznos recibir de tu mano el sacramento, haznos evitar sin dudar la traición de Judas e inspira en nuestro espíritu aquello que tu Espíritu ha revelado a los santos que están en el cielo. Tú que vives y reinas con el Padre, en la
unidad de un mismo Espíritu desde el principio hasta el fin de los siglos. Amén